Sangre Azul (+18)

Una nueva raza ha sido descubierta por el hombre en las profundidades del mar y su codicia lo lleva a la guerra con ellos.

Weiss es la última princesa de la extraña raza. Su sentir conlleva a no poder dejar un linaje, lo que pone a los altos concejales en apuro. Mientras que los sabios le sugieren subir con los terrestres y buscar algo que evitan allí: el amor.

Una mirada diferente a todo lo que ella creía conocer cambia, al encontrarse con dos chicas que fueron usadas para experimentar con la sangre de su raza.

¿El amor podrá salvar a su reino? ¿O la salvará a ella?

Género: Romance, Adulto, Yuri, Futanari, Apocalipsis, Fantasía. (Fanfic RWBY yuri YangxWeissxRuby)

El mundo. ¿Qué es el mundo exactamente para cada uno de nosotros? Podemos pensar que nos estamos refiriendo a las personas, pero también en lo que nos rodea. ¿Qué es lo que ves exactamente? ¿Eres consciente de que cada segundo que respiras están pasando miles, no, millones de cosas a tu alrededor? Mientras estudias, sales a trabajar, a pasear o hacer algo que te guste. Es normal que no queramos ver lo que hay detrás de todo eso. Es normal que veamos extraño todo lo que nos resulta desconocido. Que no busquemos más respuestas de las que ya tenemos. Porque es mejor no ver o escuchar, que darse cuenta de la gran oscuridad que se esconde en cada ser. El problema está en que podemos fingir que nada ocurre las veces que queramos, pero no escapar de las cosas cuando están sucediendo.

En el 2030, se encontró una extraña raza viviendo en las profundidades del mar. Era un lugar bastante profundo y los habitantes no eran muy diferentes a nosotros. Claro que tenían sus costumbres y rasgos que los hacían únicos. Tez y cabello blanco como la nieve, ojos azules y lo más importante para quienes los hallaron, sangre azul. Sangre que comenzó a ser estudiada por los mejores científicos de Estados Unidos. Tenía la capacidad de curar enfermedades a una velocidad impresionante. Daba una probabilidad de vida muchísimo más larga que la actual y mientras más la investigaban, más se asombraban.

Todo terminó en una catástrofe. Aquellos seres tenían la capacidad de comunicarse con el mundo de una manera especial. Comenzaron a ser llamados "brujos blancos". Con el pasar de los años, la guerra no se detuvo. Todo empezó a escasear. No era sólo Japón quien buscaba ganar y apoderarse de ese reino profundo, sino todos.

La extraña tribu era fuerte, todos los provenientes de ese lugar lo eran. Pero también les afectaban los terribles ataques provenientes de arriba. Alterando su forma de vida. Por lo que optaron en exterminar a todos los que no eran de su raza.

En Oregón, Estados Unidos, comenzaron a hacerse experimentos con mujeres para hacer nacer niños que tuviesen la misma sangre y que les permitiese poder tener una igualdad de poder. O más... Muchos bebés murieron junto con sus madres en las primeras pruebas, pero las otras, tuvieron más éxito. Los dividieron en dos tipos: los que nacían con alguna deformidad y los que no. Los criaron desde pequeños en un laboratorio y así, poder estudiarlos y prepararlos para la guerra. De mayores, muchos intentaron escapar, pero eran asesinados. Eran fallas, eras una falla si te reusabas a luchar. Pero en uno de los ataques a uno de los laboratorios, dos lograron hacerlo.

2049. Reino de los Dultank. En la profundidad.

¿?: ¡Es el octavo joven que mata! -dice un hombre gordo y gigante.

¿?: ¿Crees que lo hago apropósito? -indaga una muchacha de largo cabello blanco, frunciendo el ceño.

¿?: ¡Si! Sin ofender, princesa.

¿?: ¡No! ¡Santa madre naturaleza! -se gira para tomar camino a uno de los pasillos.

¿?: No entiende la gravedad de la situación, princesa Weiss. Si usted no deja a los elegidos, aparearse con usted, todo va a ir a peor. Necesitamos de sus hijos. La reina lo dio todo por usted hasta que uno de esos terrestres la mató-refunfuña, refregándose la barba- La eligió a usted para seguir con este bello y fuerte linaje. No podemos romper así la tradición y tomar a una mujer cualquiera. Usted mejor que nadie sabe que la naturaleza elije-

Weiss: ¡Ya es suficiente Tantor! -Se gira enfadada- ¡No me culpes de que cada hombre que la señora "oh madre naturaleza" elije para mí, termine muriendo cuando estamos a mitad de la relación sexual! ¿Crees que es agradable para mí ver cómo esa persona es asesinada por mi propia sangre? Además, no son elegidos por la naturaleza, esos hombre son seleccionados meticulosamente por los sabios. Ahora resulta que soy la del problema.

Tantor: ¿No ha pensado que es probable que esté negándose a entregarse a los elegidos? Ellos luchan para pasar esas pruebas y ser aceptados como su compañero de apareamiento. De entre todos sus hijos, usted es la única que la bella madre naturaleza le dio el don de su hermosa madre.

Weiss: Los hijos de nuestro pueblo también son fuertes. Hablas como si no estuviesen haciendo nada.

Tantor: No princesa. No buscaba ofender a nuestro pueblo. Pero debe entender que su linaje de elementales es el más poderoso. Si usted muere, sería catastrófico para todos...

Weiss: Sólo... Déjame sola Tantor... Estaré en mi habitación -entra al cuarto y cierra la puerta, dejando al consejero sin poder decir una palabra más. Este dio un pesado suspiro, alejándose a paso lento del lugar- La madre naturaleza... Parece que no está de mi lado en el momento más crítico de nuestro reino -toma asiento en la cama, tratando de pensar en algo, hasta que su mente hace un click y corre a abrir la puerta para alcanzar a quien le había pedido marcharse- ¡Tantor!

El hombre se gira, sorprendido por lo sucedido.

Weiss: Tantor, tú has dicho que debo sentir que esa persona es la correcta, ¿no es así?

Tantor: Am... Si, los grandes sabios-

Weiss: No Tantor, me refiero a elegir. Yo -se señala.

Tantor: ¿D-disculpe? -trata de no reír- No quiero ser grosero princesa, pero usted no puede hacer eso. Sólo los grandes sabios pueden saber quiénes son dignos de usted. Su hijo debe tener un linaje fuerte. Su sangre debe tener una conexión especial con la naturaleza.

Weiss: Todos los que han elegido han muerto. Creo que no soy la del problema. Creo que yo debería elegir.

Tanto: P-pero princesa. Eso nunca ha estado permitido. Puede cometer un grave error. ¿Qué pasaría si ese ser que usted acepta tiene una sangre más débil?

Weiss: ¿Más débil? Tantor sé que nuestra sangre es poderosa, en cada uno de nosotros. No necesitan pasar por todas esas extrañas pruebas.

Tantor: ¿Se refiere a... mezclarse con sangre más débil? -trata de forzarle una sonrisa.

Weiss: Tú dices que nuestro pueblo y reino peligra, ¿tan importante sería la sangre ahora? Si la madre naturaleza me llevase a alguien del pueblo, ¿no debería ser lo correcto? -señala por la ventana.

Tantor: Ha... -se lleva una mano a la nuca, pasándola luego por su enorme barba- Tiene razón princesa. Voy a organizar una salida en carruaje. Visitar todo el reino será difícil, sobre todo con una guerra acuesta. Pero veremos qué podemos hacer.

Weiss: Bien. Estaré preparándome en mi habitación. Avísame cuando estén listos.

El gran hombre se inclinó un poco para luego retirarse. Los grandes sabios tardaron en aceptar la decisión de la princesa. Pero ellos sabían también, que no había muchas alternativas.

Lamentablemente, por más que se tomaron el tiempo y días en visitar los rincones del reino. La princesa Weiss no sentía nada. No había rastro o alguna señal de que aquel ser especial que ella buscaba, estuviese por allí. No quedó de otra que volver al castillo. Las esperanzas se habían perdido más que antes.

Castillo real. Sala de los grandes sabios.

Merlín: Entiendo que todos estén afligidos. Pero no podemos vernos débil cuando el pueblo necesita fuerza.

Tritón: Opino lo mismo -hace una pausa para mirar a Weiss- Princesa, no se aflija. Vamos a encontrar a alguien que pueda ayudarle a darnos un hijo que no corte su bello linaje.

Rafiki: No es imposible. Sólo no lo hemos encontrado aún.

Tantor: Esto es un terrible desastre -se lleva la mano al rostro.

Weiss: Tantor... No digas eso. Los sabios tienen razón. Y tú que eres el que debe tener esperanzas y todo eso -se cruza de brazos.

Tantor: Tiene razón princesa. Le pido mis más sinceras disculpas -se inclina.

Weiss: Yo... Quiero hacer una pregunta algo extraña.

Los sabios se miraron entre sí y luego volvieron la mirada a la más joven.

Merlín: Adelante princesa. Estamos aquí para aconsejarte.

Weiss: Sé que puede sonar algo... extraño y... más extraño -gira el rostro- Pero esa nueva raza con la que estamos teniendo guerra -hace una pequeña pausa- ¿Es posible que el elegido esté entre ellos?

Tantor: ¡Madre tierra! -exclama el consejero- ¿Princesa cómo puede pensar en algo tan atroz? Puedo aceptarle mezclar su sangre con alguien del pueblo, pero con esos bárbaros -se sobresalta- Eso no puedo ni imaginarlo.

La peliblanca sólo pudo escuchar el regaño y bajar la mirada. Hubo un silencio entre los mayores, quienes comenzaron a murmurarse entre ellos.

Merlín: Consejero Tantor, le pedimos amablemente que se retire. Debemos hablar con la princesa para enseñarle más de sus errores y elecciones -avisa, levantando el dedo.

Tantor: Oh. Claro que si grandes sabios. A mí nunca me escucha -se va parloteando hasta salir del gran salón, mientras los guardias cerraban las puertas.

La muchacha de ojos azules da un leve suspiro. Tratando de acomodar sus palabras y ver cómo podía corregirlas. Hasta escuchar algo que la dejó un poco perdida. Los sabios se bajaron de sus tronos para acercarse a ella.

Tritón: Princesa, ¿usted sabe en qué se basa la madre naturaleza para elegir a su pretendiente?

Weiss: Ah... Pues... -se queda pensando- ¿Mi sangre?

Rafiki: Claro que no -mueve su mano para negar- Si todo fuese así siempre, la vida sería tan simple como pestañar.

Merlín: Durante siglos, nuestra raza nunca ha estado interesada en buscar a la persona correcta. Sino en cumplir el deber.

Weiss: Es lo que yo quiero -se señala.

Merlín: Me temo que no -toma asiento en uno de los sillones cerca de ella.

Weiss: P-pero... ¡Claro que sí! -se sobresalta.

Rafiki: Tranquila chiquilla, vas a envejecer más rápido si te comportas así -pasa un brazo por el hombro de la muchacha, sonriéndole y riendo por debajo.

Tritón: Ninguna mujer u hombre ha buscado tener familias duraderas. Se reproducen porque es el mensaje que siempre ha dado la realeza. Incluso su madre. No estuvo interesada nunca en algo con el rey.

Weiss: ¿Mi padre? Ustedes son mi familia, no sé de qué hablan. No sean tan enroscados por favor -se cruza de brazos.

Merlín: Todo es muy simple, princesa. Usted quiere elegir a alguien. No seguir las tradiciones. Eso está más que claro.

Rafiki: Como el agua -la señala.

Merlín: Su sangre nunca va a aceptar a cualquiera. Así elijamos al más fuerte de las tribus.

Tritón: Me temo que Tantor sospecha de eso.

Weiss: No lo entiendo...

Merlín: No vas a entenderlo porque nunca se te dio acceso a nada de eso. Eres la última con un linaje tan poderoso. Cualquier error conlleva a perder el reino. En tiempos como éstos, es probable que la decisión del consejero mayor para salvar al reino, sea pedirnos que borremos su memoria.

Tritón: Eso suele traer efectos secundarios algo complicados.

Weiss: Yo... No quiero perder mi memoria. No quiero dejar de ser yo -pide asustada.

Los tres sabios se miran entre sí.

Merlín: Eso lo sabemos. Si borramos su memoria, usted perdería su esencia. Aquello que la hace única.

Rafiki: Pocos en el pueblo o el reinado de su familia lo son o han sido -cuenta con los dedos de una mano- Creo que hace unos setecientos años hubo alguien como usted -piensa.

Merlín: No me recuerdes los años aciano loco -se queja.

Rafiki: Estamos presenciando una maravilla -señala a la princesa.

Weiss: Cielos... No me digan que ya están agonizando. No sé de qué rayos hablan.

Rafiki: Pero princesa, es que usted no lo sabe. Yo se lo digo -se acerca al oído de la muchacha para susurrarle- Upendi.

Tritón le da con el tridente al susurrante en la cabeza, dejándolo algo tonto.

Merlín: Gracias. Estaba por hacerlo yo -deja su bastón al lado del sillón- Princesa. Usted nunca se ha enamorado. No ha logrado sentir algo por nadie, ¿puede negarnos eso?

Weiss: Ah...

Merlín: Lo sabía -se acomoda sus grandes mangas- Vamos a ayudarla a subir a la superficie -concluye.

Weiss: ¿Qué?

Rafiki: ¿Qué? -se soba la cabeza- Pensé que le hablaríamos de ya saben... Upendi.

Merlín: Yo creo que ya ha tenido suficiente Upendi en su habitación con algunos guapos hombres que elegiste para ella y ahora descansan en las profundidades del mar -se cruza de brazos.

Rafiki: Bueno. No es mi culpa que ella quiera otro tipo de Upendi -levanta los hombros.

Weiss: Esperen, no entiendo nada. ¿Qué es Upendi?

Rafiki aplaude por esa pregunta y se acerca a ella, comenzando a tararear una canción. Pero es detenido por otro golpe en la cabeza proveniente de Merlín.

Merlín: No le hagas caso -suspira- El punto es, que has elegido un camino difícil. Queremos saber si estás dispuesta a tomarlo.

Tritón: No has encontrado a nadie en el reino. Más que la madre naturaleza, estás siguiendo a tu corazón y eso es muy importante.

Weiss: Seguirlo está ocasionando demasiados problemas...

Merlín: Claro que no. Yo diría que respondería muchas de sus preguntas y si las cosas salen bien, sería la solución a los problemas de todos.

Tritón: Usted desea compartir uno de los poderes más fuertes que jamás ha existido en este mundo. Aún si usted muriese, perduraría.

Weiss: ¿Qué clase de poder es ese? ¿Tiene tanta fuerza? ¿Por qué no lo han compartido con todos?

Los sabios vuelven a mirarse entre sí, Rafiki se pone de pie y sacude su atuendo.

Rafiki: Me temo que no todos son capaces de usarlo princesa.

Merlín: Busca amor -la señala.

Rafiki: El amor es el poder más maravilloso que ha tocado el mundo.

Tritón: La madre naturaleza es puro amor.

Weiss: ¿Tan... tan poderoso? ¿Cómo puedo llegar a eso?

Merlín: Mm... Me temo que eso no podemos decírselo. Usted debe comprenderlo por sí misma, cuando encuentre a la persona indicada.

Weiss: Pero no sé cómo encontrar a la persona indicada.

Merlín: Por eso es un camino difícil. ¿Va a aceptar tomarlo o se quedará aquí con las probabilidades de que debamos borrarle la memoria para intentar el método más fácil? Aunque claramente puede fallar.

Weiss: No... No quiero olvidar lo que soy. Tengo un propósito y si ese poder conlleva tanto trabajo encontrarlo. Estoy dispuesta a ir a buscarlo.

Merlín: ¡Está decidido! -saca una varita y levanta los brazos.

Weiss: E-esperen. ¿No van a meterse en problemas por algo así?

Rafiki: No te preocupes por eso. Ve por tu Upendi -ríe mientras realiza un baile y el lugar se llena de colores y sonidos tropicales.

Tritón: Ve tranquila. Sabemos que encontrarás el camino correcto a lo que buscas -da un golpe con su tridente en el suelo, envolviendo a la princesa en una burbuja.

Merlín: ¡Espero que tus animales sepan lo que hacen! -le grita al otro, los sonidos en el salón parecían una locura.

Rafiki: Yo sólo espero que tus escobas no se hayan vuelto madera con el pasar de los tiempos - levanta las manos y hace que esos colores rodeen la burbuja, impulsando a la princesa hacia arriba.

Merlín refunfuña y con algunas palabras, hace aparecer a cinco mágicas escobas, que sujetaron la burbuja y comenzaron a ayudar el impulso de los espíritus de Rafiki.

Weiss podía sentir la velocidad con la que era arrastrada hacia los túneles que conducían a las aguas, pasando por éstas hasta llegar a la superficie. Los espíritus se dispersaron y esfumaron, al igual que las escobas. No tenía idea dónde estaba, por más que mirase a todos lados.

