La Plaga parte 7 (Fanfic yuri RWBY) -Parte 6-

Atención: El siguiente fanfic no tiene relación alguna con Beacon o la historia de Monty Oum, lo que estoy realizando, es un yuri de Bumblebee (BlakexYang) con temática propia.
Género: Drama, Romance, Yuri, Psicológico (puede contener lectura +18 en algunos capítulos)

Sinópsis:

Narra la historia en la que el mundo comienza a dividirse entre humanos y faunos, donde la discordia y el honor comenzó a ser lo primordial, llevándolos a desacuerdos permanentes y guerras continuas. Mientras el mundo se dividía por raza, estos no se daban cuenta de que algo peor venía en camino.

La muchacha la hizo caminar por bastante tiempo, sentía que podía congelarse y su estómago vacío no le ayudaba en nada. Pero su mente estaba tan lleno de sólo salvar a Yang, que todo lo dejaba secundario.

Blake: ¿Nos has... estado siguiendo o algo así? -su voz tembló un poco al preguntar eso.

¿?: Vivo sola en el bosque de Tailí, al noroeste de Ital -a ella parecía molestarle muy poco el frío.

Blake: Eso... no responde mucho a mi pregunta.

¿?: Vine por plantas medicinales a Ital y escuché el aullido de un lobo.

Blake: ¿Le conoces?

¿?: Algo así... Sólo que dejó de visitarme hace unos meses... Pensé que esta vez podía volver a verlo, pero sólo estaba ayudándote a ti. No pude verlo... ni una sola vez... -aprieta la mandíbula.

Blake se limitó a responder esta vez y rodearse con sus brazos para frotarlos. La chica tenía un parche en el ojo izquierdo, pero por más tapado que estaba, podía verse salir una cicatriz bastante seria. Tampoco buscaba preguntarle tanto acerca de aquel lobo que ni siquiera pudo ver, pero que por alguna extraña razón, llamaba un poco su atención.

¿?: Soy Weiss...

-Blake...

La ojiazul asintió sin mirarla y continuaron caminando. Ya se estaba acostumbrando a pasar por bajas temperaturas y horas de trayecto, pero su cuerpo se sentía realmente exhausto.

Weiss: Aquí es -avisa, caminando sobre unas baldosas cuadradas y grises, tapadas por la nieve, que hacían un bello camino hasta una cabaña.

El lugar se veía acogedor, con una forma triangular bastante particular, tenía unos bellos faroles en los costados de la puerta, con una vela dentro cada uno. También había una ventana en cada lado. Pegado a todo esto, arriba, podía notarse muy bien la presencia de la alcoba. Todo construido con madera rústica y piedras. A diferencia de la anterior en la que estaba, que era de ladrillos.

Weiss sacó una llave del bolsillo y la introdujo al cerrojo; mientras Blake volteaba un poco la cabeza hacia un costado para ver la pequeña granja detrás de la cabaña.

Blake: ¿Tienes un establo?

Weiss: Si, allí coloco los animales en invierno. La vaca, las ovejas y las gallinas están allí también -explica mientras empuja la puerta con algo de fuerza para abrirla.

Al ingresar, la peliblanco le invitó una taza de leche caliente y unas galletas, lo que provocó un poco de malos recuerdos en Blake. No pudo disfrutar casi nada del buen sabor, por su mente no dejaba de pasar el qué habría pasado si ella no hubiese dejado sola a Yang, ¿esto que estaba pasándole era bueno o malo? No podía colocarle un título.

Blake: ¿La granja... es toda tuya o la compartes con algún pariente? -indaga para alejar un poco sus malos recuerdos.

Weiss: Es mía. Todo lo que está aquí... es mío -gira el rostro y apoya la taza de café en la mesa de madera.

Blake: Vaya... Debió costarte conseguirlo todo tú sola -al terminar esa frase, un escalofrío le recorrió toda la columna al recordar que la muchacha había perdido a alguien, se arrepintió bastante de agregar la última palabra. O haber hablado.

Weiss: Mi esposa... me ayudó mucho... -dijo casi entre palabras cortadas- Soy algo torpe y débil para los trabajos que requieren fuerza, ella construyó el establo y la cabaña. Yo la ayudaba como podía... -su mirada llena de nostalgia era tan profunda que Blake no necesitaba ver sus dos ojos para notar tanto dolor en la ojiazul.

La peli negro sólo pudo arreglar las cosas con un "lo siento", Weiss no respondió nada, sólo negó con la cabeza para mostrar que no debía culparse por eso. Luego de poder llenar un poco el estómago -pasado unas 2 horas-, fueron al establo, donde, debajo de un gran manto blanco; sucio y viejo, había una máquina, que parecía ser de la que tanto le había hablado la extraña chica.

Blake: ¿Era necesario esperar tanto para irnos?

Weiss: Si no querías vomitar el desayuno, sí -afirma, abriendo la puerta del enorme aparato, ingresando dentro.

Blake se metió con ella, la peliblanco le colocó un cinturón de seguridad, luego hizo lo mismo para sí misma.

