La Plaga 2 parte final (Fanfic yuri RWBY) Parte 11

Yang ingresó a la habitación y se dispuso a sacarle todo el "cablerío" que llevaba encima; Blake se veía tan agotada que ni se enteró de ello. Al finalizar, el tigre tomó asiento, esperando la señal de Sun, los segundos se volvían minutos y los minutos, horas; sintió nuevamente ese nudo en el estómago, los nervios de una adrenalina que ya no quería, siempre amó correr, pero ahora le estaba tomando mal sabor.

Cuando el fauno ingresó de golpe, a Yang se le fue el aire por unos segundos.

Yang: Rayos... Idiota, casi me matas del susto -se lleva la mano al pecho.

Sun: Jaja Que tigre más malo -se bufa.

Yang: Voy a estrangularte si logramos salir de aquí...

Sun: Será un honor mi lady, pero primero, hay que salir -le guiña un ojo.

Yang suspira y alza a Blake con cuidado.

Sun: Ozpin nos espera del otro lado, debemos apresurarnos -abre la ventana.

Yang: No sabía que íbamos a ir con un sabio.

Sun: Ha... Mejor que estar solos -cruza y estira los brazos para ayudarle.

El tigre le pasa cuidadosamente a Blake y luego se coloca el bolso donde dormía el pequeño panda en la espalda. Otro lo llevaba Sun.

Sun: Ah... No me mires así, fue idea de tu novia.

Cuando Yang se gira ve a Blake fregándose los ojos, intentando entender qué ocurría.

Yang: Oye... -frunce el ceño.

Sun sólo le hace una sonrisa maliciosa y burlona.

Blake: ¿Qué sucede?

Yang: Ah... Larga historia.

Blake: Soy una gata embarazada, créeme... Tengo muy poca paciencia ahora.

Yang: Ok, ok. No estamos seguros aquí, están experimentando contigo...

Blake: ¿No estás inventando todo esto por el riesgo de mi embarazo no? -indaga un tanto molesta.

Yang: ¿Crees que inventaría algo así sólo por eso? -pregunta angustiada, aunque llevaba el ceño fruncido.

Sun: Am... Oigan, entiendo que necesiten discutir de vez en cuando, pero debemos irnos.

La pelinegro ahora cambia la mirada hacia Sun.

Sun: Si, lo que dice el tigre loco es verdad. Si no quieres convertirte en ratón de laboratorio, tenemos que salir.

Blake: Está bien... -baja la mirada.

Yang se acerca al mono y este suspira.

Sun:Si, sí. Ya sé. Ten... -le devuelve a Blake y voltea para comenzar a caminar.

Comenzaron a escabullirse, pero los tres, con un instinto más avanzado, en especial Blake, sentían que algo no iba bien.

Sun: El silencio es bueno, pero este no.

Yang: No creo que se deba a que todos están dormidos.

Un disparo rozó uno de los árboles cercanos a la zona por la que iban, poniéndolos alerta.

Sun: ¡Corran, Yulian ya sabe lo que haremos! -avisa y sube a uno de los árboles para escapar.

Yang comenzó a correr en la misma dirección pero por alguna extraña razón, sentía un cambio en el ritmo que llevaba al avanzar. Blake lo notó al verla agitada tan rápido. Los disparos aumentaron en cantidad y algo gigante apareció repentinamente, provocando que el tigre se detuviese de golpe.

Thok: Será mejor que regresen -frunce el ceño y saca un hacha gigante que guardaba en la funda de su espalda.

Yang: Ni lo pienses... Sé lo que harán con Blake.

Thok: Velo de esta manera, todos deben sacrificar algo por el bien de la comunidad que quiere vivir, así los lleve a morir.

Yang: Estás loco... Hacer eso no los hace igual de ignorantes que los humanos.

Thok: Calla hormiga, tú no tienes idea lo que es luchar por toda una raza -dice furioso, dando una fuerte pisada sobre el suelo.

Yang: Querrás decir: Luchar de la manera que se les antoja, sacrificando especies -contesta con el mismo tono.

El toro se puso muy cerca de ellas y acercó su rostro, mostrando los dientes.

Thok: Si no devuelves al fauno a la camilla, vas a ser parte de mi cena...

El tigre dio unos pocos pasos hacia atrás, no iba a darle a Blake, nunca. Caminó lentamente hasta poder dejar el bolso junto con Blake al lado de un árbol.

Yang: No se muevan de aquí.

Blake: Yang... No puedes ganarle -la toma del brazo.

Yang: No, pero si darles tiempo -se acerca al rostro del fauno- El mono está en el siguiente árbol, cuando de la señal, bajará por ti.

Blake: No... Eso no es un plan, es un homicidio -dice molesta, pero llevaba una carga de dolor en las palabras.

Yang: Blake... No hay otra salida -se acerca para besarla con delicadeza y se pone de pie ´rápidamente, para dirigirse al toro.

Blake: ¡No, Yang, puedo volver al laboratorio, tal vez haya una solución! -estira su brazo, intenta ponerse de pie pero su cuerpo no le respondía.

Thok: ¿Es enserio? ¿Eres idiota? Te descuartizaré de un solo golpe -sonríe, bufándose.

Yang: ¿Tienes miedo? -mueve un poco los brazos para agilizarlos y prepararse.

Thok: Jaja ¿Crees que perderé con una gata?

Yang se adelanta y el toro reacciona rápidamente, esquivando el primer golpe de la rubia: una patada que rozó el hombro de la bestia, dejándole una herida.

Yang: Soy un tigre, torito.

Thok: Es lo mismo... -ruge.

El toro corre hasta ella para darle con su hacha, pero Yang era más ágil, por lo cual podía dejar pequeñas heridas y escapar. Pero su cuerpo no reaccionó bien en uno de esos escapes y Thok la tomó del brazo, lanzándola al aire con poca fuerza para luego darle un golpe tan fuerte que el choque dado contra el árbol la dejó sin aire y con un brazo torcido, no podía ponerse de pie.

Thok: ¿Qué pasó gatita? ¿No pudiste caer en cuatro patas? -se acerca lentamente con una sonrisa maliciosa en el rostro.

Yang: No tienes... idea... acerca de los tipos de felinos... ¿verdad idiota? -escupe sangre.

Thok: Para mí todos los que miden menos de dos metros son gatos. Aunque podrías ser una hormiga en este momento -levanta un pie y lo coloca sobre la cabeza de Yang.

Blake: ¡No lo hagas, por favor Thok! ¡Volveré a la habitación, no le hagas esto! -grita un tanto desesperada, podía sentir el dolor punzante en su abdomen.

Thok: Así me gusta, las gatitas bien obedientes -quita el pie y comienza a acercarse a Blake.

Yang: ¡No! -grita, pero al hacerlo siente un dolor muy fuerte en su cabeza.

Sun: Si que son románticas, románticas y dramáticas -dice sonriente desde arriba.

El toro levanta la cabeza al sentir la voz pero no podía verlo.

Sun: ¿Si traigo una capa roja y la zarandeo vienes hacia ella? -dice colgando de una rama, sosteniéndose con su cola.

Thok gira rápidamente y frunce el ceño.

Thok: Eres un maldito traidor, ¿cómo puedes dar la cara? -lo señala con su hacha.

Sun: Mmm... Bueno, digamos que no me llevo muy con el tema de exterminar especies para sacar pociones mágicas.

Thok: Mono estúpido. Yulian te dio un hogar y acogió a tu familia cuando más lo necesitabas, ¿cómo puedes traicionarlo asi?

Sun: A-a-a -corrige con su dedo índice- Quien me acogió fue Ozpin, no te equivoques así de sabios, toro cornudo.

Thok ruge y vuelve a girarse, para ir tras Blake, pero en esos pocos segundos sintió un fuerte golpe en la nuca, proveniente de una piedra arrojada por el mono.

El toro se gira enfadado y corre hasta el árbol en el que se encontraba Sun, golpeándolo con sus cuernos. El primer golpe fue tan fuerte que lo sacó de raíz, inclinándolo.

Sun: Oye, tranquilo viejo -ríe un poco y pasa al otro árbol.

Thok: ¡¡Baja de ahí y pelea como se debe, mono cobarde!!

Sun: ¿Por qué no subes tú? ¿Le tienes miedo a las alturas? ¿O es que te pesan los cuernos?

Thok, furioso, corre al otro árbol y realiza el mismo golpe. El mono vuelve a reír y baja a una velocidad impresionante, dándole un fuerte golpe en la espalda al toro, que lo hizo dar un paso hacia delante. Pero para cuando la bestia se giró, su rival ya no estaba.

Thok: Maldito mono -ruge, adentrándose al bosque para buscarlo, sin alejarse mucho de la zona de batalla- ¡¿Dónde estás?!

Sun se acerca sigilosamente a Yang.

Sun: Coloqué un tubo de ensayo en uno de los bolsillos del bolso donde está tu hijo peludo -le susurra- Yo voy a distraerlo, no es la gran cosa -la ayuda a levantarse.

Yang: Creo que... debí hacerte caso con el tema de ingerir sólidos... -dice un tanto mareada.