La muchacha de cabello blanco pensó que iba a ser más sencillo de lo que había sido la semana que llevaba allí. Alimentarse no era tanto el problema por ahora, pero el agua solía hacerle doler el estómago. Pudo visitar algunos pueblos pero no sentía nada, ¿cómo iba a saber quién era la persona correcta? Eso la llevaba a preocuparse. Tuvo que vestir un atuendo sucio de color azul oscuro que le permitía encapucharse. La gente solía verla de mala manera o llamaba demasiado la atención. Se dio cuenta que caminaba en terrenos peligrosos cuando miraba las noticias en las televisiones que dejaban en las vidrieras de los mercados. Nunca había estado tan cerca de la guerra. Mientras más miraba o escuchaba sobre lo que ocurría, tendía a deprimirse.

Bar "Los buitres". Oregón, pueblo Hikes.

¿?: Ya es de noche, Jhon -sonríe y abraza a su compañero, igual de borracho que el mismo- ¿Dónde están las mujerzuelas? -ríen ambos.

Una muchacha de cabello dorado frunce el ceño al ver que miraban en la dirección de su mesa, mientras su compañera disfrutaba de su trago.

¿?: Ya. No les prestes atención, Yang -señala a su pequeña mascota extraña sobre la mesa- Mira lo que Zwei ha aprendido a hacer.

La rara hoz con pies y manos pequeñas intenta dar una vuelta de ciento ochenta grados pero cae mal y queda clavada en la madera.

Yang: Aha... Muy... Tú, Ruby -baja la mirada para buscar algo en la mochila.

Ruby: Es... normal. Está aprendiendo -ríe un poco mientras ayuda a sacar a su diminuto compañero de allí- Ya de por sí es de gran ayuda para mí -apoya los brazos sobre la mesa.

Zwei: ¡Ran! -sube al hombro de la morena, trepando por la ropa para luego tomar asiento y darle pulgar arriba a su amiga.

Yang: Mientras sepa abrir las latas de comida y cortar cadenas o cerraduras, yo creo que no necesita convertirse en nada más -le pasa una jeringa- Es tu turno.

Ruby: ¿Crees que si Zwei no toma de esto, corra peligro?

Yang: Lo has creado tú. Está hecho de... metal y cosas extrañas. No creo que necesite sangre. Sólo un poco de tu energía cuando lo necesitas -cierra la caja y acomoda la mochila entre sus piernas.

¿?: ¡Conviden un poco bellezas! -grita uno de los borrachos.

Yang: Te voy a convidar una patada en el trasero, subnormal -frunce el ceño nuevamente.

¿?: ¡Ven a tocarlo mi amor! -comienzan a reírse mientras le hacen movimientos sugestivos.

Yang: ¡Hijos de-! -se pone de pie.

Ruby: Yaaa. Ya -sujeta a la rubia de los hombros.

La morena trataba de que su compañera volviese a su asiento, pero se estaba complicando bastante; hasta que alguien ingresó al bar. Distrayendo a los borrachos. Era una persona encapuchada que se acercó a paso rápido a la barra. El barman lo observa, esperando que el pedido.

Barman: ¿Qué va a tomar?

¿?: P-por el momento... Nada -apoya las manos sobre la barra.

Los borrachos no tardaron en comenzar a susurrarse al notar que se trataba de una voz femenina.

Yang: Desgraciados... -toma asiento, acomodando el vendaje de su brazo.

Ruby: No dejes que el alcohol se te suba a la cabeza -le sonríe, tratando de animarla.

Zwein: ¡Ran! -hace una cruz con sus brazos.

Yang: No es eso-

Barman: Oye niña, este no es lugar para pasar la noche sin pagar. O pides algo o te largas -le regaña.

¿?: Yo... Sólo es un momento -le susurra.

Algunas personas se voltean a ver al integrante que tenía problemas con el barman.

Ruby: Deberías intentar ayudarle, Yang. Puede meterse en problemas.

Yang: Ni de broma. Ya le sacarán. No es nuestro problema.

Tres soldados ingresan al lugar, golpeando la puerta. Uno de ellos dispara al techo para imponer silencio. El encapuchado agacha un poco la cabeza e intenta escabullirse entre la multitud.

¿?: Estamos buscando a una mujer de traje azul. Va encapuchada y herida. Cualquiera que intente cubrirla será sentenciado a muerte -explica mientras sus compañeros ingresan con sus armas al frente.

Ninguno decía nada a pesar de haberla visto. Tenían miedo de hablar y ser llevados por éstos.

Ruby: Yang... -le susurra un tanto agachada.

Yang: Ni siquiera lo pienses... -se cubre el rostro con la mano.

Había mucho silencio, sólo se escuchaba a los soldados buscando en cada rincón. Hasta que se escuchó un sonido pesado, como si alguien se hubiese caído.

¿?: ¡Allá está! -informa uno de los armados, avisando también por el trasmisor.

La muchacha se había desplomado en el suelo, se encontraba de rodillas con las manos en el suelo, respirando de manera agitada, sujetándose el costado de la cintura.

¿?: ¡Es una bruja blanca! -grita una mujer.

Las personas intentan escapar, gritando y chocando unos con otros. Dificultando la tarea de los que habían ingresado para capturarla. Uno de los soldados comenzó a hacerse pasó dando golpes con su arma a los que se metían en el camino, hasta lograr dar con la muchacha. Pero un golpe seco en la cara lo estampó contra la pared, rompiendo un poco la madera. Sus compañeros intentaron dispararle a quien se había entrometido pero el suelo se elevó hasta dejarlos atrapados entre el techo y el primero. No podían mover nada.

Zwei: ¡Ran! -le levanta el pulgar a la rubia desde el hombro de su compañera.

Yang: Rayos... Nos vas a meter en problemas Ruby. No estamos buscando problemas -la regaña.

Ruby: Pero Yang -se voltea para ver a la extraña, pero ésta ya se había levantado y escapado por la puerta de emergencia- Van a lastimarla, ¿por qué escapa de nosotras? -comienza a perseguirla.

Yang: ¡Ruby basta! -intenta detenerla pero varios soldados comienzan a ingresar- Mierda...

¿?: ¡Levanta las manos-! -es interrumpido por un fuerte impacto en el cuerpo junto a sus aliados, proveniente de una de las paredes de madera.

La muchacha de cabello dorado sale por la misma puerta que su compañera y se apoya un momento en la pared, algo agitada, quitándose la sangre que había salido de su boca. Para luego comenzar a perseguir a Ruby, quien se encontraba luchando, no muy lejos de allí, contra los demás soldados. Su mascota tenía una gran capacidad para tomar la forma de una hoz más grande si la portadora contaba con energía para que el arma drenara poder. La chica de cabello blanco que se había infiltrado en el bar parecía haber alcanzado su límite, se encontraba nuevamente arrodillada cerca de la morena.

Cuando lograron despejar la zona, Yang tomó con fuerza el brazo de su compañera.

Yang: ¿¡Estás loca!? ¡No tenemos energía para estar ayudando a cada idiota que se pase por nuestro camino!

Ruby: ¡No es cualquier idiota, ¿qué te pasa?! -la empuja.

Yang: Casi morimos por intentar ayudar a alguien. Deja de intentar ser buena en este maldito mundo -baja la voz, sin quitar su ceño fruncido.

Ruby: Es una de nosotras -la mira por unos segundos y luego se gira para ayudar a la otra- Sabes que no opino igual que tú.

Yang: No es una de nosotras. Ella es... -intenta buscar alguna palabra que no suene mal- una raza pura. Puede ayudarse sola.

Ruby: No le prestes atención. Es algo gruñona pero tiene corazón de gatito -dirige sus palabras a la peliblanca, quien se coloca su capucha asustada- Hey... No vamos a hacerte daño -intenta quitarle poco a poco la capucha para mirarla.

¿?: ¿Cómo sé que dices la verdad? Todos aquí son unos mentirosos -dice sin levantar la mirada, llevaba unos raspones en las manos y rostro.

Yang: Si no nos vamos de aquí. Esto se va a llenar de más soldados y helicópteros -se acomoda la mochila- Si no quiere venir, que no venga. Si te la quieres llevar a la fuerza, llévala en la espalda o donde quieras. Pero tenemos que irnos -mira a los alrededores.

Ruby: Jeje... Tengo miedo que use algún poder y me mande a volar -sonríe con torpeza.

Yang: Entonces yo lo hago por ti -se acerca a ellas para tomar a la peliblanca en brazos.

La chica dio un pequeño grito por el susto pero luego se le quedó mirando y a pesar de que llevaba el ceño fruncido, la mirada de Yang la dejó muda. Todo pasó en segundos, luego comenzaron a caminar a paso rápido para salir de allí.

Ruby: Pensé que los raza pura eran más peligrosos -observa a la muchacha que se hallaba tiesa en los brazos de su compañera.

Yang: Ja -ríe con sarcasmo- Su peso en poder se están equilibrando.

Ruby: Oooh -la observa maravillada- Tiene unos ojos azules muy bonitos.

La chica nueva se queda mirando a Ruby, el halago la hizo sonrojarse un poco. Llevaba mucho sin relajar el cuerpo ante las tensiones del peligro.

¿?: Los de ustedes... son raros...

Ruby: Eso se debe a que somos raras -sonríe.

Zwei: ¡Ran! -levanta los brazos.

¿?: Eso... estoy notándolo.

Ruby: Me llamo Ruby. Mi mascota, Zwei -señala al pequeño- Y la que suele gritar y enfurecerse rápido, Yang.

Yang: Oye... -mira a su compañera en desacuerdo con lo dicho.

Ruby: ¿Cómo te llamas?

¿?: No puedo decirte eso. Los plebeyos desconocidos tienen prohibido saber el nombre de la princesa -se cruza de brazos.

Yang: Estoy a punto de dejarla caer...

Ruby: Oh, oh -se coloca delante de Yang, entusiasmada- ¿Puedo cargarla? ¿Me dejas? Pleaaasee. Siempre he querido cargar a una chica. Y es una princesa -se lleva las manos al rostro emocionada.

La peliblanca se queda mirando algo extrañada por la reacción de la muchacha, sujetando el pecho de la rubia con fuerza.

Yang: Si... -observa la reacción de la nueva y sonríe con malicia- Conozco tus raros fetiches -da un ligero tiro al aire para dejarla caer en los brazos de Ruby.

Ruby: Es tan... liviana -la observa y presiona sus dedos en las partes donde la sostenía- Y tan suave -su voz parecía la de alguien que probaba una deliciosa comida por primera vez.

¿?: Estás... insultándome -la aleja un poco con los brazos, pero se encontraba tan débil que no podía hacer mucho esfuerzo para bajarse o usar magia.

Ruby: Oh... Lo siento -comienza a caminar junto a su compañera.

Yang: No, no. No te detengas, manoséala un poco más. Tal vez encuentres algo que te guste.

¿?: Oye, ¿qué?

Ruby: ¿Qué podría tener una mujer que pueda interesarme? Ya sentí lo liviana y suave que es.

Yang: No lo sé. Podrías quitarle la ropa y ver. Capaz tiene la piel escamosa y azul.

¿?: N-no tengo la piel azul -se queja.

Ruby: No voy a desnudarla -observa a la princesa- No, ¿verdad?

¿?: ¡No!

Yang: No tiene fuerza, podríamos obligarla -sonríe nuevamente con malicia.

¿?: ¿Qué clase de mujeres pervertidas son? Primero me salvan ¿y ahora buscan desnudarme?

Ruby: Oh, no, no, princesa. No te asustes. Yang es así de bruta para hablar -vuelve a sonreírle.

Zwei: ¡Ran! -levanta el pulgar.

Yang: ¿Lo ves? Zwei está de acuerdo conmigo.

Zwei: ¿Ran?

Ruby: Está herida Yang. No la asustes.

Yang: Se está curando. Es una sangre pura. Se regenera mucho más rápido que nosotras -explica un poco enfadada.

¿?: No sé qué buscas... tú... -mira a la rubia.

Ruby: Yang -le ayuda.

¿?: Yang -se corrige- Pero no le veo el sentido a que ustedes siendo mujeres quieran ver mi cuerpo.

Yang: Nosotras no tenemos el mismo cuerpo -explica- Si no eres virgen, entonces no verías nada que no conoces.

¿?: Por supuesto que no lo soy. Una princesa tiene deberes que cumplir -frunce el ceño.

Ruby: Oh, wow. Tiene más experiencia en eso de la reproducción que nosotras -la mira asombrada.

Yang: Ha... que bien. Tenemos a la puta del grupo con nosotros -habla con sarcasmo.

¿?: ¡Oye mal educada, no creas que no conozco tu vocabulario vulgar! -se mueve un poco entre los brazos de Ruby, regañándola mientras le apunta con el dedo índice.

Yang: La única educación que he tenido, princesa mimada -le toma la mano con fuerza usando la suya- Es la de muchos locos intentando meterme cables por todo el cuerpo. No he dormido en habitaciones lujosas ni comido banquetes con la realeza -frunce el ceño y se acerca al rostro de la peliblanca- Así que cierra la boca, estás empezando a molestarme. Y cuando me molesto, pasan cosas malas -le suelta la mano con brusquedad y continua caminado.

Ruby: Mm... -se queda mirando a su compañera, dando un suspiro.

¿?: Déjame en uno de esos árboles... -le señala, con la mirada baja.

Ruby: ¿Y si vuelven a perseguirte?

¿?: Voy a encargarme de tener más cuidado.

Ruby: ¿Estás segura? Casi mueres.

Esa última palabra tensa un poco a la princesa, bajándose a la fuerza.

¿?: No voy a morir... -se recarga en el árbol más cercano y toma asiento. Ruby se le queda mirando un tanto triste por la decisión de la nueva.

Ruby: Ten cuidado -se gira lentamente para seguir su camino.

Por alguna razón, la peliblanca se sintió muy mal al tomar esa decisión. Se quedó mirando por donde las demás se habían ido. Era muy extraña esa sensación. Podía ser...

Yang y Ruby caminaron un rato largo hasta llegar a la parte donde ellas vivían. No había antenas, cables ni casas. Sólo un bosque con muchos árboles y maleza. Ellas estaban asentadas cerca de un pequeño lago con forma circular. Su agua provenía de alguna parte del bosque y era bastante deliciosa. Construyeron una "casa" dentro del tronco de un gigantesco árbol, que ya tenía una abertura bastante profunda cuando lo encontraron por primera vez. La morena tomó asiento en una gran roca que se encontraba al lado del lago.

Ruby: Se sintió bien mientras duró -da otro suspiro.

Yang: ¿Su cuerpo entre tus manos? -deja la mochila cerca de la gran roca, Zwei se recostó sobre esta, estirando sus extremidades.

Ruby: Su presencia -le frunce un poco el ceño- Hablar con alguien más aparte de nosotras mismas.

Yang: Nosotras estamos bien así.

Ruby: ¿Solas? Sin objetivos... o alguien para compartir nuestras-

Yang: Estás así porque era una mujer. Has querido entablar conversación con una hace mucho. No me tomes por tonta -se sienta a su lado.

Ruby: N-no -intenta negar las palabras dichas por su amiga, pero no puede- Tal vez...

Yang: Si te hubieses topado con un hombre lo habrías dejado tirado en el bar.

Ruby: No seas así. Claro que no -le da un pequeño empujón- Pero... tal vez no me hubiese sentido así al decirle adiós...

Yang: Las mujeres van y vienen. Cuando todo esté más tranquilo-

Ruby: Claro van y vienen si no salen corriendo por el susto -la interrumpe y gira el rostro.

Yang: No necesitamos de una raza pura...

Ruby: Si tanto los odias, deberías habérselo dicho -le frunce el ceño.

Yang: Se lo dije. Indirectamente.

Ruby: Hum... -vuelve a girar el rostro.

Yang: Anda Ruby... No estés molesta -trata de convencerla, hasta sentir una presencia en el lugar, alertándose. Su compañera había reaccionado un poco diferente, se puso de pie y se alejó en la dirección de la que parecía venir lo que sentían. No le quedó de otra que seguirla. Sus alertas disminuyeron al notar de quién se trataba.

¿?: Yo... Bueno, tú -señala a Ruby, acercándose un poco a ella- Tienes razón... Las necesito.

Ruby: ¡Sabía que volverías! -dice alegre, dando los últimos pasos que las separaban para darle un fuerte abrazo.

La peliblanca comienza a sentir cómo su corazón empezaba a acelerarse y su cuerpo a ponerse tibio, alejando a la morena con rapidez.

¿?: N-no -la aparte y da unos pasos hacia atrás- N-no deben usar esos poderes aún. No estoy segura y no quiero poner sus vidas en peligro.

Ruby: ¿Ah?

Yang: Y las raras éramos nosotras... -recarga su cuerpo en uno de los árboles, cruzándose de brazos.

¿?: Ya saben... Sus poderes telepáticos -trata de explicarles.

Ruby: ¿Tenemos poderes telepáticos? -mira a la rubia, quien sólo levanta los hombros.

¿?: Ustedes dos, hacen que me sienta atraída. Provocan cosas extrañas en mi cuerpo. Me asusta y a la vez me gusta -mueve las manos mientras explica- Eso... es magia.

Ruby vuelve a voltear para mirar a Yang.

Yang: Cucu -se bufa.

Ruby: Creo... que sólo estás asustada y necesitas que alguien te cuide. ¿Por qué no has buscado ayuda con los de tu raza? ¿No eres la princesa?

¿?: Lo soy. Pero no se me permite experimentar ese tipo de magia.

Ruby: ¿Que te atraiga alguien? -levanta el ceño.

