Plaga de invierno (Yuri) Parte 3 parte 2

Dos años atrás.

El invierno trató muy mal a Noah, traerle pescados a la castaña se volvió un tanto costumbre, el salir de esa agua helada continuamente no le sentó nada bien, estuvo con mucha temperatura durante unos días; pero para suerte, Mérida logró encontrar unos hongos comestibles en una zona, debajo de la nieve. La alimentación escaza era un problema, habían bajado mucho de peso, pero siempre buscaban la manera de no terminar desnutridas. A la semana, la loba fue recuperando su temperatura aunque su fuerza no volvía.

-Lo siento... has tenido que cargar con todo sola -suspira la pelinegro, tomando su taza de té.

-Tú también cargaste sola conmigo muchos días, no te preocupes.

-Quiero ir a buscar pescados...

-No Noah, ya hablamos de eso -se pone de pie para ir por su abrigo.

-Pero... Necesitamos comer algo más que no sean hongos... Mira cómo estás... -observa la espalda de Mérida, quien estaba cambiándose. Podía ver los huesos de la columna muy marcados y los del hombro.

-Tú también necesitas eso... -se coloca su camiseta con rapidez- Ya llevo recorriendo la mitad de la zona, en algún momento encontraré algo que nos ayudará...

-Si te topas con una de esas cosas feas... no podré ayudarte, no me gusta que salgas sola, ¿por qué debes ir sola? Prefiero no comer -se cruza de brazos y frunce el ceño.

Mérida da un pequeño suspiro y mientras se acomoda el abrigo toma asiento en la cama y acaricia la cabeza de la preocupada muchacha.

-Debes confiar en mí Noah, ¿confías en mí? -le brinda una pequeña sonrisa.

-No es que no confíe en ti... -gira el rostro para mostrar que estaba en desacuerdo- No confío en las cosas que pueden haber fuera.

-Bueno... Pero si no te aferras a confiar en mí... podemos enfermar por no comer, ambas. Eso sería muy difícil de llevar...

-¿No puedes esperar a que recupere mis fuerzas?

-No vas a recuperarlas si no te alimentas bien...

Noah bajó la mirada y dejó caer sus brazos sobre sus piernas, ya no sabía qué responder.

-Confía en mí, voy a esforzarme porque ambas salgamos de esto, ¿sí?

La pelinegro gira lentamente el rostro para verla y luego asiente, no con mucho ánimo. Mérida le besó la frente y luego se retiró. Ese día dio un recorrido más largo pero nada salió bien... La falta de alimentación la desmayó, sólo alcanzó a acercarse a un árbol y al despertar, su cuerpo no le respondía, estaba congelada... La noche casi caía por completo y no podía moverse para nada. Lo único que tenía en su cabeza era el que Noah necesitaba alimentarse y que ella no había podido lograr encontrar comida; al cabo de unos cuantos minutos, cuando comenzaba a quedarse dormida, el llamado de una voz que conocía muy bien le hizo abrir los ojos. Noah logró dar con ella, temblaba, pero no de frío, sino el ver a Mérida en ese estado; estaba tan helada que temía levantarla y romperla, pero con cuidado la puso en sus brazos y comenzó a llevarla hasta el "refugio - sector". La acomodó cerca de la estufa eléctrica y la envolvió con varias frazadas, poco a poco pudo empezar a sentir las manos y cómo la pelinegro metía comida tibia en su boca.

-Pes... pes... -los labios le temblaban y no podía terminar la oración.

-Fui por pescado, estoy muy enojada, es más; estoy tan enojada que tiraría todo lo que hay en esta habitación -avisa con enfado- Yo rompí mi promesa... de no ir al lago, ambas pusimos nuestras vidas en peligro. Sólo por eso... no puedo enfadarme contigo... -se lleva una mano al rostro para limpiar sus ojos, que habían lagrimeado un poco, luego continúa dándole de comer.

-L-lo... siento... tanto... -tartamudea, ella también quería llorar pero no tenía fuerzas.

Noah dejó el platillo casi vacío en el suelo y se acercó a la fría chica, para rodearla con sus brazos y apoyar su mentón en la frente de Mérida. Ninguna dijo nada después de eso y quedaron dormidas.

Al día siguiente, la castaña pudo mover bien su cuerpo, por suerte nada se dañó o congeló como lo había sentido, pero sus piernas si fallaban de vez en cuando, al igual que sus manos. Había días en los que perdía el equilibrio y caía al suelo sin razón alguna, lo mismo le pasaba con sus manos. No era algo que le pasaba a menudo pero no pudo preocuparse como se debía, no tenía cómo hacerse estudios, por lo que sólo podía decirle a Noah "que torpe, estoy más torpe de lo normal".

Comenzaron a ir a pescar juntas, Mérida la ayudaba a secarse al salir y cargaba con un pequeño bolso que traía su cambio de ropa, mientras la loba pescaba, ella juntaba madera y hojas.

El comportamiento de Noah hacia Mérida había cambiado mucho, antes de enfermar se había puesto un tanto cargosa, pero ahora que estaba sana, lo era aún más. No era algo que a la castaña le molestase, le parecía dulce que Noah la persiguiese como un patito pequeño; le besaba la mejilla, la abrazaba por detrás, jugaba mordiéndola y ahora dormían siempre en la misma cama. Sin darse cuenta, la pelinegro se comportaba como si estuviesen saliendo, por lo que Mérida solía sacarse algunas pequeñas dudas para conocerla más, le preguntaba muchas cosas en el desayuno y generalmente antes de ir a dormir.

-Si sigo comiendo dulce de uva... terminaré con un árbol de eso en mi estómago -dice la castaña, mirando el contenido con algo de cansancio. Solían tener muchos frascos de dulce en el sector, por lo que siempre había de eso para desayunar, aunque descubrieron cuánto había hace unas semanas atrás.

Noah se acercó lentamente a la boca de la castaña para lamerle los labios con delicadeza, Mérida abrió los ojos y se sonrojó al instante.

-A mí me gusta mucho este tipo de dulce, podría comerlo siempre - sonríe la pelinegro con cierta picardía.

La última vez que la loba se había acercado de esa manera a ella fue esa noche, no volvieron a tratar de intimar; Mérida no se animaba a hablar mucho del tema aunque quisiese, y Noah esperaba el permiso de la castaña para intentarlo otra vez, en síntesis, era poco probable que algo volviese a pasar pronto. La chica de ojos marrones se llevó una mano al abdomen y colocó una expresión de dolor.

-¿Estás bien? -Noah cambia su rostro totalmente por uno de preocupación.

-Dolor de abdomen...

-Tal vez te hizo mal tanto dulce y pescado.

-Hm, no... Es lo que llega en mi mes.

-¡Oh! Si, sé a qué te refieres, aunque no te llega todos los meses -la mira confundida, colocándose la cuchara en la boca con dulce.

-No, estos meses no me he alimentado bien, he andado muy irregular.

-Bueno, si te hace sentir mejor, a mi me suelen dar puntadas por allí cuando estas con eso.

-Sí, lo notaba, papá me decía que el aroma no te agradaba mucho y te ibas al domo. Tal vez te llegue casi al mismo tiempo, pero no he visto que estés en tus días en ningún momento, eso puede ser grave.

-Mm... -se queda pensando- Pues nunca me ha llegado algo así, no te sientas mal, pero realmente no me gustaría andar sangrando por ahí.

-Te expliqué que es algo bueno... Nos hace muy bien -intenta ponerse de pie pero el dolor se hace un poco más intenso y se apoya en la silla.

-Prefiero estar así como estoy... -vuelve a mirarla con preocupación- ¿Quieres que te acompañe a tu habitación?

-No... Tomaré un baño y luego me recostaré.

Noah sabía que el comportamiento de Mérida cambiaba un poco cuando estaba por llegarle su siclo, por lo que no solía molestarla ni hablar demasiado en esos momentos. A los minutos, la castaña se asomó por la puerta y dejó a su amiga sin saber qué responder.

-¿Quieres bañarte conmigo?

La pelinegro tartamudeó varias veces y sólo terminó asintiendo, no se esperaba algo así. De pequeñas se metían al lago del domo... pero de pequeñas. Terminó en ropa interior, sosteniendo su toalla en la puerta del baño, mirando el cuerpo de Mérida como si fuese comida.

-A veces siento que terminaré convirtiéndome en tu almuerzo -se gira para sonreírle, metiéndose a la tina.

-Ah-no-yo -tartamudea y se acerca un tanto nerviosa, no podía acostumbrarse a verla desnuda.

-¿Vas a bañarte con ropa interior? -ríe un poco.

-Ah... no -se sentía un tanto idiota, ya había visto el cuerpo de la castaña pero había pasado rato de la última vez. Luego de quitarse todo, entró y tomó asiento.

-Sé que es un tanto repentino... pero quería bañarme contigo hace mucho -se acerca a ella poco a poco hasta poder apoyar su espalda en el pecho de la loba- Eres muy cálida... Desprendes un calor muy acogedor, ¿lo sabías?

Noah no sabía qué responder, estaba tratando de acomodar sus manos para que no terminaran en los pechos de su amiga, por lo que las dejó al costado.

-¿Te molesta esto...? -baja la mirada, podía notar el gran nerviosismo de Noah, ella estaba muy avergonzada también pero no podía evitar el querer sentirla más, seguramente alguna hormona molesta, despierta para invadir su cuerpo de deseos.

-N-no... Sólo, es la primera vez que te veo... tan a la luz -trata de explicar, aunque eso logró sacar una pequeña risita en la otra muchacha- Eres muy bonita... creo que me pierdo en eso.

Mérida se sonroja y no logra responder algo coherente, sólo una sonrisa nerviosa y un "gracias".

Las manos de Noah comenzaron a acariciar la cintura de la castaña, se supone que debía lavarle el cabello, pero sus sentidos estaban fallándole un poco; literalmente, algo no andaba bien con ella. Para Mérida, eso era algo bueno, que la chica que le gustaba esté tocándola le agradaba mucho, su cuerpo se tensó un poco al sentir el toque en uno de sus pechos.

-¿Sabes que es de pervertidos... apretarle el pecho a una mujer de esa manera, no? -avisa Mérida con una pequeña sonrisa.

-Es una tentación muy grande, creo que los pervertidos no tienen la culpa -le muerde el cuello.

Un leve gemido salió de la castaña, provocando una reacción un tanto más brusca por parte de Noah, quien comenzó a colocarla boca abajo para tomar una posición más dominante sobre ella; Mérida podía sentir cómo el agua rozaba de vez en cuando su nariz o mejilla, intentó responder algo sobre lo que había dicho la loba pero sólo salían pequeños gemidos de su boca.

Noah estaba mareada, de vez en cuando podía sentir que perdía todo el control de su cuerpo y realizaba acciones muy bruscas, no parecía molestarle a la otra chica, pero desconocía mucho de lo que estaba experimentando su mente; había un leve aroma que provocaba fuertes impulsos de morder cualquier parte o partes a las que su boca llegaba. La primer embestida por parte de la loba sorprendió un poco a Mérida pero no limitó sus gemidos, todo lo contrario. La castaña pedía más con cada embestida, su parte íntima había comenzado a molestarle mucho ya que Noah no la tocaba directamente pero los fuertes choques que realizaba con el abdomen se sentían muy bien, pero una especie de piquete en esa zona obligó a frenar las acciones, haciendo que la pelinegro llevase su mano ahí por el dolor. Mérida se giró para verla, pero no logró entender bien lo que pasaba.