Sun: Llévate a Blake lejos de aquí, si algo se sale de control vendrán más.

Cuando Thok los visualiza ruge y corre hasta ellos, pero Sun va en la misma dirección y da un salto, espolvoreándole un polvo extraño en la cara y haciendo que de testarazos por todos lados.

Sun: Es probable que tus ojos se irriten un poco -avisa, luego saca un bastón de su espalda y lo alarga, golpeando las patas de la bestia.

Thok: ¡¡Maldito cobarde, voy a destrozarte!! -dice furioso, intentando no perder el equilibrio.

Yang se acercó hasta Blake y la tomó en brazos, la pelinegro sujetó el bolso para llevarlo sobre ella.

La rubia mira en direeción al mono mientras se alejaba lentamente.

Sun: ¡Más rápido tigre gruñón, será mejor que aproveches estos minutos sin mí, luego iré a burlarme de cómo perdiste contra una vaca! -alza la voz y sonríe.

Yang: Es un... -suspira y se gira para seguir su camino, no podía evitar el girar el rostro de vez en cuando, no quería dejarlo solo, pero ella iba a ser un estorbo en estos momentos.

Thok: Vas a arrepentirte de esto... mono...

Sun: ¿Crees que está bien? Toda esta mierda organizada, ¿enserio crees que está bien? Pensé que eras un guerrero con honor -dice seriamente.

Thok: ¿Crees que tengo elección, mono estúpido? -se frota los ojos.

Sun: Todos podemos elegir qué camino tomar.

Thok: No... Estás muy equivocado.

Una cuerda fina y plateada amarró del cuello a Sun, fue tan rápido que no pudo esquivarlo.

Yulian: ¿Por qué será que todos mis guerreros son inútiles? -baja su mano un poco hacia abajo, de su muñeca salía el extraño y filoso hilo que tiró al suelo a Sun.

Thok no podía ver muy bien aún, pero sólo se inclinó.

Yulian sopló de lejos a la cara del toro y una brisa limpió su rostro. Valvet estaba al lado del sabio y detrás de ella, más faunos con armadura.

Yulian: Tráiganme a ese fauno... -ordena seriamente, se veía enojado.

Valvet: Por favor sabio... Perdónele la vida...

Yulian: ¿No he sido claro? -se gira y observa con malicia a la doctora, quien asiente y se encamina junto con los soldados y el toro por el camino que habían tomado Yang y Blake.

Pero un bastón fue arrojado a uno de los árboles con fuerza, clavándolo en el tronco e interrumpiendo de golpe el camino de ellos, se pararon en seco, podría haber matado a alguien.

Sun: No creas... que te lo haré así de fácil... -se pone de pie.

Yulian lo mira seriamente y jala el hilo, tirando del fauno para traerlo cerca.

Yulian: Inclínate ante la persona que te ha dado todo lo que sabes -ordena.

Sun: No veo a Ozpin por aquí -intenta bufarse con una sonrisa, pero el hilo estaba empezando a apretar fuerte y luego de esas palabras, más aún.

Valvet: ¡No, se lo ruego sabio Yulian! -corre hasta él. Pero otro hilo pasa por al lado de su cuello, dejándole una herida y provocando que caiga al suelo, llevando una de sus manos para sujetarse.

Yulian: Odio la traición y los débiles que no siguen mis órdenes, son unos malagradecidos.

Sun estaba siendo ahorcado lentamente, pero no pudo evitar reaccionar ante lo que Valvet había hecho, eran amigos desde muy jóvenes.

Sun: Has... lo que dice -le pide con esfuerzo.

Valvet lo observa con angustia y se pone de pie, mirando a Yulian con enojo.

Valvet: Puedes habernos dado un hogar... Pero nunca dejarás de ser escoria...

Yulian sonríe ante esas palabras, frunciendo el ceño. Thok no se esperaba esas palabras de su compañera y mucho menos que se abalanzara contra el sabio, sacando su lanza.

Thok: ¡Idiota, ¿qué haces?!

Sun quedó en shock al ver cómo varios hilos atravesaban a su amiga, cubriendo los árboles y el suelo de sangre. Para él, todo este momento era una tortura... no imaginó que iba a morir viendo la muerte de alguien que apreciaba tanto, sus mejillas se llenaron de lágrimas y sus ojos fueron perdiendo brillo lentamente, hasta perder los latidos de su corazón.

Yulian: ¿Alguien más quiere formar parte del funeral? -indaga seriamente, regresando sus hilos hasta sus muñecas.

Los soldados giraron el rostro, podía verse la angustia en sus miradas, luego continuaron su camino, Thok fue el último en seguirlos.

El cielo se llenó de nubes oscuras, fuertes truenos y relámpagos. El sabio sonrió con perversidad mientras miraba el panorama.

Yulian: Estaré esperándote, Ozpin.

Yang corría tan rápido como podía, el cuerpo le dolía mucho y su brazo estaba a punto de adormecerse.

Blake: Yang... Debería intentar caminar...

Yang: No, no puedes hacer ese tipo de esfuerzos ahora -gira un poco el rostro, tenía la esperanza de que el mono las estuviese siguiendo. Ya había pasado tiempo.

Blake bajó la mirada, estaba preocupándole mucho el estado de su pareja, pero algo la alertó más. Detrás de ellas venía el toro, bastante rápido y levantando polvo, junto con unos cuantos faunos. Yang no podía correr más rápido de lo que ya lo hacía, muchas cosas pasaron en ese momento por su cabeza, pero lo que más aparecía en sus pensamientos; es que tal vez estaba destinada a morir, y que eso estaba alterando la vida de Blake.

Un rugido invadió la zona, los soldados se quedaron inmóviles al ver la figura de un dragón pasando por encima de los árboles. El toro rugió al saber de quién se trataba y se abalanzó sobre sus objetivos, pero una brisa helada cayó sobre él como una ola gigante, dejándolo sin poder moverse. El dragón descendió con fuerza en el suelo, levantando polvo y dando un rugido atemorizante hacia los soldados, quienes comenzaron a apuntarle al ver que parecía estar defendiendo a quienes debían capturar. La criatura voló a pocos centímetros del suelo a una velocidad impresionante, esquivando las balas y tirándose sobre todos, como si fuesen bolos. Tomó vuelo y desde lo alto expulsó su helada brisa, haciéndolos retroceder y salir corriendo.

Yang colocó a Blake y el panda detrás de ella, sólo se quedó de pie, sujetándose con fuerza el brazo que parecía tener muy dañado, mirando al dragón. Era el mismo que la había ayudado esa vez en el monte. La criatura comenzó a desprender del cuerpo un poco de humo helado, mientras su cuerpo iba tomando forma humana, el tigre no sabía cómo reaccionar al ver de quien se trataba.

Yang: ¿W-Weiss?

Blake se llevó una mano a la cintura, le dolía mucho el abdomen.

Weiss: Podemos presentarnos después, Blake está sangrando -dice seriamente.

Yang se voltea para dirigirse hasta el fauno, se veía pálida. Y su estado no era bueno, la pelinegro podía sentir cómo ese dolor espantoso la torturaba de nuevo. Agitándola y haciéndola gemir de dolor.

Weiss: Súbete sobre mí -vuelve a transformarse y agacha su largo cuello.

Yang confiaba mucho en Weiss, por lo que no lo pensó dos veces, hizo caso omiso al terrible dolor que traía en su brazo y levantó a su amante, para colocarle sobre el dragón, el bolso con el panda lo llevaba en medio de ambas, el pequeño dejó asomar su cabeza al sentir que la criatura tomaba vuelo. El tigre le acarició la cabeza para relajarlo, sujetando con fuerza a Blake de los hombros.

Descendieron en lo alto de una montaña muy fría, el dragón ingresó a una cueva y Yang le colocó su abrigo a Blake. Cuando bajaron del lomo de la criatura, Weiss volvió a su forma humana.

Weiss: Lamento el frío...

Yang: No hay problema... Gracias por ayudarnos.

El panda quiso salir del bolso, pero al sentir el frío, volvió dentro.

Weiss: Hay una fogata al final de la cueva, ven.

Yang siguió a su amiga, sentía que el brazo ya no le respondía, pero intentó distraerse para no pensar en ello. La cueva estaba iluminada por cristales azules muy bonitos, habían lagunas heladas en algunas partes y al final pudo ver la luz del fuego. A medida que se acercaba, notó que en medio de la fogata, había una especie de nido muy bien hecho. Blake estaba muy adolorida, pero no pudo evitar ver lo que había dentro.

Yang: ¿Estás cuidando huevos? -arquea una ceja. Tenían el tamaño de los huevos de una avestruz.

El tigre fue acomodando al fauno cerca del fuego, apoyándole en una piedra. Weiss no respondió nada, sólo se acercó al nido para tocar ambos huevos con su mano, Yang se asustó al ver cómo el fuego rodeaba los brazos de esta.

Weiss: No pongas esa cara... Es fuego de dragón, no va dañarme -al sentir que la temperatura había bajado un poco, volvió a ponerse de pie y de sus manos expulsó más del mismo fuego, rodeando el nido; de vez en cuando cortaba y volvía a expulsarlo, como si buscara perfección en lo que hacía.

