La Plaga Fanfic Yuri Parte 5 (RWBY) (Parte 4)

Caminaron por una pradera durante varias horas. El frío había comenzado a pasar como filo de espada por el rostro y sus manos. Blake no podía dar la idea de quitar las cuerdas por miedo a que Yang cambiase de opinión, pero temía que la sangre de la rubia se congelara, lo único que hacía era subir sus manos al rostro y soplarlas con aire caliente para abrigarlas.

Blake: ¿Quieres descansar?

Yang: Estoy bien -tiembla un poco al hablar, su ropa no se había secado del todo y el aire helado era mal aliado de ello.

Blake la toma del brazo y continúan caminando, en frente había un monte cargado de nieve, la profundidad era grande por lo que debían hacer fuerza al avanzar. Varias veces la peli negro tuvo que tirar del brazo del tigre para ayudarle, si en algo tenía razón, era que sea lo que tuviese, la estaba debilitando poco a poco.

Yang comenzó a hacer pausas pasado una hora del trayecto, buscando aire tibio entre sus manos y tosiendo en ellas. Cuando comenzó a nevar, el viento no tardó en convertirlo en un obstáculo más para seguir adelante. El fauno optó por mirar hacia todos lados, buscando algún lugar para refugiarse de la tormenta pero no hallaba nada. Continuó jalando a la rubia por el monte, se sentía perdida y ni siquiera sabía si ya era el camino correcto. A Yang se le estaba haciendo un hueco profundo en el pecho al sentir que no podía guiar a quien tanto apreciaba, comenzaba a detestarse, el no poder protegerla, se estaba convirtiendo en tortura.

Blake logró visualizar a lo lejos un tronco viejo y cortado. Jaló a Yang hasta él y le pidió que la esperara un momento mientras se alejaba un poco para cavar cerca de este. Cada vez que metía sus manos dentro de la nieve, le ardían y pesaban, por lo que tenía que frotarlas entre sí y soplar aire caliente dentro de estas con rapidez. Todo lo hacía en segundos para entrar en calor y crear una especie de pozo que le ayudaría por el momento. Cuando vio que era accesible, ingresó y empezó a frotar el tronco con sus manos durante unos minutos hasta que logró dejarlo medianamente tibio. Dio un salto hacia arriba y ayudó a Yang a meterse dentro, colocándola al lado del tronco, la rubia instintivamente apoyó su cabeza y manos en él, frotándolas, buscando todo el calor que podía sacar en esos segundos. La espalda le ardía y la cabeza no le dejaba abrir los ojos del todo por el dolor. Blake se metió luego, quedando casi sobre la rubia.

Yang: Gracias... -tartamudea temblando.

Blake: Trata de relajarte... -pide temblando un poco. La madera se había puesto fría, por lo que volvió a llevar sus manos para frotarla.

Yang: ¿Cómo... supiste qué... hacer...?

Blake: Bueno, cavar en la nieve fue un consejo de mi abuelo. Lo demás lo hice por instinto -sonríe. Su labio inferior tiembla un poco. Debía admitir que el cuello aun le dolía muchísimo.

Yang: Eres una mujer... muy inteligente Blake... -besa su frente. Sus labios estaban helados.

La peli negro sonríe y acaricia uno de los brazos de la rubia con cariño. Ambas se quedaron hablando durante un rato hasta que la tormenta se calmó un poco y sus cuerpos estaban medianamente más cálidos. Al salir del pozo, continuaron caminando, ya con el camino visible durante una hora y media más hasta que a lo lejos pudieron visualizar a alguien que les sacó más que un alivio en suspiros. Este se acercó corriendo y abrazó a Yang con fuerza, su rostro se veía aliviado y preocupado a la vez.

Jhin: Por Dios Yang, pensé que te había pasado algo -frota los brazos de la rubia para hacerla entrar en calor.

Yang: Cómo crees eso... -le sonríe con esfuerzo.

Jhin mira a Blake de reojo al notar lo morado que llevaba el cuello y luego regresa la mirada al tigre.

Jhin: Vengan, conseguí una cabaña. Tengo alimentos y agua caliente -avisa intentando recuperar el aire.

Lo siguieron hasta el lugar y al ingresar el ambiente cálido acaricio sus cuerpos.

