La Plaga parte 4 (Fanfic Yuri RWBY) (Parte 3)

Atención: El siguiente fanfic no tiene relación alguna con Beacon o la historia de Monty Oum, lo que estoy realizando, es un yuri de Bumblebee (BlakexYang) con temática propia.
Género: Drama, Romance, Yuri, Psicológico (puede contener lectura +18 en algunos capítulos)

Sinópsis:

Narra la historia en la que el mundo comienza a dividirse entre humanos y faunos, donde la discordia y el honor comenzó a ser lo primordial, llevándolos a desacuerdos permanentes y guerras continuas. Mientras el mundo se dividía por raza, estos no se daban cuenta de que algo peor venía en camino.

Blake y Yang no contaron con alimento en la noche, lo que obligó a la peli negro a pensar que necesitaba tomar otros métodos de supervivencia o su compañera no iba a pasar muchas noches a su lado. Se levantó temprano y encendió una nueva fogata para dejar el lugar cálido, tapando bien a Yang con ambos abrigos. Se habían instalado al lado de una colina. Cuando Yang ve a la peli negro levantarse, abre los ojos por completo y se levanta un poco, apoyando los codos en el suelo para sostener su cuerpo.

Blake: Hey... Buenos días -le sonríe y se acerca, posando un beso en los labios de la chica que amaba.

Yang: Buenos días... -se sonroja levemente. Aún estaba algo dormida, aunque el beso despertó gran parte de ella.

Blake: Iré a revisar la zona. Intentaré cazar algo, no podemos seguir avanzando sin comida.

Yang: ¿Sola?

Blake suspira, intentando encontrar las palabras correctas para que ella comprendiera.

Blake: Necesito que te quedes aquí y juntes más ramas para la fogata.

Yang: ¿Es por mi falta de energía? ¿Ya no sirvo para luchar a tu lado?

Blake: No es eso... -vuelve a suspirar- Necesito que recuperes esas energías para que luchemos juntas de esa manera. Y tu si sirves, no digas eso... -acaricia su mejilla.

Yang: Antes era una máquina de batalla... Ahora soy una abuela -gira el rostro.

Blake: ¿Qué tienes contra las abuelas? -le sonríe.

Yang: Promete que volverás lo más rápido que puedas... -toma una de sus manos.

Blake: Lo prometo.

Yang: Está bien... -suspira- Ten mucho cuidado -le suelta la mano lentamente. Era algo que nunca imaginó le costaría tanto realizar.

Blake: Lo tendré -vuelve a sonreírle y la abraza con delicadeza. La rubia acaricia su cabello negro y presiona su espalda para abrazarla más fuerte. Luego se separan.

Mientras la peli negro se alejaba, de vez en cuando volteaba para ver al tigre, quien aún la observaba. Había comenzado a sentirse extraña al alejarse, se sentía raro para Blake separarse así de Yang, era algo que muy en el fondo le preocupaba. Esa sensación de sentir que no podría estar sin alguien, le carcomía la cabeza, pero amaba mucho al fuerte tigre, nunca la dejaría por un pensamiento tan cobarde.

Pasado un rato de caminata, Blake logra dar con una manada de búfalos. No se veía algo muy fácil de cazar y nunca había realizado algo así sola, siempre era acompañada por un grupo de su antiguo pueblo. Recordó lo que su abuelo le había enseñado: debía esperar a que comieran bastante, para ralentizar su huida o si otro la atacaba al momento de salir a perseguir a alguno. Se quedó sentada en la maleza nevada intentando darle punta a un palo grueso que había logrado conseguir. Se colocó la mejor piedra que veía útil en el bolsillo y levantó el rostro para mirar a los animales. El tiempo pasaba, le preocupaba hacer esperar a Yang pero si no era paciente podía perder el alimento. Ubicó al búfalo más pequeño y continuó esperando.