Blake: Weiss... ¿Son tuyos?

Yang: ¿E-eh?

Weiss: Si...

Yang: ¿¡Eeh!?

Blake: Calla -la empuja un poco.

Yang: L-lo siento... es que, no caigo muy bien aún dentro del tema.

Weiss: Serás tía, felicidades -dice con algo de sarcasmo y se acerca a ella.

Yang la mira asombrada y luego le da un vistazo rápido a los huevos, para luego regresar la mirada a la princesa de hielo.

Yang: Entre mi agudo dolor de brazo y esto, creo que me desmayaré.

Weiss: Yang, quedé embarazada, ¿qué es lo que no entiendes?

Yang: Q-que sean huevos -dice al azar.

Weiss: ¿Es enserio?

Blake: Es un dragón, Yang.

Yang: L-lo siento, no pretendo insultarte. Sólo me asombré.

Weiss: No importa... No les habíamos dicho nada, es normal que pase eso -se gira un tanto triste y se acerca a Blake- ¿Te duele mucho?

Blake asiente.

Yang: Tenemos... serios problemas con el embarazo...

Weiss: Si... Puedo darme una idea, si la querían era porque la llevaron a algún laboratorio de Atlas. Ahí embarazan a los faunos y de acuerdo al resultado sacan sus conclusiones. Pero la tierra de faunos es... No imaginé que sería como comencé a verla desde que vivo aquí.

Yang: ¿Similar a Atlas?

Weiss: A todo... Ya no hay Atlas, ni Vacuo, ni Mistral y mucho menos Vale. Los tres reinos humanos se unieron para formar un solo imperio ubicado en Mistral, donde son dirigidos por un solo gobierno. Buscan la cura que invade Remmant. Los faunos y criaturas míticas se han vuelto enemigas de todo aquel que vaya contra los sabios, los Grimm ahora son lo menos peligroso con lo que te puedes topar en este momento...

Yang: En resumen, hay una división asquerosa... -gira el rostro en dirección a la salida- Sun... Ya debería estar aquí...

Weiss: ¿Quién es?

Yang: Alguien que nos ayudó a salir... Nos salvó la vida.

Weiss: Puedo dar un vuelo rápido para ver si logro dar con él, ¿cómo es?

Yang: Es un fauno mitad mono.

Weiss: Volveré rápido, aquí estarán a salvo -se acerca a Blake- Abre la boca.

Blake: ¿C-cómo?

Weiss: No tenemos muchas opciones... -saca una daga y se hace una herida en la mano.

Blake: ¿Qué haces?

Yang: ¿Qué estás haciendo Weiss?

Ambas la miran preocupada.

Weiss: Tranquilas -coloca su mano herida sobre el rostro del fauno- Abre la boca, debes tomar de mi sangre.

Blake no lograba entender, sólo la miraba sorprendida.

Weiss: Confía en mí Blake...

El fauno no entendía qué podía estar tratando de decirle, pero confiaba en ella, por lo que abrió su boca y la muchacha de ojos celestes dejó caer varias gotas de sangre en esta. Yang sólo podía mirar, no podía evitar estar preocupada. La pequeña dragona se acercó a ella también pero le abrió la boca sin su permiso para colocar unas dos gotas hasta que el tigre se hizo hacia atrás.

Yang: ¡O-oye! -se queja, limpiándose el rostro.

Weiss: Más vale que te lo hayas tragado -le regaña.

Yang: Hm...

Weiss: Eres testaruda como tu hermana -camina un poco hacia la salida.

Yang: ¿Cómo has dicho? -le reprocha.

Weiss se gira y la mira con seriedad, llevaba una carga de angustia y tristeza en esa mirada seria.

Weiss: Que eres la única familia que me queda...

Luego de eso, se giró nuevamente, envolviendo su mano con un trapo, mientras se alejaba del fondo de la cueva. Yang se quedó observándola, lo que había dicho era cierto...

Blake: Yang...

El tigre se gira para observarla, estaba tocando su estómago, lo que le preocupó.

Yang: ¿Pasa algo malo?

Blake: N-no... Todo lo contrario, me siento mejor... El dolor, ya no está.

Yang no sabía cómo reaccionar, recordó a Weiss diciendo que no tenían muchas opciones y a Sun remarcando que lo mejor era sacrificar al bebé, se estaba mareando de sólo pensar cómo iba a reaccionar Blake si eso había ocurrido.

Yang: Eso... suena bien -intenta sonreírle. Pudo notar que su brazo le dolía menos y los agudos dolores internos ya no estaban. Se quedó pensando... Si la sangre de Weiss había hecho todo esto, ¿cómo?

Blake tocaba su estómago, casi abrazándolo, sus orejas apuntaban hacia adelante y a su vez, un poco agachadas, solía colocarlas así cuando se sentía feliz. Llevaba una pequeña sonrisa, cansada, pero llena de alivio.

Yang: ¿Cómo... crees que esté el bebé? -se acerca a ella, sentándose a su lado.

Blake: Bien... Puedo sentirlo, es tan cálido como siempre.

Yang dio un enorme suspiro de alivio.

Blake: ¿Estás bien? -gira el rostro en dirección al tigre.

Yang: S-si... Estaba preocupada por ti. No sabía qué hacer...

Blake baja la mirada y la devuelve a su estómago, acariciándolo lentamente.

Blake: Si no hubiese habido alternativa... Lo habría dejado ir... -susurra.

Yang gira el rostro al escucharla, pero no estaba segura de haber escuchado bien.

Blake: Sabía que no iba a salvarse... No quería aceptarlo... Pero en el momento... Lo habría dejado ir... -una lágrima cae por su mejilla- No lo sé... estaba mentalizándome que podía encontrarlo en otra vida, que no era lo que quería para su madre, ese tipo... de cosas... Me hubiese costado tanto Yang... -se lleva una mano al rostro para dejar salir un pequeño llanto.

El tigre se acerca más para abrazarla y acariciar su cabello, dándole pequeños besos en la frente.

Yang: Todo está bien ahora, tranquila... Pase lo que pase, siempre voy a cuidarte... No debes sufrir sola Blake...

El fauno asiente y apoya su rostro sobre el pecho de su amante, la relajaba y siempre la hacía sentir segura, sobre todo amada. A los minutos, Yang sintió que algo se había acomodado a su lado, al voltear el rostro sonrió y bajó una mano para acariciar la panza del pequeño panda, quien jugueteaba con sus dedos y los mordía con suavidad. Pero a los segundos, cambió su mirada a quien estaba ingresando lentamente. Yang tenía la esperanza de que estuviese acompañada, pero no.

Yang: ¿No lo encontraste? -se pone de pie.

Weiss traía un rostro serio, no respondió rápido, sólo levantó la mano, con la que sostenía un bastón que el tigre reconoció al instante.

Weiss: ¿Era de él?

Yang sólo asiente, no quería pensar lo peor, pero ese "era" le hizo tragar saliva.

Weiss: Lo lamento... Estaba muerto junto a otra persona... Los enterré a ambos-

Yang: N-no puede ser Weiss... -interrumpe- Él era muy fuerte, debes haberte equivocado.

Blake no quería intervenir, sólo bajó la mirada, sabía que Yang no iba a aceptarlo tan pronto.

Weiss no dijo nada, sólo acercó el objeto hasta las manos del tigre. Quien guardó silencio por varios segundos.

Weiss: Solía verlo todas las mañanas saltando de árbol en árbol, al parecer tenía un gran apego con el bosque.

Yang: ¿Crees que... puedas bajarme de la montaña un momento...? Necesito... estar sola.

Weiss: Claro...

Blake respetó el silencio de su pareja, se veía muy mal... No sabía que tanto se había acercado al fauno con el que siempre parecía tener problemas. Por lo que sólo acomodó al panda a su lado y observó cómo salían de la cueva.

Weiss llevó a Yang hasta abajo y se marchó, le dijo algo pero su mente estaba en otro lado, la chica de ojos celestes lo notó, por lo que decidió dejarla a solas, sólo se mantuvo cerca. El tigre estaba ingresando al bosque, podía ser peligroso.

Yang tenía un nudo en la garganta, tenía muchas ganas de escuchar a Sun burlándose de ella en estos momentos. Aun no podía aceptarlo, caminaba por el bosque como si lo buscase, sujetando el bastón con fuerza y ambas manos. A medida que avanzaba, sus ojos se ponían más cristalinos. Una ligera brisa, acompañada de unas pequeñas luces verdes pasó por su mejilla, haciéndole levantar el rostro. El bosque estaba iluminado con las mismas luces, podía escuchar un búho a lo lejos, grillos y a su vez, el silencio que solía desprender el lugar.

"Es como si hablara"

Esa voz hizo eco en sus oídos y giró el rostro varias veces, mirando a los alrededores. Había sido la voz de Sun, lo llamó varias veces, pero no aparecía. Yang... tuvo que aceptarlo, sólo dejó caer unas pocas lágrimas sobre el bastón y lo apretó con fuerza, acomodándolo en el cinto de su pantalón. No quería sentir odio allí, el bosque pertenecía a quien la salvó, pero salió de él con la mirada en alto y guardó todas sus emociones negativas para sí misma. Cuando se acercó a Weiss, ella reconoció esa mirada en Yang, ya la había visto en otro lado.