Jhin: El baño tiene agua caliente, ¿puedes ayudarla a que tome uno? Yo prepararé algo que mis manos no quemen y a su vez pueda alimentarlas bien -avisa acercándose a la cocina.

Yang no podía ni formular bromas, los ojos le pesaban y la cabeza se le partía de dolor. Blake tomó una toalla de donde Jhin le había informado e ingresó al baño con la rubia, que al quitarse la ropa y mirar las líneas negras de su hombro la aterraron, pero prefirió callar. Blake hizo lo mismo sobre el tema.

Blake: Voy a lavar tu ropa, ¿puedes dejarla en este cesto? -pide amablemente. Yang sólo asiente seriamente.

Durante el baño, Yang se la pasó apretando la mandíbula, el sólo hecho de depender a cada hora de la peli negro hasta para jabonarse le molestaba, pero no podía verse nunca más con las manos separadas.

Se colocaron ropa provisoria que había en uno de los muebles y luego volvieron a la cocina para cenar.

Jhin: Si sobreviven, quiere decir que pasé mi primer test de cocina -se sienta en su lugar. Yang no le hizo ni una mueca, lo que le preocupó bastante.

Blake: Está muy bueno -sonríe- ¿Verdad cielo? -mira a la rubia.

Yang asiente con una corta sonrisa. El dolor no quería irse y eso la asustaba, tenía miedo de descontrolarse otra vez.

Jhin: Ten -le pasa una pastilla- Te ves terrible, es una aspirina, te ayudará.

Yang: Gracias Jhin...debió costarte conseguir algo así...

Jhin: ¿Dinero? -hace un gesto de desinterés para mostrarle que todo estaba más que bien.

Yang: Gracias... -sostiene la pastilla y la toma con un trago de agua.

Blake: Deberías intentar descansar... -sugiere acariciando su brazo.

La rubia se queda en silencio unos segundos y luego observa a Blake.

Yang: ¿Puedes ir conmigo... hasta que logre dormirme? -baja la mirada.

Blake acaricia su mejilla y besa la frente del tigre, para dedicarle una sonrisa cálida.

Blake: Claro que si amor... Ven -toma ambas manos y se encaminan a la habitación que Jhin le había mandado, él se mantuvo en silencio y se dedicó a levantar la mesa.

Yang esta vez negó la ayuda de la peli negro para quitarse algunas prendas y lo hizo bastante bien para estar amarrada. Luego se recostó al lado de Blake, a diferencia que el fauno no se había tapado con las frazadas, sólo se recostó a su lado para acariciar el cabello de la rubia y mirarla.

Blake: Te amo Yang... Te amo... -dice sin dejar de observarla y acariciar su cabello, pasando sus dedos de vez en cuando por las mejillas de la rubia.

Yang: Y yo a ti... -gira el rostro para mirarla de la misma manera.

Ambas se quedaron así durante un buen rato. No sacaron ningún tema de charla, sólo compartieron caricias, besos y miradas; hasta que Yang quedó profundamente dormida, anestesiada por las caricias del fauno. Blake dejó una vela en la habitación y salió sin cerrar al todo la puerta.

Jhin: Blake... -la llama sentado desde la mesa.

Ella se gira y camina hasta allí, pero no toma asiento, sólo se queda mirándolo con los brazos cruzados. Se la veía cansada y algo triste.

Jhin: Mira... -coloca un papel con varias imágenes sobre la mesa- Estos son los lugares afectados por el virus. He podido averiguar algunas cosas.

Blake: ¿Yang tiene ese virus... verdad? -indaga resignada.

Jhin asiente, pasando su mano por la nuca.

Jhin: Hay gente que por más extraño que suene, es inmune a él. Como lo habrás notado, tú lo eres. Este virus se me es extraño... Me da la sensación de que no ha brotado ahora.

Blake: ¿Por qué lo dices?

Jhin: Por la hermana de Yang... Ruby tenía los mismos síntomas. Sólo que su padrastro no tenía mucha paciencia que digamos...

Blake: Jhin, ¿conociste a Ruby?

Jhin: Claro que la conocí, yo he cuidado de Yang y Ruby más de lo que sus padres lo hicieron. El no poder proteger a Ruby fue algo que aun intento perdonarme.

Blake se queda mirándolo.