-¿Todo... bien? -pregunta un tanto preocupada al ver que unas orejas y cola de lobo comenzaban a aparecer en Noah, algo que no había visto hasta ahora.

-Si... sólo... -aprieta el borde de la tina, había un aroma que estaba comenzando a hacerle sentir deseos que no sabía interpretar.

A los pocos segundos, el agua de la tina tomó un color rojizo, Mérida se puso casi del mismo color por la vergüenza, no podía creer que justo ahora pasara y por más obvio que se veía venir, no lo esperaba tan pronto.

-Dios, como lo siento -se pone de pie y saca el tapón para dejar ir el agua- Soy una idiota... De todos los días que pudiese elegir para compartir contigo, tenía que elegir uno donde podía pasar algo así... De verdad, lo siento tanto...

La voz de Mérida era eco en la cabeza de Noah, su respiración estaba muy acelerada y sentía que ya no podía controlar las acciones de su cuerpo.

-Necesito salir... -avisa la pelinegro, ni siquiera notó que al sujetarse del lavamanos, casi terminaba por romperlo. Le dejó una gran ruptura al apretarlo, la castaña sólo asintió.

En todo el día, Noah no apareció. Mérida no podía entender aun por qué era tan doloroso para su amiga el que ella estuviera en sus días; la escuchó en el pasillo, pero no quiso pedirle entrar, no quería volverla a molestar. Iban a ser nuevamente, noches solitarias.

Actualidad.

-¿Le vas hacer estudios en secreto? -indaga Lucas, susurrando.

-Sí, quiero hacerle unas ecografías y unos análisis. Pero necesito que me des la llave de la sala de radiografías por si veo algo que necesite checar, puedo tomarlas pero no revelarlas -explica mientras teclea la computadora.

-Ha... Si descubren que estamos haciendo estudios sin permiso nos van a dar una multa eterna -se queja un poco, luego gira el rostro, buscando a la loba- ¿Y dónde está? Pensé que andaría por aquí, chismeando en tus papeles.

-No chismea, sólo le llaman la atención algunas cosas -suspira y apoya el codo en el mueble- Está detrás de la cama al fondo, no se siente bien.

-Tal vez comió mucha carne.

-Espero sea eso...

-¿Crees que sea algo muy malo?

-No lo sé... Ya le había pasado antes, por eso quiero hacerle esas ecografías.

-Está bien... Pero si veo que las cosas se ponen feas, no traeré la llave.

-Hecho -le sonríe y palmea la espalda- Que buen Luquitas eres.

-No me llames así... Por tu culpa los de la guardia me dicen Luqui, voy a dispararles algún día.

-Jajaja Quiero estar ahí cuando hagas eso.

-A mí también me gustaría -apoya una mano en el mueble, cerrando un poco el camino de la castaña para dejarla frente a él.

-Ah... jeje -algo incómodo para Mimi, su amigo había empezado a coquetearle hace unos días, no quería regañarlo por eso pero estaba comenzando a invadir ciertos términos como la distancia.

-Hey... -lo empuja con algo de fuerza, provocando que se voltease a ver qué lo había golpeado así- ¿Por qué no haces algo más productivo en vez de cortarle el camino a la doctora? -le frunce el ceño- Como ir por esa estúpida llave.

-S-soy científica, aún no me dan el título de doctora -intenta corregir Mimi, pero había un aura muy oscura entre las miradas de Lucas y Max, por lo que se mantuvo al margen de la charla.

-¿Y tú qué? Pensé que estabas moribunda al fondo del laboratorio, hasta me ilusioné de no tener que toparme con tu cara de perro -frunce el ceño.

-¿Qué dijiste? -lo toma de la ropa con enojo.

-Que tienes cara de perro, idiota.

-Muy bien, ya está. Que linda charla, muy bonita -los separa y empuja poco a poco a su amigo hasta la salida- Me encantó tu visita pero ya te comenté lo que debo hacer y Max no se siente bien, tal vez otro día puedas pasar a tomar café.

-Para meterse en asuntos que no son suyos parece estar perfecta -vuelve a mirarla frunciendo el ceño y luego sale por la puerta.

Max da un ligero gruñido y se voltea con la mano en el abdomen para dirigirse nuevamente al fondo de la habitación. Mimi sólo baja la mirada y vuelve a la computadora, trataba de estar lo más lejos posible para no ocasionarle dolores.

Al día siguiente, la castaña recostó a la loba en la camilla para verificar algunas cosas, para luego sacarle esas ecografías.

-Lamento si te es doloroso, es para sacar dudas de si tienes algo fuera de lo normal en el abdomen -le presiona y su compañera reacciona con un gesto de dolor.

-Da igual Mimi... No creo que sea algo que tenga, desde que siento ese aroma en el aire que me duele...

-¿Aroma?

Podía ser lo que pasaba por su cabeza, pero intentó trabajar más el tema.

-Sí, desprendes un olor muy fuerte que me marea... No es un olor feo, todo lo contrario, si te explicara las cosas que pasan por mi cabeza cuando lo siento, saldrías corriendo -la mira de reojo- Creo...

-Pues pongamos a prueba eso, ¿qué pasa por tu cabeza? -le toma la muñeca para verificarle el pulso.

-Quiero colocarte contra la pared y morderte. No sé si de manera agresiva, pero son distintas sensaciones ¡Rayos, ¿tienes que estar tan cerca?! -pregunta un tanto alterada, girando el rostro.

-Si... Tengo. Si lo que dices es así puede ser un instinto de apareamiento que se activa en tu cabeza, debido a las feromonas que expulsa mi cuerpo al estar en mi periodo.

-¿En español? -se sujeta el abdomen.

-Que tu instinto animal quiere aparearse conmigo al sentir que estoy en mis días fértiles. Al ir en contra de eso puede que te genere mucho dolor, a las personas suele pasarles también, pero en diferentes momentos...

-Pero eso es totalmente tonto, ¿por qué me aparearía con una hembra?

-La verdad... No lo sé... -toma asiento- Tal vez no importa que seas hembra, puede que se active igual... aunque si es un tanto raro -se lleva una mano a la barbilla.

-¿Puedo irme ya...? -suspira.

-Te haré una ecografía y listo. No creo que necesites radiografía -prepara el aparato y saca un gel.

-¿Más cosas...? De verdad se me hace difícil estar al lado tuyo... -vuelve a acomodarse, comenzaba a sentirse muy mareada otra vez.

-Lo sé, lamento que debas pasar por eso, pero es para estar seguras de que sólo son instintos, ¿sí?

-Ok...

Al inicio todo iba normal, pero algo anormal salió en la pantalla, algo que hizo tragar saliva a Mimi. No podía ser lo que veía... o si. Alguien llamó a la puerta provocando un pequeño salto en la silla.

-Dios... -suspira.

Max se quedó mirándola, su rostro no le traía buenas noticias, pero estaba tan mareada y adolorida que no pudo preguntar. La castaña abrió la puerta sin hacerlo del todo.

-Pude conseguir la llave, ¿lograste sacarle esas ecografías y radiografías? -indaga Lucas, asomándose para intentar ver dentro.

-¡No! -exclama, sin dejarlo entrar- Definitivamente se siente muy mal, está descompuesta así que lo haré mañana -explica un poco nerviosa.

-¿Qué? Pero la llave, no iré de nuevo mañana, Mérida -se queja.

-Mimi -susurra enfadada- Te dije que no me llamaras así y lamento haberte hecho ir ahora, pero ella está muy mal.

-¿Qué te sucede? Actúas raro -vuelve a intentar asomarse.

Un gruñido y el sonido de algunas cosas cayendo alertaron a Lucas, pero Mimi lo empujó y cerró la puerta rápidamente.

-¿¡Qué rayos haces Mimi!?

-¡Son cosas de chicas! -apoya la espalda en la puerta.

-Ha... -suspira enfadado- Volveré mañana.

Cuando la castaña siente que el muchacho se aleja, trata de buscar rápidamente con la mirada a Max, no estaba en la camilla; había vuelto al fondo de la habitación, su tamaño había aumentado un poco, su cola de lobo estaba tiesa en el suelo, rodeando su cintura mientras sujetaba sus orejas con las manos, fuertemente. Mimi intentó acercarse para decirle algunas cosas pero una voz ronca la detuvo.

-No te acerques... Por favor, tu aroma es una tortura -gruñe y se acurruca en la frazada que se encontraba entre la cama y el suelo.

La chica de ojos marrones dio unos pasos hacia atrás y cerró la cortina, tomó su notebook junto con una copia de las ecografías y se encerró en el baño, pensaba que mientras más lejos estuviese de Max, menos le molestaría. Estaba muy preocupada, era una mezcla entre el susto y la preocupación, tenía una sensación muy fea en el pecho; no por lo que vio en la loba, sino por lo que posiblemente podía estar pasando. Trataba de analizar en profundidad lo que había obtenido de las ecografías pero realmente no podía comprenderlo o tal vez no estar segura hasta hacer algunos análisis, aunque en el estado que se hallaba Max ahora... lo mejor era dejarla descansar.

Al día siguiente, unos golpes en la madera la despertaron poco a poco, tenía algo de frío.

-Oye... Sal de ahí, deberías comer algo al menos...

Escuchar la voz de Max la alivió en parte, pero no quería salir.

-No creo que sea bueno... Debería tomar un baño primero, luego-

-No es necesario -interrumpe- Que sea gruñona no quiere decir que desee que te la pases encerrada en el baño por mis extraños instintos o lo que quiera que sea esta cosa.

Hubo unos cuantos segundos de silencio hasta que Mimi respondió.

-Está bien... Pero prefiero tomar un baño primero -avisa.

Otro corto silencio invadió el lugar.

-¿Me tienes miedo? -indaga la loba.

-No.

-Entonces sal.

-No...

-Mimi... -golpea la puerta dos veces, despacio- Mérida...

Al escuchar su nombre proveniente de la loba, se le erizó la piel y subió la mirada.

-¿Por qué me mentiste con tu nombre? Estabas compartiendo tu pasado conmigo, lo acepté. Acepté que estuve en también, ¿por qué me mentiste?

La voz de Max no sonaba enojada, más bien angustiada. A Mimi no le salían las palabras, estaba atorada.

-Perdona Max...

Cuando estaba a punto de intentar hablarle los golpes en la puerta de entrada la hicieron salir del baño sin pensarlo dos veces, se chocó con la pelinegro tras abrir de golpe.

-No deberías abrir... -la sujeta del brazo.

En parte no podía negarle que tenía razón, Max parecía saber que algo ocultaba y si los demás ya sospechaban de algo lo mejor era actuar con precaución.

-¿Qué debería hacer...? -indaga la castaña, mirando la puerta.

-No abrir la puerta.

Era algo difícil de no hacer, la golpeaban continuamente y con fuerza, parecían forcejear.

-Igual la abrirán... Debo quemar todo -corre hasta uno de los muebles y saca un encendedor.

Mimi comenzó a tirar todos los libros y papeles que podía en medio de la sala, para luego prenderles fuego. Comenzó a golpear las máquinas, generando un gran ruido.