Weiss: Trata de no convertirte aquí... No quiero dejarte congelada en el bosque.

Yang: Descuida... no lo haré... No quiero pasarle estas sensaciones a Blake... -se lleva una mano a la nuca, apretándola. Pudo sentir la mano de Weiss, tomando la suya. Sólo se quedó observándola, podía notar que su entorno, casi rojizo por la ira, se fue aclarando.

Weiss: Respira hondo... Me quedaré contigo hasta que te sientas mejor -le habla con un tono suave.

El tigre aflojó el apretar de la mano inmediatamente, no había notado con la fuerza que estaba sujetando antes a la peliblanca. Levantó un poco el rostro y respiró profundo, para relajarse. Pero cada vez que lo hacía, mientras más se relajaba, más ganas de llorar tenía.

Yang: Me estoy... volviendo demasiado débil y frágil...

Weiss: No eres débil, el pesar de la vida nos hace más frágiles a medida que avanzamos. Algunas cosas nos afectan más que otras. Yo aún lloro por Ruby... -baja la mirada- Pero no me considero débil... nunca lo haré, se lo prometí.

Yang le regaló una pequeña sonrisa y llevó su mano hasta la cabeza de su amiga, dándole unas pequeñas palmaditas.

Yang: Lo has hecho bien... Pasar ese embarazo sola y tomar un lugar para tus hijos... Ruby estaría muy orgullosa de ti, Weiss. Yo y Blake estaremos contigo de ahora en adelante, no es necesario que vuelvas a sentirte sola.

La peliblanca asintió y se acercó rápido a la rubia para abrazarla, escondiendo su rostro para que no la viese llorar.

Continuará.   

Milagrosamente, Blake ya no tenía esos dolores constantes, comenzó a comer debidamente y charlaba mucho con Weiss sobre temas "maternales". Yang se mantenía al margen, cuidaba mucho la cueva y bajaba con la peliblanca en busca de alimentos, no les quedaba de otra que la cacería; aunque también tomaban frutos de los árboles del bosque. Cuando el invierno comenzó a tomar poder sobre el clima, fue cuando la cacería se volvió más complicada; los frutos escaseaban, lo más sencillo de conseguir era agua, gracias a Weiss y sus poderes de hielo. No había agua más pura que esa. Los soldados de Yulian rondaban bastante por la zona, pero la montaña era tan alta que, por el momento, no se les cruzaba el hecho de buscar allí aún. Merodeaban por el bosque y las montañas bajas, el frío invierno ayudó a que esa búsqueda se aplacara un poco. Los infestados también solían rondar por esos lugares, pero tampoco fueron amenaza en la alta guarida de Weiss, fue muy lista al esconderse en una nevada y gigantesca montaña.

Un día, Yang volvía de un recorrido que fue a dar por la montaña y Blake se le acercó rápidamente, su panza estaba ya con un volumen muy lindo que marcaba sus meses de embarazo.

Blake: ¡Yang, ven rápido, uno de los huevos de Weiss está moviéndose! -la jala impaciente.

El tigre la siguió con prisa hasta el nido y sí, uno de ellos estaba moviéndose de un lado a otro, los ojos de Weiss estaban cargados de un brillo intenso por el momento, mirando fijamente a quien intentaba salir. Primero comenzó a quebrarse, pero no parecía querer salir, dejó de moverse y desde dentro, podía escucharse su vocecita. Weiss, por instinto, acercó su mano al huevo y la colocó encima de éste, quitando con cuidado parte del cascarón; el huevo rodó un poco hacia el costado, rompiéndose casi por completo y dejando al descubierto a la pequeña criatura que había salido de él. Llevaba unas pequeñas alas negras en su espalda y su cabello era oscuro con mechitas blancas, sus ojos celestes se posaron sobre los de Weiss, se quedaron mirándose el uno al otro hasta que la peliblanca se acercó más, el pequeño gateó hasta su falda y casi abrazándola por la cintura, se quedó prendido de ella como un pequeño monito. Se notaba que la muchacha de ojos celestes era primeriza en esto de ser madre, ya que parecía asombrada al ver la diferencia entre un bebé humano y uno que acaba de salir de un huevo, se veía más ágil pero a su vez, igual de frágil.

Blake: Es... tan lindo. Mira sus ojos -zarandea al tigre por la emoción.

Yang: Si, si, lo veo -sonríe ante la reacción de su amante- Está muy bonito. Pero... ¿es nena o nene?

Weiss tardó en reaccionar ante la pregunta de Yang, parecía inmersa aún ante el nacimiento de su primer hijo.

Weiss: Ah... Yo... no lo sé -lo observa. Tenía un pequeño miembro masculino, pero las tres ya sabían que Ruby cargaba con una maldición, como su madre.

Yang: Bha, no te preocupes. Cuando vaya creciendo lo notarás, en Ruby fue notándose por cómo iba creciendo físicamente -intenta calmar la situación.

Blake: Pero Yang... ¿Cómo va a colocarle los nombres? ¿Segura que Ruby no tenía algo de pequeña con lo que sus madres podían identificarla?

Yang: Pues... Mi mamá me dijo que Raven fue la que identificó inmediatamente la sexualidad de Ruby, tal vez... -se queda en silencio al ver que Weiss se veía un tanto triste.

Blake bajó la mirada y Yang se acercó lentamente a la peliblanco para acariciar su cabello, podía sentir a kilómetros el dolor de su amiga al estar sola en el nacimiento de su primer bebé.

Yang: Hey... Mira ese pequeño -le sonríe- Es el fruto de mi hermana y la chica que me golpeaba cada dos por tres por darle la contra en varias cosas.

Blake: Yang...

Yang: Bueno, de la chica que cambió la vida de mi hermana, le diste un giro completo. Lo sé Weiss, ella era muy feliz a tu lado, ahora debes hacerlos felices a ellos, serán tu futuro, una familia. No estarás sola... Ya no lo estás -acaricia la cabeza del pequeño con delicadeza.

Cuando Weiss estaba a punto de contestar, el otro huevo comenzó a moverse de manera más brusca que el primero, rodando en el nido y golpeando con fuerza para salir; en un momento cayó de frente y se rompió por completo, dejando a la vista al pequeño que había quedado con la barbilla en el suelo al caer. La peliblanco acercó su mano para ayudarle a sentarse y éste comenzó a correr por todo el nido, casi escapándose.

Yang: Wow, tranquilo huracán -sonríe, sujetándolo y devolviéndolo al nido, pero este gruñía y daba vueltas en el mismo, jugando con los trozos del cascarón.

A diferencia del primero, este llevaba un largo cabello blanco y sus ojos eran bicolores. Uno gris platinado y otro celeste. No tenía alas como su hermano.

Yang: Es muy inquieto. Se parece a mí de pequeña -ríe.

Weiss: Inquieta... -susurra, corrigiendo a su amiga.

El tigre se queda observándola.

Weiss: Es... una niña -acerca su mano para acariciarle la mejilla.

La pequeña frotaba su rostro en la mano de su madre como un cachorro de lobo, se acercó a ella y colocó panza arriba, para tomar inocentemente la mano su Weiss y morder sus dedos, no tenía dientes aún por lo que le provocaba sólo un cosquilleo.

Yang: Ah... ¿Pero cómo puedes saberlo? También tiene un pequeño pichulín ahí -le señala.

Weiss: Simplemente estoy segura de que es una niña. Yo... no sé cómo explicarlo.

Blake: Tranquila, Yang igual no entendería -se arrodilla al lado del tigre lentamente, le costaba hacer ese tipo de posturas desde que su panza había tomado mucho más volumen.

Yang: Hey.

Blake: Ven amor -la jala del brazo.

Yang comprendió lo que la pelinegro intentaba decirle al ver las lágrimas que caían del rostro de Weiss, tenía una sonrisa que mostraba la gran emoción por la que estaba pasando y debían respetar ese momento, por lo que se puso de pie y caminó junto a Blake hasta la entrada de la cueva.

Al caer la noche, Weiss durmió en el nido junto a sus pequeños. A la cueva ingresó lentamente un lobo oscuro que desprendía un aura cálida, llevaba una mirada llena de calma y al llegar hasta donde se encontraba la peliblanca, tomó forma humana y se sentó a lado de ella, acariciando su mejilla con sus trasparentes manos, mirando a los dos pequeños con ternura. Dejó una de sus manos sobre la cabeza de la princesa durante unos cuantos segundos, acercando su rostro para susurrarle.

-Lo has hecho muy bien...

Aún dormida, una lágrima se deslizó por la mejilla de Weiss y aquel ser besó esa zona con delicadeza.

-Siempre estoy contigo... -vuelve a susurrarle.