Jhin: En el intento de ayudarla, intentó matarme, desgarró gran parte de mi cuerpo... Quedé gravemente herido, por lo que me desmayé y no supe más de ello. Un amigo de la familia tenía cierta obsesión con los robots, hasta su hija lo era -hace una corta sonrisa- Me tendió una gran mano al reemplazar las partes que perdí de mi cuerpo por las que llevo ahora. Gracias a él, pude seguir cuidando de Yang.

Jhin hace una pequeña pausa y suspira.

Jhin: Aún no sé si halla una cura... Todo es una mierda. Pero puedo ver lo mucho que valoras a Yang y viceversa. En momentos como este, hay una línea muy fina entre la cordura y la demencia. Por eso Blake.... Ten cuidado con esa línea -la mira seriamente, luego se pone de pie y camina hasta otra de las habitaciones.

Blake: Jhin.

El caza recompensas se voltea.

Blake: En batalla es más notorio, pero cuando caminas, sueles perder pétalos de rosa. Caen de tu capa blanca, ¿llevas pétalos allí? -lo observa seriamente.

Jhin: Ha... Esa mirada me dice que no preguntas sólo por interés...

Blake: Suelo ver a Menma cuando Yang va a matarme. Cada vez que los pétalos caen de tu capa desaparecen a los pocos segundos. Creo que estoy siendo algo clara...

Jhin la observa con seriedad durante unos segundos para luego girarse y entrar a la habitación sin decir nada, cerrando la puerta. Blake baja la mirada y apoya la cabeza en sus brazos, apretando sus ojos con ellos para no llorar.

Continuará.

Años atrás. Un hombre llamado Gepeto, perdió a su esposa durante la guerra entre faunos y humanos, llevándose consigo también, a su hija que venía en camino. La tristeza lo invadió por completo, ninguno de sus amigos cercanos pudo remediar lo que sentía. Sumergido en el dolor, para no decaer, tomó el propósito de crear un robot que le ayudara a llenar ese vacío.

Gepeto era un hombre inteligente, un científico que estuvo muchos años ayudando en la compañía Schnee con el avance de nuevas armas y curas contra distintas enfermedades. Pero abandonó cuando comenzó a sentir que la misma lo utilizaba con fines bélicos.

Cuando logró crear al robot, una pequeña niña que figuraba unos quince años de edad, logró instalarle programas por doquier, pero lo que le daba vida a su creación era el polvo que había guardado de la compañía, uno que utilizaban para darle poder a los objetos. Gepeto lo utilizó en la niña para que pudiese sentir cada cosa que pasaba, él quería que el robot las sintiese en cada parte de su programación, llevándola a comprender las emociones. Casi todas...

-Te llamaré... Penny -dijo Gepeto, pasando un pañuelo por la mejilla del robot.

Sus ojos se prendieron y dieron paso a mirar a su creador, formando una sonrisa luego. Su cabeza tenía muchas emociones mezcladas, era un revuelo. Bajó de la mesa con un pequeño salto y comenzó a caminar, impactada de todo lo que veía.

-Penny, yo seré tu padre -dice orgulloso, acariciando su cabeza. La niña gira el rostro y lo mira sin comprender lo que decía.

-Pero, tú eres mi creador. Yo no puedo tener padre ni madre. Soy un robot -le sonríe.

Gepeto la mira algo decepcionado ¿Había fallado en alguna parte? La apagó y revisó los programas. No había fallas. El hombre estuvo buscando respuestas durante años, pero nunca encontraba el por qué Penny no podía aceptar el hecho de que él era su padre.

Mientras Gepeto trabajaba en su computadora, ya anciano, alguien tocó la puerta.

-Pase... -responde con desgana. Pero la pequeña se adelanta y abre la puerta primero, recibiendo a los visitantes con una sonrisa.

-¡Penny! -exclama alegre una chica de su edad, abrazándola con fuerza. El robot responde de la misma manera.

Gepeto gira el rostro y suspira.

-White... No necesito que vengas todas las mañanas a ver si estoy vivo -se queja intentando ponerse de pie.

-Viejo cascarrabias -dice la mujer, riendo entre dientes. Luego se acerca para pasarle el bastón.

Mientras las dos niñas salían fuera para charlar y divertirse a su manera, White toma asiento con Gepeto, esta le coloca una taza de té en frente.

-¿Cómo sigue Ruby? -toma un sorbo de té.

White baja la mirada y junta las manos, apretando su capa blanca con los dedos.