Weiss: Escucha... Si algo sale mal, no puedes usar la máquina sólo porque si. Cada vez que viajamos en el tiempo, alteramos algunas cosas, siempre vuelve al mismo punto en el tiempo pero esta cosa se estaciona donde se le antoja-explica mientras acomoda las botellas que había llenado con agua en sus respectivos sitios- No en lugares tan alejados de donde estuvo pero a veces sí. Cada vez que la usas va a drenar mucha energía de tu cuerpo, le llevará meses recuperarlo. Así entres con otra persona, debes esperar unos tres o cuatro...

Blake: ¿Por qué me explicas todo eso?

Weiss: Si muero allá no tendrás quien te explique... Si haces alguna locura, hazla bien. Sujétate -aprieta un botón ubicado a su derecha y baja una palanca, que se veía bastante oxidada.

Blake: ¿Espera, qué? -indaga algo inquieta.

No pudo formular muchas palabras al comenzar a ser sacudida por unos segundos, que se habían sentido eternos.

Weiss: Ya llegamos -afirma tomando una botella y bebiendo, luego gira el rostro mientras se desabrochaba el cinturón para ayudar a la pelinegro, que parecía bastante mareada- ¿Estás bien?

Blake: No mucho... -se lleva una mano al rostro, tenía el estómago revuelto pero a su vez, una sed espantosa.

Weiss: Ya se te pasará, toma -le pasa una de las botellas mientras le quita el cinturón de seguridad.

Blake: Creo que voy a vomitar...

Weiss: Perfecto, así se te pasará más rápido -concluye abriendo las puertas y saliendo fuera.

La peli negro sale sosteniéndose de la maquina intentando recuperar el aliento, tomando de a poco el agua. El aire le había quitado el mareo.

Weiss: Sé dónde estamos... -dice con algo de temor.

Blake: ¿Una ciudad hecha polvo? Espera... -mira los alrededores.

Weiss: Es Vale...

Blake: ¿Sabes en qué línea de tiempo estamos? La fecha y demás.

Weiss: Si... No tan exacto pero, no lo entiendo. Esto pasó meses atrás. La máquina debió llevarnos no tan lejos de esos días.

¿?: ¡Weiss! -llama una chica a lo lejos, corriendo hacia ella. Llevaba un pantalón negro deportivo, una camiseta gris de mangas largas y un chaleco oscuro de mangas cortas.

Weiss: ¿Ruby...? -sus ojos se iluminan al ver aquella figura nuevamente.

Blake: ¿Ruby? -indaga con asombro al recordar el nombre de la muchacha.

Ruby: ¿Dónde estabas? -pregunta agitada- Estuve buscándote por... -se queda observándola y frunce un poco el ceño al ver el parche en el ojo de la chica- Cielos... No, Weiss, dime que no usaste la máquina...

La ojiazul sólo se tira a los brazos de la morena y la abraza con fuerza, pasaba sus manos por la espalda de esta de arriba abajo, acariciando cada rincón.

Weiss: Lo siento... De verdad lo siento -agrega casi sollozando.

Ruby: ¿Trajiste a Blake? -pregunta molesta, apartándola con los brazos.

Weiss: Ella... quería ver a Yang...

Ruby: ¡Diablos Weiss! -dice enojada levantando la voz, luego se gira y se lleva una mano al rostro.

Blake no entendía bien las cosas, por lo que decidió mantenerse al margen.

Weiss: Lo siento... Pensé, que ella estaría mejor aquí...

Ruby: ¿Hasta que pase por lo mismo? -indaga sin voltearse.

Weiss: Puede intentar buscar el refuerzo... -baja la mirada.

Ruby: No sirve de nada ese refuerzo, Weiss, ¿te divierte usar a la gente así? -se voltea enfadada.

La peliblanco sólo derrama una lágrima y entrecierra su ojo, mordiéndose el labio inferior para no llorar.

Blake: ¿Usarme...? -mira a la ojiazul.

La chica de ojos grises suspira e intenta recuperar la compostura.

Ruby: La máquina suele tener fallos, no muy seguidos, pero los tiene. A veces te deja en la misma línea temporal más veces que en diferentes. Hubo una vez en la que a mí y a ella nos dejó muy atrás en el tiempo. Evitamos que todos asistiesen a la Academia donde íbamos tú, yo, Weiss y Yang. Cuando hicimos eso, las cosas fueron a peor y tuvimos que volver a usar la máquina, pero Yang no recordaba a Weiss... Dentro de la máquina, la memoria no se altera, pero a los demás si los alteramos cuando cambiamos algo pasado...

Mientras escuchaba la explicación de la muchacha, la peli negro se había percatado de algo que no pensó que iba a tener que lidiar. Estuvo demasiado perdida en su intento por sólo querer salvarla...

Weiss: Pero...

Ruby: ¿Qué fue lo que le pasó a Yang? -la interrumpe.

Weiss: El virus...

Ruby: Dios... No puedo entenderte, ¿qué te ha llevado a hacer algo así? Mi hermana va a padecer esa porquería otra vez... -se lleva ambas manos al rostro.