La princesa comenzó a abrir los ojos lentamente al sentir esa presencia tan cálida que su cuerpo podía reconocer, podía jurar que era el calor que sentía cuando amanecía abrazada a Ruby. Sus ojos estaban lagrimosos y sólo pudo ver la silueta de su loba muy borrosa, pero para cuando se fregó los ojos para ver bien, ya no había nada. Giró el rostro en busca de lo que luego pensó, que había sido un sueño. Había tenido muchos similares con Ruby, por lo que lo vio así. Bajó la mirada un tanto triste, pero a los segundos sintió cómo su pequeña cría le mordía los dedos y se movía de un lado a otro, tomando asiento luego para acercarse hasta ella y morder su ropa.

Weiss: ¿Tienes hambre? -le indaga con una sonrisa, volviendo a frotar sus ojos para quitar el resto de lágrimas que quedaban en ellos, para luego desprender su vestido y acomodar uno de sus senos en la boca de la pequeña, quien se prendió de ésta para tomar leche.

Weiss acomodó su brazo debajo de la cola de su hija para que estuviese cómoda. Aunque estaba tomando leche, la lobita la miraba con sus intensos ojos bicolores y le jalaba el vestido de un lado a otro, como si jugara mientras disfrutaba de su comida. Su pequeño hermano sólo se acercó gateando y acomodó entre las piernas de su madre, para luego cerrar los ojos y continuar durmiendo.

Las sensaciones que Weiss estaba experimentando en este momento, eran únicas para ella, un regalo que la vida le dio junto con Ruby; la calidez de sus hijos, la llenaban de fuerzas y alegría.

Los días se convirtieron en meses, los pequeños de Weiss, a pesar de los dos meses que ya habían pasado, no tenían permitido salir del nido sin que su madre los estuviese vigilando, no iban muy lejos de este de todas formas, pero la peliblanco iba a esperar mucho más tiempo para mostrarles el exterior. El panda, ya con un tamaño más grande, se llevaba muy bien con los dos traviesos aunque por ahí jugaban algo brusco y el animalito solía esconderse detrás de Yang cuando esto ocurría.

Yang: ¡Agh! ¡Takeo, note subas a mi espalda, estas muy gordo ya! -se zarandea e intenta mantenerse de pie al sentir que su pequeña bola de pelos intentaba subirse sobre ella mientras la pequeña más traviesa corría alrededor de sus piernas, saltando para alcanzar al oso. Su hermano sólo tomó asiento y comenzó a rascarse la barbilla con la palma de la mano, no era tan inquieto como su hermana- ¡Ayuda!

Weiss: ¡Luna! -dice en tono de regaño, dirigiendo la mirada a su hija, quien se encorvó como cachorro reprendido y volvió al nido, corriendo con sus cuatro extremidades.

El oso bajó pero se quedó detrás de las piernas de Yang.

Yang: Ha... Gracias -suspira.

Weiss: Lo siento, estaba preparando agua caliente para bañarlos y los descuidé por unos segundos.

Yang: Tranquila, puedo lidiar con eso. Sólo que Taeko no se quita la costumbre de subirse sobre mi espalda, algún día me dejará jorobada.

Weiss: ¿Cómo está Blake? La noté algo agotada esta mañana -se acerca al pequeño para alzarlo.

Yang: Está bien, no tiene fiebre ni nada por el estilo, al parecer sólo necesita descansar, pero ahora iré a sentarme con ella.

Weiss: Voy a bañarlos, cualquier cosa, no dudes en llamarme -avisa, alzando al pequeño.

El tigre asiente y se encamina en dirección a Blake, quien se encontraba recostada sobre un colchón que lograron conseguir fuera, tapada hasta la nariz.

Yang: ¿Cómo sigues gatita? -se sienta a su lado y acaricia su frente.

Blake: Me siento un tanto... extraña.

Yang: ¿Qué? ¿Por qué? -indaga preocupada.

Blake: Creo... que me he orinado encima... -destapa un poco su rostro.

Yang: Ah... Descuida, yo lo limpio -la destapa con cuidado pero al ver que la pelinegro comienza a agitarse su preocupación se agrava.

Blake: No... me siento bien... Yang...

Yang: Ah, yo... Iré por Weiss -se levanta rápido y corre hasta el fondo de la cueva -sí, había un lugar más al fondo, eran como diferentes cuevitas-.

Al llegar, la peliblanco no necesitó muchas explicaciones para saber que su amiga estaba por dar a luz. Los pequeños estaban en una especie de fuentón, donde chapoteaban y se subían encima del otro, jugando.

Yang: Weiss, no sé nada de embarazos -avisa nerviosa.

Weiss: Bueno, comienza relajándote porque puedes alterarla.

Un grito de dolor hizo girar el rostro de Yang, era de Blake, lo que la ponía un tanto alterada.

Weiss: A eso me refiero, no se está muriendo. Sólo va a dar a luz, ¿ok? -toma un cuenco para acercarse a un pozo del que sacaban agua- Iré a atenderla pero necesito que te quedes con los niños, ¿puedes hacer eso?

Yang: Pero, pero, pero -tartamudea.

Weiss: Yang, si vas, créeme que va a rasguñarte toda la cara -toma un trapo.

Yang: ¿Y si me necesita? ¿Y si rasguñarme la hace sentir mejor? ¿Y si-?

Weiss: ¿Y si te quedas aquí y te relajas? Estás pasándome tus nervios idiota -la regaña.

Yang: L-lo siento -suspira y toma asiento en una de las piedras- Yo cuidaré a los niños, te encargo a Blake.

Weiss asiente y se encamina para ayudar a su amiga. Yang no dejaba de dar pequeños golpes en el suelo con la planta de sus zapatillas, cada segundo y cada grito de Blake la alteraba más, pero sabía que debía calmarse, por su novia. Luna empujó a su hermano con fuerza y el fuentón se dio vuelta, volcando el agua y haciendo que el tigre se ponga de pie en un salto.

Yang: Oigan, ¿qué están haciendo? -se acerca, pero Luna pasa por debajo de sus piernas y comienza a correr por los alrededores- ¡Oh rayos, Luna, no hagas esto! -la persigue.

El más pequeño se quedó sentado en el mismo lugar que había caído y comienza a llorar. Yang se voltea al escucharlo y se acerca para verificar que no esté herido, mientras que la pequeña salta sobre su cabeza.

Yang: ¡Ya, Luna! -lleva sus manos hacia atrás para agarrarla pero ésta da un pequeño salto y la esquiva, comenzando a correr por el lugar nuevamente, mordiendo algunas toallas por el camino- ¿Es enserio? -indaga molesta, mientras le da palmaditas en la espalda al pequeño para intentar que deje de llorar- ¿¡Cómo puede ser que en sólo unos meses se comporten como niños de tres años!? -se indaga agotada. Luego siente que algo se recuesta en su espalda, dejando caer su peluda cabeza en el hombre del tigre- ¡Ah ya, enserio! ¡¿Takeo?! -se zarandea para quitarlo de encima, pero el panda parecía estar muy cómodo.

Un rugido hace que el oso salga corriendo hasta su cucha y Luna se queda inmóvil, dándole una pequeña sonrisa cargada de inocencia a su madre. Cuando Yang voltea ve a Weiss cruzada de brazos y seria, el más pequeño corrió y saltó hasta ella, abrazándola y sujetándose con fuerza. Luna también se acerca, caminando como un cachorro, hasta quedar al lado de su madre.

Weiss: ¿No puedo dejarte un segundo sola que ya haces todo este lío, Luna?

La pequeña junta sus manitos y se sienta, bajando la miranda en señal de arrepentimiento. Weiss suspira y la alza, para luego encaminarse hasta Yang.

Weiss: Todo ha salido bien, ve con ella. Está muy emocionada, así que procura guardarte esos chistes feos que sueles hacer.

Yang: Okey... -responde al ser reprendida- Y no sé cómo le haces para cuidar a esos dos, son un parto.

Weiss: Cuando hayas parido voy a creer en tus palabras -ríe un poco y lleva a los dos pequeños hasta las toallas.

Yang le hace una mueca y se retira, a decir verdad, la peliblanco tenía razón. Estaba nerviosa y no entendía el por qué muy bien, no era su hijo, pero sí el de la persona que más amaba; a veces sentía algo de culpa por no ser hombre y darle a Blake hijos como era debido, pero la felicidad que vio en sus madres la fortalecía para ver otros puntos diferentes, más claros y correctos. Ahora era momento de mostrar esa fortaleza.

Continuará.

Notas de la autora:
Bueno... qué decir, sé que algunos no estarán satisfechos con este final que le he dado a la historia, otros van a disfrutarlo como yo lo disfruté, y otros... bueno no sé (? haha Quiero decirles que me emocionó mucho el terminarla, agradecerles cada comentario y lectura que han tenido hacia esta historia, porque sin ustedes no podría haber llegado tan lejos, mil gracias :,3 Espero que les guste.
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Al verla allí recostada, boca arriba, con el bebé en su pecho, paralizó un poco al tigre, era una mezcla de emoción y felicidad. El fauno giró su rostro lentamente al notar la presencia de su pareja y le sonrió.

Blake: Ven... -la invita con ternura.