¿?: Exacto. No puedo sentir ese tipo de cosas. Pero los sabios-

Yang: Hey, hey. Pisa el freno princesa -mueve la mano en señal de que bajara la velocidad con la que iba hablando- ¿Los sabios? Mira no sabemos de dónde eres y nosotras ya tenemos suficiente con estar de donde somos -se acerca a su compañera- Nos halaga que hayamos podido atraerte, pero no queremos ese tipo de cosas.

Ruby se voltea a verla un tanto mal por lo que estaba diciendo.

Yang: Ha... Tal vez ella sí -la señala- Pero conmigo, ni lo sueñes.

La peliblanca se acerca a Ruby y la toma de las manos.

¿?: Entonces, ¿tú puedes ayudarme?

Ruby: Ah... ¿A ser amigas? -le sonríe nerviosa.

¿?: No, claro que no. A tener un hijo -le devuelve la sonrisa y le dice esto con toda naturalidad, caso contrario en la morena que se pone toda roja.

Yang: ¡Pff! -se lleva una mano a la boca para aguantar la risa.

Ruby: Y-yo... Verás... Ya te dijimos que no tenemos experiencia, puede que te lastime o que yo me lastime o me desmaye -habla un poco más rápido por los nervios.

Yang: ¿Y cómo es que sabes que ella puede darte un hijo?

¿?: Si no mal recuerdo. Dijiste que no tienen el mismo cuerpo que yo. Te refieres a que llevan miembro masculino, ¿no es así?

Yang: Sí es así. Pero una persona normal habría pensado en cualquier otra cosa que no sea ese punto en específico. Olvidé que eres rara también... -da un suspiro y se lleva una mano a la nuca.

¿?: Mi nombre es Weiss -hace una leve inclinación tomando su traje con la mano.

Ruby: Un placer -sonríe aún algo nerviosa por los pensamientos de la nueva.

Weiss: Oooh -mira asombrada hacia delante- Que hermoso árbol... Llevaba tanto sin ver un lugar tan hermoso, ¿puedo ir allá? -señala lo que había maravillado a sus ojos.

Yang: Claro. Sólo no toques nada -se cruza de brazos.

La peliblanca se dirigió inmediatamente al lugar que había señalado, dejando sola a las otras dos.

Yang: Se acabaron tus momentos a solas detrás de los árboles -coloca una pequeña sonrisa pícara sin dejar de ver hacia delante.

Ruby: Y-ya... Deja de burlarte. Ni siquiera sé cómo hacerlo y ella habla como si fuese lo más natural del mundo -explica nerviosa.

Yang: Tal vez lo sea. Que tú no lo hayas experimentado es otro tema -hace un gesto de dolor y levanta su brazo vendado.

Ruby: Va a anochecer pronto. Iré por más provisiones.

Yang: Ten cuidado. Si ella nos pudo encontrar, otros también.

Ruby: Ya, bájale las alertas a tu cuerpo un poco Yang. Ve a tratarte ese brazo, volveré enseguida -le da unas pequeñas palmadas en la espalda a su compañera y se gira para adentrarse al bosque.

La rubia da un suspiro y se encamina al lago, tomando la mochila para luego ingresar al árbol.

Yang: Oye, te dije que no toques nada.

Weiss: Si, lo siento. El lugar se veía muy torrentoso y quise arreglarlo un poco -se lleva las manos hacia atrás.

Yang: ¿Torrentoso? -indaga- Mira... sólo... Has lo que quieras, mientras no toques mis cosas. Y con mis cosas me refiero a la caja de herramientas que está por allá -le señala, acercándose a la misma para tomar asiento y sacar algunas cosas de la misma.

La peliblanca no responde nada, sólo frunce un poco el ceño y vuelve a lo que hacía antes: observar el lugar. Pero no puede evitar girar al ver que cuando la otra chica se va quitando el vendaje, nota que llevaba un brazo de metal, con algunos cables y tornillos algo desajustados, que comienza a arreglar con sus herramientas. Luego saca una jeringa y la inyecta en uno de los cables, haciendo nuevamente, un gesto de mucho dolor.

Weiss: ¿Duele mucho?

Yang: He estado peor... -guarda la jeringa y mira a la chica de reojo mientras continúa revisando los cables para luego tomar las vendas- Pensé que estabas viendo lo maravilloso que te parecía el árbol viejo y el charco de afuera.

Weiss: Eres bastante antipática, ¿lo sabías? -se acerca a ella y agacha para sujetarle el brazo de metal.

Yang: No me toques... sangre sucia -le responde con un gruñido y el ceño fruncido.

Weiss: Y... tienes un temperamento bastante agresivo -toma las vendas que la rubia sostenía para ayudarle a vendarse.

Yang: Te detesto...

Weiss: ¿Sabías que tu ojo morado cambia a rojo cuando te enfadas? Se pone más intenso mientras más enfadada estás -le cambia el tema.

Yang: Es porque te detesto -observa con el ceño fruncido las manos de quien estaban vendándola.

Weiss: Mm... Cuando utilices alquimia sobre mi voy a creerte.

Yang: ¿Cómo sabes que uso alquimia?

Weiss: Así le llaman en mi reino a aquellos que nacen con la habilidad de hacer intercambios con la madre naturaleza.

Yang: No soy de tu reino y lo mío no es una habilidad, es una maldición -aprieta la mandíbula- Bruja -agrega.

Weiss: Si, estoy notando eso -hace caso omiso a los malos tratos de parte de la otra- No lo entiendo, ¿por qué sufres?

Yang: Ruby ya te lo dijo, somos raras. Es nuestra raza.

Weiss: ¿Raras? Pensé que se refería al término.

Yang: Somos experimentos de los humanos rojos. Mutaciones -se observa el brazo vendado- Nacemos deformes o sin partes de nuestro cuerpo. O ambas...

Weiss: Pero... tienes sangre azul.

Yang: Eres un poco estúpida, se nota que eres la princesa -cierra la caja de herramientas- ¿Por qué crees que luchan los de aquí con los tuyos?

Weiss: Quieren nuestra sangre -vuelve a evadir el insulto.

Yang: ¿Sabes lo que pasa cuando a los rojos no les das lo que quieren? ¿Cuándo sienten que no pueden obtener algo?

La muchacha de ojos azules se queda sin saber qué responder.

Yang: Quiere obtenerlo a toda costa, pero mejor -responde, poniéndose de pie.

Weiss: Entonces, ¿por qué sufres? Se supone que debieron crearte mejor.

Yang: Si no sonaras inocente, ya te habría roto la cara -se sienta en su cama hecha de hojas y trapos- No importa que tantas vidas o dolor deban sacrificar, los rojos siempre intentan crear algo que no les pertenece -se señala- Este es el resultado.

Weiss: Lo siento... No sabía que aquí arriba podían llegar a ese tipo de crueldad.

La otra no responde nada. Sólo se queda mirando hacia arriba con el ceño un poco fruncido.

Weiss: Creo entender ahora por qué me odias...

Hubo un silencio bastante largo. Para cuando Yang quiso decir algo, alguien ya había hablado primero.

Ruby: ¿Ya conociste el interior del árbol? Huele a madera mojada, pero es agradable -deja unas cuantas frutas en un canasto.

Weiss: A mí me gusta -se queda mirando a Yang y luego los alrededores.

Ruby: Que bueno -sonríe y observa a su compañera- ¿Tu brazo está mejor?

Yang: Si -se gira- Voy a descansar un poco. Creo que Zwei anda por el lago, cuida que no se ahogue.

Ruby: Ah, ok -le suena un poco extraño esa actitud de su amiga pero decide dejarla descansar y guiar a Weiss al lago, no tenía mucho embrollo, estaba muy cerca del árbol.

Weiss: ¿Hay más lugares como éste en su reino?

Ruby: Mm... No es nuestro reino. Y no sabría decirte. No he viajado mucho -logra ver a Zwei a lo lejos y se acerca más al lago.

Weiss: En mi reino hay lugares así. Muchos. Extrañaba ver algo parecido.

Ruby: Princesa... ¿Crees que Yang y yo podamos pertenecer a tu reino algún día? -indaga un tanto triste.

Weiss: Claro que sí. Si logras darme un hijo, podrían vivir conmigo en el castillo. Tú serías mi esposo y Yang parte del consejo -toma asiento cerca del lago.

Ruby: Oh... No creo que se me dé bien tener hijos.

Weiss: No te preocupes a mí tampoco se me da bien. Te entiendo.

Ruby: Pero tú ya has tenido relaciones con muchos hombres. Yo nunca he tenido sexo con una chica, es frustrante pensar que puedo hacerte sentir mal y terminar como esos hombres.

Weiss: ¿Muerta? No creo, hay un porcentaje más alto de que seas la indicada y puedas dejarme embarazada.

Ruby: Esp- espera ¿qué? ¿Muertos? ¿Por tener relaciones? -indaga sorprendida y algo asustada- ¿Lo haces... muy fuerte?

Weiss: No lo sé. No lo creo. Más bien se debe a mi sangre. Según los sabios, yo tengo un problema.

Ruby: Gran problema -refiriéndose a matar hombres.

Weiss: Dicen que yo siento una especie de sentimiento. Algo relacionado con tener familias. Mi sangre los mata, no sé el por qué.

Ruby: Pero... Creo que eso es normal. Bueno, a mi parecer -se sienta al lado de la muchacha- Tener una familia, alguien que te quiera...

Weiss: ¿Aquí es normal sentir amor?

Ruby: Creo que sí. He visto algunas películas y leído libros con temas muy románticos. Supongo que es algo que los rojos sienten. Aunque Yang ya estaría gritando que eso es imposible -ríe por debajo- Aquí entre nosotras -se acerca a la princesa para susurrarle- Yang odia ambas razas. No debes hablarle mucho de esas cosas. Suele tener un humor peligroso.

Weiss: Me he dado cuenta.

Ruby: ¿Nunca has sentido amor, princesa?

Weiss: No. Nunca. Ni siquiera sé que es. Pero me dijeron que es una fuerza muy poderosa, la más fuerte del mundo. Por eso no entiendo, si aquí arriba es algo tan común, ¿por qué no han ganado la guerra? ¿Por qué buscan más poder? Se supone que es lo más poderoso.

Ruby: Creo que... es poderoso hasta cierto grado. Por ejemplo; Yang y yo nos amamos -sonríe.

Weiss: ¿Eeeh? Ahora entiendo su gran poder -se queda pensando.

Ruby: Pero es un amor... diferente al que creo que buscas tú.

Weiss: ¿Hay muchos tipos de amor? Eso quiere decir que hay distintos grados de poder...

Ruby: Ah... haha... Tal vez- ríe un poco por los pensamientos de la chica.

Weiss: ¿Y cómo debo amar yo?

La morena la observa sin saber qué responder.

Ruby: Creo que eso depende de lo que sientas hacia la persona -trata de explicarle poco a poco- Voy a ponerte otro ejemplo. Tú nos dijiste que te sentías atraída hacia mí y Yang, la atracción es un paso a que sientes algo por esa persona, aunque creo que es muy superficial -se lleva la mano a la nuca, riendo un poco para no sonar mal.

Weiss: Oh... Ha sido muy grosero de mi parte entonces decirles eso. Lo siento.

Ruby: No te preocupes princesa. Lo importante es saber cómo te sientes con respecto a lo demás. Si yo te preguntase qué sientes por mí, ¿qué me dirías?

Weiss: Que eres... ¿torpe y agradable?

Ruby: Jaja Cielos. Pues si... soy bastante torpe. Pero eso me hace agradable. Volviendo a lo más importante, creo que no sientes amor por mí, sólo interés. Claro sin que suene mal -dice esto último rápidamente.

Weiss: Ya veo... -baja la mirada- Puede ser. Las emociones van de la mano al amor. Lo que yo busco en ti es el interés de que me des un hijo para salvar mi reino...

Ruby: Sep... Eso mismo. Por eso, creo que terminaría igual que esos hombres... -ríe nerviosa.

Weiss: Claro que no. No te haré tener relaciones conmigo hasta que esté al cien por ciento segura que lo siento es amor. Mi reino puede esperar... Tú y Yang se necesitan... -eso provocó cierto dolor en el pecho de la chica.

Ruby: Eso suena lindo... Pero algo triste. No te preocupes princesa, sé que encontrarás la forma de salvar a tu reino.

Weiss: Gracias -intenta sonreírle.

Ruby: Y... para cambiar de tema. Tengo curiosidad, ¿qué se siente tener sexo con alguien? ¿Es tan placentero como dicen?

Weiss: ¿Placentero?

Ruby: Si. Ese momento en el que te pierdes y tu mente queda en blanco. He leído que se siente muy bien.

Weiss: La verdad... No tengo idea. Al momento del acto sexual, el hombre se coloca un gel e inserta el miembro dentro de mí. Se siente extraño y un poco molesto. La primera vez dolió demasiado -cierra los ojos la recordar- Pero no creo que sea placentero como lo describes. O debe ser algo que desconozco. Sólo puedo sentir cómo me toman de la cadera y comienzan a penetrarme, pero es algo... raro. No es placer.

Ruby: Eso suena más a una violación que a una relación sexual.

Weiss: ¿Una violación?

Ruby: Jeje Es un término exagerado de describirte tus momentos. En realidad, la violación es un momento en el que alguien te fuerza a tener relaciones sexuales sin que lo desees.

Weiss: ¿Y es feo?

Ruby: Creo que sí. No me ha pasado. Pero tú princesa, ¿ni siquiera has disfrutado de los besos o el tacto de esos hombres?

Weiss: ¿El manoseo y las lamidas en mi cuerpo? La verdad no -mira hacia un costado- Creo que era la peor parte. No me gustaba cuando me tocaban el cuerpo o lo lamían. Aunque logré acostumbrarme a eso. Lo que no me gustaba era el momento en el que comenzaba a faltarles el aire y terminaban muertos... Esa culpa tenía que llevarla conmigo siempre. Con el tiempo ya ni quería un pretendiente.

Ruby: Cuando te di ese abrazo, ¿te molestó? ¿Sentiste lo mismo que cuando te tocaban esos hombres?

Weiss: No... Fue muy diferente. Era como molestia pero no me desagradó del todo... -se sonroja- No hablemos de eso... Haces que mi cuerpo se sienta raro. Me asusta un poco.

Ruby: Haha -ríe con delicadeza- ¿Te asusta sentir amor?

Weiss: N-no entiendo.

Ruby: Creo que no necesitas entenderlo. Puedes comenzar intentando tener más tacto conmigo. Será una buena manera de que te acerques más a lo que buscas.

Weiss: ¿Enserio? -muestra algo de esperanza en su mirada- Tengo una idea... -se le queda viendo.

Yang escucha que alguien viene corriendo e ingresa al árbol agitada, acercándose a ella con la mirada desesperada.

Yang: ¿Qué rayos te pasó? ¿Lo hicieron y la pasaste mal? -intenta reincorporarse en la "cama".

Ruby: Tienes que ayudarme Yang. Por favor -la toma de las manos- Quiere bañarse conmigo.

Yang: ¿Y?

Ruby: Desnudas... -remarca.

Yang: Oh...

Ruby: Y lo ha propuesto tan natural, me siento una idiota.

Yang: Yo creo que si se te otorga una oportunidad, no debes desperdiciarla. Déjame dormir y ve a tener sexo mujer. Vaya a saber cuándo se te de esta oportunidad otra vez. Si es que la vida te lo permite -vuelve a recostarse.

Ruby: Yaaaaang -la mueve de un lado a otro.

Yang: ¿Qué rayos quieres que haga? -se gira molesta.

Ruby: Ven conmigo...

Yang: Jaja Que graciosa -le sonríe y luego le frunce el ceño con seriedad- Al menos que esa tipa me dé jeringas de sangre gratis toda la vida, no me bañaría con ella ni por torturas.

La morena suspira y baja la mirada.

Yang: Oh vamos, ¿qué tan malo puede ser?

Ruby: Yang... Su sangre puede matarme si no siente amor verdadero -le aprieta los hombros y la mira con ojos de cachorro maltratado.

Yang: Vaya... Ahora me cae un poco mejor, ¿sólo hay que tener sexo con ella y ya?

Ruby: ¡Yang! -la zamarrea.

Yang: Si no quieres tener sexo, no lo tengas y punto. Tóquense, dale algo de... cariño... deaj... No me hagas pensar en cosas cursis -la empuja un poco- No necesariamente deben tener sexo.

Ruby: Tienes razón -suspira algo aliviada- No necesariamente debemos tener eso -se pone de pie- Gracias Yang, siempre sabes qué decir -se gira para encaminarse al lago.

Yang: No hay de qué -dice un tanto seria y se recuesta.

Fue una tarde muy extraña, casi cayendo la noche, no fue mucho lo que hicieron más que verse desnudas. Para Ruby, el cuerpo de la princesa era muy hermoso y perfecto. Deseaba tocarlo, pero no lo hizo. A diferencia de Weiss, que si tocó algunas partes de la morena.

Weiss: Tú... No tienes partes de metal.

Ruby: ¿Lo dices por Yang?

La peliblanco asiente mientras roza la yema de sus dedos en las piernas de la otra.