Un trueno obligó a elevar la cabeza de la peli negro, la cual casi había entrado al mundo de los sueños esperando el momento justo y agradeció a Zeus por ese estruendo que abrió sus ojos. Se reincorporó y comenzó a caminar ágilmente por el suelo, la manada se había adelantado pero ella sabía a cuál debía cazar, esperó un rato hasta que el más pequeño se alejó de la mayoría para abalanzarse velozmente a su objetivo. Los búfalos comenzaron a dispersarse, luego a correr en grupo, lo que dificultó poder alcanzar de manera más sencilla al joven animal. Saltó sobre uno de los más grandes y luego sobre el pequeño, para clavar el palo cerca del cuello, pero sólo logró herirlo tras ser embestida por otro mayor. La peli negro se reincorporó tan rápido como pudo y se posicionó frente al que la había empujado con fuerza, este se encontraba protegiendo al más pequeño. Blake frunció el ceño y le arrojó el palo con fuerza, el cual chocó contra uno de los cuernos y cayó al suelo.

Blake: ¿Qué te crees? ¡Yo también tengo que cuidar a alguien! ¡No es mi culpa, ¿sabes?! -grita furiosa.

El búfalo tomó carrera para embestirla y la peli negro saltó hacia arriba, cayendo en la espalda del animal y tomando impulso con sus manos se tiró al más pequeño nuevamente, sacando la piedra con filo para golpearle el cuello. El golpe que había dañado gravemente su cuello, deja al búfalo dando unos cuantos pasos y cae al suelo. Blake da saltos hacia atrás al ver que el animal mayor la perseguía furioso, por lo que optó en quedarse sobre un árbol.

Blake: Avísame cuando te canses... -suspira e intenta acomodarse. Las manos le temblaban y dentro de ella había una horrible sensación de desagrado.

Ya había pasado más de media hora y el búfalo mayor seguía intentando levantar al más pequeño, que yacía muerto en el suelo. Los truenos trajeron consigo una llovizna que tapó todo el prado. La manada comenzó a movilizarse pero el que estaba con el más chico no mostraba interés de seguirlos, lo que llevó a la peli negro a bajar, aún estaba enfadada, le molestaba lo que veía.

-¡Vete de una maldita vez! -le grita.

El animal toma carreara para intentar embestirla pero Blake volvió a saltar a un costado para esquivarle, el búfalo continuó intentando alcanzarla pero la peli negro era más rápida.

-¿Por qué no te vas? -indaga observándolo- Sólo quiero... que te vayas...

Mientras esquivaba los ataques del búfalo, los ojos del fauno comenzaron a cristalizarse y llenarse de lágrimas. Cada salto que daba lo realizaba con menos ánimos y el gran búfalo ya no corría, sólo caminaba para intentar embestirla.

-¡Ya está muerto, ¿eres ciego o qué?! -grita furiosa. El animal toma carrera rápidamente tomándola desapercibida y la embiste con fuerza contra el árbol. La peli negro se queda mirándole y el rostro desafiante del búfalo mezclado con un reflejo de dolor la hizo agachar la cabeza y comenzar a sollozar. El animal se dio la vuelta y a paso lento empezó a caminar hacia la manada. Blake apoya la cabeza contra el árbol para dar unos cuantos gritos de desahogo.

No tardó en escuchar una voz familiar llena de preocupación. Yang se acercaba al lugar corriendo a toda velocidad, se arrodilló en el suelo y la tomó de los brazos para verificar si estaba bien.

Yang: Dios mío, Blake; ¿qué te ha ocurrido? -indaga impaciente al ver los golpes.

Blake: Sólo quería cuidarte... Sólo intentaba darte de comer -se lleva las manos al rostro- ¿Por qué nunca he podido quitarle la vida a algo sin sentirme así? -llora- No quería matarlo... Pero quería mostrarle a mi pueblo que no soy inútil Yang... No lo soy...

Yang la abraza con fuerza y acaricia su espalda.

Yang: No eres inútil, no digas eso... No necesitas sentirte orgullosa luego de quitarle la vida a algo. Si a tu pueblo no le gustaba como eras, problema de ellos -se aparta un poco para apoyar su frente en la de Blake- Yo adoro como eres, si esto te hace mal, buscaremos juntas otro método. Que esté débil no significa que debas cargar con todo... Hicimos una promesa, no debes olvidarla... -acaricia sus mejillas y limpia sus lágrimas- Por favor... no lleves el peso de ambas tú sola... Hablemos las cosas antes, ¿sí?