Al acercarse, pudo verlo con más claridad, tenía unas pequeñas orejitas negras como Blake y su fino cabello oscuro. Apretaba con delicadeza la ropa del fauno con sus pequeñas manitos y sus ojitos cerrados reposaban tranquilos.

Blake: ¿No vas a decir nada? -sonríe al ver la reacción de la rubia.

Yang: Ah... Pues... ¿Es niña o niño?

Blake: Niña -le acaricia la cabeza con la yema de sus dedos.

Yang: Es hermosa Blacky -se acerca a ella para acomodarse a su lado- Tanto como tú.

El tigre notó que el fauno estaba sumergida en su hija, por lo que trató de no hablarle tanto, sólo observarla con cariño.

Al atardecer, Weiss tuvo que ir a cazar sola ya que Blake no podía cuidar tres niños a la vez, eso no hizo que trajera menos alimentos, pero admitió en su mente que extrañaba la compañía del tigre y las charlas que solían tener. Al caer la noche, luego de comer y los pequeños dormían, la peliblanca se sentó junto al fuego, el tigre se acomodó cerca de ella a los pocos minutos.

Yang: ¿Qué tal tu día solitario de degollar animales? -sonríe.

Weiss: Como decirlo... No había alguien que me mirara raro al hacerlo -le responde con una sonrisa bastante sarcástica.

Yang: Jaja Hey, dejé de hacer eso -le da un pequeño empujón.

La ojiazul gira el rostro y asiente, quedándose callada luego, mirando el fuego. Yang sentía que algo no iba bien, su amiga solía ser más charlatana y enojona que eso.

Yang: ¿Todo bien? -la mira de reojo.

Weiss: Si, sólo traigo algo de sueño.

Yang: Apuesto que me extrañas, ¿eh? -curva una ceja para mostrarse cool.

Weiss: Calla, ¿por qué debería extrañar cazar contigo? Como si fuese algo divertido -pone puchero.

Yang: Okeey, ok, pero si algo no va bien, cuenta conmigo, ¿sí?

La peliblanca asiente.

Weiss: ¿Cómo está Blake?

Yang: Muy agotada, lo bueno es que está durmiendo mucho y tranquila. Antes la despertaban esos dolores tan horribles. También ha comenzado a ingerir un poco de sólido.

Weiss: Si, le veo más color. Qué bueno que todo haya salido bien.

Yang: Oye... ¿No intentaste ayudar a Ruby con tu sangre?

Hubo un silencio algo incómodo por varios segundos, pero respondió seriamente.

Weiss: Si. Pero nada cambió... El virus ataca los nervios del cerebro, es muy potente, hay algo que me está haciendo falta...

Yang: ¿Te hace falta? ¿Quieres decir que sientes que tu sangre puede ayudar a combatir el virus?

Weiss: Si, cuando se la di a tomar a Ruby, se veía más calmada, pero no le ayudó a combatirlo. Es como si faltasen piezas, y eso es lo que todos buscamos.

Yang: Ya veo...

Era así, por la cabeza del tigre pasaba la misma pregunta una y otra vez "¿Qué necesidad tenían las razas para pelearse entre ellas si podían unir fuerzas y tener la cura?" Pero eso se respondía solo, la humanidad estaba perdida, corrompió todo... Se lleva siempre consigo lo que se le antoja, por poder y dinero.

Hicieron silencio, como para cortar el tema; se notó en ambas. No solían hablar mucho del virus.

Weiss: Enserio, ¿crees que logré darle felicidad a Ruby pese a todo? -indaga en voz baja.

Yang: Claro que sí, andaba sonriente pese a toda la mierda que teníamos encima. Recuerda que le salvaste la vida, estuvo muy perdida.

Weiss: Yo estaba igual que ella... Supongo que fue mutuo.

Yang: Supongo...

Otro silencio.

Weiss: ¿A ti te pasó lo mismo con Blake?

Yang: ¿Ayuda mutua en la dura vida? -bufa un poco.

La peliblanca asiente, acomodándose mejor con sus pequeños.

Yang: Si... La verdad, sí. Yo no quería depender de nadie ni ella tampoco, digamos que ambas nos pegamos contra un muro gigante cuando nos dimos cuenta que eso era imposible. En nuestro caso, claro -la rubia ve bostezar a su amiga y se pone de pie- Iré con Blake, debo ver cómo sigue.

Weiss: ¿Eh? -pregunta algo perdida- ¿Te vas?

Yang: Es tarde, tienes sueño. Creo que sí -lleva una de sus manos a la nuca.

Weiss: Oh, sí. Tienes razón -reacciona.

Yang se comienza alejarse y luego gira un poco para volver a ver a su amiga con rostro apagado, podía darse una idea de lo solitario que será adaptarse a ser viuda. Dio un suspiro y se encaminó a ella nuevamente. Weiss sintió cómo alguien abrazaba delicadamente su cintura, acomodándose detrás de ella.

Weiss: ¿Q-qué haces tonta? -indaga sonrojada, alejando el rostro de quien lo había apoyado despreocupadamente en su hombro.

Yang: Voy a descansar un poco aquí -sonríe y cierra sus ojos.

Weiss: N-no puedes hacer eso, ¿qué pensará Blake? -le susurra, empujándola un poco.

Yang: ¿Eh?

Weiss: Blake, ¿qué crees que pensará al vernos abrazadas? -vuelve a susurrarle.

Blake: Opino que es bueno que aguantes la calentura de Yang, siendo que eres un dragón de hielo.

Ambas se giran de golpe y la miran sin saber qué responder, a decir verdad, Yang era algo distraída y no pensó que su novia podía malinterpretar eso, sólo llevaba en su cabeza el querer darle un poco de cariño a quien veía tan solitaria en estos momentos.

Weiss: Ah-yo, no es lo que parece -intenta explicar, empujando al tigre con fuerza para alejarla.

Blake: ¿Parece?

Yang: Am... Lo del abrazo -sonríe con inocencia.

Blake: Ah... Yo sólo voy al baño, no sé por qué están tan alteradas -se bufa un poco. Sabía bien de lo que hablaban pero en realidad, a la pelinegro no le había molestado verlas así, sabía que Yang podía verse afectada al ver que Weiss esté sola con sus hijos o por la falta de Ruby, pero no sabía mucho de engaños de pareja o temas parecidos; ya que no los había tenido.

Yang: Oh, bueno. Suerte ahí en el baño -responde a la ligera.

Weiss se voltea para verla, no había podido tragar la tontera que había dicho. Blake rio con un poco de malicia nuevamente y se marchó.

Weiss: Creo que está enojada -la ve marcharse.

Yang: ¿Blake? Na... Cuando se enoja es muuuy diferente.

Weiss: Creo... que entiendo -suspira.

Cuando la princesa de hielo se quedó dormida, Yang retornó al lado de su amante, acariciando su mejilla y besando sus labios, para luego besar la frente del bebé.

Al día siguiente, cuando Weiss fue a cazar, vio algo muy extraño, a lo lejos pudo notar cómo bombardeaban el pueblo fauno; muchos de ellos comenzaron a correr, pero le sorprendió al cantidad de aviones que estaban ocupando el cielo, junto a esa atrocidad, el suelo comenzó a temblar, lo que la alertó e hizo volver a la cueva a toda velocidad. Para cuando volvió, la entrada se había derrumbado, pero todos estaban fuera, por suerte contaba con la agilidad de su amiga, el tigre.

Weiss: ¡Debemos irnos de aquí! -se acerca, para agachar el lomo y permitir que sus hijos y amigas suban a ella. El panda fue el más complicado de subir, pero parecía saber que debía sostenerse.

Yang: ¡El suelo se está abriendo! -ayuda a Blake mientras observa hacia abajo, las grandes grietas que el terremoto estaba ocasionando.

Weiss: ¡Es un terremoto demasiado fuerte, debemos ir a otro lado! -avisa, pero uno de los aviones comienzan a dispararles, hiriendo una de sus patas.

Blake siente un sonido que sólo ella pudo escuchar, su piel se erizó pero no lo pensó dos veces para empujar a Yang con todas sus fuerzas, una terrible explosión resonó en los oídos de todas y provocó una avalancha, Weiss elevó sus alas para usarlas de techo, pero por desgracia, Blake había quedado muy lejos de esa protección, dejando la mitad de su cuerpo debajo de enormes rocas y tierra, Yang se quedó shockeada al ver lo que ocurría, el dragón intentó ayudar a quitar algunas piedras junto con la rubia, pero el terremoto no cesaba y mucho menos los disparos, por lo que una angustia muy grande se apoderó de la ojiazul, la mirada de Blake lo decía todo, "vete".

Yang: ¡¿Qué haces, demonios!? ¡Debemos ayudarla! -le grita al ver que Weiss daba la vuelta y tomaba al bebé de Blake con una de sus grandes patas delanteras- No te dejaré aquí, ¿en qué estabas pensando? ¡Todo lo que hemos hecho y luchado! -las explosiones hacían eco con sus gritos mientras tomaba con fuerza las manos de su novia.

Unos enormes relámpagos comenzaron a caer del cielo, derribando algunos aviones que disparaban en su dirección.