-¿Qué haces? -pregunta la loba sin acercarse mucho.

-Me han engañado, no debería-

La castaña fue interrumpida por el fuerte golpe en la puerta, la cual se abrió de par en par; ingresaron soldados armados y amarraron a ambas.

-Mérida Hould, se la acusa de realizar actos ilegales al sector con un experimento altamente necesario para el gobierno. Debe acompañarnos -mira a la loba- Ambas.

-Maldito Lucas... eres un imbécil -le escupe en la cara.

-Eso traerá más consecuencias -comienza a jalarla hacia fuera con fuerza.

Max empezó a forcejear pero los pedidos de Mimi a que se calmara no le quedó de otra que cumplirlos, la última vez que actuó mal terminó atada a una camilla. Caminaron un largo tramo hasta llegar a una gran oficina, donde un hombre calvo y bien vestido los atendió.

-Volvemos a vernos señorita Hould, que agradable sorpresa -toma asiento en la silla del gran escritorio.

-No es ninguna sorpresa... -le frunce el ceño.

-Mire, voy a ser directo con usted. El superior no está nada contento con sus avances, le dimos permiso de tener con usted a la persona que quiere pero nos generó información falsa y acabo de enterarme que ha destruido sus bellos trabajos con valiosa información -explica el hombre mientras escribe en un papel.

-Me dieron permiso de tenerla por sus propios beneficios, no soy idiota.

-Señorita, usted sabe mejor que nadie lo grave que está volviéndose la situación con los infestados; el virus se está propagando muy rápido y no hay suficientes lobos de su especie para generar cambios positivos, ya han muerto varias bestias; ¿no le gustaría generar un cambio?

-¿Muerto? No les drenan sangre para generar una cura, están usándolos para muchas otras cosas. Las cosas que dice son pura mierda del gobierno -avisa enojada.

-Muy bien... -se pone de pie y le hace señales a uno de los guardias, los cuales se llevan a Max.

-¿¡Qué le hacen!? -intenta soltarse al ver eso pero el soldado que la sostenía le dio un fuerte golpe en el estómago, dejándola en el suelo.

-A veces lo que uno ve no es lo que parece, señorita Hould -dice seriamente y se acerca- Lamentamos informarle que debido a su negligencia y actos ilegales se la ha rebajado a un castigo y será obligada a ser parte del proyecto que no pudo conseguir de manera responsable -se aleja y vuelve a sentarse en el escritorio- Llévenla, no quiero fallas esta vez -baja la mirada para volver a escribir.

Mimi fue llevada hacia fuera casi a rastras, el golpe en el estómago había sido bastante fuerte. La hicieron ingresar a un túnel hasta llegar a las celdas. Podía escuchar gritos, gruñidos y llantos, el aroma del lugar era horrible; la metieron a una pequeña celda casi empujándola para luego cerrar.

-Más vale que hagas tu parte... -avisa uno de los soldados por la rejilla de la celda.

-Púdrete Lucas... -dice en voz baja, sujetándose el estómago.

El guardia cerró la rejilla y se retiró con los demás.

-Eso pasa... cuando confías en las personas...

La voz de Max hizo muy poco eco en la celda, sonaba débil y parecía costarle ponerse de pie. A la castaña no le hizo falta ni acercarse, la celda era muy pequeña y con sólo girar la cabeza pudo verla.

-Tal vez confiar era lo único que me quedaba para llegar a ti... -quería llorar pero intentaba aguantar lo más que podía- Te he fallado tantas veces... tantas... -su voz comienza a quebrarse.

-Bueno... vele el lado positivo, si han sido varias, no las recuerdo... -intenta sonar sarcástica pero parecía haber empeorado la situación ya que Mimi se largó a llorar-No llores... ya de por sí tu aroma está taladrando mi cabeza otra vez... -gira el rostro, mientras que la castaña lo levantó para observarla y limpiarse las lágrimas.

-Max... Es probable que lo que ocurra ahora... realmente sea imposible de evadir... Lo siento... Van a usarnos a ambas para algo horrible...

Continuará. 

-¿A qué te refieres? -indaga la pelinegro, poniéndose de costado para intentar evadir el aroma que solía atormentarla.

-Aún no sé si esté en lo correcto, pero quieren ver si un humano es capaz de soportar... -no pudo terminar la oración al ver cómo Max comenzaba a retorcerse de dolor- ¡Max! -se preocupa y acerca, pero la loba la aleja.

-¡No te acerques! -pide, sus orejas y cola de lobo aparecieron muy rápido- Me inyectaron algo antes de retirarse... ¡No sé que puede haber sido pero mi abdomen arde! -se lleva una mano al rostro- ¡No sé qué hacer Mimi, siento que no puedo controlar bien mi cuerpo! -avisa alterada.

Mimi podía darse una idea de lo que le habían inyectado a Max... teniendo una idea de lo que buscaban, era lo más próximo a pensar. Se acercó de igual manera a la loba para acariciar su espalda.

-Max... Tranquila, todo va a estar bien -intenta sonreírle pero se le dificulta un poco- No importa lo que pase... No me apartaré de ti. Desde que acepté ser tu amiga decidí que no haría eso, así que tranquila... -la abraza por detrás- Te amo así como eres.

Los sollozos de Max eran una mezcla de angustia y dolor, su lado animal estaba tomando control de ella en casi todo lo que sentía y quería hacer.

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El día en el que se separaron, fue uno tormentoso, en ambos sentidos. El viento gritaba y la rama de los árboles se movían salvajemente. El cielo parecía quebrarse y la lluvia golpeaba con fuerza. Uno de los sectores había logrado localizar la ubicación de Noah, estaban desesperados por tener más lobos. Varios soldados invadieron el bosque, persiguiéndolas.

-¡Nos van a rodear! -avisó la loba, sujetando con fuerza la mano de Mérida.

-¡No dejes de correr! -la jaló nuevamente para continuar corriendo.

La tormenta les dificultaba ir más rápido, no podían ver casi nada. En un abrir y cerrar de ojos, Mérida dejó de sentir la mano de Noah, quien había resbalado y caído hacia un pozo. La castaña sólo escuchó el grito de la loba y luego nada... La desesperación la llevó a gritar muchas veces su nombre e intentar buscar la manera de bajar; logró visualizar a lo lejos un puente pero un sonido la dejó inmóvil. Los soldados estaba muy cerca, podía escuchar como daban la orden de rodear el lugar, las luces a lo lejos se convirtieron en horribles ojos que no la dejaron inmóvil. Si iba a buscarla... la perseguirían. Y si Max había logrado sobrevivir a eso... probablemente estaba herida... Por donde lo viese, todos los caminos la llevaban a alejarla de lo que más amaba...

-¡Por aquí, veo algo! -avisa uno de los soldados al ver una figura humana a lo lejos.

Mérida levantó las manos y se dejó capturar. Los soldados no sabían qué hacía una persona en medio del bosque, con una tormenta así.

Mérida fue llevada al sector nueve, se la llenó de preguntas y mintió tantas veces, que sentía cómo su corazón se detenía de vez en cuando; más que nada al no tener idea de lo que había pasado con Max.

"¿Quién eres y de dónde vienes?"

"Soy Mérida Hould, hija de Adam Hould, vengo del sector seis. Estaba sobreviviendo con las sobras del lugar, me adapté a él"

"¿Cómo lograste sobrevivir al virus?"

"Mi padre estuvo haciendo experimentos con una loba llamada Max, ambos fingimos una amistad con ella y así logramos extraerle sangre. Me gané su confianza, los lobos son animales y fáciles de domar si creen que les das amor"

"Explíquese mejor"

"Fingí un amorío con la loba, la seduje. De esa manera, ella me abrió su corazón. Me dejaba hacer lo que quisiese con ella y así logré que me dé su sangre. Mi padre falleció en el bombardeo, por lo que ella se convirtió en mi propio experimento"

"Parece ser una persona muy inteligente señorita Mérida"

"Prefiero que me llamen Mimi, o por mi apellido; odiaba a mi padre y su forma de querer salvar a los lobos, cuando la raza humana estaba en peligro. No me gusta ese nombre"

"Oh, entonces la llamaremos como guste. Y díganos, ¿qué hacía en mitad del bosque señorita Hould?"

"La loba se había escapado, aprovechó la tormenta o sintió algo. No podía dejar que eso ocurra. Descubrí que su sangre era muy valiosa, como verán, puedo soportar el virus. Si ella se escapaba, no sabía dónde iba a encontrar ese tipo de sangre otra vez"

"Ya veo, de seguro fue la loba que nuestros sensores lograron captar"

"Pienso que sigue viva, y si está enamorada de mí, probablemente me busque. Si me ayudan a encontrarla, yo les brindaré información y pagaré el favor realizando más estudios en ella"

"Me parece un buen trato... Los lobos que hemos estudiado hasta el momento contienen una sangre muy débil y no ayudan mucho, los soldados que tenemos siempre necesitan una nueva dosis para no contraer el virus. De ahora en más, se le asignará un laboratorio para que nos brinde la información que logre recordar y un equipo de búsqueda"

"Gracias..."

Esa noche, Mérida no pudo dormir hasta que sus propias lágrimas cansaron sus ojos.

La castaña siempre llevaba al equipo de búsqueda lejos del puente con alguna escusa, cuando tenía la oportunidad de acercarse ella misma, no lograba ver nada. No sabía si relajarse al no toparse con un cuerpo muerto o preocuparse porque alguien la haya capturado.

A las pocas semanas, luego de haber buscado por varios sectores menores, los ojos de Mérida se iluminaron y aterraron a la vez, al ver a Noah a lo lejos; estaba sonriendo y riendo junto a una bella chica. Tal vez... estaba ocultándose. Fue lo primero que pensó, lo segundo; si iba por ella, era probable que los soldados que estaban cerca, ayudándole a buscarla, podían terminar encontrándola, por lo que solo se alejó de ese sector.

Iba al mismo lugar, una y otra vez, pero Noah no parecía tener mucho interés en buscar una salida.

"Tal vez... está fingiendo"

Ella se veía feliz... Sin preocupaciones, la chica con la que estaba la abrazaba y tomaba de la mano como algo natural. La llamaba "Max", ¿podía ser que esté fingiendo una relación para sobrevivir? No podía pensar otra cosa... no podía cruzarse por su mente otra cosa.

Cada día que iba al sector a escondidas, no podía evitar que su pecho se llenara de angustia. Noah no parecía tener intensiones de marcharse... No parecía buscar salidas... Comenzó a volverse más una tortura que un rescate.

Hasta que ese día llegó, el sector menor fue alcanzado por el humo espeso de la radiación, haciéndolos retirarse. Mérida no pudo evitar perseguir el auto en el que la pelinegro había escapado. Luego del choque que tuvo con un gran infestado, pudo ver cómo la otra muchacha con la que había estado se marchaba con otro chico, dejando a Noah sola. La maldijo con mucha bronca, tomó un arma y se dirigió a ayudarle hasta sentir cómo una enorme criatura pasaba cerca de ella, lanzándose sobre el infestado, quitándolo de encima del auto; era un lobo gigante, ¿por qué estaba allí? No lo sabía, por lo que se propuso a ir primero por Noah, quien se encontraba desmayada y herida dentro del auto. Logró sacarla y uno de los soldados que se encontraban cerca estuvo a punto de comenzar un tiroteo hacia las criaturas que se encontraban luchando.