Blake asiente y apoya su cabeza en el pecho de la rubia. Al rato, se pusieron de pie para poder enterrar al pequeño búfalo. Ni siquiera Yang se veía despellejándolo. La peli negro continuó llorando, arrepentida de lo que había hecho. Su compañera intentaba convencerla de que todo lo que había hecho era por supervivencia, que sólo buscaba lo mejor para ambas, pero Blake sentía que sólo había intentado ser algo que nunca fue.

La lluvia las había empapado por completo, por suerte, Yang había encontrado una pequeña cueva cerca de una colina bastante grande. Las ramas, hojas y demás se hallaban ahí. Al entrar, la rubia se encargó de encender la fogata, se quitaron la ropa, dejando sólo la interior para acomodarse al lado del cálido fuego. Yang tapó al fauno con su abrigo, sabía lo empapadas que iban a regresar por lo que dejó ambos abrigos dentro del lugar.

Blake: Gracias...

Yang: ¿Sabes? Yo también fui entrenada para ser cazadora. Tu entiendes, para eso que te entrenan los padres así puedes traer raciones a la casa o sobrevivir en el exterior, pero tampoco me gustaba. Yo quería capturar bandidos y gente mala -sonríe, colocándose al lado de la peli negro.

Blake: Yo... también quería lo mismo -baja la mirada.

Yang: Desde pequeños nos entrenan para sobrevivir en el exterior y matar es lo más complicado. Yo lo he hecho, pero nunca me agradó, por eso lo dejé y por esa razón mi padre discutía mucho conmigo. Ruby era igual a mí así que mi padre se resignó y optó por entrenar solamente a los grupos que estaba organizando.

Blake: Yo también quería convertirme en una cazadora que se dedicara a capturar bandidos. Pero luego mi sueño se interpuso en eso y todo se volvió en contra mío. Creo que nunca logré fusionarlos bien.

Yang: ¿El querer tener una familia y ser una cazadora?

La peli negro asiente con poca gana.

Yang: Tal vez porque ansiabas más una que otra de esas dos opciones. Te convertiste en una buena cazadora, con buenas habilidades pero sólo para ser lo que querían de ti, cuando en el interior deseabas cumplir tu sueño.

Blake: ¿Crees que se pueda? -indaga sin mirarla.

Yang: Eres tú la que siempre me incita a luchar por lo que yo deseo, ahora yo voy a hacer lo mismo contigo -apoya su cabeza en la de Blake.

Blake: Tienes razón... Lucharé por ello. Gracias...

Yang: ¡Así se habla! -dice alegre dándole un pequeño empujón con su hombro.

Blake sonrió y se quedaron en silencio un rato, mirando la fogata.

Yang: Y... Por familia, ¿te refieres a que querrás hijos y eso? -pregunta algo nerviosa, pasando su dedo índice por la tierra.

Blake levanta un poco el rostro y se queda mirando a la rubia.

Yang: ¿Q-qué pasa?

Blake: ¿Y esa pregunta? -ríe un poco.

Yang: P-pues... sólo quiero saber -gira el rostro sonrojada.

Blake le sonríe y gira el rostro para mirar la fogata nuevamente.

Blake: Si... me gustaría tener muchos hijos.

Yang baja la mirada y da un pequeño suspiro. Traga algo de saliva acompañada de amargura, apoya su codo sobre la pierna para dejar reposar su mentón en la mano.

Blake: Yang... -le toma la mano al notar su angustia.

Yang: ¿Jhin no te dijo nada más cuando tuvo la oportunidad de hablar contigo? -pregunta seriamente. Había hecho un cambio bastante notorio y forzado de tema.

Blake: N-no... Sólo que me cortaría las orejas si no te cuidaba bien.

Yang: Ha... sí, claro. Ni él se cree esas cosas.

Otro silencio invadió la cueva durante un rato, hasta que Blake logra romperlo.

Blake: ¿Te ha molestado lo que dije? ¿Lo de tener hijos...?

Yang: No... no es eso. No te preocupes -intenta sonreír pero le sale algo forzado.