Blake intentaba responder, pero no sabía qué decirle a quien estaba por perderla... Podía sentir esa desesperación, la había pasado... Pero se dio cuenta que no podía cambiar el futuro, sólo aceptar que lo que el tiempo le enseñó fue a apreciar lo que le daba mientras durara. Sólo pudo suspirar un "gracias" en lo que Weiss se llevaba a Yang a la fuerza, los gritos del tigre eran desgarradores. Unas cuántas lágrimas cayeron por las mejillas del fauno.

Blake: Debí... haberte obligado a robar esa moto...

La pelinegro no dejó de mostrarle una sonrisa a Yang, quien ya volaba lejos del peligro, hasta que su cuerpo fue enterrado por completo ante la avalancha.

Los cielos se cubrieron de nubes oscuras, los fuertes truenos resonaban en el dragón que caminaba herido por el bosque, no podía tomar vuelo con una tormenta así teniendo niños que cuidar. Yang estaba en su espalda, sujetando al bebé con fuerza, no pudo evitar llorar todo el camino, aun no entendía cómo la vida se empeñaba en quitarle lo que era importante para ella... Pero si había aprendido a no enloquecer... porque podía empeorarlo. El panda estaba apoyado en su espalda, de vez en cuando mordía un poco la ropa de la rubia, pero ella parecía no querer saber nada.

Weiss se detuvo al ver una figura delante de ella.

Weiss: Tú eres...

¿?: Ozpin, un placer en conocerte dragón azul -se inclina un poco.

Weiss: Eres el sabio ciego que controla las tormentas...

Ozpin: Estuve en el pueblo un tiempo... sí. Puedo manejar algunas cosas pero no mover el destino de las tormentas, dragón.

Ozpin: Hay algo que necesito que hagan...

La lluvia no era muy fuerte aun, por lo que podían escucharse con claridad.

Weiss: ¿Por qué? Déjanos en paz... sólo buscamos otro refugio.

Ozpin: Ya no les servirá encontrar refugio, sea donde sea, todos vamos a morir.

El dragón frunce el ceño, pero Yang escuchaba atentamente sin levantar la cabeza. Los pequeños sólo se sujetaban con fuerza de su madre, aún estaban asustados y confundidos.

Ozpin: Durante mucho ha estado desatándose una guerra no sólo entre infestados y humanos. Sino también entre faunos y humanos. Todo Remmant es un caos... Los tsunamis han destruido la mayor parte de lo que una vez fueron los reinos. Ha habido múltiples terremotos en distintos puntos del planeta que han alterado volcanes y dejado en ruina pueblos y ciudades-

Weiss: ¿Y tú punto? -indaga con un rugido, no le gustaba lo que decía.

Ozpin: La guerra ha alterado el ecosistema, las bombas nucleares... Toda el agua es tóxica.

Weiss: Tú tienes la cura de la plaga, eso puede ayudar mucho.

Ozpin: Dragón, ese virus nunca fue el problema, la verdadera plaga terminamos siendo los habitantes de Remmant, nosotros le hemos dado fin a todo, no hay cura para eso ya.

Weiss se quedó con los ojos abiertos ante la respuesta del sabio, que estaba diciéndole que literalmente, todo ser vivo iba a morir.

Weiss: ¿Por qué nos necesitas...? ¡Se supone que estás hablando de que todo terminó! -dice frustrada, no podía imaginar a sus hijos muertos recién venidos al mundo.

Ozpin: Hay... una máquina del tiempo...

Yang levantó un poco el rostro al escuchar esas palabras.

Weiss: Olvídalo... -aprieta la mandíbula.

Ozpin: Nunca supieron usar la máquina que Gepetto diseñó, fue robada por tu padre, él la usó con el único fin de intentar encontrar la cura de la plaga, pero nunca la encontró y enloqueció. Tomando como enemigos a los faunos. El intentó hacer que odiaras tanto como él a esas criaturas, y te envió al pasado para nada.

Yang: ¿Había una manera especial para usar esa máquina? -observa al sabio.

Ozpin: Si. Fue hecha con magia, cuando vuelves atrás en el tiempo, para cambiar algo, debes darle algo a cambio a este artefacto para que eso suceda, sino, sólo viajas en vano, alterando las cosas.

Yang: ¿Algo a cambio?

Ozpin: Algo del mismo valor a lo que pides.

La rubia se baja del dragón, sus ojos aún estaban rojos de tanto llorar, también podían notarse un tanto apagados. Takeo hace lo mismo, sentándose a su lado.

Weiss: ¿Por qué nos dices esto a nosotras?

Ozpin: Por el linaje de tiempo. Ustedes tienen una conexión única con él. Pueden realizar cambios si utilizan ahora la máquina como es debido.

Weiss sólo fruncía el ceño, no le agradaba la idea, ya había dejado todo esto atrás.

Yang: Lo único que hace el tiempo es arrebatarme lo que amo, ¿por qué debería unirme a él?

El sabia se queda unos segundos en silencio.

Ozpin: Porque es tu mejor aliado ahora.

Yang: ¿Para qué? ¿Para repetir las tragedias una y otra vez? ¡Déjate de estupideces anciano! -indaga enojada, girando su cuerpo para no observar a quien estaba haciéndola enfurecer con cada palabra y recuerdo.

Ozpin: Así como tu madre cambió tu futuro, tú puedes cambiar el de alguien.

El tigre se voltea lentamente al escucharlo, Weiss también presta más atención.

Ozpin: Si logran usar la máquina con sabiduría, pueden salvar a sus hijos, y a alguien más... Tienen tiempo para pensar mientras Remmant se consume.

Weiss toma a sus pequeños y los deja sobre el césped húmedo, volviendo a su forma humana, Yang se queda observándola, hasta dejar que sus miradas choquen. La ojiazul baja la mirada y la devuelve hacia sus hijos, que se aferraban a sus piernas.

Yang: Voy a usar la máquina -dice con firmeza, acomodando a la pequeña entre sus brazos.

Weiss: Yo... -se muerde el labio inferior- También voy a usarla...

Ozpin asiente y luego se voltea.

Ozpin: Síganme.

El sabio las hizo caminar durante un rato largo, hubo varias réplicas en las que tuvieron que sujetarse de los árboles, pero no pasaba a más de eso por el momento. El aire era un tanto pesado, la lluvia había comenzado a caer más fuerte. Llegaron a un pueblo en ruinas. Ozpin se metió a un laboratorio y sus acompañantes ingresaron de prisa para ocultarse de la fuerte lluvia. Al fondo, se encontraba la máquina.

Yang: Pensé que esa cosa había estallado.

Ozpin: No, no explotó, terminó en otro lado. Lo que les ocurrió seguramente fue un reflejo del mal uso que estaban dándole. Si la misma persona la usa más de tres veces mal, puede provocar alteraciones en el tiempo.

Yang: ¿Cómo es que sabes tanto de la máquina?

Ozpin: Yo fui quien la creó junto a Gepetto -observa el aparato- Queríamos crear algo que nos permitiese darle más valor al futuro.

Weiss: ¿Quieres decir que ya sabías que Remmant reventaría?

Ozpin: No... Y sí. No puedes alterar el fin de la humanidad... pero si irla cambiando. El fin que me tocó pasar, fue mucho peor que este. Entre Glynda, James, Gepetto y yo, logramos muchos cambios.

Yang: ¿Un final... peor que este?

Ozpin: Si ahora hay guerra entre humanos y faunos, antes era entre la misma especie. Se mataban los unos a los otros, no había nada de unión ni orden; Remmant enloqueció. A veces, hay tantas cosas malas que no vemos los pequeños cambios, yo he vivido experiencias que me han llevado a ver esos pequeños cambios.

Weiss: Sólo... estás repitiendo el fin del mundo una y otra vez... ¿Por qué? Deja que termine.

Ozpin: Creo que si el mundo no ha explotado, aun tiene la posibilidad de sobrevivir, de no ser contaminado.

Yang: Sólo tienes miedo de morir -frunce el ceño.

Ozpin: No tigre, ya estoy muerto. No estoy obligándolas a que entren a la máquina para realizar un cambio a futuro, estoy dándoles a elegir entre que todo se termine aquí o mover una pieza para cambiar las cosas.

Otra réplica bastante fuerte se hizo presente. Weiss se agachó para cubrir a sus pequeños y Yang abrazó con fuerza a la pequeña. Por suerte, sólo cayeron pedazos de pintura y pequeños trozos de cemente sobre ellas. Cuando se detuvo, la rubia se quedó mirando al bebé de Blake, era muy pequeña...

Ozpin: Además... no sé si la humanidad esté perdida o si el mundo explotó, sólo estoy diciendo que pasé por algo similar a esto -toma su bastón y se sienta en una silla.

Yang: ¿Por qué... no la usaste tú?

El sabio vuelve a guardar silencio, sólo se quedó mirándola.

Ozpin: Creo que ya es hora de que alguien más joven que yo llene de esperanzas lo que queda de Remmant. Además, creo que la maquina les ha tomado suficiente cariño para realizar un nuevo cambio -dice un tanto irónico.