Ruby: Yang... Es muy diferente si hablamos corporalmente. Nació con algunas imperfecciones que le ocasionan dolor. Los implantes que le hicieron suelen fallarle... A diferencia mía -da un suspiro cargado de tristeza- Yo no nací con ninguna deformidad más que la de nacer con un miembro diferente. Fui uno de los últimos experimentos. Yang estuvo entre los primeros que lograron nacer al menos con vida. Aun así, ambas necesitamos inyectarnos sangre azul.

Weiss: ¿Por qué?

Ruby: No lo sé muy bien... Sólo sé que Yang siempre está atenta a mi dosis. Cuando empieza a faltarme, me sangra la nariz; los ojos o la boca.

Weiss: Eso es... terrible.

Se quedaron charlando hasta que la noche se tornó algo fría y tuvieron que salir del agua. Ruby le preparó una cama con hojas y trapos a Weiss cerca de la suya.

Ruby: Lamento que no sea algo más cómodo. Mañana trataré de buscar algo bien acolchado, sería un alivio para Yang también -se recuesta- Suele dolerle mucho el cuerpo.

Weiss: Eres muy gentil, Ruby -la mira y sonríe, entrecerrando los ojos.

Ruby: Gracias. Trata de descansar. Mañana daremos un paseo por el bosque, ¿te gustaría?

Weiss: Me encantaría.

Ruby vuelve a sonreírle y cierra los ojos poco a poco, hasta quedar dormida.

Al amanecer, Weiss fue despertada a las zamarreadas.

Yang: ¡Oye!

Weiss: ¿Qué sucede? -se refriega los ojos.

Yang: ¿Dónde está Ruby?

Weiss: Ruby... -mira la cama a su lado y la ve vacía- Creo... haberla escuchado decir que iría por algo acolchonado. Para mejorar la calidad de nuestras camas -toma asiento.

Yang: No necesita hacer eso. Podemos juntar más hojas y ya. Tendré que ir por ella -se gira para buscar su mochila.

Weiss: Algo no está bien... -se queda un tanto inmóvil.

Yang: ¿Por qué? ¿Qué pasa?

Weiss: Los árboles... Las aves. Están asustadas.

Yang: ¿Qué? -mira un tanto hacia afuera.

Weiss: Fuera del bosque, a lo lejos. Están atacando algún lugar.

Yang: Mierda... El pueblo. La gente... Muchos nos vieron ayer, los soldados deben estar haciendo algo -comienza a alarmarse- ¡Ruby! -se pone de pie y sale corriendo.

La rubia iba a toda velocidad, apenas salió del bosque, logró ver a su compañera cargando una bolsa en su espalda, pero venía sangrando y muy mal herida.

Yang: ¡Ruby! ¿Qué ha pasado? ¿Qué te han hecho? -pregunta preocupada, tratando de sostenerla y meterla lo más dentro posible del bosque, Zwei salta al hombro de la morena para volver con ella- ¿No te llevaste si quiera a Zwei?

Ruby: Están... Asesinando gente por nuestra culpa... Se los llevan en camionetas y cuando se reúsan... Los matan -habla con esfuerzo- Intenté ayudar... No pude hacer nada, se llevaron a todos -comienza a toser sangre- Debes dejarme aquí... Seguro vienen por mí.

Yang: ¿Estás loca? Estás perdiendo demasiada sangre -la sube a su espalda para llevarla al gran árbol. En el camino, pudo ver cómo el bosque se llenaba de gruesas y espinosas ramas que cubrían la entrada al mismo. Crecían alto y de tal forma, que hasta seguramente, era imposible salir- Esa magia podía provenir de una sola persona: Weiss.

Al llegar al árbol, Yang buscó desesperadamente unas cuántas jeringas, para poner varias dosis en una sola. Recostó a Ruby en una de las camas para vendarle las heridas.

Ruby: ¿Qué haces? Tú las necesitas más que yo...

Yang: Ahora mismo no -comienza a inyectarla.

Ruby: No Yang... No -comienza a llorar.

Ese día llovió toda la mañana. El cielo estaba lleno de nubes negras, como si pudiesen sentir el dolor de ambas chicas. Ruby no parecía mejorar, había perdido demasiada sangre. La herida no sanaba y les quedaban pocas jeringas. Yang tuvo que salir a tomar algo de aire, sentía que iba a explotar. Zwei se quedó cuidando de Ruby, cambiándole el paño para bajarle la fiebre.

Weiss: Tal vez... Pueda ayudar.

Yang: Lárgate de aquí -dice enfadada- ¡Tú le metiste ideas estúpidas en la cabeza! ¿No te das cuenta de lo inocente que es? ¡Es capaz de bajarte la luna si se lo propone! ¡Porque esa chica es puro amor! -señala el árbol y luego se lleva una mano al rostro, para limpiar un poco lo cristalino de sus ojos- Es capaz... De hacer demasiado por quienes no lo merecen...

Weiss: Lo siento... No pensé que iría sola.

Yang: Sólo vete -se gira- No quiero ver tu cara hasta que ella se recupere.

Weiss: Ten... -le pasa una jeringa con sangre, aunque a diferencia de las que solían usar, su sangre era mucho más clara.

Yang: ¿Tienes idea del daño que puedes hacerle si tu sangre no la acepta?

Weiss: La que tienes en esas jeringas no van a ser suficientes. ¿Vas a morir con ella? ¿O vas a intentar hacer algo arriesgado para sobrevivir ambas?

La muchacha de ojos bicolores suelta un poco el frunce de su ceño para tomar la jeringa que le habían ofrecido. Sin decir nada, se dirigió al árbol para inyectarle con algo de temor la nueva sangre a Ruby. Al inicio, la temperatura de la morena subió de manera alarmante, pero a los pocos minutos, disminuyó y las heridas comenzaron a sanar más rápido. Con un resultado mucho más exitoso que la otra sangre. Cuando Weiss ingresó al árbol, Ruby estaba hablando con Yang, haciendo esfuerzo.

Yang: Debes descansar... Ya no te esfuerces en hablar.

Ruby asiente con una leve sonrisa, para luego desviar la mirada hacia la princesa. La rubia se pone de pie, saca algunas cosas de su mochila y sale fuera del árbol.

Weiss: ¿Cómo te sientes? -toma asiento al lado de la morena.

Ruby: Mejor -intenta sonreír.

Weiss: Trata de descansar -coloca una mano en la frente de la otra, para darle un gesto de cariño.

La cansada muchacha asiente nuevamente y entrecierra los ojos, llevaba mucho sin sentir ese tipo de cariño.

Cuando Ruby logró dormirse, Weiss salió fuera. Logró ver a la rubia en el lago, le impactó un poco ver los tajos en la espalda y cómo las heridas estaban "cocidas" con una especie de metal.

Weiss: Llevas metal en todo el cuerpo.

Yang se sorprende al escuchar la voz de la peliblanca, pero se gira con el ceño fruncido para responderle.

Yang: Ven aquí -le hace señas con la mano.

La chica de ojos azules no entiende muy bien, pero se quita la ropa para ingresar junto a la rubia, quien la miraba con bastante desprecio.

Yang: Odio que me miren.

Weiss: ¿Por qué?

Yang: Simplemente lo detesto. Y más si viene de alguien como tú.

Weiss: ¿Y por qué me dejas verte?

Yang: Porque uno de estos días, voy a obligarte a tener sexo conmigo. Así te niegues, voy hacerlo.

Weiss: Puedes morir si haces algo como eso... ¿En qué estás pensando?

Yang: No lo entenderías... ¿Qué puedes entender tú si nunca has sentido algo? -la toma del brazo con fuerza.

Weiss: Me lastimas... -cierra uno de los ojos ante el dolor.

Yang: ¡¿Qué puede saber una sangre perfecta como tú?! -la jala un poco hacia a ella con brusquedad- ¡No sabes nada! -le grita.

La princesa se cubre el rostro con uno de sus brazos, los cuales temblaban ante la reacción de la rubia. Cuando ve esto, Yang afloja la fuerza que estaba aplicándole y baja la mirada.

Weiss: Yang...

Pasaron unos cuántos segundos para que la muchacha de cabello dorado, levantase la mirada. Se veía cansada, llena de dolor e ira. Weiss la estaba mirando fijamente. La rubia sentía cómo esos ojos azules se clavaban en los suyos.

Weiss: ¿Por qué te detestas así? -indaga triste.

Yang: Porque el dolor... es insoportable. No me gusta ver mi reflejo en el agua... Cada vez que me miro, me recuerda lo mucho que odio haber venido al mundo -hace una pausa, tratando de no llorar- No tienes idea de lo infernal que es dormir con dolor... Amanecer con dolor y caminar con dolor... Cada segundo de mi vida... Las jeringas sólo hacen que viva más de lo que debería. Desde el momento en que nacimos, sólo nos hemos mantenido vivas por sueros de su sangre azul -se lleva una mano al rostro- Si tienes algo de piedad... Termina con mi vida.

Weiss: No puedo hacer eso... Vas a destrozar a Ruby.

Yang: Weiss... -le sujeta ambos brazos- El dolor está enloqueciéndome. Ya no puedo con él, ¿puedes entender? La manera en la que pudiese descansar en paz, sería ser asesinada por alguien como tú... No me ves con asco. No entiendes mi dolor... No sientes nada por mí. Y eres... una mujer. Seas o no de otra raza, eres... suave... -comienza a empujarla a la orilla del lago, recostándola casi a la fuerza sobre el césped.

Weiss: Yang... No lo hagas...

Yang: Suave y... cálida -se coloca sobre la peliblanca y arrastra su cuerpo por el de la otra chica, dejando lágrimas en el transcurso- Frágil... -le sujeta la muñeca y la colca al lado de la cabeza- Podría quebrarte en un abrir y cerrar de ojos...

La peliblanca se estaba sintiendo muy extraña. A pesar de las cosas extrañas que decía la rubia, el roce de su cuerpo y la manera en la que la movía, le hacían sentir un cosquilleo agradable. Sus piernas se movían casi por sí solas, sujetando las caderas de Yang. El corazón le latía muy rápido y comenzaba a sentirse tibia otra vez.

Yang: No voy a ser desagradable contigo ahora... Si no te resistes, voy a tratarte bien... Hasta mi último aliento -lleva la otra mano a la mejilla de la muchacha, para darle una leve caricia, luego acerca el rostro al de la otra, pero no se besaron, sólo rozaron sus labios. Weiss estaba comenzando a sentir un deseo reprimido muy grande, si quería que Yang la besara, el roce le había gustado y ni siquiera se estaba dando cuenta de cómo su parte íntima se estaba humedeciendo, lo que le ocasionaba un gran malestar. Una desesperación que no sabía cómo calmar, hasta sentir cómo la chica de ojos bicolor, había comenzado a frotar su miembro en su clítoris.

Weiss: Para... -intenta alejarla, pero su cuerpo le pedía lo contrario.

Yang: No puedo hacer eso. Lo siento... Ayúdame -le pide con lágrimas en los ojos, metiendo el miembro dentro de la peliblanca, quien deja salir un gemido ahogado.

Weiss: N-no... ah! -vuelve a gemir. Cada embestida la hacía salir esos extraños sonidos de su boca que no podía controlar. Se estaba sintiendo jodidamente bien, tuvo que llevar las manos a los hombros de Yang para apretarlos ante la sensación.

Yang: Estás... demasiado húmeda... Me estás... apretando de más... -comienza a agitarse, no imaginaba que iba a empezar a sentirse tan bien. Pasó sus brazos por debajo de los de Weiss para sujetarla de los hombros mientras la embestía cada vez más fuerte.

Weiss sentía cómo la rubia le mordía el cuello y lo lamía, de arriba abajo. Pero no era desagradable como antes, todo lo contrario, quería más y más de eso.

La mente de ambas estaba totalmente en blanco, sentían el climax muy cerca. Yang apretó con fuerza el interior de la chica mientras se corría y Weiss apretó con fuerza la cadera de la rubia con sus piernas, rasguñándole la espalda mientras su cuerpo padecía unos deliciosos espasmos. Fueron segundos, tal vez minutos, hasta que Yang pudo levantar el rostro y mirarla a los ojos. Ambas estaban agitadas, sudadas y confundidas.

Yang: ¿Por qué...? -indaga tratando de componer su respiración-D-debía morir...

Weiss no podía entablar palabra aun, se sentía débil y el cuerpo le exigía cosas que no lograba entender.

Yang: ¿Le mentiste a mi amiga? Le dijiste-

Weiss: Que si no sentía amor mi sangre la mataría -le interrumpe, aun agitada.

Yang: Tú no me amas...

Weiss: No sé lo que es amar... Pero nunca me habían dado ese tipo de cariño. Nunca me había preocupado tanto por alguien. Cada vez que tenía relaciones con algún hombre, sólo quería que terminara... Estaba... cansada de darle mi cuerpo a hombres que me miraban con tanto deseo carnal y miedo a la vez.

Yang: ¡Debías matarme! -alza la voz.

Weiss: ¡Lamento no haberlo hecho! -se lleva ambas manos al rostro, comenzando a llorar, se sentía terrible. Frágil y asustada.

Por alguna razón, la rubia pudo sentir eso. El llanto de la peliblanca era de alguien que estaba sintiendo mucho dolor, pero no entendía por qué.

Yang: Soy horrible... ¿Cómo puedes haberte sentido bien con alguien como yo?

Weiss sólo continuaba llorando. Yang dio un leve suspiro y con delicadeza, pasó sus brazos por la espalda de la chica, para levantarla y acercarla a su pecho. Acariciándole el cabello y dándole palmaditas en la espalda. Lo que fue deteniendo el llanto.

Yang: No te acostumbres a esto... -apoya la mejilla en la frente de la chica.

Weiss no dijo nada, sólo asintió y entrecerró los ojos mientras sentía cómo esa hermosa sensación, pasaba por todo su cuerpo.

Al día siguiente, cuando Weiss abrió los ojos, se encontraba recostada en una de las camas, dentro del árbol. Ahora se sentía más cómodo, se trataba de las nuevas frazadas que Ruby había logrado conseguir. Lo que no se esperaba, era que Yang apareciese con un vaso de jugo en la mano.

Yang: Debes tomar líquido. Estás más pálida de lo que ya eres -le deja el vaso a un lado y luego se pone de pie para ir hasta donde se encontraba Ruby.

Ruby: ¿Weiss se siente mal? -mira a su amiga.

Yang: Un poco. Pero se va a recuperar. Ese juego de frutas es muy bueno. Tiene lo que necesita para recuperar fuerzas, al igual que tú -le acerca el vaso a la boca.

Ruby: Ya, ya. Estoy tomándolo -toma un sorbo.

Pasaron unos dos días. La morena había logrado recuperarse. Estuvo viendo salir una y otra vez a Weiss, pero Yang se quedaba dentro, lo cual le llamaba un poco la atención, por lo que decidió acercarse a la peliblanca una tarde para tratar de charlar.

Ruby: Hey... -se sienta a su lado. Parecía tensa, llevaba las manos juntas y las apretaba de vez en cuando.

Weiss: Hola... -trata de cambiar su semblante por uno más alegre- Que bueno que ya te encuentres mejor.

Ruby: Si, gracias a tu donación -le guiña el ojo- Pero me pregunto si tú te sientes bien.

Weiss: ¿Por qué? Yo estoy bien -gira el rostro.

Ruby: No creas que no me enteré de lo tuyo y Yang -patea una pequeña piedra- Gimes muy fuerte -agrega.

La chica de ojos azules se quedó un tanto tiesa al escuchar eso, acompañado de un gran sonrojo.

Ruby: Que no te dé pena. No debes sentirte mal por lo que sea que haya pasado.

Weiss: Si...

Ruby: Y dime, ¿se sintió bien como yo presentía?

Weiss: P-pues... No sabría qué decirte. Mi mente... se puso en blanco.

Ruby: Entonces fue placentero -suspira.

Weiss: Puede... ser.

Ruby: Te ves algo triste. ¿No era lo que esperabas?

Weiss: Sólo estoy... confundida. Antes no me desesperaban ciertas cosas.

Ruby: ¿Cómo cuáles?

Weiss: El querer hablar con ella a cada rato o temer que me diga cosas hirientes -se lleva una mano a la frente- Querer... saber cómo está al menos...

Ruby: Mm... Ya veo. Bueno, Yang no es muy comunicativa o expresiva. Puede que se sienta igual de nerviosa que tú. Ella tampoco ha tenido ese tipo de acercamientos antes. Pero me imagino que debe de sentirse bien -mira hacia arriba- El que te quieran así...

La peliblanco se voltea al sentir que su compañera parecía estarse sintiendo triste por alguna razón.

Weiss: Ruby...

Yang: Oigan -interrumpe- Ya está lista la merienda, ¿van a comer algo?

Ruby: ¡Sí! -levanta la mano y se pone de pie, dirigiéndose en dirección a la rubia.

Weiss: Si... Iré en un momento.

Yang se le queda viendo, hasta que la voz de su amiga la despabila.

Ruby: Ve a hablar con ella, no seas idiota -le susurra.

Yang: ¿Eh? ¿Por qué?

Ruby frunce el ceño y le da un pequeño golpe en el hombro.

Yang: Bien... Ya entendí -le devuelve el golpe y camina en dirección a la otra chica, se encontraba sumergida en sus pensamientos hasta que al tomar asiento, pareció despertarla de ese trance y ponerla bastante nerviosa- ¿Te sientes bien?