Blake vuelve a dirigir la mirada a la fogata y suspira angustiada.

Yang: Yo... no puedo darte eso -dice casi en voz baja.

Blake: ¿Eh? -gira el rostro al sentir que su compañera había hablado.

Yang: ¿Te sientes mejor?

Blake: Pues... Si. No estoy de maravilla, pero que estés conmigo me alivia mucho. Gracias por haber ido por mí.

Yang: Somos un equipo, ¿no? -le sonríe.

Blake: Si, lo somos... -intenta devolverle la sonrisa de la mejor manera.

Blake no entendía el por qué sentía esa angustia en su interior. Ella deseaba más que compañerismo con Yang, la necesitaba, la deseaba. No sólo era parte de su equipo, era la mujer que había comenzado a amar. La rubia, sabía todo lo que sentía por el fauno, quería decirle todo y hacerla suya, pero había temas que la alejaban un poco y a su vez, ella misma sabía que era imposible estar lejos de la peli negro, lo que despertó un fuerte impulso por querer demostrárselo.

Continuará. 

-El siguiente capítulo contiene escenas eróticas, la autora no se hace responsable de los menores que puedan leer la historia, gracias por su atención-

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La lluvia había empezado a caer fuerte. Blake estaba reposando su cabeza en el pecho de la rubia y esta, pasaba sus dedos detrás de las orejas de la peli negro -las de gato- masajeándolas.

Yang: ¿Estas ronroneando? -sonríe.

Blake sale de su trance relajante y se sonroja completamente.

Blake: ¿Q-qué? -se separa un poco.

Yang: Habías estado ronroneando -le sonríe con picardía.

Blake: No es... cierto -agacha la cabeza para esconder su rubor.

Yang lleva sus dedos nuevamente al mismo sitio y la peli negro no puede evitar volver a ronronear.

Blake: P-para... -pide sonrojada.

Yang: ¿Te molesta? -acerca sus labios al lugar donde masajeaba para morder una de ellas y lamerla. La peli negro responde con un gemido, llevándose las manos a la boca.

Blake: T-tonta... estás... haciéndome sentir rara otra vez...

Yang: ¿Rara? ¿Por qué? -susurra en su oreja, su mano izquierda estaba concentrada en masajear la zona auditiva donde el fauno reflejaba placer, moviendo los dedos con suavidad de arriba abajo y apretando la punta de esta, que tuviese pelo allí le parecía demasiado tentativo a Yang, hasta comenzaba a pensar que morder la oreja de un gato y que le ocasionase placer podía convertirse en lo más raro que su cuerpo ha experimentado. Su mano derecha había bajado hasta uno de sus pechos, al cual comenzó a masajear y apretar con sumo cuidado.

Blake: Y-yan... -sin poder terminar de pronunciar el nombre, comienza a dejar salir algunos gemidos cortos, que luego fueron interrumpidos por los besos llenos de pasión de la rubia.

Sus lenguas estaban entrelazadas nuevamente, a Yang le gustaba usar la punta de la suya y acariciar por encima la de su amante. Blake había comenzado a abrir sus piernas poco a poco, el placer estaba ocupando gran parte de su zona íntima, a lo que la rubia nota al ver que los fluidos desbordaban de la ropa interior de la peli negro, mojando la misma.

Yang: ¿Sientes incómodo aquí? -pregunta con la respiración acelerada por tanto besarla, mientras bajaba más su mano derecha para presionar un punto especial en la intimidad de Blake, que provocó un gemido más fuerte que los anteriores.

Blake: Ha... Yang... Nunca me he sentido así... estoy... algo asustada... -cierra las piernas tras haber sentido semejante placer, las mismas le temblaban y su respiración estaba tan acelerada como la del tigre.

Yang: No te asustes -la besa con suavidad, acariciando las piernas del fauno y recostándola sobre los abrigos lentamente- Yo te cuidaré, no haré nada que no te guste, lo prometo. Si algo va mal, sólo debes empujarme -le brinda una sonrisa cálida y acaricia su mejilla.

Blake: ¿Ya... lo has hecho antes? -se lleva una mano al rostro para tapar su sonrojo.