Weiss se pone de pie y se acerca lentamente al tigre.

Weiss: La usaré... aún estoy dispuesta a usarla.

Yang la mira con un tanto de asombro y luego le regala una pequeña sonrisa.

Yang: Yo debería ser la que hace cosas a la ligera...

Weiss: ¿Entrarás conmigo? -baja la mirada- N-no es necesario... sólo tengo esa duda...

Yang: Entraré contigo, ¿somos un equipo no? -la despeina.

Weiss: Hey -se queja- Si... lo somos.

Yang: ¿Habrá problemas si los pequeños entran con nosotras? -mira al sabio.

Ozpin: Ya les dije que si la usan con sabiduría, las cosas saldrán bien.

Weiss: Con... sabiduría... -suspira, luego se gira para dirigirse hasta sus pequeños, para abrazarlos con fuerza.

Yang se giró y allí estaba, su... "pequeño" hijo.

Yang: Takeo... Sé que no entiendes mucho lo que digo a parte de mis gritos... -lo abraza, el panda le muerde el cabello- Rayos... debo quererte demasiado para dejar que hagas eso -caen unas lágrimas por sus mejillas- Te quiero, pequeña bola de pelos... -lo abraza con más fuerza- Necesito que entres a esa máquina, sin hacer mucho embrollo, ¿puedes? -le acaricia la cabeza, pero este sólo reacciona lamiéndole la cara- Si... definitivamente te quiero demasiado... -se limpia el rostro con su brazo, luego toma al panda de la pata y lo jala para meterlo dentro del aparato- Anda... entra conmigo.

El panda se reúsa y toma asiento delante de la máquina.

Weiss: ¿Qué le sucede? -se acerca con sus hijos.

Yang: No lo sé... tal vez tiene miedo, estará muy apretado allí.

Ozpin se acerca y acaricia al panda.

Ozpin: Vaya, se ve que te ha tomado mucho cariño, está muy bien cuidado.

Yang: Gracias... -se coloca detrás de él y lo empuja- Anda... Mueve tu enorme trasero, por fis... -dice con esfuerzo, pudo levantarlo pero el panda aún se veía inseguro- Todo saldrá bien, Takeo... Anda, sé bueno y entra -le sonríe con esfuerzo.

La gran bola de pelos se queda observándola durante unos segundos y luego entra lentamente a la máquina, mirando los alrededores, para luego tomar asiento. Yang colocó a la pequeña entre uno de los brazos de su panda, mientras que los hijos de la princesa se subían a los pies de éste, jugando.

Ozpin: Tomen -le pasa un papel a Weiss.

Weiss: ¿Qué es esto?

Ozpin: Es la receta para la cura del virus, si no la quieren puedo quedármela -sonríe.

La peliblanca toma el papel con cuidado.

Ozpin: Ya no tiene el sello, cualquiera puede leerlo, también úsalo con sabiduría.

Weiss asiente y entra a la máquina junto con Yang, quien se ocupaba de colocarles bien los cinturones a todos.

Ozpin: Les deseo mucha suerte... Cerraré la puerta, cuando presionen el botón, todo comenzará.

Yang asiente, mientras la puerta se cerraba lentamente, alcanzó a ver a una niña sonriendo con calidez al lado de Ozpin, logró reconocerla, fue quien la ayudó esa vez en el pueblo donde conoció a Takeo. Estaba al lado de un lobo que traía un cuervo en la cabeza, cuando las puertas se cerraron, la rubia giró rápidamente el rostro para ver si su amiga había visto lo mismo que ella, pero las lágrimas en sus mejillas lo decían todo, aún tenía la vista puesta en la puerta mientras las dejaba caer. El tigre se quedó observándola unos segundos y luego tomó la mano de su amiga con delicadeza.

Yang: ¿Lista?

Weiss giró el rostro y asintió con una pequeña sonrisa, llevando una de sus manos hasta el botón, le temblaba un poco.

Yang: Oye, Weiss...

La peliblanca se gira para observarla.

Yang: el botón no va a morderte -le sonríe.

Weiss frunce un poco el ceño y la empuja. A los segundos ríen un poco y luego la ojiazul acerca su mano al botón con más seguridad.

Weiss: Gracias... idiota... -sonríe.

Yang: Es un placer, como siempre.

Cuando presionó el botón, llevó la misma mano hasta sus hijos, acariciándoles un poco la cabeza a ambos sin soltarle la otra a Yang, quien apoyó su cabeza sobre el pecho del panda, dejando caer unas ligeras lágrimas, que su bola de pelos ayudó a consolar con la presencia. Ambas susurraron lo que deseaban mientras la máquina comenzaba a moverse hasta desaparecer, esta vez no lo hizo de manera brusca.

Una fuerte explosión hace que una muchacha de cabello oscuro de un gran salto, casi provocando que se suba a un árbol; se quedó impactada al ver que una máquina tan grande haya aparecido en su jardín. Se acercó cuidadosamente, mirando que no haya nadie a su alrededor, hasta llegar al aparato, que comenzó a abrir las puertas lentamente.

¿?: ¿P-pero... qué? -dice sin poder creer lo que veía.

Un panda asomaba la cabeza, aún amarrado con el cinturón junto a dos pequeños y una bebé en sus enormes brazos...

¿?: ¡Blaaake! -comienza a acercarse una chica de cabello corto- Necesito el abono para mi madre, me tiene todo el día como loro en el oíd- -se queda mirando la máquina y lo que traía dentro- Pedí abono no un panda y tres niños -gira el rostro para mirar a quien parecía ser su amiga.

Blake: ¡No digas tonteras, Ruby ¿qué rayos es esto?! -indaga alterada.

Ruby: Ah... Un panda y tres niños -se queda mirándolos.

Blake: Ahm... -se cruza de brazos y frunce el ceño, mirando fijamente a su compañera.

Ruby: Oki, oki amm... ¿Y si primero los sacamos de allí y los llevamos a mi casa? Mis madres sabrán qué hacer.

Blake: Creo que sería lo correcto. Después de todo... no podemos dejar tres niños atados en una máquina.

Ruby: Y a un panda felpudo -sonríe.

Blake suspira con una sonrisa y asiente.

Cuando se metieron a la máquina para desatarles el cinturón, de sus ojos comenzaron a caer lágrimas, ambas llevaron sus manos al rostro, sin comprender. La morena se giró para ver a su compañera.

Blake: Sólo... saquémoslos de aquí... -avisa apresurada.

Cuando los pequeños licántropos fueron soltados se dirigieron directamente hacia Ruby, el pequeño Noa se colgó de su cintura y Luna se sujetó con fuerza del cuello, abrazándola.

Blake: Parecen asustados -desabrocha a la pequeña y al tomarla en brazos una sensación muy extraña invadió su cuerpo.

Ruby: ¡Awww, mira, son bien lindos! -se queda quieta ante la reacción de los pequeños- ¿Los adoptamos? -la mira sonriente.

Blake: ¿Q-qué? ¡¿Ah- pero qué preguntas?! ¡Somos muy jóvenes para adoptar niños! -responde nerviosa y se sonroja.

Ruby: Jo... -suspira.

El panda sale de la máquina, se estira subiendo sus patas hacia arriba y luego las bajas para sujetar a Blake y abrazarla, haciendo que sus pies dejen de tocar el suelo.

Blake: ¿P-pero qué le pasa?

Ruby: Si no lo quieres, ¿puedo quedármelo? -pone puchero.

Blake: Ruby... -gira el rostro con un tono de regaño.

Ruby: No puedo tener hijos pero si una mascota -sonríe de oreja a oreja.

Blake suspira y asiente, su rival era muy insistente en algunas cosas.

Ruby: El bebé se lo podemos dar al señor Gepetto -camina junto con Blake en dirección opuesta a la máquina.

Blake: L-lo voy a pensar...

Ruby: Jijiji Sabía que en el interior querías adoptarlos -le hace una risita burlesca.

Blake: ¡C-calla! No es así... -pone puchero.

Ruby: Serías buena madre -concluye.

Blake: Ha... Ruby... -suspira.

Mientras el panda las seguía, giró el rostro para mirar nuevamente la máquina por unos segundos, para luego voltearse y continuar su camino.

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Bueno, para los que lograron llegar aquí sin tirar la pc o el cel por la ventana (? quiero decirles que no pude ponerle "fin" o "continuará" a este final de temporada de la historia ya que hace una semana atrás, no sé cómo (los ángeles me iluminaron) pensé en una tercer temporada para esta historia, sip, así como lo leen xD No quiero poner fechas ni nada, porque debo continuar con otros pendientes si hablamos de historias, pero quiero que sepan que voy a darle una tercera parte el año que viene. Nuevamente les agradezco mucho sus lecturas :,3 muchísimo!
Voy a dejarles aquí un vídeo musical con un toque de "Hana" (? para ustedes, no pude evitarlo ya que la música es algo que me ayuda mucho a escribir y esta en especial, me ayudó mucho.
Nuevamente gracias. Saludos, los adoro mucho!!

Hana

Link del video: https://www.youtube.com/watch?v=GfWiLYC3BH4&feature=youtu.be

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