Weiss: S-sí, iré enseguida -responde rápida y sin decir mucho más.

Yang: Ya... -gira el rostro y da un pequeño suspiro para relajarse a ella misma- Gracias por haber compartido algo de tu sangre con nosotras. Ha aliviado mucho mi dolor y has sanado a mi amiga.

Weiss: No ha sido nada. Me alegra haber sido de ayuda -vuelve a responder un tanto cortante, pero parecía nerviosa más que nada.

Yang: ¿Vienes conmigo? -se pone de pie y le tiende la mano- Debes comer.

La princesa gira lentamente el rostro y con algo de sonrojo en las mejillas, sujeta la mano de la rubia para ponerse de pie y seguirla. No fueron tomadas de la mano. Pero no fue porque no quisieran, ninguna lo propuso.

Mientras comían, las dos amigas charlaban entre ellas, Yang miraba de reojo a la peliblanca de vez en cuando y sus miradas se cruzaban cada vez que eso pasaba. Hasta que Weiss se puso de pie sin decir nada, tomó una fruta y salió fuera. Pasaron varios minutos en silencio hasta que la morena acotó algo.

Ruby: Si quieres ir tras ella, deberías hacerlo. Se te nota en toda la cara -come lo que le quedaba de la avena.

Yang: No lo sé... Creo que no soy muy buena en esto del amor.

Ruby: ¿Cómo puedes saber eso si no hablas con ella?

Yang: Siento que soy algo tosca... No sé si esté bien que sea así. Tal vez le hago daño.

Ruby: Le está haciendo más daño que no le hables. Tú también estás llena de ansiedad. Ve con ella -le insiste.

Zwei: ¡Ran! -le señala la salida.

La rubia no puede evitar tanta insistencia mezclada. Entre su amiga, su pequeño compañero y su cabeza, hacían un trío algo difícil de evadir. Se puso de pie rápidamente y salió corriendo en dirección a buscar a la princesa. Ruby apoyó la cabeza en el tronco que usaban como mesa, dejando salir algunas lágrimas.

Zwei: Ran... -le acaricia la mejilla.

Ruby: Estoy bien, Zwei... -intenta sonreírle.

Yang buscó a Weiss por los alrededores pero no logró dar con ella, por lo que tuvo que adentrarse un poco más al bosque, hasta escuchar un pequeño sollozo. Allí estaba, sentada cerca de árbol, llorando por debajo. La rubia se fue acercando a ella lentamente, por lo que la peliblanca se percató algo tarde y sólo alcanzó a ponerse de pie. Yang ya estaba muy cerca de ella.

Weiss: ¿Y-Yang...? -deja salir un ligero gemido al sentir que la rubia le muerde el hombro.

Yang: ¿Te duele? -toma las muñecas de la princesa y comienza a subirlas hasta dejarlas sobre ella, pegadas al tronco.

Weiss: N-no... -su corazón comenzó a acelerarse de repente con el sólo hecho de sentir cómo la rubia comenzaba a bajar las manos hasta sus piernas, levantándole el vestido para sujetarla y elevarla de tal forma que tuviese que sostenerse de la cintura de la mayor.

Yang: ¿Puedes mantener las manos así? Te ves linda en esta posición -sonríe con picardía.

Weiss: T-tonta... -gira un poco el rostro y al sentir la respiración de la otra en su cuello, pasándole la lengua y mordiéndola con delicadeza, provocaba pequeños gemidos que salían una y otra vez.

Yang: ¿Todas las mujeres huelen así de bien como tú? -roza su nariz en el cuello de la chica, dando leves caricias con la misma hasta llegarle a la mejilla.

Weiss: N-no lo sé... He estado con hombres... No con chic- ah! -gime al sentir la pequeña embestida que Yang hace en su intimidad.

Yang: No necesitas recordarme que has estado con muchos hombres. Prefiero olvidarme de eso -le da pequeñas mordidas en el cuello hasta llegar a los hombros, llevando su mano hacia abajo.

Weiss: Lo siento... -levanta el rostro al sentir que la rubia comenzaba a introducir su miembro sin dar muchos rodeos, comenzó a ser complicado mantener las manos sobre su cabeza mientras era penetrada.

Los gemidos de Yang eran dulces, no toscos como ella. Pero la forma en la que sujetaba y mordía cada parte de la peliblanca, de lejos podía parecer bruta, pero Weiss podía sentir cómo la rubia descargaba gran parte de sus pesares en ella. Como si los estuviese dejando ir. Porque con el pasar del momento, Yang se volvía menos ruda y las mordidas pasaban a ser lamidas o besos; la sujetaba menos fuerte con las manos y dejaba salir el nombre de la princesa de vez en cuando en su oído, algo que a Weiss le gustaba bastante. Ver esos cambios en aquella persona que tanto intentaba intimidarla, le resultaba dulce.

Yang se corrió primero y la chica de ojos azules tuvo que sujetarse fuerte esta vez, no pudo dejar las manos donde le habían dicho. Ella logró tocar el climax mientras la rubia terminaba de correrse, terminó arañando la espalda de la más grande otra vez, cada vez que sentía el orgasmo, sus dedos sentían la necesidad de hacer eso.

Yang: Menos mal que no me quité la parte de arriba -bromea sin apartar mucho el rostro del de la otra, agitada y transpirada.

Weiss: Deberías intentar... alejarme de tu espalda... la próxima vez -responde con la misma respiración, apoyando el mentón en el hombro de la rubia, buscando recuperar el aire.

Se quedaron charlando un rato para relajar el cuerpo, en otros aspectos. La peliblanca estaba aferrada a la rubia, apoyando su rostro el pecho. Se encontraban sentadas en el césped.

Yang: Hay que volver -avisa.

Weiss: Hmm... -se aferra más fuerte a ella, haciendo un ruido con su boca, quejándose.

Yang: Anda... Ya llevamos más de dos horas aquí. Recuerda que Ruby está sola en el árbol.

Weiss: Si volvemos allá... ¿Dejarás de hablarme otra vez?

Yang: No... No haré eso. Ya te pedí perdón por lo ocurrido. No pasará otra vez, ¿sí? -le acaricia el cabello y se lo revuelve un poco.

La princesa asiente mientras intenta escapar de las revolturas que se le habían dado por hacerle Yang en la cabeza.

Continuará. 

Mientras iban regresando, Yang ve aún a Ruby sentada en el mismo lugar desde que se fue, se llevó una mano a la nuca y trató de hablar con la chica que la acompañaba.

Yang: Weiss... Cuando volviste ese día, dijiste que yo y Ruby te atraíamos, ¿no es así?

Weiss: Si, ¿por qué?

Yang: ¿Aún te atrae Ruby?

Weiss: Claro que sí, pero tú me haces sentir nerviosa -trata de explicarlo.

Yang: Aha... No entiendo bien a qué te refieres, pero deberías darle una oportunidad a ella también -la señala.

Weiss: ¿De qué? -indaga sin comprender.

Yang: Ya sabes... De estar "más cerca" con una mujer. Creo que es el sueño de su vida -se cruza de brazos y se queda pensando.

Weiss: ¿El sueño de Ruby es estar con una mujer?

Yang: ¿Cuál es tu sueño?

Weiss: Ayudar a mi reino.

Yang: ¿Qué harás luego de ayudarlo?

Weiss: Pues... ¿Seguir ayudándolo?

Yang: ¿No tienes un sueño propio? Lo de ayudar a tu reino suena muy global.

Weiss: No lo sé...

Yang: Deberías hablarlo con Ruby. Es buena besando -le guiña el ojo y comienza a caminar en dirección al árbol.

Weiss: Espera, ¿qué? -intenta juntar las oraciones pero no lo logra.

Ruby se había quedado dormida en el mismo lugar, Yang se acercó, la tomó de su capa y la zamarreó un poco.

Ruby: ¿Qué? ¿Dónde? ¡Los terremotos! -se mueve sin dirección alguna aún sentada en el piso.

Yang: Pff... Si. Están fuertes -la mira desde arriba.

Ruby: ¿Lo sentiste? -se pone de pie mientras se sacude la ropa.

Yang: Si -sonríe para no reír- Oye, Weiss quiere hablar contigo de algo -le señala fuera.

Ruby: ¿De los terremotos?

Yang: No, boba. Deja eso ya. Ve afuera, está cerca del lago. Yo me quedaré aquí -sujeta al pequeño y lo coloca sobre la mesa- Jugando con Zwei.

Zwei: ¿Ran? -la observa algo atemorizado.

Yang: Me vas a ayudar a cortar algunas frutas -sonríe con malicia.

Zwei: ¡Ran! -intenta escapar pero la rubia lo sujeta de la pequeña bufanda que llevaba.

Ruby: Jeje Nos vemos luego Zwei -mueve su mano de un lado a otro, saliendo del árbol.

Weiss se encontraba mirando unas flores muy bonitas que no pudo reconocer. Abajo crecían unas muy diferentes.

Ruby: ¿Eres el tipo de chica que le gustan las flores? -indaga desde atrás con una sonrisa.

Weiss: Ah -voltea para devolverle la sonrisa, aunque más corta- Si te digo que sí, pero que no son las mismas que adoraba en mi reino, espero no bajes hasta allá por ellas -dice con algo de sarcasmo, refiriéndose a la vez que fue por las colchas.

Ruby: Lo haría -avisa, sin sacar la sonrisa.

Weiss: Ah- N-no -comienza a preocuparse.

Ruby: Jeje No te alteres. No saldré de aquí a menos que necesitemos esas jeringas o algo importante. Iremos juntas a donde haya que ir.

Weiss: Si... -suspira aliviada al escuchar eso- Yo voy a darles de mi sangre cada vez que lo necesiten. La dosis es menor, ¿no? No tienen que estar poniendo su vida en peligro por eso al menos.

Ruby: Si. Gracias Weiss, literalmente me salvaste la vida. A las dos.

Weiss: Es lo menos que podía hacer. Ustedes me salvaron a mí.

Hubo un pequeño silencio hasta que Ruby lo rompió al instante.

Ruby: ¿De qué querías hablar?

Weiss: Oh, si... Verás... Yang y yo estábamos hablando de los sueños. Es decir, si teníamos algún sueño a futuro. Pero cuando le dije que mi sueño era salvar a mi reino, ella respondió que sonaba muy global. ¿Qué quiere decir? ¿Qué no tengo un sueño en realidad?

Ruby: Creo que quiso decirte que parecía más una obligación que un sueño. Aunque si es lo que más deseas. Puedes cumplirlo primero.

Weiss: ¿Y luego...? ¿Qué haré? No supe qué responder...

Ruby: Pues... Si vas a tener un hijo, supongo que planear cosas lindas con él y tu pareja. Serían parte de alguno de tus sueños. Hasta podrían cumplir muchos entre todos -toma asiento en el césped.

Weiss: Bueno... Es que cuando la princesa tiene un hijo, si es barón. Lo sigue intentando con la misma persona hasta lograr que nazca una mujer que pueda seguir con el linaje. He escuchado que ha habido casos en los que la princesa tuvo que cambiar de hombre porque no lograba darle una niña. Luego pasas a ser reina pero tienes muchos deberes como para hacer algún plan de salida a alguna parte... Tal vez haya... un pequeño tiempo.

Ruby: Vaya... Suena un tanto estresante. ¿Y ese es tu sueño? ¿Vivir así?

Weiss: Me criaron para ser así. ¿Qué otra cosa podría hacer? Mi reino depende de mí.

Ruby: Es bueno que pienses así en la gente que te sigue. Pero trata de no cargar con tanto tú sola.

Weiss: Lo intentaré... -toma asiento con ella- ¿Y tú? ¿Cuál es tu sueño? -indaga para saber si lo que la rubia le había dicho era cierto.

Ruby: Pues... Creo que es un sueño algo absurdo... Me da vergüenza decirte. Lo admito -gira el rostro, sonrojada.

Weiss: Anda... Quiero saber -pide con una voz más suplicante.

Ruby: Bueno... -se resigna y da un suspiro- Me encantaría poder sentir el cariño de una mujer todos los días. El resto de mi vida -junta las manos y se sonroja más- Siempre he querido algo así... ¿No suena lindo? -la mira.

La peliblanca se le queda mirando al darse cuenta que realmente parecía desearlo bastante.

Weiss: Suena lindo, Ruby... No sabía que un deseo como ese podía ser tan fuerte en alguien. El compartir una vida con otra persona...

Ruby: Si... Suena muy raro.

Weiss: No, no. Si es algo que deseas. Por algo es... ¿Qué fue lo que te llevó a desear eso?

Ruby: Cuando era más pequeña y estaba en las salas del laboratorio con los demás niños. Siempre me asustaba el momento en el que nos llamaban para inyectarnos, le tenía terror a las agujas -ríe al recordarlo- Cuando terminaban, yo salía muy mal, pero a la hora de dormir me encantaba dormir entre las niñas.

Weiss: ¿Eh?

Ruby: Si. Me relajaba su aroma, me gustaba abrazarlas y sentir lo suave que eran. Luego fui creciendo y la mayoría de las chicas no se me acercaban -se lleva una mano a la nuca y sonríe- Mucho menos las de sangre roja... Pero pude conocer a Yang y ella me hizo sentir muy segura.

Weiss: ¿Te has acostado con ella?

Ruby: Mm... Un par de veces. Pero fue hasta una noche que mientras nos tocábamos y besábamos comenzamos a reír porque nos dimos cuenta que no era lo que buscábamos en realidad. Nos convertimos en grandes amigas y pues cada quien comenzó a intentar seguir sus sueños, aunque Yang nunca tuvo uno en particular. Sólo deseaba hacer explotar los laboratorios y proteger a los de nuestra raza. Pero un día casi morimos ambas por eso... Desde entonces ella cambió y sólo empezamos a protegernos la una a la otra. Aunque yo la he metido en problemas varias veces... jeje

Weiss: Parecen... haberla pasado bastante mal desde el día que vinieron al mundo -gira el rostro.

Ruby: Tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. Por ejemplo: Si no hubiese pasado todo esto, no la habría conocido a ella ni a ti. Ni este lindo lugar -le señala el lago y las flores.

Weiss: Tienes una manera muy positiva de ver las cosas. Entre tanto... caos.

Ruby: Bueno, yo lo veo así: Imagina que tienes un collar de perlas negras con una sola perla blanca. Si sólo te concentras en las perlas negras, ¿qué sentido tiene que tengas esa blanca allí?

Weiss: Es... un adorno -concluye.

Ruby: Una metáfora.

Weiss: Es normal que tantas perlas negras te afecten, ¿cómo puedes concentrarte en la blanca si todas son negras? Va a llegar un punto en el que sentirás que todas son del mismo color.

Ruby: La única perla blanca desaparecería. Todo tu collar sería negro. Como todo lo que nos rodea fuera de este bosque ahora mismo.

Weiss: Exacto, ¿qué sentido tiene entonces ver la perla blanca?

Ruby: Que si te concentras en esa perla y pones todo tu esfuerzo en ella, todo tu collar va a ser blanco -concluye.

Weiss: No lo entiendo...

Ruby: Supongo que algún día vas a entenderlo -sonríe.

Weiss: Siempre un misterio tú -le saca la lengua.

Ruby: Jaja No es tan así.

Weiss: Ruby... Tengo una curiosidad.

Ruby: Dime.

Weiss: ¿Has querido tocarme, además de abrazarme?

Ruby: Ah- ¿A qué viene esa pregunta? -indaga sonrojada.

Weiss: ¿Soy una mujer para ti?

Ruby: Claro que sí.

Weiss: Entonces, ¿por qué no has intentado algo conmigo? Si tu sueño es estar con una mujer. Puedes compartir algunas cosas conmigo.

Ruby: Pensé... que sólo te atraía Yang. Has tenido momentos íntimos con ella, te sientes muy bien a su lado. Yo... no puedo hacer eso -baja la mirada.

Weiss: ¿Cómo hacían tú y Yang para sentir placer? ¿Sólo se tocaban y ya? -trata de cambiar el tema. No quería decirle que la misma rubia había sugerido las cosas.

Ruby: Es un poco más complicado... Supongo que depende con quién estés tocándote -nota el cambio de tema y suspira.

Weiss: ¿Puedes mostrarme cómo se tocaban?

Ruby: ¿C-cómo? -levanta la mirada ante la pregunta.

Weiss: Quiero ver... cómo haces para sentir placer, con sólo tocarte.

Ruby: Hace... mucho que no hago algo como eso -avisa nerviosa.

Weiss: ¿No puedo verlo? -su mirada baja hacia lo que preguntaba.

Ruby: Ah... -tapa su entrepierna con una mano- N-no es eso -traga saliva al notar que la princesa se estaba arrimando mucho a ella.

Weiss: Hueles diferente a Yang -le olfatea el cuello- Y eres más tímida de lo que pensé.

Ruby: N-no lo soy -frunce el ceño toda sonrojada.

Weiss: Me da curiosidad -pasa su mano por encima de lo que la morena cubría con la suya, dejando salir un ligero gemido por parte de la chica nerviosa- ¿Eso... te ha gustado?