Yang: No... Sólo me he tocado sola -se acomoda a su lado sin dejar de acariciar su mejilla y deja un beso en la misma.

Blake: Rayos... me siento tonta -aprieta la mandíbula- Yo ni siquiera he experimentado eso sola... A pesar de haber leído tantas novelas románticas... yo...

Yang: No te sientas así... A veces es mejor no conocer eso, si bien uno lo realiza por curiosidad, luego termina convirtiéndose en algo solitario... -pasa la yema de sus dedos por las piernas de la peli negro con dulzura.

Blake: Sigue siendo un poco raro... sólo admítelo...

Yang: Tal vez... sólo un poco. Pero el que sea así no te hace menos hermosa y especial para mí -besa su cuello, lo que provoca unos escalofríos en la espalda de la peli negro, aflojando sus piernas- ¿Me dejarás amarte?

Blake: N-no es que no quiera... Sólo... me sentí rara... perdona Yang... -dice aún sonrojada, sus orejas apuntaban hacia atrás, casi pegadas a la cabeza, se estaba mostrando bastante sumisa, lo que provocaba en el tigre un deseo muy grande por darle todo de ella.

Yang: Blake... te ves hermosa en este momento... más de lo que ya eres... -acerca su nariz a la del fauno para frotar ambas con ternura.

Blake: T-tonta... -responde sonrojada, para luego rodear el cuello de la rubia con su brazo y pasar sus dedos por la zona, acariciándolo suavemente.

Yang fue colocando pequeños besos en el cuello de la peli negro, bajando hasta su pecho, le dio una pequeña lamida y acto seguido, subió su mano para quitar lentamente el brasier, Blake tendía a esconder el rostro en el hombro de la rubia por la vergüenza.

Yang: ¿Puedo? -pregunta antes de quitarlo por completo.

Blake asiente sin quitar el rostro de donde lo tenía. Yang prosiguió en quitar el brasier blanco, llevando su mano hacia atrás para quitar el broche. Cuando pudo sacarlo, se quedó observando el pecho de la peli negro durante unos segundos, pasando sus dedos por cada uno, lentamente.

Blake: Qué vergüenza... -dice oculta, roja hasta los lóbulos de las orejas.

Yang sonríe ante la ternura de la hermosa chica a la que observaban sus ojos, para luego pasar la punta de su lengua por uno de los pezones, uno que estaba levantado y rebozando de un rosado suave. Blake reaccionó con un pequeño apretón en el hombro por el que había estado pasando su mano antes. Mientras la rubia pasaba su lengua por ese, con su otra mano presionaba y apretaba el otro, intentando ser lo más gentil posible. Los gemidos de la peli negro habían comenzado a aumentar y pasaba su pequeña lengua por el hombro de Yang de vez en cuando al sentir placer.

Yang: Eres realmente una linda gatita... -sonríe, sin dejar de lamer la zona que parecía gustarle a su pequeña fauno.

Blake: C-calla... Es... involuntario... -gime.

Yang: Que linda... -vuelve a sonreír, bajando su mano nuevamente al notar que Blake había abierto un poco sus piernas, estaba más mojada que antes. Cuando la rubia presionó la zona, la peli negro dio otro gemido bastante fuerte, su respiración se detenía por unos segundos al sentir el placer y luego respiraba de manera acelerada. Esta vez, el tigre no se detuvo, continuó frotando la intimidad del fauno a una velocidad aceptable, ni muy rápida ni muy lenta. Las piernas de Blake se abrían solas al sentir el placer proveniente de abajo, que la estaba enloqueciendo. Pasaba de lamer el hombro de Yang por el placer, a morderlo.

Cuando la rubia metió su mano debajo de la ropa interior de Blake para frotarla directamente, los gemidos de la peli negro se volvieron continuos y fuertes, llenos de deseo y satisfacción, sus caderas se movían rápido y sus brazos envolvían el cuello de la rubia, abrazándola con fuerza. Entre gemidos, Blake comenzó a atraer a Yang con el mismo brazo para acercar su rostro y besarla, su lengua dibujaba círculos y a veces se quedaba sólo dentro de la boca de la rubia cuando se quedaba sin fuerzas al necesitar gemir y tomar aire. Aunque a veces acercaban sólo el rostro para quedar juntas, Blake tendía a lamer los labios de Yang, como si la besara de esa manera con ternura. Aunque ella le había dicho que era involuntario, en el fondo, la rubia sabía que el fauno lo hacía porque se sentía bien y eso le parecía dulce.