-¡No Lucas, van a matarnos! -gritó la castaña.

El soldado bajó el arma y se dispuso a ayudarla primero. Lucas se había convertido en un amigo muy querido para Mérida, la ayudó en muchos casos de depresión. Fue el único que logró darse cuenta que para la castaña, esa loba era más que un experimento para ella.

Noah fue llevada al viejo sector seis, allí tenía aún su caja de primeros auxilios y varios utensilios que podían servir para ayudar tanto a la loba como a otros que salieron mal heridos. Cuando ingresó a la sala donde Noah se encontraba, se sentía nerviosa pero feliz a la vez.

-Necesito saber si sientes dolor en alguna parte del cuerpo -la castaña dijo esto con algo de ironía y una sonrisa, pero al ver que Noah no mostraba interés ni en su voz ni figura, tragó saliva. Las manos con las que sostenía la libreta de notas le temblaban.

-No sabría... decirlo... ¿Dónde estoy?

-Es un refugio. Mira -titubea, cada palabra que salía de su boca provocaba cierto dolor en su pecho- No puedo responderte preguntas ahora, estoy muy ocupada con varias personas que han traído, ¿puedes esperar a que me desocupe?

Mérida quería salir corriendo de allí... Noah... parecía no recordarla en lo absoluto. Salió tan rápido de la habitación en cuanto pudo, dirigiéndose a una vacía, no pudo contener las lágrimas; podía sentir cómo su pecho se volvía más pesado.

-Mérida, estuve busc-

Lucas se quedó un tanto preocupado al ver que la chica se encontraba llorando.

-¿Estás bien?

La castaña se sobresaltó un poco y limpió las lágrimas con rapidez.

-S-sí, claro que si -intenta sonreír- Es sólo que... al parecer... el experimento ha perdido gran parte de su memoria. Seguro... se golpeó la cabeza -claramente al caer en ese lugar... al parecer.

El soldado se quedó unos segundos en silencio.

-No parece ser un simple experimento para ti.

-¡N-no! ¡Ella definitivamente lo es! -dice alterada.

-Tranquilízate... No necesitas mentirme, el tiempo que llevo trabajando contigo ha sido muy obvio eso. No le diré a nadie -le palmea la espalda.

-No... ella... no es nada... no es nada para mi, sólo un experimento... -le tiembla la voz.

-Si ha perdido la memoria, dudo que puedas experimentar con ella en el laboratorio de manera tranquila, seguro lo harán a la fuerza -le guiña un ojo.

-¿Eh? ¿Ah? -indaga la castaña sin entender nada.

-Le diré a los supervisores que el experimento ha tenido una pérdida de memoria, que no sería tan eficaz trabajar con ella hasta que se gane tu confianza otra vez. Te darán tiempo hasta que puedas ganarte su confianza y no sea un problema en el sector nueve.

-Ah... Pero...

-Trata de que te recuerde lo antes posible... Mientras más rápido lo haga, mejor. Si la llevas al sector así como está, será un problema.

¿Un problema? Todo se veía un problema ahora... La castaña simplemente asintió y aprovechó esa oportunidad para intentar formar un vínculo nuevo con la loba, pero fue muy difícil y doloroso... Cada paso que daba, la sentía más lejos. Tenía ganas de decirle todo... Pero... ¿Noah realmente iba a estar a salvo así? Claro que no... A penas se gane esa confianza... se la llevarían al sector... no tendría más opción que experimentar con ella como si nada... No quería eso, no quería que Noah perdiera su libertad. La mente de Mérida se volvió un remolino de dudas, su corazón le presionaba el pecho con cada día que pasaba y escapar era imposible... Siempre iban a estar vigilándolas. Pero si en lo que fingía recuperar su confianza la alejaba del sector nueve, podía darle una oportunidad. Pero Noah había cambiado completamente, ella ahora sólo buscaba ir a sectores menores para estar a salvo... Los sectores menores siempre iban a estar cerca de los mayores, un problema más a la lista.

"¿Qué camino debo tomar Noah...? Estoy perdida, y por más que te tengo a mi lado, hay una soledad que duele... duele tanto. Te necesito..." Esos pensamientos ocupaban la mayor parte de la mente de Mérida durante las noches que sólo podía quedarse observando a la persona que más amaba. Llorar en silencio y buscar camino con desesperación, alguno que al menos... salvase a Noah. Pero cada vez que la loba parecía abandonarla, volvía.

"¿Por qué lo haces más complicado...?"

"Si huyes... puedo generar alguna otra mentira... para que vuelvas a huir. Por ti... puedo convertirme en la mentira misma..."
"¿Por qué no te vas...?"

"No te vayas"

Todo tipo de pensamiento comenzó a enfermar la mente de Mérida, sin saber qué camino tomar, su cuerpo sólo se dejaba llevar por los pasos de la loba que caminaba frente a ella. Perdió total confianza en ella misma y en lo que podía llegar a hacer. Pero nunca perdió el amor que sentía hacia la muchacha de ojos oscuros.

"Si confías en mi Noah... Vas a salir herida. Soy una mentirosa... No puedes confiar en mí. Pero trataré de que confíes en Mimi... En estos momentos, me gustaría ser como ese personaje que tanto te gustaba e idolatrabas"

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-Aunque las cosas vayan a peor, siempre voy a desear lo mejor para ti, y si debo cruzar el mismo infierno para buscar la manera de salvarte. Lo haré -acaricia la espalda de la loba, la cual gruñía por sus malestares.

Mimi comenzó a quitarle la ropa baja e interior a la loba, luego la suya, para sentarse en sus piernas.

-Tranquila, todo el dolor se irá pronto -lleva una de sus manos a su intimidad, para estimularse, era bastante complicado mojarse en un momento así, pero la menos podía prepararse un poco.

Max, entre más fuerte sentía el aroma, mas borrosa veía la figura de la castaña, pero podía sentirla, su cuerpo tibio y nervioso, su angustia. No podía abrir su boca más que para dar pequeños gruñidos. Poco a poco iba sintiendo que algo dentro de ella buscaba salir y apoderarse de esa esencia que se encontraba frente a ella. Sus brazos sujetaron con fuerza a Mimi, para no que no se fuese.

-Eso es... -susurra la castaña, apoyando su frente en el hombro de la loba, mientras metía uno de sus dedos dentro de su parte íntima, dolía un poco. Nunca había hecho algo así.

A los pocos minutos de estar tocándose, comenzó a sentir el delgado y mojado miembro de la loba, que buscaba hacerse camino para entrar dentro; sacó su dedo y con delicadeza, lo sujetó para ayudarle a ingresar con más facilidad, aunque la pelinegro daba pequeñas embestidas por la desesperación, provocando que el ingreso sea más doloroso para la castaña. No podía evitar dar algunos gemidos de dolor. Al inicio, Mimi tuvo que sujetarse con fuerza de los brazos de Max, el dolor era bastante insoportable, tanto, que no pudo evitar sacar algunas lágrimas mientras sus brazos luego buscaron rodear el cuello de la loba para sujetarse mientras era embestida por la pelinegro, quien, de alguna manera comenzó a bajar ese brusco ritmo a uno más suave. Poco a poco, su parte animal se fue relajando, dejando que pudiese tomar más el control, una oleada de lindas sensaciones pasaban por todo su cuerpo. El cuerpo que sus manos estaban acariciando y sujetando, ya lo había sentido antes. Y con ligeras imágenes en su mente, fue recordando retazos de haber estado recostada al lado de alguien, besando su cuerpo... sus labios. Esa calidez... ¿cómo había podido olvidar algo así? Cada gemido de Mimi, provocaba que la cabeza de Max diese mil vueltas, era poco lo que estaba logrando recordar, pero claro el rostro que veía en esos fragmentos... Todo pasó en pocos minutos que parecieron más largos, hasta sentir que su miembro se había hinchado y quedado dentro de la castaña, la cual temblaba por todo lo sucedido, mientras sentía cómo su vagina se llenaba del líquido que la loba estaba dejando dentro de ella. Ambas estaban transpirando pero ninguna dejaba de abrazar con fuerza a la otra. Max no tenía ni interés en preguntar por qué podía estar apareándose con ella si ambas eran hembras -en su dialecto. Sólo quería permanecer abrazada y no soltarla. A los pocos minutos ese líquido que estaba dejando en la castaña salió con más potencia e hizo que Mimi diese un gemido agudo y fuerte a la vez, mientras que Max no pudo evitar sujetar la cola de la otra chica con fuerza, jalándola hacia abajo para hacer presión. Luego de eso, su miembro salió hacia fuera, resbalándose por los líquidos. Aun después de eso, ninguna dejó de abrazar a la otra.

-Te amo -susurró la loba.

El cuerpo de Mimi sintió un ligero cosquilleo al escuchar eso.

-No digas eso ahora... -pide con angustia, trataba de recuperar el aliento luego de haber tenido su primer orgasmo.

-Lo siento... Recordé habértelo dicho en varias ocasiones antes... Necesitaba volver a decirlo -acaricia la espalda de la castaña lentamente, recorriendo con la yema de sus dedos gran parte de ese frágil cuerpo que sujetaban sus brazos.

Al escuchar la palabra "recordar" Mimi no pudo evitar comenzar a llorar en los hombros de la loba, quien continuaba acariciándola. Tal vez no la recordaba por completo, pero le bastaban esos retazos de memoria para saber que la castaña era muy importante para ella. Y luego de lo sucedido, sentía una conexión demasiado fuerte con la chica de ojos marrones.

Luego de un rato, cuando la castaña se sentía un tanto mejor, se separó un poco de la loba para ver hacia atrás. No sabía si sentir vergüenza o ya nada, no podía decir que la sangre que se encontraba en el suelo y las piernas de Max se debían a que había perdido su virginidad o que era parte de que seguía con su período, no le prestó mucha importancia y sólo volvió a refugiarse en el pecho de la pelinegro.

La felicidad... es tan corta. Tanto la castaña como Max sintieron eso de inmediato al escuchar cómo la puerta de la celda se abría. Uno de los soldados le disparó un dardo a la loba, dejándola sólo con el intento de haber querido a ayudar a Mimi cuando fue jalada hacia fuera de la celda, era algo que la castaña se veía venir, por lo que no batalló en intentar volver al regazo de la pelinegro, sólo intentó no mirarla mientras con cada minuto que pasaba se encontraba más lejos de ella.

Continuará.   

Mimi fue llevada a una oscura sala, donde se le hicieron preguntas que no quiso responder. Era observada por el que comandaba el sector nueve y la supervisora del mismo; Walas y Yannet.

-Siempre estuvimos al tanto de sus mentiras señorita Hould. Se sumergió tanto en ellas que no se dio cuenta que usted misma comenzó a demostrar que no eran ciertas -avisa la mujer, ordenando unos papeles.

-¿Usted piensa que un científico trataría con tanto cariño a su propio proyecto? Por favor, ha sido muy ingrata a pesar de los favores que le otorgamos -dice Walas, poniéndose de pie- Será utilizada para el proyecto del sector dieciséis, pero castigada en nombre del nueve.