-No muy bien, parece que suele tener ataques de pánico. No sabemos que pueda ser aún... -responde triste.

-Tu esposo es un estúpido, en vez de juntar tropas para incentivar toda esta mierda, debería viajar a otras ciudades en busca de alguna cura. Información. Jhin hace más que esa basura -se queja.

-Lo sé... -aprieta las manos, sujetando la capa.

-Ha... -suspira- Niña... Deja de buscar sola una cura, estás llevando un peso muy grande en esos pequeños hombros.

En el patio, las niñas se habían sentado para armar un rompecabezas.

-¿Cómo sigues de salud? -pregunta Penny mientras coloca algunas piezas.

-¡Bien! Sólo son pesadillas de noche y alguno que otro dolor de cuerpo. No te preocupes -le sonríe ampliamente- Me gustaría que algún día conozcas a mi hermana, es tan genial.

-¿Si? -la mira atentamente.

-¡Si! Yang es lo máximo. Papá siempre la tiene ocupada con esos entrenamientos, pero estoy segura de que algún día tendrás la oportunidad de conocerla -vuelve a sonreírle de oreja a oreja.

El robot, al ver la carga emocional en su amiga sus circuitos se aceleran por la alegría y le devuelve la sonrisa.

-Penny... sabes... A veces...

Ruby calla por unos segundos, su cambio de conversación hace que su amiga la mire con más atención.

-A veces siento un sonido metálico en mi cabeza cuando hay mucho ruido externo, cuando algo me altera... Mi cabeza empieza a retumbar, pierdo los sentidos de la realidad y mi cuerpo se maneja solo... Lo único que puedo hacer es mirar descontroladamente todo... Eso... me asusta un poco Penny... -su sonrisa era corta y llevaba un peso de angustia. Su mirada tenía cierta carga de miedo y tristeza.

-Ruby... -la observa triste.

Cuando su amiga nota el rostro del robot, se acerca y le da un pequeño empujón en el hombro con su mano.

-¡Tranquila! -exclama, intentando cambiar su sonrisa llena de angustia por una más alegre- No pasará nada, mamá y Yang siempre están para mí -¡Todo saldrá bien, yo me recuperaré y vendré a visitarte junto con Yang, lo prometo! -dice segura de sí misma, tomando la mano de Penny.

-¡Si! ¡Jugaremos las tres juntas! -le devuelve la sonrisa, apretando su mano. Luego baja la mirada, intentando buscar las palabras correctas -Ruby... Yo no tengo alma... ¿verdad?

Su amiga la observa con unos ojos llenos de comprensión, levantando su otra mano para acariciar el brazo del robot.

-Pienso que... Así como hay personas que pierden su alma realizando cosas espantosas, también están aquellos que pueden ganarla -explica- Creo que uno forja su alma desde que llega a este mundo. Debemos luchar por conservarla y hacerla florecer fuerte y sana. No creas en lo que lees o te dicen, ¿o alguna vez un muerto ha bajado para hablar y darte el noticiero del día? -ríe un poco- ¡Tranquila, eres genial! -le regala una sonrisa enorme y levanta su pulgar.

Penny, emocionada por las palabras de Ruby, la abraza con fuerza. Su cerebro buscaba los datos correctos para comprender tales emociones, pero esta vez, sólo los dejó andar y se dedicó a abrazar a su pequeña amiga.


Meses después, unos soldados de la compañía Schnee se enteraron del invento de Gepeto, lo tomaron como una revelación y la mandaron a destruir. Penny se separó de él, desmayándolo, para luego ser fusilada mientras intentaba escapar.

-Las personas ¿realmente... tienen alma... Ruby...? -una lágrima cae por la mejilla del robot y sus ojos vas apagándose lentamente. Perdiendo el brillo.

Al rato, un silencio envuelve el bosque y el espíritu de un lobo aparece en el bosque, acercándose al robot para dejar caer un charco de arena, proveniente de sus ojos sobre ella.

"Que la arena que cubra tu cuerpo, sea de quien vio tu alma"




Yang: Oye... -mira a la niña-Lamento haber sido así allí afuera, suelo ser algo brusca al hablar y mi cabeza no está procesando bien las cosas en este momento. Realmente me alegra que Blake reaccione por mí -se sienta con esfuerzo- ¿Podemos intentar de nuevo?