Yang: Te amo... Te amo tanto... -repite con dulzura, acercando más su cuerpo al de Blake, quien ya tenía la mente en blanco. Intentó devolver las palabras que le habían dicho pero no podía dejar de gemir, hasta que pudo decirlo entre ellos. Sus "Te amo" mezclados con gemidos estaban mojando de más a Yang, quien sintió el enorme impulso de hacer completamente suya al fauno metiendo uno de sus dedos en el interior de la misma.

Blake: ¡Ah...! -da un gemido cargado con algo de dolor, cerrando un poco las piernas.

Yang: Lo siento... -se disculpa agitada- ¿Te duele mucho? -comienza a quitarlo.

Blake: Algo... Pero... no lo quites -pide avergonzada, el dolor lo sentía pero el placer era mucho más fuerte e intenso, sus caderas aún se movían por ello.

Yang: Está bien... -la mano le temblaba un poco al saber que podía estarle ocasionando mucho dolor, pero vuelve a introducirlo para moverlo lentamente dentro. Cuando los gemidos de Blake vuelven a aumentar, la rubia se relaja y lo mete más profundo, haciendo presión en el interior y moviéndolo dentro.

Blake: ¡Yang! ¡Voy a enloquecer...! ¡Aah! ¡Sienta... muy bien! -grita entre gemidos, presionando su intimidad hacia abajo al sentir el rozar del dedo de Yang en su punto G.

La rubia aumentó la velocidad aprovechando el placer que había ocasionado en la peli negro, la cual se curvó hacia delante, abrazándola con fuerza y pasando las uñas por la espalda de la rubia y el cabello. Yang no quitó su dedo hasta que Blake dejó de presionarla con su interior.

Yang: ¿Estás bien? -indaga sosteniéndola con su brazo al ver que la peli negro cae rendida sobre los abrigos y súper agitada.

Blake sólo alcanza a asentir levemente, cuando recupera un poco el aliento, nota que su pierna derecha estaba húmeda y que la intimidad de Yang estaba bastante cerca.

Yang: L-lo siento... -dice avergonzada al ver que Blake estaba notando que ella también se había corrido.

Blake: Ni siquiera lo noté... yo debería disculparme. Estaba extasiada... -su respiración era algo acelerada aun y le costaba llevar una conversación larga.

Yang: Tranquila, lo disfrutamos ambas y fue hermoso... ¿Fue así para ti? -apoya su frente en el hombro del fauno.

Blake: Claro que si... Más que hermoso -sonríe.

Los ojos de la peli negro comienzan a humedecerse por la emoción y lleva su brazo al cuello de Yang, para acariciarlo.

Blake: Soy feliz de que seas mi primera vez...

Yang: Y lucharé por ser la última... ¿está bien si hago eso?

Blake: ¿Eh? C-claro... ¿Por qué no?

Yang: Yo... no puedo darte hijos...

Blake: Hey... ¿Eso es lo que te tiene mal? -pregunta girando el rostro para ver al tigre angustiado.

Yang asiente, también algo agitada, su cuerpo le había comenzado a doler un poco. Pero estar en el regazo de Blake la relajaba mucho.

Blake: Nunca dije que quería un esposo obligatoriamente. Además, podemos adoptar -continúa acariciando su cabello con una sonrisa.

Yang: ¿Si...?

Blake: Claro que si... Te amo a ti. No por quedar embarazada seré feliz. Tú me haces feliz -remarca, apoyando la cabeza en la del tigre.

Yang rodea la cintura de su preciada Blake y se aferra a ella con fuerza, besando su cuello con ternura.

Yang: Gracias Blaky... Tú también me haces feliz, mucho -dice alegre, abrazándola.

Blake: ¿Blaky? -sonríe.

Yang: Es eso o "lamidita de gatito".