Mimi sólo observaba el suelo, mientras Yannet se ponía de pie junto con el comandante, sosteniendo un papel en mano para luego decir:

-Señorita Hould, se la acusa de traición a altos sectores que trabajan día a día por salvarnos. Mentirle a un comandante y su gente. Quemar información sumamente importante que se le otorgó con suma confianza. Usar soldados para su beneficio sin tener en cuenta las consecuencias y sobre todo, relacionarse sentimentalmente con el enemigo.

Cuando la castaña escuchó esa palabra, levantó el rostro y arrugó la frente, mirando fijamente a los superiores.

-Lo que sucede, queridos superiores, es que tengo un significado muy diferente a quienes son los enemigos en estos momentos -responde seriamente.

La supervisora se llevó una mano a la boca, tosió un poco y sin prestarle atención a esas palabras, finalizó diciendo:

-Su castigo debería ser la muerte o cadena perpetua, pero sólo y por el simple hecho de que será utilizada para el nuevo proyecto, su castigo se reducirá a cinco azotes en el domo de batalla. Cinco acusaciones, cinco azotes. Será azotada tres veces por semana, durante los primeros tres meses -coloca el papel en la mesa y luego se sienta.

-Llévenla al domo. Iremos en media hora para dar comienzo a su castigo -ordena el comandante, moviendo la mano con desinterés para luego tomar asiento y continuar firmando algunos papeles.

Mimi continuó mirando con enojo a amabas personas, hasta ser llevada al lugar indicado; donde se la ató de manos a dos postes verticales. Había gente mirándola por el vidrio del domo. Walas hablaba estupideces como "esto va a ocurrirle a cualquier que traicione al sector". El primer azote fue el más doloroso, apretó las manos cuando sentía que venía el próximo para al menos amortiguar el dolor. Luego de eso fue llevada al mismo lugar donde se encontraba Max, pero fue colocada en una celda diferente. La alimentaban tres veces al día con comida que tenía muy mal sabor y cada dos días durante la semana, volvía a ser conducida al domo para el castigo.

Cuando se cumplió el mes, fue llevada a un laboratorio donde había, al parecer, cuerpos muertos tapados con trapos manchados de sangre. Cada vez que la castaña abría los ojos, sentía un pequeño dolor en el abdomen, siempre amanecía atada y sin mucha fuerza. Esa noche, no pudo evitar llorar y sentir cierto temor, pero lo que más estaba afectándole, era la gran necesidad de sentir a Max. Estaba lejos de su celda, pero podía ver que era alimentada con animales muertos cada tanto, siempre intentaba ver por la orilla de las rejas para al menos intentar observarla en el momento que abrían la puerta, pero nunca podía lograr ese objetivo.

Un día, despertó en el laboratorio, amarrada y manchada de sangre, no pudo evitar asustarse al sentir los leves pero punzantes dolores en su abdomen.

-Otra vez falló la extracción del embrión, doctor -avisa una de las enfermeras con una pinza del rojo que estaba aterrando a Mimi, la dejó en una fuente de agua para luego limpiarse las manos.

¿Embrión? Esa palabra pasó por la cabeza de la castaña muchas veces, pero su cuerpo aun no le respondía.

-Demonios, hemos perdido dos. Que la lleven a la celda hasta ver si al menos pueden vivir dentro de ella, iré a hablar con el general sobre los resultados - dice un hombre robusto, se quita la mascarilla y toma unos papeles para ojearlos.

El estómago de la herida chica comenzó a revolverse durante unos segundos, hasta que su visión volvió a oscurecerse. Cuando los abrió, se descompuso de inmediato, dando arcadas en un tarro donde le dejaban agua. Se limpió con unos trapos viejos que usaba para taparse en las noches y después se acomodó en la esquina de la celda lentamente. Había varios lobos mirándola desde sus jaulas, Mimi podía notar cómo ese número disminuía con el paso de los días. Solían ser escandalosos de varias maneras: gruían, gritaban, lloraban y algunos se golpeaban contra la reja. No podía juzgar nada de eso, estaba a punto de hacer cosas similares en cualquier momento, pero hasta ahora, sólo lloraba. Los lobos podían ser ruidosos la mayor parte del día, pero siempre que la castaña volvía del laboratorio o el castigo en el domo, se mantenían callados. Lo mismo solía suceder cuando se llevaban a alguno de la misma especie, con la diferencia de que ellos no volvían.

Una noche, la soledad y el dolor invadieron tanto el cuerpo como el alma de Mimi que no pudo evitar dejar escuchar su llanto más fuerte, haciendo un tanto de eco dentro de la prisión subterránea. Max abrió sus ojos al sentir eso, no podía confundirlo con los otros llantos que solía escuchar, se paró en sus cuatro extremidades y se acercó a la puerta.

-¿Mimi? -indagó casi en voz baja, para luego aumentarla- ¡Mimi!

A medida que pronunciaba su nombre, el llanto fue cesando.

-Max... -pronunció la castaña, mirando la celda donde se encontraba la loba. Los ojos le pesaban y su garganta raspaba sus cuerdas vocales cuando hablaba- Max... -volvió a decir, un poco más fuerte, intentando ponerse de pie.

-¡Mimi! ¡Te sacaré de aquí! -golpea la puerta con bronca- ¡¡Lo juro!! -grita.

La castaña se quedó en silencio al sentir el sollozo de la pelinegro. No dijo más nada y volvió a sentarse lentamente sobre los trapos, llevando su mano al rostro para detener las lágrimas que aún salía de sus ojos.

-Te necesito... -susurra.

Max se quedaba al lado de la puerta todos los días y cuando la abrían para llevarle alimento, gritaba el nombre de la castaña para ver si ésta se asomaba, pero no lograba ver nada. Esto sucedía porque cada vez que se le daba de comer a la loba, llevaban a Mimi al laboratorio para nuevos estudios.

A fines del segundo mes, Mimi estaba muy delgada, el brillo de sus ojos se había perdido y el dolor en su espalda por los azotes era insoportable por la humedad. Una tarde, sintió unos pequeños golpes en la reja de su celda, abrió lentamente los ojos y sin ganas, para encontrarse con dos personas frente a ella.

-Van a terminar matándola si no hacemos algo abuelo.

-Abre la celda, entraré a revisar su abdomen -deja una maleta en el suelo de la cual saca un aparato.

Reconocía ambas voces pero no tenía ganas siquiera de hablar, su mente había perdido total interés al mundo externo. La anestesia y los antidepresivos le hacían pasar malos ratos: se trataba de Lucas y el extraño científico que solía mostrarle una sonrisa tras querer averiguar sobre su romance con la loba.

Lucas montaba guardia, iluminando con una linterna la puerta metálica de la entrada que se hallaba a lo lejos, mientras el otro ingresaba a la celda para revisar a la débil y desinteresada castaña.

-No les importa que viva, sino ver los resultados del embarazo que lleva -avisa el mayor, quitándole el trapo de encima- Necesito que tomes esto -le acerca un pequeño tubo- Son vitaminas.

Mimi gira un poco el rostro, tratando de esconderlo.

-Viejo, no creo que quiera tomar algo tan amargo -se asoma el joven para mirar.

-No es amargo idiota, además, si no toma algo de vitaminas morirá ella junto con los fetos -se coloca una pomada en las manos, levantando los harapos que llevaba de ropa la muchacha, para colocar el líquido en su estómago y abdomen.

La castaña comenzó a dar algunos alaridos de molestia y a querer girar el cuerpo.

-Creo que necesitaré ayuda -avisa Bruss, haciéndole señas a su nieto para que se acercara.

De igual forma, Mimi chillaba, pidiendo que la soltaran. Unos golpes comenzaron a sonar desde la celda en la que estaba Max, parecía muy enfadada.

-Mimi, debes calmarte, no vamos a hacerte daño. Queremos ver si tus bebés están bien -avisa Lucas.

Al escuchar eso, la chica de ojos marrones lo mira con algo de atención.

-¿Mis bebés...? -susurra.

En lo que el joven la distraía, Bruss aprovechó para pasar el aparato por el estómago y abdomen de la castaña, mirando a su vez la pantalla portátil.

-Definitivamente van a desecharla -suspira.

Mimi lo observa preocupada.

-Ah... Tranquila, está todo bien, pero escucha -le acerca el tubo de nuevo mientras el otro le limpiaba con servilletas de papel la zona donde traía el gel-, debes tomar esto y comer, de lo contrario, vas a perderlos, ¿entiendes lo que digo?

Mimi baja la mirada y asiente, abriendo lentamente la boca para dejar entrar el líquido. No tenía nada de apetito pero masticó un poco de avena que Lucas le estaba acercando a la boca.

-Ya no quiero... No quiero... -le aleja el recipiente.

-Ha... -suspira el muchacho.

-Déjaselo por ahí, necesito hablar contigo -avisa el viejo, guardando las cosas en la maleta.

Lucas salió de la celda mientras escuchaba lo que le susurraba su abuelo.

-Tiene tres bebés pero uno está muerto, seguro murió hoy u ayer. Si no buscamos la manera de poner en marcha el plan, van a matarla. Debemos hacerlo...

-Rayos... Aun no acabo de poner las bombas -avisa Lucas, llevándose una mano a la barbilla.

-Llévala con la loba, necesitamos que nos ayude o nos matarán a todos.

El joven volvió a dar otro suspiro pesado e ingresó a la celda, levantando a Mimi.

-Me duele... -avisa la castaña.

-Lo sé, tu cuerpo está realmente débil. Ven, dejaremos que veas a Max unos minutos, pero debes prometer que luego saldrás de ahí calmada. Si armas un escándalo los otros guardias vendrán y me veré obligado a golpearte... Si ven que estamos con ustedes, todos moriremos -explica Lucas mientras la saca.

Mimi sólo escuchó el nombre de la loba y sin prestarle mucha atención al otro, se quedó viendo cómo la acercaban a la celda de Max.

-¿Has entendido Mimi? -indaga el muchacho mientras Bruss abría la celda de la loba.

La castaña asintió sin entender el por qué, ella sólo estaba interesada en ver cómo estaba la pelinegro.

-No está... -avisa Bruss, mirando el interior de la celda.

-¡Viejo idiota! -exclama Lucas, jalándolo hacia atrás y salvándolo de una mordida letal que Max dio en el aire al caer desde arriba para luego gruñir mientras jalaba las cadenas en su impulso por querer alcanzarlos. El chico empujó a la castaña dentro y se alejó, sacando su arma por protección- ¿Eres idiota?

-Estoy viejo para tratar con estas cosas -se queja y aleja para hacer guardia.

Max se agacha para sostener con cuidado a la delgada chica para luego abrazarla.

-Cielo santo, ¿qué te han hecho? -indaga preocupada y con una gran angustia al ver cómo la tenían- Mimi... -vuelve a abrazarla.

-Duele... -avisa la castaña, aún así aceptó el abrazo. La calidez de la loba cubrió de cierta forma su lastimada alma.

-L-lo siento... -no podía evitar sentir un gran enojo al verla así, giró el rostro y miró con odio a Lucas- ¿¡Qué demonios están haciéndole!?

-Relájate idiota... Nosotros no estamos haciéndole nada... Pero van a matarla si no encuentras la manera de ayudarle.

-Lucas, sácala de allí, creo que vienen los guardias -avisa Bruss.