La pequeña asiente pero se coloca al lado de Blake, tomando su brazo.

Yang: Cuando me recupere te enseñaré como aflojarle los tornillos a Jhin del brazo derecho, vas a ver que divertido -sonríe.

-¿El jugará con nosotras si hacemos eso? -pregunta curiosa.

Yang: ¡Uf! Claro que sí, nos perseguirá por todos lados si llevamos los tornillos en la mano.

Blake: Yang...

Mientras todos sonreían, los ojos de Menma se cargaban de un brillo lleno de emociones. El conocer a Yang, la hizo más que feliz. Ruby había acertado en todo lo que le había dicho...


Continuará.

A mitad de la noche, Blake escucha un sonido proveniente de la habitación de Yang, por lo que se levanta en el aire, se marea bastante y hace equilibrio sosteniéndose de la mesa o sillas. Al abrir la puerta, la rubia se encontraba detrás de la misma, observándola sin entender el gran rostro de preocupación del fauno.

Yang: ¿B-blake? ¿Estás bien? -se acerca un poco más, bajando sus muñecas amarradas hasta sus piernas.

Blake: S... si -suspira y apoya el costado de la cabeza en el marco, bajando la mirada para ver de reojo las ataduras de su amante.

Yang: Ok... Quería ir al baño. Lamento si hice mucho ruido, ¿estás durmiendo en otra habitación?

Blake: N-no... Me quedé dormida en la mesa. Estaba pensando algunas cosas y bueno... -explica, llevando una de sus manos a los ojos para frotarlos.

Yang la mira preocupada y estira un poco ambas manos para tomar la de Blake.

Yang: Debes descansar Blakey...

Blake asiente y acerca su rostro al del tigre para darle un suave beso, luego camina hasta la cama y toma asiento para quitarse algo de ropa. Cuando Yang sale de la habitación ve la ropa de ambas tendida sobre las sillas, cerca de la ventana, ya lavadas. Una sonrisa se dibuja sobre su rostro y se acerca a un mueble para buscar papel.

Al regresar a la habitación luego de haber ido al baño, Yang ve que Blake se había quedado dormida sobre la cama a medio desvestir, con la cadera inclinada hacia un costado y los pies aun tocando el suelo.


Yang: Blake...

La rubia se acerca lentamente para acomodarle bien las piernas sobre la cama y cubrirla con la frazada. Se sienta a su lado y pasa la yema de sus dedos por la frente de la peli negro, para correr algunos cabellos y acariciarla con pequeños roces. Luego acerca su rostro y con cuidado posa un dulce beso en la mejilla de Blake, ella sólo mueve sus párpados al sentirla pero continúa dormida.

Yang: Te amo gatita... -le sonríe con ternura. Después se levanta para apagar la luz y acomodarse al lado de la peli negro.

Al amanecer, Blake abrió los ojos y miró los alrededores, como verificándolos para ver si todo estaba bien, el ver a su compañera al lado, dormida, le recordó todo lo que había sucedido y un gran suspiro la hizo relajarse. Se sentó en la cama y estiró los brazos hacia arriba, luego adelante y finalmente, hacia los costados. Extendió las piernas y bostezó.

Yang: Realmente eres una linda gatita...

Las orejas de Blake se erizan por el susto, luego las lleva hacia atrás y mira a la rubia de reojo mientras acomoda su cabello, con un leve sonrojo en sus mejillas.

Yang: No te enfades, te lo digo de cariño... -sonríe.

Blake: Lo sé... -lleva su cabello hacia un costado y luego se gira para acurrucarse al lado de Yang. Pasa su cabeza por el pecho con suavidad, como acariciándolo y una de sus piernas las mete entre medio de las del tigre, para comenzar a emitir un dulce ronroneo.

Yang: Si estás buscando que te viole, vas por el camino correcto -dice casi inmóvil. Algunas cosas que Blake realizaba la mareaban de tanto deseo por hacerla suya, una y otra vez.

Blake: No... Tú estás amarrada. La que está en peligro ahora eres tú -dice sin dejar de ronronear y con una sonrisa pícara, comienza a bajar por las frazadas.

Yang: E-espera... ¿Q-qué haces? -intenta sentarse, pero la peli negro pasa sus brazos entre sus muslos y la jala hacia abajo nuevamente- Bl- ¡ah! -gime al sentir el roce de la lengua del fauno, que le había presionado la parte sensible.