Blake: ¡Hey! -la empuja despacio y se sonroja.

Yang ríe entre dientes para luego disculparse. Se quedaron charlando sólo unos minutos hasta que el sonido de la lluvia y el calor mutuo las dejara dormidas.

Continuará.


Blake no supo qué la despertó primero: si el gran trueno que resonó cerca o los gritos de Yang. La peli negro intentó espabilarse lo más rápido posible al ver que su compañera se sujetaba la cabeza pidiendo que el sonido se detuviese, el trueno la había dejado algo sorda y le costaba entender lo que el tigre decía.

Blake: Yang, tranquila cielo, estoy aquí -avisa preocupada colocándole sus manos en los hombros.

Yang: ¡El sonido! -grita aterrada apretando aún más su cabeza.

Un sonido metálico recorría los oídos de la rubia, uno que sólo ella podía escuchar y la torturaba cada segundo que permanecía en ella. Blake comenzó a ponerse algo de ropa para poder atenderla correctamente, la temperatura de Yang había aumentado bastante y unas extrañas líneas negras recorrían casi trasparentes por su columna vertebral.

Yang: Debes atarme... Blake... -pide entre dientes apretando la mandíbula.

Blake: No... no digas eso, no ocurrirá nada -intenta calmarla colocándose frente a ella para colocarle algo de abrigo.

Yang: ¡Por favor! Blake, mi mente se está oscureciendo, siento que no puedo pensar con claridad... por favor... -insiste casi sollozando desesperada.

Blake no podía comprender cómo la persona con la que había compartido un momento bello hace un rato estaba pasando por algo así.

Yang: ¡Blake! -grita llevando sus manos a la cabeza, colocándose en posición fetal y retorciéndose de alguna especie de dolor mezclado con ira.

Cuando Yang agacha la cabeza, Blake siente unos pasos dentro de la cueva, como si alguien hubiese pasado corriendo detrás de ella, al girarse para verificar y ver nada vuelve la vista al tigre para encontrarse detrás de esta a Menma, quién la miraba con un rostro preocupado, sus ojos parecían penetrar los suyos mientras más la miraba, la niña cambia la mirada hacia las cuerdas y la peli negro hace lo mismo, pero esos segundos que le llevó verificar qué era lo que observaba Menma, la figura había desaparecido. Blake no pudo reaccionar ante el ataque de Yang por lo que había visto. La rubia se tiró sobre ella con aquellos ojos rojos brillantes, llevando sus manos directamente al cuello del fauno para apretarlo con fuerza.

Blake: Yang... qué... -titubea tomándola de los brazos para presionarlos. La rubia tenía una fuerza impresionante y la peli negro aún no podía entender qué estaba sucediendo. O no quería aceptar el hecho de que la persona que amaba estuviese ahorcándola con todas su fuerzas.

Yang parecía encarnizada con el cuello de su víctima, Blake sentía que estaba quedándose sin aire, las lágrimas de sus ojos marcaban el dolor y que comenzaba a asfixiarse.

"¿Por qué?" Fue lo único que pasó por su cabeza, luego empezó a darle fuertes patadas en el estómago a la rubia, que provocó, por suerte, que aflojara poco a poco las manos, hasta que el fauno salió habilidosamente entre saltos algo torpes, aún mareada, acariciando la zona que había quedado bastante sensible. Yang se levantó en el aire y volvió a abalanzarse enfurecida sobre la peli negro, quien pudo esquivar el golpe fallido sobre la pared del ser con ojos aterradores.

Blake: Yang... basta... -pide tristemente. Un dolor pasa como agujas en punta por su garganta al hablar.