Max se coloca delante de la castaña, tratando de cubrirla. Lucas le apuntó con el arma y la observó con dolor en su mirada.

-Lo siento loba... -le dispara uno de los dardos tranquilizantes, haciéndola caer al suelo.

Mimi se sujetaba con fuerza de la pelinegro pero Lucas la sacó con facilidad, la chica no tenía mucha fuerza para quedarse prendida de la loba.

-¡¡Déjala!! -gruñe, intentando levantarse, pero volvía a caer al suelo.

-¡Max! -estira el brazo- ¡Ayúdame... por favor! -pide la castaña.

Mimi salió de esta celda con la idea de hacerle frente a cualquier idiota que se pasara por su camino, pero el dolor y la desesperación habían tomado por completo su mente.

-Prometiste cooperar -avisa el joven, jalándola hacia afuera.

-¡Date prisa Lucas! -alerta Bruss nuevamente.

-¡Los están matando Max! ¡Los bebés, los están matando y ya no sé qué hacer! ¡Estoy asustada! -grita Mimi, usando las pocas fuerzas que tenía.

La loba abrió los ojos por completo al escuchar eso y cuando cerraron la celda, un terrible grito lleno de odio hizo eco en la prisión. Uno que congeló la sangre de los dos que metían a la castaña nuevamente a la celda para luego escapar por un pequeño túnel que se encontraba oculto; los guardias ingresaron y al escuchar los horribles gritos provenientes de aquella celda, se acercaron y la patearon.

-¡Ya cállate maldita bestia! -exige uno.

-¡¡Voy a matarlos, voy a matarlos!! -gruñe con una gruesa voz, seguido de un golpe que dio en la puerta metálica, provocándole un tumbo que hizo retroceder a los guardias.

-Se está saliendo de control, avísale al general -ordena uno de los que estaban al mando.

Cuando Walas fue informado de la fuerza que estaba aplicando Max en la puerta y que había roto las cadenas, llamó la total atención de éste y pidió que la anestesiaran por completo para trasladarla a otro domo. Ya allí, la loba era observada por Walas, quien tenía la intención de usarla para los combates que se hacían por diversión en la arena de batalla, donde algunas personas compraban lobos y los hacían pelear contra infestados, poniendo apuestas en grandes sumas de dinero.

Max, cegada por la ira, había perdido el total control de su forma humana; luchaba en la arena y derrotaba a cualquier infestado que le mandasen. Luego comenzaron a hacerla pelear con los de su misma especie, mataba cualquier cosa que se metiera allí, mientras Walas ganaba una gran cantidad de dinero.

El día que los doctores se dieron cuenta que uno de los fetos de Mimi estaba muerto, descartaron la posibilidad de que una persona podía quedar embarazada de otro lobo. Habían hecho esto con otras mujeres pero tenían la esperanza de que al ser alguien que sobrevivía con tal magnitud al virus, tuviese la fuerza para sostener ese tipo de embarazo, pero no fue así. Por lo que se la tachó del proyecto.

-Se me ha ocurrido algo muy interesante -avisa el general al escuchar la noticia y mira a su asistente- Quiero que junten al pueblo en la arena esta noche, díganles que van a presenciar... algo muy interesante. Los que quieran una primera fila, que paguen el doble -mueve la mano con su típico desinterés, dando a entender que había finalizado su orden. Pero luego agregó con una sonrisa- Quiero que lleven a la inútil de Hould... La quiero atada de pies y manos en la entrada de la arena...

-Sí, general -dice la asistente para luego retirarse.

Esa noche, dispararon dentro de la arena donde se encontraba la loba, enfureciéndola con los sonidos y provocando que golpee las paredes con su cabeza. Las personas se reían al verla en ese estado y le arrojaban cosas desde arriba. Walas se acercó al micrófono para dar su mensaje.

-¡Sector nueve! -levanta los brazos, para que guardaran silencio- Esta noche, esta noche se llevará a cabo no sólo el sacrificio de una traicionera, sino también, se demostrará que los lobos siempre serán bestias sin control. No importa qué relación intenten formar con ellos, son asesinos ¡Y así será siempre! ¡Se los debe tratar como tal!

La gente levanta los brazos y grita, dándole la razón al hombre que se encontraba anunciando lo que se venía.

-Metan a la inútil traicionera -ordena Walas, moviendo su mano y tomando asiento.

La castaña fue arrojada en la entrada de la arena, por donde ingresaban los competidores. Sólo podía escuchar los gritos de la gente y cómo las luces la obligaban a cerrar sus ojos. Se sentía débil, tenía mucho frío. No podía moverse. Mientras que la inquietante loba que llenaba de rugidos el gran lugar, miraba hacia todos lados con sus ojos casi rojos, hacia todos lados hasta dar con aquello que habían arrojado. Todo lo que entraba, nunca salía, Max se encargaba de eso. La enorme bestia corrió en sus cuatro extremidades a gran velocidad en dirección a su objetivo, pero cuando estaba por meterlo a su boca, sintió inmediatamente un olor muy familiar, no había podido reconocer a la castaña debido a que la había medio envuelto en harapos.

-¿¡Por qué se detuvo!? -indaga Walas, golpeando la lujosa madera en la que apoyaba sus brazos.

Pero nadie sabía qué responderle, la gente se quedó en silencio, no entendían lo que ocurría. Con delicadeza, la loba usó sus grandes garras para quitarle los trapos de encima a Mimi, movía el delgado y herido cuerpo con su hocico, pero la castaña no abría los ojos, estaba muy fría. Una horrible sensación invadió todo el enorme cuerpo de la loba, aumentando su tamaño y expulsando un terrible gruñido que obligó a la gente a taparse los oídos. Max tomó una gran roca y con fuerza la arrojó hacia una de las esquinas donde había un gran número de espectadores; la roca fue con tanta potencia que rompió los barrotes y destrozó gran parte de donde impactó.

-¿¡¡QUÉ HAS HECHO!!? -gruñe la loba con una terrorífica y gruesa voz, mirando a Walas, quien se puso de pie y exigió que le dispararan para tranquilizarla. Pero parecía que nada podía detenerla, daba grandes saltos y se sujetaba de los barrotes, para dar puñetazos y destrozar la zona donde habían estado los espectadores.

-¡Tiren los arpones idiotas, mátenla, está fuera de control! -ordena el general.

Los soldados tomaron sus armas y comenzaron a lanzarle unos potentes arpones, dañándola, pero el dolor no detuvo su ira, daba grandes manotazos en el aire y levantaba a quienes buscaban amarrarla con mucha facilidad, elevándolos y estrellándolos contra la pared. Una fuerte explosión de escuchó a lo lejos, pero fue suficiente para abrir los gruesos barrotes de la entrada donde se encontraba la furiosa loba.

-¡Señor, tenemos un ataque interno! ¡Parecen ser terroristas! -avisa la asistente.

-¡Ve y pide ayuda, idiota, no te quedes ahí parada! -le grita.

Entre sus órdenes y quejas, Walas ni siquiera notó cómo uno de los arpones lo dejaron clavado en la pared, detrás de su asiento, el cual fue lanzado por Max. La loba trepó hasta arriba, metiendo su enorme cabeza dentro para mirar al general a los ojos, los soldados salieron corriendo al igual que la asistente. Lo último que escuchó Walas antes de ser devorado, fue la escalofriante voz de la loba.

-Debería comerme tu corazón...

Luego de destrozarlo y devorarlo, Max se dejó caer hasta abajo y comenzó a correr rápidamente a la salida, destrozando todo a su paso. La ira se había apoderado de todo su lado animal. Por otro lado, Lucas y Bruss liberaban a los lobos que habían sobrevivido.

-¡Date prisa Lucas, o vamos a morir todos aquí! -abre las últimas celdas, mostrándoles la salida a los lobos.

-¡Eso intento, algunos quieren devorarme! -se queja, esquivando algunos mordiscones que los lobos le daban antes de salir corriendo, pero su abuelo sólo se reía ante eso- ¡No es gracioso viejo!

-¡De cierta manera te mereces algunos mordiscones! -le avisa entre risas mientras abre la última celda para luego salir por la puerta.

Los gruñidos de Max se escuchaban por todo el sector, helando la sangre de Bruss y Lucas, quienes se detuvieron al escuchar que una oleada de soldados bien armados venía en camino.

-¡Alcanzaran a los lobos! -avisa Lucas.

-No, claro que no ¡No van a salir de aquí! -le arrebata la mochila a su nieto y lo empuja, cerrando la puerta con clave.

-¡No, abuelo! ¿¡Qué demonios haces!? -golpea la puerta.

-¡Debes llevar a esos lobos al túnel y sacarlos, no dejaré que estos desgraciados echen a perder todo el plan! ¡Son tu responsabilidad ahora y si te comen vas a aguantártelo! -grita el mayor desde el otro lado.

Lucas aprieta la mandíbula y al sentir que el abuelo había encendido las bombas salió corriendo para continuar con lo que debía. La fuerte explosión derribó todo el pasillo y gran parte del lugar, tirando el techo sobre los soldados. La explosión se esparció por casi la mitad del sector, provocando estallidos en varias máquinas. Cuando Max atravesó la pared del lugar, comenzó a destruir las casas y a atacar a cualquiera que se atravesara en su camino; los helicópteros le disparaban desde arriba y los tanques le lanzaban grandes arpones que la pusieron de rodillas, provocando más de esos fuertes gruñidos. Eso no detuvo que continuasen disparándole, hasta que algo extraño empezó a ocurrirle a las grandes y pesadas armas que atacaban a la loba, comenzaron a hundirse, como si la tierra se los tragara y los helicópteros comenzaron a ser atacados por una extraña presencia, era tan veloz, que ni siquiera podían ver quien estaba matándolos con mucha facilidad. La criatura rompió las cadenas que sujetaban aquellos fuertes arpones que no dejaban ir a la loba, dejándola en libertad.

Cuando Max bajó la mirada, notó que se trataba de alguien muy familiar, acercó su hocico hasta ella y la castaña acarició el mismo con ternura, logrando relajarla poco a poco. Ambas dejaban salir unos sonidos de su boca que tal vez sólo ellas entendían, la extraña aparición se trepó sobre la enorme mano de la loba, la cual comenzó a correr para saltar el muro del sector nueve. Pero la insistencia de los soldados continuaba, los helicópteros despegaron para continuar disparándoles y dos tanques hicieron su aparición para hacer lo mismo; aunque éstos duraron el mismo tiempo que los otros, un dragón azul que planeaba con velocidad sobre el cielo derribó las naves, congelándolas; mientras que otro gran hombre lobo levantaba uno de los tanques para arrojarlo contra el otro, provocando una gran explosión. Max comenzó a perder su transformación y cayó de rodillas al suelo nevado, intentando recuperar el aliento. La chica que la acompañaba se agachó preocupada a revisarla.

-¿Cómo es que...? -indaga la pelinegro sin poder terminar lo que quería, pero haciendo obvia lo que buscaba tras ver a la castaña moviendo esa cola de lobo de un lado a otro.

-Yo... no lo sé... -baja la mirada. Mimi también estaba muy confundida, ni ella sabía el cómo había adquirido esas orejas y cola, su cuerpo se había movido instintivamente hasta la pelinegro. Si lograba recordar con la velocidad que logró salir del sector pero aun se le hacía difícil de creer.