Ruby no responde, simplemente se le queda mirando aún con las mejillas sonrojadas. Su cuerpo estaba respondiendo al tener a la chica tan cerca, haciendo peticiones que le estaba costando negar por culpa de sus nervios.

Ruby: ¿Puedo... besarte? -aprieta el césped con la otra mano, quitando un poco.

Weiss: C-claro -siempre que su corazón se aceleraba sabía que algo desconocido iba a experimentar, más cuando podía sentir la respiración de alguien como ella tan cerca.

El beso de Ruby no fue brusco como ella pensaba que iba a ser, todo lo contrario, fue muy suave y cálido; pero cuando intentaban separarse, una motivaba a la otra para hacerlo más intenso. Jugar lentamente con el intercambio de besos las hacía sentir bien, cada roce y la respiración que comenzaba a acelerarse; tocarse los labios con la lengua hasta juntarlas y probar la saliva de la otra. Todo estaba llevando a mover las manos de lugar. Ruby ya estaba más "relajada" y le permitió a la peliblanca volver a tocar ese lugar tan íntimo.

Weiss: Ha crecido... -avisa un poco agitada, al notar el cambio.

Ruby: S-si... Crecen si haces este tipo de cosas -sonríe ante ese comentario, pensó que ya se había sacado todo ese tipo de dudas con Yang, pero al parecer no.

Weiss: Pensé que siempre tenían el mismo tamaño...

Ruby: Y yo pensé que entre tantas experiencias ya lo habías notado -sonríe ante alguien tan inocente.

Weiss: No... No le presté la suficiente atención a eso. ¿Y cómo haces para que se ponga más grande?

Ruby: Ah... Bueno... -ríe un tanto nerviosa por la pregunta, aunque también le dio gracia- Cuando empiezo a sentir placer o algún tipo de motivación.

Weiss: Debe ser parecido a lo que sucede conmigo cuando siento ese tipo de cosas. Sólo que... no se agranda mi vagina -se queda pensando- Creo... Sólo he sentido que se humedece mucho.

Ruby: Puede ser... No sé mucho de... eso -mira de reojo la entrepierna de la princesa.

Weiss: Mm... -se le queda viendo- Puedo dejar que la veas... un poco -se sonroja.

Ruby: ¿De verdad? -indaga ansiosa por la propuesta.

Weiss: Un poco, ¿bien? Luego debes dejarme verte a ti.

Ruby asiente y se queda mirando atentamente mientras Weiss se levanta el vestido, abriendo un poco las piernas para que la morena pudiese ver bien. Aunque le dio pena y giró el rostro.

Weiss: Tuve que lavarme hace un rato en el lago... Probablemente siga un poco mojada -remarca sonrojada, era la verdad pero sonaba extraño.

Ruby: Tú no tienes vello -fue lo primero que pudo decir al comenzar a verla, luego fue acercando un poco más el rostro.

Weiss: N-no... Oye... -le coloca una mano en la cabeza al notar que se estaba acercando demasiado.

Ruby: Lo siento... Huele bien -levanta el rostro para ver a la chica.

Weiss: Claro que no -se sonroja ante ese comentario- Es un lugar... sucio.

Ruby: ¿Puedo tocarlo? -se arrima más, colocando una mano sobre la pierna de la princesa, acariciándola.

Weiss: Puede ser... -otra vez estaba sintiendo la respiración de la morena muy cerca, moría por más besos como los anteriores.

Ruby posó su brazo en la cintura de la peliblanca, para acercarla a ella. Weiss dejó las piernas estiradas hacia delante, pasándolas por encima de las de Ruby. Esa posición era más cómoda para la chica de ojos bicolor, que fue acercando poco a poco su mano a la parte baja de la princesa.

Ruby: Que suave... -remarca, al pasar la yema de los dedos en la intimidad de la bella chica.

Weiss: Mh... -no pudo decir nada, sólo dejó salir un pequeño sonido ante el roce- Ah! -gime al sentirla pasar por la parte más sensible, apretando el pasto con los dedos.

Ruby: Esos sonidos... son algo provocativos -avisa, haciendo círculos en la parte que más gemidos sacaba en la princesa. Se llevó la otra mano a su entrepierna para liberar la zona que comenzaba a dolerle por lo apretado que estaba.

Ruby estaba mirando hacia abajo mientras se tocaba, le daba pena mirar a la otra chica. A Weiss le parecía llamativo, el cómo la morena se acariciaba allí de diferentes maneras. La peliblanca acercó su mano hasta el miembro de Ruby, rodeándolo con su pequeñas manos, tratando de imitar lo que había estado haciendo la otra al tocarse, pero en esos pocos segundos, la hizo correrse, dejando salir un líquido blanco en la mano.

Ruby: Lo... siento mucho -pide un tanto agitada, buscando alguna manera de limpiarle- No quería correrme tan rápido -agrega.

Weiss: Tranquila... No me molesta -observa el líquido.

Ruby: Podemos acercarnos al lago y limpiarnos -sugiere avergonzada, al ver cómo la otra analizaba su esperma.

Weiss: Si... Necesito agua -se pone de pie, sintiendo la incomodidad entre sus piernas, era muy fea pero no se animaba a decirle eso a Ruby. Le daba pena tener que decirle que no había alcanzado el punto de placer que buscaba para relajarse.

Cuando se arrimaron al lago, Weiss se quitó la ropa para entrar y quitarse la molestia con el agua. A Ruby le costó no sentir vergüenza al desnudarse pero fue más sencillo una vez que se animó.

Weiss: Te ves muy sonriente -trata de sacar algún tema.

Ruby: ¿Eh? Jeje Puede ser- le sonríe- Hoy ha sido un día muy especial. Cada vez que pueda conocer más de ti, seguro me verás bien sonriente.

La peliblanca se sonroja pero le devuelve la sonrisa, hasta que ambas escuchan un fuerte ruido que las toma por sorpresa desde atrás de la roca. El susto que se habían dado parecía estarle ocasionando mucha risa a la rubia, quien se sujetaba el estómago por ello.

Yang: Tendrían que haber visto sus caras -ríe a carcajadas.

Weiss: ¿Eres idiota? Casi nos das un infarto -dice un poco enfadada.

Yang: Alguien no está acostumbrada a las bromas -le saca la lengua.

Ruby: Muy graciosa. Te haremos eso a mitad de la noche -le tira agua.

Yang: Deberías intentarlo con Zwei, sería más sencillo -toma asiento en la orilla del lago, metiendo los pies al agua.

Ruby: Es verdad...

Weiss: Yo seguiría intentándolo contigo -mira a la rubia.

Yang: ¿Hablas de nuestra relación, bella dama? -sonríe con picardía.

Weiss: Ah- Eres... -se sonroja- No tenemos ninguna relación -se gira para darle la espalda.

Yang: Jaja No te enojes bombón -trata de convencerla.

Ruby: Yang cuando seas la esposa de Weiss, ¿de qué color va a ser tu traje?

Yang: ¿Esposa?

Weiss: Lo dudo. No he sentido ningún cambio en mi cuerpo. Ella no puede ser mi esposa aún -hace círculos en el agua sin mirarlas.

Yang: ¿Me perdí de alguna charla? Porque los gemidos se escucharon bastante bien -mira a la morena mientras se acerca a ellas, llegándole el agua a la cintura.

Ruby: Espero que no hayas espiado. Yo no te espié -se cruza de brazos.

Yang: No te he espiado -le revuelve el cabello- Pero si estaba tentada -mira de reojo a la princesa, que aún seguía volteada.

Ruby: Oye -le revuelve el cabello también.

La rubia baja las manos para darle a entender a Ruby lo que iba a hacer.

Ruby: No, no -le susurra, haciéndole señas una y otra vez con las manos.

Pero hizo caso omiso y las levantó, cargadas de agua para arrojárselo a Weiss, quien dio un grito por el chapuzón helado, haciendo reír nuevamente a carcajadas a la rubia.

Yang: No me voy a cansar de sus expresiones nunca -ríe.

Weiss: ¡Eres insoportable! -comienza a alejarse de ambas, pero Yang la detiene- ¡Suéltame!

Yang: Tranquila -intenta arreglar las cosas- No tienes por qué enojarte así. Ha sido una broma.

Weiss: Deberías aprender de Ruby. Ella sí sabe respetar a sus superiores -le frunce el ceño.

Al escuchar eso, Yang la mira de mala manera y le suelta la mano.

Yang: Mira nada más... No estás en tu reino Weiss y lo único que veo superior en ti es tu ego.

Weiss: ¿Mi ego? Es lo que soy. Tú ni siquiera sabes lo que eres -la empuja, aunque poco había logrado moverla.

Yang: Te estás metiendo en aguas muy profundas bomboncito -aprieta la mandíbula.

Ruby: Hey, oigan. ¿Por qué se pelean? Pensé que íbamos a vivir felices las tres -las observa con tristeza.

Yang: ¿Felices? ¿Con ella? No lo creo -camina a la orilla del lago- Lo único en lo que se destaca es en gemir bien -toma la toalla que había dejado cerca de la roca.

Ruby: Pero-

Weiss: ¿Gemir bien? Yo te di permiso para que hicieras lo que hiciste -se le acerca.

Yang: Ha Por favor -ríe un poco con sarcasmo- Eras una conejita asustada que empezó a gustarle y no le quedó de otra que aceptar lo que iba a pasar. No te des aires -se gira para hacerle frente.

Weiss: ¿Ves que eres insoportable?

Yang: ¡Tú eres la insoportable! ¡Nada te cae bien! -le alza la voz.

Ruby: ¿Puedo acotar algo? -levanta la mano.

Yang y Weiss: ¡No!

Ruby: Yo opino que ambas están equivocadas. Las dos son un tanto... irritables. Están discutiendo por tonteras -se pone en medio de ambas.

Weiss: No soy irritable. Ella sí -la señala.

Yang: Habla la que arma un escándalo por dos gotas de agua...

Ruby: Vamos a detenernos un momento a analizar-

Weiss: Cállate Ruby.

Yang: Tu lado Sen es un tanto tonto en esta situación, no estorbes.

Weiss: Tiene cosas que tú deberías aplicar -mira a la rubia.

Yang: Bien -alza la voz y mira a la morena- A ver, habla.

Ruby: Primero creo que discutir no está bien. Podemos arreglarlo -intenta sonreírles.

Weiss: No hasta que admita que soy su princesa -se cruza de brazos y gira el rostro.

Yang: En tus sueños conejita -bufa.

Ruby: Segundo -suspira- Deberían decir lo que sintieron cuando ocurrió lo del chapuzón o lo de tu susto -señala a la rubia- En vez de decirse cosas hirientes entre ustedes.

Ninguna parecía querer decir nada, sólo seguían ahí con el ceño fruncido.

Ruby: Porfis... Aunque sea háganlo por mí que las quiero -vuelve a poner su cara triste.

La rubia la mira de reojo y da un suspiro pesado.

Yang: Sólo quería hacerte reír... -dice casi en voz baja, un poco enojada, mirando a la peliblanca, quien se gira un poco al ver que le habla.

Weiss: No me hizo gracia.

Yang: Bien. Lo siento -mira hacia otro lado.

Hubo un silencio un tanto incómodo. La chica de ojos azules también lo intenta al notar el silencio.

Weiss: No sé lo que es una broma... -susurra- Y... no entiendo muchas cosas que suelen hacer... Me ponen nerviosa y eso me asusta. Mi mamá siempre me dijo que nadie debía verme asustada, que iba a ser mi mayor debilidad. Debían verme como la princesa.

Yang se lleva la mano a la nuca, tratando de componer su carácter. Ruby la miraba con la intensión de que ella debía proseguir con algo.

Yang: Yo jugaba así de pequeña con los otros niños. De alguna forma hacer ruido y mantenernos alertas nos ayudaba a no tener miedo -hace una pequeña pausa- A veces nuestros compañeros desaparecían y eso nos llenaba de ansiedad.

Ruby: Creo que las dos son algo opuestas. Tal vez mucho. Pero no quiere decir que no puedan tratar de entenderse, ¿verdad?

Yang: Lo siento -se acerca más a la peliblanca- Estoy acostumbrada a convivir con el sabio Ruby -trata de hacer un chiste.

La chica de ojos azules no pudo evitar imaginar a la morena como uno de los sabios, en especial calva; dejando salir una pequeña risa.

Weiss: Debió ser como un convento para ti todo este tiempo -mira a la rubia.

Yang: Si... -suspira.

Ruby: Oigan, estoy aquí -se señala- Y tengo sentimientos -se cruza de brazos.

Weiss: Estaba tratando de hacer una broma. Lo siento Ruby.

Yang: Oooh Es verdad. Oye te salió buena -la piensa bien y se lleva la mano a la boca.

Ruby: Te perdono sólo porque si me pongo a gritar como ustedes, esto sería un loquero.

Yang: Además, no somos tan diferentes -mira a la princesa- Nos gustan las mismas frutas.

Weiss: Gritamos al mismo nivel -agrega.

Yang: Ambas tenemos el carácter fuerte.

Weiss: Sep -asiente.

Yang: Dormimos destapadas porque nos molestan las sábanas.

Weiss: Si, eso también es cierto -vuelve a asentir.

Yang: Somos muy directas.

Weiss: Bastantes. Tal vez de más -admite.

Yang: Y nos encanta el sexo fuerte.

Weiss: Mucho -cuando cae reacciona rápido- ¡Oye! -la empuja.

Yang: Jaja Acabas de admitirlo

Weiss: Hmm... -estaba por decir que no era cierto, pero no lo hizo- Tú tienes la culpa de eso -gira el rostro sonrojada.

La rubia la toma de la mano y le regala una leve sonrisa.

Yang: Es verdad -la jala suavemente hacia delante- Oye.

Weiss: ¿Q-qué quieres? -la mira de reojo.

Yang: Eres mi princesa -le acerca el rostro para besarle la mejilla.

Weiss sólo deja salir palabras sin sentido toda sonrojada, susurrándolas por los nervios. Luego no puede evitar sentir el impulso de abrazar a la rubia con fuerza.

Weiss: No quise tratarte así -esconde su rostro en el pecho de la más grande.

Yang: Ya princesa, tranquila. Yo también me equivoqué -le da unas palmaditas suaves en la espalda.

Ruby: Que lindas -sonríe mientras las mira.

Yang: Jaja ¿Tú que andas mirando?

Ruby: Oh, sí. Lo siento -se estaba por retirar pero la rubia la jala hacia ella, para unirla al abrazo que estaba había formado con Weiss.

Yang: ¿A dónde crees que vas? -la despeina.

Ruby: Hey... -se arregla el cabello- Pensé que estaba molestando.

Weiss: Claro que no -le da un beso en la mejilla- Eres la más tierna de las tres.

Yang: Siempre nos aconsejas y ayudas a ver las cosas desde otra perspectiva -le acaricia el cabello.

La morena se sonroja y deja caer algunas lágrimas. Al darse cuenta, se lleva las manos al rostro para limpiarse.

Yang: Ruby... -la mira preocupada.

Weiss: ¿Qué tienes? -indaga con la misma preocupación que la otra.

Ruby: Es que... -toma un poco de aire- Me sentía muy sola -se refriega los ojos.

La peliblanca se acerca más a ella para poder abrazarla bien, mientras Yang hacía lo mismo. Se quedaron junto a ella unos minutos hasta que lograron cambiar de tema y ánimos.

Yang: Y bien, ya que estamos en confianza, ¿cómo te hizo sentir Ruby? -se frota los brazos para lavarse bien con el agua.

Weiss: Ah... Muy bien -mira a la morena- Me hizo estremecer.

Ruby: Su cosita de abajo es muy suave -sonríe.

Yang: Cuando ella se corre sientes que tu miembro se va a quedar dentro -explica- Da un poco de miedo pero se siente bien.

Ruby: Oh... Pues...

Weiss: No llegamos tan lejos -aclara.

Yang: ¿Eh? ¿No querían hacerlo?

Ruby: Si pero ha sido más culpa mía. Me puse muy nerviosa... Y a la final, sólo terminamos tocándonos.

Yang: Ha... -suspira- Yo te voy a dar una mano. Verás que no es difícil -se acerca a la peliblanca por detrás y le da un beso en el cuello- ¿Me permites? -baja los brazos para tomarla de las piernas y alzarla, dejándola de frente.

Weiss: ¿Q-qué haces? Esto es vergonzoso -se sonroja al notar que había quedado abierta de piernas, buscaba la manera de cerrarlas pero era difícil casi en el aire.

Ruby: N-no es necesario. Se siente incómoda.

Yang: No lo está -le susurra a la ojiazul en el oído- ¿Verdad que no?

Weiss: Sólo... un poco -se sujeta fuerte de los brazos de la rubia, aunque ella cargaba con la mayoría de su peso.

Yang: Anda, ven -le hace señas a la morena- Pierde ese temor de una vez.

Ruby se queda mirando un tanto indecisa, pero era verdad, si quería superar esas vergüenza y acercarse más a Weiss, debía dar un paso adelante. Se arrimó a la peliblanca y bajó la mirada, buscando acomodar su miembro para introducirlo.

Weiss: ¡Ag! -hace un gesto de dolor.

Yang: Trata de excitarla primero, puede que le duela si ella no está húmeda.

Ruby: Lo siento, pensé que con el agua...

Weiss: Estoy bien...