El tigre estaba empecinado en querer golpearla, sus ojos mostraban un enojo y odio escalofriante que obligaban a Blake a escapar de ella continuamente. Tuvo que salir de la cueva y aun así, Yang rugía por intentar alcanzarla y acabar con ella. El fauno logró esquivar otro golpe, saltando detrás de la rubia para empujarla con fuerza contra un árbol, lo que le dio tiempo para volver a la cueva y tomar la soga, las manos le temblaban. Al girar el rostro se encontró con los ojos de quien buscaba exterminarla, lanzando un fuerte puño hacia su cara, Blake pudo detenerlo con su mano, la cual le quedó ardiendo por el impacto. Yang tenía una fuerza impresionante, la peli negro sólo le restaba esquivar los golpes e irla debilitando lentamente. Una vez fuera de la cueva, tomó un palo y al lograr esquivar uno de los golpes dio un giro de ciento ochenta grados para tomar impulso y golpear con fuerzas las piernas de la rubia, quien dio un gemido de dolor y cayó al suelo al instante, era la única zona que aún tenía debilitada por Jhin. Blake soltó el palo y se tiró en su espalda, tomando sus muñecas para atarlas. Le costó muchísimo, las manos aún le temblaban mucho y Yang se movía desesperada intentando levantarse, rugiendo y gritando algo que se clavaba en la peli negro como si le quemaran los oídos: "Te voy a matar".

Se mantuvo sobre ella durante unos cuantos minutos, hasta que Yang dejó de aplicar fuerza. La lluvia se había detenido pero el cielo se mostraba oscuro. Blake no podía dejar de llorar ni temblar. La garganta aun le dolía y la mano con la que había detenido el puño de la rubia le ardía.

Pasado una hora y más, los ojos de Yang habían comenzado a derramar lágrimas. Ya no se movía de manera violenta ni forzaba las manos para escapar. Blake, un poco más tranquila, comenzó a acariciar la cabeza del tigre con suavidad.

Yang: Debiste dejarme atada cuando te lo pedí antes... -dice triste.

Blake no respondió nada, sólo se limitó a continuar acariciándola. Luego se quitó de encima para colocarse frente a ella y acomodar la cabeza de Yang sobre sus rodillas.

Yang: ¿Qué pasa conmigo...? -indaga en voz baja. La idea de no poder manejar su cuerpo la estaba matando por dentro.

Blake: Ya lo averiguaremos... -responde, tragando algo de saliva al sentir la punzada de dolor por hablar. Su voz salía débil de su boca.

Yang: No Blake... Lo averiguaré sola... -comienza a arrodillarse con algo de dificultad por el dolor de las piernas y las manos atadas- Después de esto, no quiero que me sigas...

Blake se tira sobre el pecho de la rubia y aprieta sus hombros con los dedos.

Blake: No, no Yang... -pide casi sollozando, el cuello le dolía demasiado.

El tigre sentía que todo su mundo se venía abajo por pedir que la peli negro se alejara de ella, pero no iba a poder vivir con el recuerdo de haberla matado.

Yang: Quiero que te vayas a algunas ciudad, luego te buscaré... -comienza a ponerse de pie. Su alma se estaba haciendo trizas.

Blake: ¡No Yang! -la empuja hacia abajo- ¡No me alejes de ti, por favor! ¡No soltaré tus muñecas, te encerraré en algún lugar hasta que vuelvas a hacer tu misma, pero no me pidas que te deje! -suplica. Sus manos habían comenzado a temblar nuevamente. Su garganta casi se prende fuego por gritar de esa manera.

Yang: ¡¡Blake casi te mato!! -grita enojada, su voz de decepción resonó en Blake, haciéndola llorar.

Blake: No eras tú... -la abraza con fuerza entre sollozos- No podré estar esperando como una idiota sabiendo que podría hacer más por la persona que amo... Por favor Yang, prometo que tendré cuidado... No me alejes de ti... Quiero ayudarte... No me aterra morir, me aterra perderte y no haber podido hacer nada por ti... -vuelve a suplicar temblando.

Yang comienza a derramar lágrimas y pasa sus brazos sobre la cabeza de la peli negro para poder abrazarla con fuerza.

Yang: Tonta... El que hagas que te ame así... me dificulta alejarte de mí... -apoya su mejilla en el costado del rostro de Blake, acariciándolo. Las malas sensaciones estaban desapareciendo del alma de la rubia. El abrigo de las palabras con amor por parte de la peli negro, llenaron de calidez su asustado corazón.

Habiendo quedado de acuerdo, volvieron a la cueva para tomar los abrigos y continuaron su camino hacia Ital.

Continuará.

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