-Tal vez pueda responderles algunas preguntas -dijo una voz femenina, era una loba de estatura media que no dejaba de observar a Max con atención.

Detrás de ella se encontraba otra loba de orejas puntiagudas y un lobo de vestimenta roja, luego aterrizó aquel dragón, transformándose en una muchacha de larga cabellera azul y, detrás de ellos, se acercaba a paso lento el hombre lobo que había derribado los dos tanques, tomando también forma humana para luego posicionarse delante de todos.

-Creo que vas a poder quitarte varias dudas -respondió éste con seriedad.

Continuará.  

-Max... -la castaña sólo pudo nombrarla, no sabía qué decirle al ver que su acompañante miraba sorprendida a aquellos seres que habían aparecido delante de ambas.

Aunque no se mostraban hostiles, de igual forma, la pelinegro se colocó delante de Mimi para cubrirla; pero el inesperado abrazo de una de las lobas del otro grupo la dejó tiesa.

-Noah... -la abraza con fuerza, para luego levantar la mirada y revisarle las heridas.

-¿Q-qué rayos haces? -la empuja y da unos cuantos pasos hacia atrás.

Uno de los otros se acercó a la loba de pequeña estatura para acariciarle la cabeza.

-Ten en cuenta que no nos recuerda, no tomes tan apecho lo que dice.

Parecía ser el líder. Cuando Max escuchó la palabra "recuerda", no pudo evitar hacer algunas preguntas.

-¿Qué quieres decir? ¿Nos hemos visto antes? -se gira para ver a Mimi- ¿Los conocías? -pero ella sólo negó con la cabeza.

-Somos tus padres, Noah... -dice la loba, parecía llevar una mezcla de angustia y preocupación.

-¿Noah? -mira de reojo a Mimi- ¿Mis padres?

-Y-yo... No sé de qué hablan, Max... Bueno -intenta arreglar-, tú nombre... no quería que los del sector supiesen tu nombre, ellos... -un pequeño alarido de dolor sale de su boca mientras comienza a arrodillarse y sujetar su estómago con fuerza; sus orejas y cola desaparecieron, pero un charco de sangre se hizo presente debajo de ella.

Max gritó el nombre de la castaña, preocupada, mientras se acercaba con velocidad para tomarla de los hombros y sostenerla.

-¿Qué tienes? Estás sangrando mucho... -mira el suelo nevado con su toque rojizo.

-Mikeila, revisa el sector -ordena el líder a la chica con cuernos en la cabeza, la cual asintió y se transformó en dragón, tomando vuelo- Hi, ve a verificar cómo sigue el túnel y si el camino está despejado, seguro él está esperando donde le dijimos -le ordena al lobo de vestimenta roja, quien asintió y se retiró- Tsuki, necesito que revises a la chica, parece ser algo grave.

La loba de orejas puntiagudas se acercó a Mimi para verificar de dónde provenía el sangrado.

-Definitivamente es algo grave, necesita atención cuanto antes -le avisa al lobo.

-¿Qué tiene? ¿Cómo que es grave? ¡¿Qué le han hecho los del sector?! -indaga un tanto furiosa y desesperada.

-Noah- titubea un poco e intenta corregirlo- Max, sé que estás preocupada pero si pierdes los estribos aquí, puedes perderla -avisa el que parecía ser su padre- ¿Entiendes?

La pelinegro volvió su mirada a la castaña, quien se retorcía de dolor.

-En el túnel dejé mi bolso, puedo darle algo que la calme, pero necesito atenderla en el campamento cuanto antes -repite la otra loba.

Max trata de relajarse y asiente, tomando en brazos a Mimi.

-Todo esto es una locura... Pero no tengo nada ni a nadie que me ayude... -gira el rostro- Los sigo...

El camino parecía ser una eternidad para Mimi, el dolor era muy punzante y lo único que podía hacer era gemir de dolor y apretar lo primero que podían sujetar sus manos. Cada minuto que pasaba, también era algo doloroso para Max, le desesperaba verla así. Al cabo de una hora, llegaron a un bosque y al anochecer, lograron dar con el túnel, Hi los estaba esperando con una antorcha en la mano. Al cabo de unos minutos de haber entrado allí, Tsuki se acercó a la adolorida muchacha y al ver que ya no gemía fuerte, tocó su frente.

-Tiene mucha fiebre, Aoi -avisa, mirando al líder.

Todos frenan y el lobo mira a quien parecía ser su pareja.

-Kyoko...

-No es nada bueno... Si vamos por aquí vamos a dar con un río, yo me haré cargo.

Max no entendía nada, pero sólo escuchaba cosas negativas sobre lo que estaba ocurriéndole a la castaña, eso no la ayudaba a calmarse. Sólo continuó siguiendo a los otros hasta que comenzó a escuchar el sonido del agua.

-Ven -avisa la loba, haciéndole señas a Max.

-Me quedaré aquí con Hi para esperar a Mikeila...

El lobo estaba serio, pero se veía en su rostro un poco de ansiedad.

Max siguió a las dos lobas hasta llegar al río, donde le pidieron que entrara al mismo y sujetara de las piernas a Mimi, dejándola de espaldas a ella. El agua estaba muy helada, pero parecía no haberse congelado en este punto.

-Abre un poco sus piernas... así -dice Kyoko, acomodándola- Que quede sentada en el aire.

-No entiendo... -dice la pelinegro.

Tsuki se acerca a Mimi para remojarle el rostro.

-Due-duele... -titubea en un susurro la muchacha.

La loba de pequeña estatura -Kyoko- se acerca a ella para palparle el vientre con la mano, mientras Tsuki trataba de quitarle la ropa interior.

-¿Qué hacen? -pregunta Max con el ceño fruncido.

-Debe expulsar algo que está haciéndole daño, no podemos operarla, sólo hacerlo de manera natural, pero necesito que haga fuerza y que tú seas fuerte... -explica Kyoko.

Max sólo se quedó mirando, no lograba entender de qué hablaba.

-Debes hacer fuerza para tratar de que salga... -le habla a Mimi- ¿Puedes?

-Duele... mucho -vuelve a susurrar la chica.

-Lo sabemos... Pero si no haces esto, puede generarte un tumor y matarte. Necesito que hagas fuerza...

La castaña intenta pujar un poco pero el dolor la hizo gemir con fuerza y rendirse a los cinco segundos. Kyoko se lleva una mano a la frente, tratando de pensar en algo.

-¿Quieres volver a la cueva? -le pregunta Tsuki a la otra, quien niega con la cabeza y se acerca a la castaña nuevamente.

-Escucha Mimi... He pasado por esto, duele mucho. Pero debes hacerlo por los cachorros que siguen vivos en tu interior, debes intentarlo así duela como el diablo, no hay otro camino, ¿entiendes? -explica angustiada y tratando de mantenerse firme.

La castaña la observa más despierta que antes.

-¿Mis bebés siguen vivos? -indaga con algo de dolor en su voz.

La pelinegro también se queda expectante ante esa pregunta.

-Claro que si, a Noah tampoco le gustaría perderte, la pasará muy mal -recordó que ahora llamaba diferente a su hija pero no parecía importante el cambio de nombre en este momento.

La castaña asintió y bajó la mirada, el primer puje que dio ya de por sí había comenzado a doler, pero apoyó la nuca en el hombro de Max y dio otro intento, gimiendo por el dolor que punzaba en su abdomen. Podía sentir una extraña sensación entre el dolor, como si quisiese orinar. Tuvo que parar unos segundos para tomar aire y mientras dejaba salir varias lágrimas por el terrible dolor, volvió a empujar. Las manos de la pelinegro temblaban al escuchar los gritos que salían de Mimi, parecía una tortura y no sabía cómo pararla para que la castaña dejara de sufrir. En un último grito agonizante, ya mareada por el dolor y la cantidad de sangre que había salido de su intimidad, cayó algo sin forma al agua, roja y finos hilos que parecían hebras. El rió lo arrastró, llevándoselo. Tsuki llevó agua del mismo para lavar las piernas e intimidad de la cansada chica. Kyoko dio unos pasos hacia atrás, mirando lo que el río se había llevado.

-¿Tienes náuseas? -le pregunta la loba de orejas puntiagudas a la castaña, quién negó débilmente- Lo has hecho muy bien -le brinda una pequeña sonrisa mientras se saca el abrigo para secarla.

-Ten -la otra loba se quita el suyo y se lo pasa- Abrígala con el mío también.

Max acomodó mejor a la muchacha entre sus brazos mientras ayudaba a Tsuki a taparla.

-Hay que volver con los otros, está haciendo mucho frío -avisa Kyoko, yéndose primera, volteando hacia atrás de vez en cuando para esperarlos.

Una vez dentro, la loba de pequeña estatura se fue a un rincón y el líder se levantó para acomodarse a su lado, frotándole la espalda. Tsuki le hizo tomar una especie de té tibio a Mimi, luego le pasó la taza de madera a Max para que se la diese a tomar de a poco.

-¿Todo está bien? -indaga Mikeila.

-Sí, sólo necesitan el calor de la fogata -la toma del brazo y se dirigen hasta Hi, quién susurró preguntas sobre la situación.

Max se acomodó cerca del fuego y los trapos que habían colocado cerca del mismo, acariciando la frente de Mimi; la veía bastante agotada.

-¿Te duele mucho aún?

-No tanto como antes... -dice en voz baja, no conseguía acomodar su voz, le dolía un poco la garganta pero al ver el preocupado rostro de su loba, trató de brindarle la mejor sonrisa posible- Gracias...

Max la mira de reojo, mientras acomoda los trapos y le acerca la taza con medicina que le había dado Tsuki.

-No hice mucho realmente... Sólo te sostuve mientras morías de dolor -avisa un tanto decepcionada.

-Pero te quedaste conmigo... Sigues a mi lado -intenta aclarar su voz pero aún no podía recuperar su tono.

-¿Por qué habría de no hacerlo?

-No lo sé... -estaba tragándose un puñado de angustia que le recorrió todo el pecho- Creo que desde el momento que te conocí, no he dejado de meterte en problemas... De fallarte...

-Hey, no le has fallado a nadie. Deja de sentir eso... -le limpia las lágrimas con delicadeza- Suelo ser algo gruñona... Lamento si te he hecho sentir así, no ha sido mi intensión.

-Tal vez te volviste gruñona por alguna razón...

-¿Quieres decir... que no era así antes? -levanta una ceja.

La castaña niega, quería reír pero sabía que eso podía producirle bastante dolor.

-Me da miedo preguntar cómo era -mira hacia un costado, indagándose un poco.

-No importa eso ahora... La tú de antes y la de ahora; no dejas de ser tú misma Max... -los párpados le pesaban pero quería seguir viéndola a los ojos.

-A veces... admito que me gustaría recordar cada cosa que pasamos juntas, antes de perder la memoria -baja un poco la mirada- También la has pasado mal por mi culpa... No deberías sentir toda esa carga de fallas o problemas tú sola.

-Tal vez no haya culpable después de todo... -concluye la castaña.

-Tal vez... -repite la otra, regalándole una pequeña sonrisa, lo que provocó cierto sonrojo en Mimi.

-¿Ves... bien sin tus anteojos? -cambia de tema y se lleva la mano para taparse la boca mientras bostezaba.