Blake comienza a pasar la punta de la lengua por el clítoris de la rubia, presionándolo y haciendo círculos. Yang empieza a mojarse y apoya el cuello sobre el respaldo de la cama, mirando hacia arriba y conteniendo los gemidos con una respiración que comenzaba a mostrarse agitada. Su compañera no tardó en verse tentada por quitar la ropa interior poco a poco para saborear directamente a su preciado tigre de ojos lilas. Yang apoyó sus manos sobre la cabeza de Blake al sentir las lamidas directas que estaban mojándola cada vez más. La tibia respiración en su intimidad estaba provocando gemidos que no podía detener. La lengua de la peli negro ingresa a su interior y la rubia cierra sus puños, tomando el cabello de Blake entre sus dedos para amortiguar el gran gemido que salió de su boca y estremeció todo su cuerpo. El fauno la jalaba más y más hacia ella, con el propósito de meter tan adentro su lengua como le fuese posible, acariciando su interior con la misma, pasando la punta por las paredes de la vagina y chupando los labios con suavidad, al igual que el clítoris.

Yang: Blake... ahí... me encanta... -avisa la rubia agitada, pasando la yema de sus dedos por los cabellos de su amante. El placer había dejado su mente en blanco, de vez en cuando jalaba los cabellos para acercar más a Blake, lo que le demostraba a la peli negro que a la rubia le encantaba que le presionara ciertos lugares.

Blake: Vaya... cuanto te has mojado, ¿qué tanto me harás beber? -pregunta con una sonrisa, llevando uno de sus dedos a la boca para lamerlo.

Yang: Blake... no pares... por favor... -pide al sentir el enorme cosquilleo incómodo en su clítoris por lo que la peli negro había apartado la cabeza de su intimidad.

Blake: Tranquila, no voy a parar hasta que te corras en mi boca -vuelve a rodear los muslos de la rubia con sus brazos, llevando el dedo que había lamido directo al clítoris para moverlo lentamente y presionarlo mientras mete la lengua en el interior nuevamente, sacando fuertes gemidos de la boca del tigre.

Las caderas de Yang se movían lento, le encantaba sentir cada gota de placer que le estaba brindando Blake, si bien la estaba volviendo loca, quería disfrutarlo todo. Era la primera vez que la hacían sentir así: especial y bien a la vez. Nada malo podía pasar por la cabeza de la rubia en estos momentos, sólo estaba Blake en ella. Cuando la peli negro empezó a aumentar la velocidad de su dedo la respiración y el corazón de Yang parecían uno mismo en cuanto a velocidad. Al sentir el orgasmo cerca, arrastró las piernas un poco hacia arriba para sentarse y rodear la cabeza de la peli negro con sus brazos, presionándola hacia su vagina y moviendo sus caderas tanto como podía. El climax la estremeció entera pero si soltó la cabeza de Blake al notar la cantidad de líquido que estaba expulsando, el orgasmo se presentó bastante largo, la peli negro continuó presionando su clítoris hasta que dejó de correrse. El ver que el rostro, los hombros, el pecho y la espalda de Blake estaban mojados por su orgasmo, la hizo suspirar y caer rendida a la cama.

Yang: Lo siento... haber sabido que existía ese tipo de... orgasmo...

Blake: No te preocupes... Me pareció interesante -pasa su lengua por los labios para limpiarlos y luego acerca el rostro a la vagina de Yang para hacer lo mismo.

Yang: ¡B-Blake, no hace falta, ya iré al baño! -exclama avergonzada.

Blake: Joo...Pero a mí me gusta tu sabor -dice llevando sus orejas hacia atrás y luego se sienta frente a la rubia.

Yang: R-rayos Blake... -lleva sus manos al rostro para cubrir su cara roja.

Blake sonríe al ver la reacción del tigre y se acerca lentamente por encima de ella, pasando sus brazos por los costados de la rubia para besarla.

En la habitación de Jhin.

Jhin: Debo conseguir otra cabaña... -admite rojo con la almohada sobre la cabeza.

Cuando Blake sale de la habitación para buscar la ropa de ambas se encuentra con un papelito sobre una de las sillas que había usado para tenderlas, este tenía un mensaje y un dibujito que la hizo reír entre dientes.

Continuará.

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