La morena acerca el rostro al de Weiss para darle pequeños besos en el cuello. Ahora que la bella chica estaba sin poder moverse, trató de hacer algo que había querido realizar hace poco. Bajó la cabeza lentamente hasta la intimidad de la muchacha para besarle las piernas e irse arrimando cada vez más a su vagina.

Weiss: N-no... Ruby, no... -mueve un poco el cuerpo.

Yang: Tranquila. Deja que explore y te haga sentir bien -vuelve a besarle el cuello, eso estremecía a la peliblanca.

Ruby colocó sus manos en el muslo de la chica, para sacar un poco la lengua y comenzar a lamer la parte que recordaba ser sensible en Weiss. A penas hizo ese contacto, la ojiazul empezó a gemir bastante. No podía entender cómo podía sentirse tan bien el hecho de que alguien estuviese lamiendo su parte íntima. Ya de por sí esa parte había quedado muy sensible por no haberse podido correr antes. Ruby podía sentir cómo la muchacha se mojaba cada vez más, tanto, que debía tragar un poco.

Yang: Te ves muy bonita aunque no pueda ver tu rostro -le susurra- ¿Estás por correrte verdad? Siempre que mueves tus dedos así, es porque estás cerca...

Weiss: C-calla... -alcanza a decir entre gemidos.

Yang: Ya está lista -le avisa a la morena, a quien le costó desprenderse de lo que estaba haciendo, le había gustado, pero se puso de pie y volvió a intentar introducir su miembro en la chica.

Mientras lo estaba introduciendo, la peliblanca hizo un movimiento brusco de cadera hacia delante, metiéndolo todo de golpe hasta el chocar con su útero.

Weiss: ¡Aah! -presiona con fuerza los brazos la rubia, clavándole un poco las uñas, llevando la cabeza hacia atrás al sentir el climax.

Ruby: ¡O-otra vez...! -apoya la cabeza en el hombro de Weiss, el movimiento brusco le provocó correrse muy pronto, pero se sentía muy bien estarlo haciendo dentro de ella.

Yang: Vaya... Que cosa con ustedes dos -sonríe al ver que las cosas habían resultado diferente a lo que esperaba.

Weiss: Lo siento... Sentía muy caliente allí dentro -avisa un tanto agitada, recargando la cabeza en el hombro de la rubia.

Ruby: Yo me corrí rápido otra vez... -suspira, sacando el miembro para limpiarlo con el agua.

Yang: Jaja Bueno Ruby siempre ha sido así.

Ruby: Cuando me toco sola no -le hecha agua a la peliblanca para limpiarla.

Yang: Bueno. Yo creo que la princesa te excita tanto que no puedes aguantarte -la baja lentamente.

Weiss: Tengo frío... -le tiemblan las piernas por la posición y unos pequeños espasmos que aún recorrían por su cuerpo.

Ruby: Yo voy a terminar de limpiarme. Ayúdala a secarse para que pueda tomar calor en el árbol.

Yang: Está bien -alza a la princesa para sacarla del lago y sentarla en el césped.

Ruby no tardó en salir, fue con ellas al árbol. Zwei dormía como si nada pasase en su entorno.

Esa noche, después de cenar, durmieron juntas. Charlaron hasta tarde y compartieron una que otras caricias sin llegar a lo sexual. Weiss se veía agotada.

Las tres comenzaron a acostumbrarse a vivir juntas. A compartir sus secretos y saber más la una de la otra. Pero una noche, Weiss se fue a dormir temprano porque no se sentía bien.

Ruby: El otoño siempre llega tan frío -bosteza y se cubre con su colcha.

Yang: Si. El otoño y el invierno siempre nos complican la cosecha de frutas -se cruza de brazos sobre la mesa de madera -el tronco tallado-.

Zwei: R-r-ran -se cubre con la misma colcha que la morena.

Ruby: Oh. Pobre Zwei -lo cubre mejor, luego nota que Weiss se levanta de golpe y sale hacia afuera a paso rápido.

Las dos chicas sólo se miraron preocupadas y se pusieron de pie para salir a ver qué ocurría. Weiss se había alejado bastante, para cuando dieron con ella, la encontraron vomitando.

Yang: ¿Qué le ocurre?

Ruby: Tal vez... comió de más... -intenta pensar en algo.

Se quedaron esperándola hasta que la peliblanca pudo ponerse de pie y acercarse a ellas.

Weiss: Algo debió caerme mal... -se lleva una mano a la cabeza.

Yang: ¿Te duele algo? -le toca la frente- Estás muy caliente.

Ruby: Iré a preparar algunos paños con agua -se adelanta.

Weiss: Estoy muy mareada y me duele la cabeza...

Yang: Tal vez pescaste un resfrío. Ha estado más helado útilmente -la ayuda a caminar.

Al inicio parecía una gripe, pero al siguiente día se tornó más grave. La fiebre aumentó mucho y cualquier cosa que le daban de comer lo vomitaba. A veces sin haber comido también se descomponía.

Yang: Tenemos que llevarla a algún hospital... -toma asiento.

Ruby: No creo que sea buena idea Yang... No tenemos a nadie de confianza que nos brinde ese tipo de ayuda -se queda mirando la entrada al ver un venado con la mirada fija en ellas, luego salió corriendo.

No le prestaron mucha atención.

Yang: ¿Entonces que vamos a hacer? ¿Dejar que la fiebre la mate? -indaga ya algo alterada.

Weiss: Chicas... -las llama con dificultad.

La morena se levantó en el acto para acercarse a ella y arrimarle el cubo al rostro, para luego darle algunas palmaditas en la espalda para calmar sus arcadas, aunque terminó vomitando igual.

Yang: Si sigue así. Va a morir primero desnutrida y luego por la fiebre -se lleva una mano al rostro.

¿?: Puede que no.

Las dos muchachas se quedaron tiesas al ver a un chimpancé con extrañas líneas y dibujos en el cuerpo delante de ellas.

Ruby: Estoy enloqueciendo o ese mono dijo algo.

¿?: Mi nombre es Rafiki. No se asusten, este es sólo un médium que está ayudándome a poder comunicarme con ustedes. No estoy aquí en realidad -explica.

Yang: ¿Eres algún espíritu del bosque?

Rafiki: No. Vivo en el reino de la princesa. Soy uno de los tres sabios. Dejamos en ella alguno de mis espíritus para que la siguiese y cuidase en caso de que su vida corriese peligro.

Ruby: Pues a tus espíritus no les llegó la noticia de que casi muere en un bar.

Rafiki: Claro que lo sabíamos, pero estaban ustedes dos con la intensión de ayudarle.

Yang: Volviendo al grano, ¿puedes ayudarnos? Estamos totalmente perdidas. Si tienen que llevársela para que sobreviva...

Rafiki: No querida... No es buena idea que ella termine aquí ahora. Los concejales están muy agresivos y el pueblo está bajo ataque.

Weiss: Como lo siento... -lo observa con la mirada cansada.

Rafiki: Oh, pequeña niña -se acerca a ella y coloca una pata en su frente- Has luchado mucho por aprender todo lo que se te negó. No necesitas poner tal carga en tus hombros ahora. Al menos has logrado alcanzar lo que buscabas...

Weiss: Claro que no... La madre naturaleza me está castigando... -deja caer algunas lágrimas.

Rafiki: Yo creo que te ha bendecido -apoya su pata en el vientre de la chica- Estás embarazada.

Yang tragó saliva al escuchar eso. Weiss simplemente no podía creérselo.

Ruby: Si ella ya logró lo que le pidieron, ¿por qué no la ayudan?

Rafiki: En el estado que todo está ahora... El que esté con ustedes dos es el lugar más seguro para ella. Yo... debo decirles algo -baja la mirada- El hecho de que sean diferentes razas puede estar provocando una reacción algo complicada en su embarazo...

Yang: ¿Es nuestra culpa?

Rafiki: No, claro que no. Creo que si se centran en intentar ayudarla con los conocimientos que requiere alguien que está pasando por un embarazo, sería un poco más positivo el resultado -se observa las manos y las nota algo transparente- Ya casi no me queda energía. Debo volver.

Yang: Pero...

Rafiki: Traten de no darle tanta fruta, busquen comidas más livianas y mojen su cuerpo más seguido... -comienza a desvanecerse, dejando caer un pequeño mono, que sale corriendo hacia fuera del lugar.

Yang: Ha... -da un suspiro pesado y se lleva una mano a la nuca, apretándose un poco por los nervios.

Weiss: Lo siento... -comienza a llorar.

Ruby: No llores princesa... -se acerca a ella para acariciar su cabeza.

Weiss: No pensé que iban a tener que lidiar conmigo así... -comienza a toser.

Yang: Tranquila -se aproxima para arrodillarse y darle una pequeña sonrisa- Van a darte ganas de vomitar otra vez si toses mucho. No estamos lidiando contigo. Te cuidamos porque te amamos mucho.

Ruby: Exactamente. Nunca serías una carga.

Weiss: ¿Me aman? -indaga sorprendida.

Yang: Si Weiss... Si algo malo llegase a pasarte...

Ruby: No vamos a dejar que nada de eso ocurra -se pone de pie- Vamos a conseguir esa información de algún libro. En el pueblo hay centros de atención abandonados y una biblioteca. Nos repartiremos la búsqueda por turnos mientras la otra cuida de ti.

Weiss: Eso es muy arriesgado... -se lleva la mano a la frente al sentir el dolor de cabeza.

Yang: Vales nuestras vidas ahora. Si hay que tomar métodos diferentes, vamos a hacerlo.

Weiss: Chicas... -se emociona al escucharlas.

Y así fue. Cada una se turnó para buscar las cosas necesarias. Fueron al pueblo en busca de un libro, pero Ruby trajo varios que hablaban sobre la maternidad y cómo alimentarse estando así. Yang se encargó de buscar la medicina recomendada por los libros de Ruby, junto a algunos alimentos que no estaban acostumbradas a comer mucho.

También se turnaban para cuidarla, a veces se descomponía en la noche y una debía estar atenta a ayudarla. Una descansaba de día y la otra de noche, pero había cosas que ambas debían hacer juntas. Como limpiarle el cuerpo, sacarla afuera bien abrigada por la mañana, cuando el sol estaba, ya que solía nublarse más seguido.

A los dos meses, cuando el invierno calló, Weiss se veía mucho mejor. Las gotas para sus náuseas le habían ayudado a recuperar las noches de sueño y la buena alimentación le dio fuerzas. Ruby y Yang consiguieron construir una puerta grande y redonda, que pudiese cubrir la entrada al árbol y así la peliblanca no pasase tanto frío. También una estufa que no requería electricidad, para calentar el lugar.

Weiss: Me gusta como preparas la sopa.

Yang: ¿A si? Contigo tuve que aprender a cocinar cosas que pensaba que eran imposibles para mí. Como hervir agua -bromea.

Weiss: Haha Debió ser muy difícil para ti -le sigue el juego, tomando un sorbo de la sopa hecha con verduras.

Hablaban en voz baja para no despertar a Ruby, quien dormía por la noche. La estufa y una vela eran suficientes para iluminar y no prender algún foco que molestase.

Yang: Por cierto. Te traje algo -se voltea para agarrar su mochila y sacar un ramo de flores azules.

Weiss: Yang... Son mis favoritas -las toma y acerca al rostro- Huelen tan bien.

Yang: Siempre me recuerdan a lo que hicieron unas pocas dosis de tu sangre. Es increíble -se mira el brazo de metal- Lleva semanas sin dolerme desde la última vez que me inyecté.

Weiss: Me alivia mucho que ya no te torture tanto eso -deja las flores junto a otras que siempre solía traerle, de diferentes colores. Aunque estas últimas eran difíciles de conseguir.

Yang: Es hora de que descanses -se acerca a ella para darle un dulce beso en los labios y luego se gira para apagar la vela y la intensidad con la que daba calor la estufa.

Weiss se recostó sobre la colcha, dejando un espacio para Yang, ya era costumbre que ambas durmiesen juntas. Antes dormían las tres, pero Ruby comenzó a desplomarse temprano y no podía dormir bien con tanta luz o bullicio cerca. La rubia se acercó a la peliblanca y dejando un brazo sobre su cintura, cerró los ojos para dormir con la calidez de la princesa.

Durante el día, Ruby siempre intentaba mantenerla alegre o distraerla con algún cuento. Mientras Yang aún dormía hasta la hora que debía levantarse para hacer las tareas que les tocaba hacer entre las dos. Weiss debía levantarse temprano por los horarios de comida un poco más estrictos.

Ruby: Mira -susurra e ingresa al árbol con una bolsa llena de nieve.

Weiss: Yang va a regañarte si algún día vuelve a pillarte trayendo nieve hasta aquí -le sonríe al verla hacer la misma picardía una y otra vez.

Ruby: ¿Qué quieres construir hoy?

Weiss: Tal vez... Un conejo.

Ruby: Yo haré un dinosaurio -deja la nieve sobre la bolsa para mantenerla fría, luego mira la panza de la ojiazul- Vaya... Te ha crecido muy rápido.

Weiss: ¿Rápido? No me hables de eso, estoy algo ansiosa. Puede que dé a luz pronto -comienza a modelar.

Ruby: ¿Qué? Pero el libro habla de entre ocho y nueve meses de embarazo.

Weiss: Tal vez aquí es así. Las mujeres de mi raza damos a luz como mucho a los cuatro meses.

Ruby: Ooh. Yo y Yang estamos algo nerviosas también -comienza a crear su dinosaurio-Por más que leemos una y otra vez las cosas importantes para un parto. Nunca lo hemos hecho, de sólo imaginarlo ya comienza a latirme rápido el corazón jeje

Weiss: No te culpo, a mi igual -le hace las orejitas a su conejo.

Cuando sienten ruidos en la parte donde dormía Yang, Ruby empieza a juntar toda la nieve en la bolsa.

Ruby: Hermoso conejito, te amo -le da un beso rápido a la peliblanca en la boca y sale corriendo, dejando un poco de nieve en el camino. Zwei iba agarrado de su cabello.

La ojiazul no puede evitar reír un poco al ver a Yang con cara de "¿se piensan que no vi nada?" a lo lejos.

Yang: No le voy a quitar esa costumbre -se pone de pie y estira sus brazos.

Weiss: No. Ya no luches por eso -sonríe.

Yang: Es como intentar cambiar el color negro, por el blanco -toma una fruta y la muerde. Luego se acerca a la peliblanca.

Weiss: Haha. Que exagerada.

Yang: No, no. Te juro. Una vez que se le mete una maña en la cabeza, no deja de hacerla hasta que algo sale mal -le da otra mordida a la fruta- Hay un cincuenta por ciento de que vuelva a hacerlo, depende de la gravedad.

Weiss: Jaja Ya... Pobre Ruby.

Yang: Pobre yo -toma uno de los recipientes con agua para lavarse las manos.

Weiss: Pobresita tú -se bufa y le pone el dedo índice en la nariz.

Yang: Ñe ñe ñe -le copia la burla y acerca su nariz a la de la chica.

Weiss: Eres una bebé -sonríe y pasa sus brazos por los hombros de la rubia, quien la besa con delicadeza, acariciando su espalda y cintura- Ya... -trata de pararla al sentir que Yang ya estaba metiendo la lengua dentro, eso le provocaba cierta excitación- Si Ruby nos ve... va a querer incluirse. La última vez que pasó volví a tener fiebre.

Yang: Mm... Fue una fiebre de la cual no te quejaste -sonríe con picardía- Dormiste como bebé toda la noche -vuelve a besarla con suavidad, hasta lograr recostarla. Llevando una mano al rostro de la princesa para acariciarlo- ¿Quieres que te haga transpirar antes del baño?

Weiss: No... -se sonroja.

Yang: Jaja Siempre se nota cuando te contradices -le da un beso en la frente.

Weiss: No es cierto...

Yang: Te amo Weiss -la mira a los ojos con una sonrisa, pasando nuevamente sus dedos por la mejilla de la chica.

La peliblanca se sonrojaba mucho cuando alguna le decía esa palabra, se quedaba mirándolas y no podía evitar sentir esa gran sensación de felicidad.

Yang: ¿Qué pasa? -indaga al notar que se le queda viendo por bastante tiempo.

Weiss: Bueno... Cuando llegué aquí, no tenía idea de lo que era el amor. Estaba muy perdida... -explica, la rubia simplemente se queda mirándola para escucharla- No sabía a qué se referían los sabios cuando hablaban de la fuerza más poderosa del mundo. Pensé que... hablaban de un poder, algo literal que sale de tus manos para ganar una guerra...

Yang: ¿Y ahora?

Weiss: Desde la primera vez que dijeron que me aman. Cuando empezaron a hacer tanto por mí, poniendo sus vidas en riesgo... Me aterraba el hecho de perderlas. Me daban ganas de llorar y volver el tiempo atrás, para tratar de que las cosas no hubiesen pasado así... Era una sensación muy dolorosa...

Yang: Debiste decirnos que te sentías mal bombón... -la mira preocupada.