-Más o menos... Muy borroso, pero me guío por el aroma y el sonido -le aclara- Ya me las ingeniaré para conseguir otros. Deberías descansar -acaricia la mejilla de la muchacha, acomodando algunos cabellos lejos de su rostro.

-Mm... -asiente con un movimiento corto y cansado, entrecerrando los ojos; al menos no había podido verla avergonzada, eso era bueno por el momento.

Las caricias de Max llenaron de calidez el cuerpo de la castaña, eran suaves, lentas y podía sentirla respirar, era muy acogedor. Iba a llora otra vez pero no quería que la pelinegro pensara que era una llorona, por lo que trató de aguantarse hasta que las ganas desaparecieran, pero la loba le susurró algo al oído que liberó varias lágrimas.

-Te amo, Mérida.

Max acercó su frente a la de Mimi, era su forma de hacerle compañía al sentirla llorar. Lo único que había en el corazón de la loba ahora, eran grandes deseos de proteger a la frágil pero fuerte mujer que se encontraba en su regazo y, sobre todo, escuchar su risa otra vez.

Al día siguiente, Aoi, el líder del grupo, optó que era mejor que Max y Mimi ocultaran sus verdaderos nombres como lo habían estado haciendo, ya que no podían confirmarles que todos podían ser de confianza, sean humanos o no. Sólo debían ser sinceras entre ellas. Luego de esa pequeña charla, continuaron su viaje al campamento, pero al salir del túnel, Max se detuvo y frunció el ceño.

-Te aseguro que va a devorarme en algún momento -avisa Lucas, ocultándose detrás de Hi.

-Tal vez le guste tu carne -sonríe quien lo cubría.

-¡Calla, no la incites! -le da unos cuantos jalones.

-Tranquilas, es inofensivo. Era un infiltrado junto con Twich, era un buen anciano... Lamentamos lo ocurrido allá Benji -dice el lobo.

-No se culpe señorita Aoi... -baja la mirada.

-Sabemos que no eran parientes de sangre, pero que le tenías mucho aprecio. Estuviste mucho tiempo trabajando con él -remarca.

-Si... Pero fue su decisión, voy a respetarla... Y nunca lo olvidaré...

-Ow, pero que conejito más dulce -lo toma Hi del cuello para revolverle el cabello.

Benji se queja y lo empuja. Cruzándose de brazos luego.

-Hey, lo siento... No era una burla -dice Hi, intentando arreglar lo sucedido.

-Esperen un momento, todo esto es demasiado ¿Un conejo, señorita Aoi? "¿Señorita?" -remarca, la castaña estaba igual de confundida pero sin fuerzas para interrogar de la manera que lo hacía la pelinegro.

-Si fuera tú, ya hubiese salido corriendo -dice Mikeila, apoyada en uno de los árboles- Claro primero te comes al conejo y luego te vas.

-¡Hey! Que sea conejo no me hace delicioso, ¿saben? -se queja.

-¡Miki! -la regaña Tsuki, dándole un pequeño empujón, aunque su compañera sólo respondió con un simple "qué".

-¡Basta! ¡Han fallecido niños, mujeres y un compañero ayer! ¿¡Les parece correcta esta actitud!? -dice Kyoko enfadada.

Todos bajaron la mirada, tomando una posición de respeto; ninguno dijo nada más, el silencio fue lo único que tomó lugar en ese momento.

-Aoi... Necesito que hables con... Max y su pareja... Yo iré adelante con los demás -comienza a caminar para posicionarse en frente.

Aoi asintió y los demás comenzaron a seguirla.

-No soy... exactamente un chico... -intenta aclarar, mientras caminaba al lado de la pelinegro, quien cargaba a Mimi aún.

-No entiendo...

-Pues, primero que nada; soy humana, no loba. Bueno... -se lleva una mano a la nuca- Era humana, pero luego tuve ciertos percances con dos espíritus, juré que protegería a la raza de lobos y se unieron a mí. Por ello soy diferente ahora.

-¿Y... eres un chico por eso? -indaga Mimi.

-Los espíritus son machos, por ende...

-Ok, parece todo un cuento de hadas -dice Max, con un tono un tanto incrédulo.

-Tú eres diferente a una hembra de lobo y no es un cuento de hadas, naciste así y eso te hace especial -explica Aoi.

-Pues eso me parece muy raro... Bastante, pero si eres mi "padre", puedo darme una idea por la cual haya salido así de rara. Espero que tengas un cuento de hadas para contarme el por qué terminé en un sector -avisa seriamente.

-Auch... -dice el lobo, sonriendo un poco- Puedo entender que estés molesta por eso, sólo intenta decirme esas palabras llenas de negatividad a mí y no a la pequeña Kyoko.

Max cae en cuenta de que había dicho algunas cosas tal vez pasadas de raya y gira el rostro.

-No creo que seas rara Max... Creo que todo pasa por una razón... -intenta acotar algo la muchacha.

-Claro... Ahora hablemos del destino -responde la pelinegro, un poco amargada.

Ninguna volvió a decir nada luego de eso, pasado unos cuantos minutos, la loba decidió agregar.

-Yo... Tengo un carácter algo extraño...

Al lobo se le escapa una pequeña risa que llama la atención de quien había hablado.

-A decir verdad, te pareces mucho a tu madre. Si tenemos que hablar de carácter claro -vuelve a reír un poco.

-No es gracioso... Suelen salir palabras de las cuales me arrepiento luego...

-Bueno, hay muchas cosas que se han escapado de ti Max. Eres muy sincera, creo que recobraste la memoria en un momento por el cual te sentías sola e insegura, adoptaste una personalidad más fría y defensiva. Antes de perder la memoria; creciste conmigo y mi padre, eras muy cariñosa, curiosa y carismática, pero siempre remarcas lo que sientes y proteges lo que valoras... -corta la conversación al sentir el dolor de garganta, llevándose la mano a la misma.

-¿Estás bien? -indaga la pelinegro, mirando con preocupación los gestos de dolor que venían de la castaña.

-Si... Sólo estoy algo adolorida...

-No te preocupes, cuando lleguemos al campamento Tsuki va a revisarte. De ahora en más ya no deben preocuparse por la falta de comida, el frío o-

-¿Comida? No digas esa palabra cerca de mi estómago otra vez... -pide Max, parecía muy hambrienta.

-Oh, lo siento. Anoche te dormiste y desayunaste frutas, no te preocupes, aún queda mucho pescado. Cuando nos asentemos de nuevo en la siguiente cueva, te daré varios -comenta el lobo.

-Vaya... Así que el gusto por los pescados viene de familia -dice Mimi.

-¿Por qué?

-Te gustaba mucho ir al río a conseguir pescado, cuando nos quedamos solas en el sector, ibas por ellos... -se queda callada por unos segundos y luego mira a Aoi- Oye, ahora que viene al tema eso... Eso era un lago, nunca pude sacarme la duda de cómo habían pescados en un lago por el cual era bastante complicado que pescados "vivos" lleguen hasta allí... y en esa cantidad.

Aoi gira el rostro y trata de buscar algún cambio de tema.

-¿Puedes explicar eso?

-Ahora que lo dices... Eres muy parecido al gigantesco lobo que me ayudó contra los infestados ese día... -dice Max, observándolo con detenimiento.

-Ah... Pues...

-¿Has estado siguiéndonos o algo así? -pregunta la castaña.

-Algo así... Ya saben... De por sí, si hacíamos un mal movimiento, el sector podía hacer algo descabellado. No era sólo ir por ambas... Sino ir en el momento adecuado, siempre eran observadas por el sector, aunque no lo notaran. Por eso fue muy sencillo para ellos idear un plan en el que fuesen algo beneficioso para varios sectores superiores.

-Fui engañada en mi propia mentira... Que frustrante... -suspira la castaña.

-En realidad fue inteligente, hiciste mucho tiempo. En lo que ellos te usaban para recolectar información de mi hija, nosotros pudimos infiltrarnos y hacer los movimientos necesarios para sacarlos, aunque casi fracasamos... Casi mueres.

-No digas eso -le sonríe- Han estado siempre cuidando de nosotras, intentando que no dieran con ustedes también. Buscando información e ideando los escapes e ingresos. Lucas... -hace una pequeña pausa- Benji y su amigo, me ayudaron cuando estaba encerrada en el calabozo, me dieron unos minutos para comunicarme con Max, me dieron alimento y vitaminas.

-Gracias Mimi -le devuelve la sonrisa- Eres muy buena chica. Max tiene mucha suerte de haberse encontrado con alguien como tú. Siempre te estaremos agradecidos por cuidar tanto de ella.

-O-oye... Yo también he cuidado de ella -infla sus cachetes, frunce el ceño y se sonroja mientras se queja, mirando al lobo.

-Jaja Si, lo sé. Todos sabemos lo mucho que se han esforzado.

La castaña le da unas palmaditas en el pecho y ríe un poco ante la reacción de la loba. Pero Hi se acerca a ellos mostrando un rostro que parecía que algo no iba bien.

-Son infestados... Hay demasiados, cientos... -avisa.

-¿Qué?

Aoi sigue al lobo hasta llegar al lugar por donde podía verse desde lo alto de la montaña, cómo varios infestados merodeaban por debajo, en los bosques y una aldea.

-Parece haber sido atacada hace unas horas... Debe haber sido una aldea grande -sigue informando en voz baja el lobo de vestimenta roja.

-¿Cómo vamos a avanzar? -indaga Benji un tanto asustado.

-Rodearla no será nada fácil... Tendremos que tomar otro camino -dice el lobo.

-Ah... No es por negar su sugerencia, pero el otro camino es demasiado largo... Mucho -mira a la castaña, la cual intenta entender el significado de ello, al igual que Max.

-Tendremos que luchar contra ellos, Tsuki puede llevar a Mimi al campamento en lo que terminamos aquí -dice Kyoko.

-Puedo acompañarlos y luch-

-No Tsuki -se gira y mira a la pelinegro- Si algo sale mal, puede que vayan por la presencia más débil, no queremos eso.

Hubo un periodo corto de silencio, hasta que Tsuki asintió. La castaña se quedó mirando a Max, quien comenzó a caminar hasta la loba que se encargaría de llevarla a salvo, ésta toma la forma de un... ¿caballo alado?

-Pensé que eras una loba... -avisa Max, levantando la mirada hacia la criatura de pelaje blanco.

-Creo que la mayoría piensa eso, sus orejas de caballo son muy peculiares -se acerca Mikeila, dándole algunas palmaditas a Tsuki en el cuello, la cual se agacha para que la castaña se sujetara fuerte al subir.

-Si algo no va bien... Permanezcan en lugares altos... -pide la pelinegro mientras sube a Mimi.

-Y tú no hagas nada arriesgado... No te separes de ellos... -le costaba mucho soltar la mano de la loba, pero tuvo que hacerlo cuando Tsuki comenzó a elevarse.

-Bien, iré primero. Mikeila, cuando veas que la oleada de infestados es más débil asegúrate de seguir el rastro de Tsuki, nosotros iremos al terminar -informa Aoi, mientras se transforma en un gigantesco lobo.

-Entendido -se transforma en dragón y toma vuelo a las oscuras nubes que tapaban la fría tarde, la cual parecía que iba a cubrirse de rojo en cualquier momento.

Continuará. 

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