Weiss: No... Porque también no podía soportar la idea de volver atrás y no poder verlas jamás -el hecho de recordar aquello estaba haciendo que sus ojos se pusiesen cristalinos- Eran pensamientos tan fuertes... Contradicciones y miedos. Sabía que en parte se debía a la fiebre y todo el malestar que sentía. A medida que las veía trasnochar, sacrificar tanto tiempo en mí. El ver ese deseo en sus ojos... Es donde empecé a comprender el significado tan grande que tiene la palabra que me dijeron ese día -le sonríe, dejando una algunas lágrimas, que Yang limpió con sus dedos- Es una palabra que a mi parecer, tiene tanto poder que no se puede explicar...

Yang: Es así princesa -le sonríe, aun limpiándole el rostro con delicadeza- El amor es algo inexplicable. Sólo cada uno de nosotros podemos llegar a entenderlo cuando lo vamos sintiendo de diferentes formas. Tiene sus lindos colores y los tristes... Pero es más lindo cuando luchas por los bellos colores que deseas ver.

Ruby: ¿Esta agua es suficiente? -ingresa y se queda mirándolas- ¿Qué sucede? ¿Está llorando sin razones otra vez? -indaga.

Yang: Qué delicada -ríe la rubia y se pone de pie para ayudar a la morena con el gran recipiente de agua.

Weiss: Yo no lloro sin razones... -pone puchero- Bueno... a veces sí... -se limpia el rostro.

Ruby: Te has vuelto más sincera con lo que sientes Weiss.

Zwei: ¡Ran! -levanta los dos pulgares pero pierde el equilibrio y cae al recipiente con agua.

Yang: Eso es verdad -saca al pequeño del agua- ¿Estás bien? -lo mira.

Zwei: Prrr -se sacude y le levanta el pulgar a la rubia. Las otras tres no pueden evitar reírse de ello.

Los días fueron más tranquilos desde que Weiss logró recuperarse, pero una tarde de invierno, presentó signos de que iba a dar a luz. Así fue, prepararon las toallas limpias, la fuente con agua y pasaron bastantes nervios. Pero el problema surgió cuando el pequeño nació. Quien lo sostuvo por primera vez fue Yang, pero terminó rápidamente en las manos de Ruby.

El bebé había nacido sin una pierna.

Para Weiss eso no fue impedimento a aceptarlo. Lo sostuvo en sus brazos y con lágrimas en los ojos sintió que cargaba con lo más bello que jamás había pensado verían sus ojos. Ruby estaba preocupada por ambas, pero sabía que debía ir a buscarla, para su suerte, sólo se encontraba sentada en la roca, cerca del lago.

La morena se sentó a su lado, sin decir nada al inicio. Estaba bastante frio, había nieve por casi todos lados.

Ruby: Yang... Es tu hijo, debes estar con ella -dice, tratando de ser lo más comprensible posible.

Yang: Por mi culpa ella no va a poder cumplir su sueño... -responde con la mirada baja.

Ruby: No creo que eso esté importándole ahora...

Yang: Si su gente ve al bebé no la aceptarán... No podrá volver al lugar que pertenece, todo por mi culpa. Por no pensar más las cosas -da un suspiro pesado y esconde el rostro entre sus rodillas.

Ruby: Bueno... Tal vez debas hablar eso con ella Yang. Recuerda lo mal que se puso cuando dejaste de hablarle la primera vez. Imagina ahora que tiene todo un historial romántico contigo -le aclara con más seriedad- Incluyendo al bebé -agrega- No puedes salir corriendo...

Yang: Lo sé...

Ruby: Entonces ve -le hace señas. Zwei estaba cubriéndose con la bufanda de la morena.

La rubia se puso de pie y con mucho esfuerzo caminó hasta el árbol, al ingresar, la peliblanca se encontraba sentada en una esquina sobre la colcha limpia que seguro Ruby preparó. Se acercó a ella para tomar asiento, sin mirarla. La ojiazul tampoco dijo nada, sólo se quedó mirándola. Luego desocupó una mano para acariciar una de las mejillas de Yang.

Weiss: Todo va a estar bien...

Yang: Eché a perder tu sueño... -toma la mano de la chica para hacer presión en la mejilla por donde estaba cayendo una lágrima.

Weiss: No digas eso. Mira -destapa un poco al bebé, dejando más visible su rostro tranquilo y dormido.

La rubia levantó la mirada lentamente hasta posarlos sobre ese pequeño y lindo ser de mejillas rosadas.

Weiss: Si estoy aquí, fue porque me sentí obligada a hacerlo. Quería ayudar a los míos cuando en realidad no era aceptada allí... Por ser diferente.

Yang: Eres única y diferente -corrige con una leve sonrisa.

Weiss: Como ustedes -agrega- ¿Quieres sostenerlo?

Yang: Ah... No. No, no. Soy algo... tosca -dice nerviosa.

Weiss: ¿Tú? -levanta una ceja- Anímate -lo acerca un poco a la chica de ojos bicolor.

Yang: B-bien... ¿Hay algún truco para sostener a un bebé? -busca la manera de sujetarlo.

Weiss: La única técnica que voy a tener que aprender es a poder desprenderme de él de vez en cuando para no asfixiarlo de tanto cariño -se lo pasa, acomodándolo en el regazo de la rubia.

Yang: Vaya... -se le queda mirando, acomodándole que lo cubría- No imaginé que podía existir algo mucho más suave y delicado que tú -deja salir una sonrisa llena de conmoción.

Weiss: ¿Quieres ponerme celosa con nuestro propio hijo? -sonríe con el ceño fruncido.

Yang: Es muy hermoso -pasa la yema de sus dedos por la pequeña frente, hasta llegar a la nariz.

Weiss: Lo es... Por eso -hace una pequeña pausa-, vamos a amar todo de él, ¿verdad?

La rubia sabía que la peliblanca estaba haciendo referencia a la falta de su pierna, por lo que tomó bien esas palabras. Ella tenía razón.

Ruby: ¿Ya puedo entrar? -asoma la cabeza, temblando. Zwei colgaba de uno de los cabellos.

Yang: Cielos Ruby, ven aquí. No era para que te quedaras allí fuera todo el rato -ríe un poco.

Cuando la morena se acerca, Weiss la toma de las manos para darle calor.

Ruby: ¡Es tan... lindo! -alza la voz al ver nuevamente al bebé- Lo siento. Me salió del alma -mira a la peliblanca- Weeeeis, yo quiero uno también -la zamarrea un poco.

Weiss: jeje -no sabe qué responder.

Yang: Oye. No es lo pidas como si fuese un peluche.

Ruby: Es que... mira sus mejillas -lo observa- Y sus manitos chiquitas, ¿no te ganas de meterlas a tu boca y apretarlas con tus labios? -indaga.

Weiss: Puede... ¿ser? -mira a la rubia.

Yang: Tiene pensamientos extraños pero no te asustes, no va a comerse al bebé -fue lo único que puedo decir para arreglar las palabras de la morena.

Ruby: Anda Weiss... ¿Podemos? -la mira otra vez.

Weiss: P-puede ser... Por ahora, deja que al menos nos adaptemos al primero -sonríe algo nerviosa.

Ruby: ¡Yeeei! -se acerca a abrazarla.

Yang: Despacio. Acaba de parir un niño no sé cómo por su pequeña cosita. No sé cómo has sobrevivido a algo así. Ahora entiendo por qué existe el cuento de la cigüeña -le devuelve al pequeño, colocándolo en sus brazos.

Weiss: Haha... No lo sé. Ni yo lo sé.

Se quedaron charlando hasta tarde esa helada noche.

Yang y Ruby decidieron cambiar algunas cosas en el gran árbol, como agregar más muebles. El invierno que le siguió a ese, fue mucho más hermoso y trajo consigo un ambiente agradable en la familia.

¿?: Papá, yo primero -levanta la mano una niña de cabello blanco y ojos bicolor.

¿?: No, no. Yo primero -salta una más pequeña, de ojos azules y cabello castaño oscuro.

Ruby: A ver -levanta un dedo, las niñas no dicen nada más pero dan pequeños saltitos- Mila por aquí -alza a la pequeña peliblanca para ponerla en sus hombros- Y Yami por acá -la levanta y se queda viéndola- ¿Dónde te coloco a ti? -se queda pensando.

Yami: En tu cabeza -sonríe y mueve sus piecitos de un lado a otro.

Ruby: Nop. Ya te hiciste pipi ahí una vez, no creas que no lo sentí.

La pequeña ríe entre en sus brazos y mueve sus pies más rápido.

Ruby: Tal vez... Deba conseguirme un hombro extra -se queda viéndola.

Mila: Papá, ¿yo puedo tener tres brazos y cuatro ojos? -juega con el cabello de Ruby. Zwei intenta empujarla pero al ver que no podía quitarla, se sienta y cruza de brazos.

Ruby: Mm... Tal vez de grande sí -acomoda a la morenita en uno de sus brazos.

Weiss: Deja de meterle ideas raras a las niñas -la regaña mientras le ayuda a colocarse un abrigo.

Ruby: Pero no es raro. A todas nos brilla el ojo azul por la noche y no es raro -le remarca.

Weiss: Bien -suspira con una sonrisa. Ya sabía que con ella no se podía batallar- Vayan primero, yo debo terminar de arreglar la cama de las niñas. Las alcanzo después.

Ruby: Oh. Pensé que las había armado bien.

Weiss: Lo hiciste, pero parece que Mila encontró divertido saltar en las camas antes de irse -se cruza de brazos, mirándola.

Mila: Fue Yami -la señala. La más pequeña sólo ríe y se lleva una mano a la boca sin entender bien a lo que se refería su hermana.

Weiss: Mh... Me doy una idea -le da un beso en la mejilla a la mejilla a las tres- Vayan.

Ruby: Si necesitas ayuda me llamas -sonríe y luego sale para afuera.

Mientras Weiss se pone a arreglar las camas, mira de reojo a Yang, que se encontraba haciendo algunos ajustes a la pierna mecánica que había logrado construir para su hijo. La peliblanca sonríe y luego sigue con lo que estaba haciendo.

¿?: ¡Woow! -dice el niño, sorprendido al ver los tornillos- Tienen forma de copitos -se queda viéndolos, moviendo su pierna.

Yang: ¿Por qué no vas a probarla fuera? -guarda sus herramientas, recibiendo un fuerte abrazo proveniente del más pequeño.

¿?: Gracias papá. Se ven geniales.

Yang: Es que tú te ves genial con ellos -le sonríe y revuelve el cabello.

¿?: Jaja ¡No, no! -ríe ante lo que hacía la rubia, para luego salir corriendo hacia afuera.

Yang da un suspiro y luego se pone de pie, estirando sus brazos.

Weiss: ¿Todo bien?

Yang: Mm... -asiente.

La peliblanca nota que eso no era un sí realmente y se acerca, tomándola de la mano.

Yang: Esta mañana temprano le dolía la pierna.

Weiss: Necesita acostumbrarse al metal... -le acaricia la espalda.

Yang: Lo sé, lo sé... -le brinda una pequeña sonrisa y se acerca para besarla- Gracias.

Weiss: ¿Quieres ayudarme a preparar el chocolate caliente?

Cuando Yang estaba por responderle, escucharon a Ruby gritar, lo que las hizo correr rápido fuera del árbol. Por suerte, Weiss reconoció a los impostores y dio un suspiro, colocando una mano sobre el hombro de la rubia.

Weiss: Los conozco, tranquila -le avisa.

Merlín: ¿Por qué tanto escándalo? -llega al final de los otros dos, ayudándose con una de sus escobas.

Ruby: Lo siento. Es que me emocioné. Pensé que eran los reyes magos, pero luego vi al que parece chimpancé y me di una idea de quienes podían ser -refiriéndose a los sabios de quien hablaba tanto Weiss.

Rafiki: ¿Cara de chimpancé?

Tritón: Pfl... -se lleva una mano a la boca- Ehem. Somos sabios señorita, pedimos un poco de respeto.

Rafiki: Sabios y viejos -remarca.

La peliblanca corre hasta ellos y los abraza con fuerza.

Weiss: Los extrañe...

Merlín: Nosotros a ti princesa -le acaricia el cabello.

Rafiki: ¡Pequeña niña! -la alza y da unas cuantas vueltas- Me alegra tanto que estés bien -la deja en el suelo nuevamente.

Tritón: Estábamos preocupados por usted.

Las niñas se quedaron con Ruby y Yang.

Weiss: ¿Qué fue lo que pasó?

Rafiki: Mhe... Nada importante. Los concejales tomaron como prioridad tener una nueva princesa y nombraron reina a una chica que elegimos.

Merlín: Cuando la guerra llegó a su punto. Uno de los nuestros encontró un camino secreto en las profundidades del mar. Está conectado con el reino así que se encaminan a uno nuevo. Para reconstruirlo. Aunque no lo crea Tantor también vino, pero dijo que el viaje hasta acá era demasiado para su panza y decidió quedarse en el nuevo refugio haciendo el papeleo.

Weiss: ¿Y por qué están aquí?

Merlín: Tritón tuvo una idea que nos gustó y estaba acompañada de al menos estar más cerca de usted -sonríe.

Tritón: Gracias a usted princesa, pudimos enterarnos de que había una nueva raza aquí arriba. Que estaba padeciendo el abuso de los terrestres. Así que hemos tomado la decisión de instalar un refugio al norte de aquí, para poder ayudarlos en lo que podamos.

Yang: ¿Q-quieren decir que... ustedes no sabían de nosotros?

Rafiki: Nada -niega con la cabeza.

Merlín: No somos videntes pequeña. No imaginamos que los terrestres podían llegar a un extremo como ese.

Yang: Oh... -baja la mirada.

Ruby: No te pongas mal Yang, no lo sabíamos... -le acaricia el hombro.

Weiss: Eso me parece algo muy bello -les sonríe.

Rafiki: Nos inspiraste a seguir nuestros corazones princesa. Así que de ahora en más, nosotros estaremos a su servicio -se inclina.

Weiss: P-pero... Ustedes son los poderosos sabios. Los grandes concejales-

Merlín: Los grandes concejales -la interrumpe- No nos necesita.

Rafiki: No son dignos de nuestro servicio, en pocas palabras.

Tritón: Usted si lo es.

Weiss: Pero... Nunca voy a poder verlos como sirvientes. Son la única familia que tenía allá.

Rafiki: Oooh. Eso suena hermoso. Entonces quiero ver a mis a mis nietos -se acerca a las otras- Pero vaya, sí que tienes un lindo Upendi aquí -las observa.

Ruby: ¿Upendi?

Merlín iba a detener a Rafiki pero alguien le jala la barba.

Yami: ¿Eres santa? -lo observa con los ojos brillosos y su dedo índice en la boca.

Merlín: Oh, por todos los mares -siente que es demasiado brillo- ¿De dónde salió esta pequeña tan linda? -la alza.

Weiss: Ella es mi hija más pequeña, Yami.

Las pequeñas pierden el miedo y se acercan a su madre para conocer a los extraños.

Weiss: Ella es Mila -la señala.

Mila: ¿Vienen de la tierra desconocida? -mira a tritón.

Tritón: Es posible -sonríe.

Weiss: Y él es...

Rafiki: Ventus.

Merlín: Tu primer hijo -lo observa.

Weiss: ¿Ya lo conocían? -pregunta sorprendida.

Merlín: No, pero escuchamos cuando le pusiste su nombre. Los espíritus de Rafiki solían venir más seguido al bosque después de su primer embarazo. Cuando supimos que todo estaba mejor, comenzamos a preparar nuestra magia para subir y realizar lo que teníamos pensado hacer.

Weiss: Siempre han estado cuidando de mí -se emociona.

Rafiki: Claro que sí. ¿Pensaste que te empujaríamos aquí y ya? Claro que no.

Merlín se acerca a Yang al notar el aire triste que provenía de ella.

Merlín: Tú eres... Yang si mal no recuerdo, ¿verdad?

La rubia levanta la mirada al instante y asiente.

Merlín: No quiero ser grosero pero dentro de ese árbol, ¿hay chocolate? Porque si es así, yo podría enseñarles la receta para preparar un postre muy delicioso -le guiña el ojo.

Yang: Ah... Claro. No sabía que podían hacer postres.

Weiss: Yo tampoco -se cruza de brazos- Ahora entiendo por qué mis postres desaparecían cuando era niña.

Merlín: N-no es lo que parece princesa -intenta ocultarlo.

Mientras charlan escuchan que las niñas y Rafiki estaban repitiendo una y otra vez "Upendi", saltando y haciendo un círculo.

Ruby: Yo también quiero -levanta la mano y corre para unirse al círculo.

Merlín: Ha... Ese Rafiki -se cruza de brazos.

Tritón: ¿Quién es la niña que acaba de unírsele?

Weiss: Ah... -sonríe nerviosa.

Yang: Parece una niña, pero tiene mi edad, sólo que su cerebro se quedó un poco atorado a los diez años.

Weiss: Es... el padre de las niñas -intenta explicar.

Tritón: Ooh... -se queda sin palabras.

Merlín: Veo un Rafiki, pero más joven.

Rafiki: ¡Tritón, ven a unirte a nuestro Upendi! -lo llama mientras salta alegre.

Tritón: Ni lo pienses...

Mientras Rafiki jalaba a su viejo amigo, los que estaban a su alrededor no pudieron evitar empezar a reír.

Ahora, Weiss veía al mundo como su collar de perlas, y estaba dispuesta a luchar y mirar con firmeza, a esa pequeña perla blanca que nombró: hogar.

Fin.          

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