Blake: Ruby, ¿estás enterada de tu muerte también? -la observa con atención.

Un escalofrío pasa por la espalda de la morena, haciendo que se descubriese los ojos y bajase la mirada.

Ruby: Mi memoria sólo abarca hasta donde ustedes viajan...

Weiss: No era necesario agregar eso -le frunce el ceño a la peli negro.

Blake: Lo es, ella puede quejarse todo lo que desee, pero no puede estar culpándote por una locura que te impulsó a querer verla. Si era tu esposa, tu memoria es la que está más quebrada ahora, no la suya -explica seriamente, no entendía su molestia pero las palabras salían solas.

Ruby: ¿Es...posa? -mira a la ojiazul.

Weiss junta sus manos apenada y gira el rostro, asintiendo.

La morena da un gran suspiro y se lleva la mano a la nuca.

Ruby: Lo de la muerte lo pudieses haber omitido.... Pero lo recompensas con lo segundo -da otro suspiro pesado, intentando sonreír. Luego se acerca a Weiss y le da un pequeño empujón- Voy a tener que castigarte severamente... -la observa con una sonrisa. La ojiazul se sonroja de pie a cabeza.

Blake: ¿Qué...? -indaga levantando una ceja, sorprendida por las palabras de aquella muchacha que acababa de conocer.

Weiss: Ah... no, nada. No le escuches -mueve las manos de una lado a otro y empuja un poco a la morena por la vergüenza- D-deberíamos llevarla con Yang -tartamudea un poco.

Ruby: Claro... -se queda observándola fijamente a los ojos.

Blake: ¿No estabas enfadada hace un momento? -indaga confundida por el súper cambio de la morena.

Ruby: Lo estoy, por eso la castigaré cuando la lleve a casa -continúa observándola con picardía.

Weiss: Y-ya... -baja la mirada sonrojada.

Blake: No sé cómo tomar eso... -gira el rostro confundida.

Ruby: Ven, no estoy conviviendo con mi familia en estos momentos. No me llevo bien con mi padre, pero Yang se hospeda ahí -le hace señas para que la siga.

La peli negro las siguió en silencio, atravesando el bosque hasta llegar a una cabaña bastante grande con una granja amplia. La morena se acercó a la ventana para ver si había alguien y una voz la hizo saltar por la sorpresa.

Ruby: ¡Mamá! -le sonríe y corre a abrazarla.

White: ¿Has venido a visitarme verdad? -acaricia el cabello de su hija con ternura.

Ruby: Mm... Pero si vine esta mañana -ríe un poco.

Weiss: Hola señora Summer -la saluda con respeto.

White: White está bien, no uso ese sobrenombre hace años -le sonríe.

Ruby: Weiss es muy fan de tus hazañas pasadas como cazadora, no la convencerás nunca de llamarte así -ríe entre dientes.

Weiss: L-lo siento -se sonroja.

White: No te preocupes, ya me acostumbraré a que me llames así -le pasa la mano por la espalda para calmarla.

La rubia no tardó en aparecer detrás de su hermana y despeinarla por completo.

Ruby: ¡Heey! -se queja sonriente y gira el rostro.

Yang: ¿Dónde estabas pequeña lobita? -la abraza por detrás y la levanta.

La morena sólo reía y movía los pies, intentando bajar. Blake se había quedado inmóvil al ver el rostro feliz de Yang. Cuando la muchacha de ojos grises logra liberarse de su atacante, va hasta la peli negro, la toma de la mano y la acerca a la chica de bellos ojos lilas, que miraba la escena sin comprender muy bien.

Ruby: Ella es una amiga de mi novia, se llama Blake -se la presenta.

Weiss: ¿Qué?

La morena empuja con la cadera a su pareja.

Weiss: Es... una amiga de la infancia.

Yang: Vaya, pero que tenemos aquí -observa a la peli negro con interés, fijando su mirada en las orejas sobre su cabeza- ¡Una pequeña gatita! -sonríe contenta.

Ruby: Eh... -intenta sostener el suspiro.

Weiss sólo se queda mirando al fauno, esperaba un cachetada a la rubia de su parte pero sólo se sonrojó levemente. Estaba observándola fijamente con los ojos grandes y brillosos.

Ruby: Ah... No le digas así, puede molestarle -intenta arreglarlo al ver la reacción de la peli negro.

Yang: Oh... Pero, tiene cara de haberle gustado -da un paso hacia atrás al notar el gran acercamiento del fauno hacia ella, sobre todo la "reacción".

Blake se da cuenta de la invasión de espacio que estaba haciendo y baja la mirada.

White: ¿Quieren... pasar a tomar algo? -indaga para romper un poco la tensión.

Ruby: ¿Oh, hay galletas? -indaga curiosa y sonriente.

White: Claro que sí -estira su mano y le levanta el pulgar a la morena.

Ruby: ¡Yeeeii! -levanta los brazos energéticamente y corre dentro de la casa.

Weiss: Ha... -suspira y mira a la peli negro, mientras las demás entraban, ella se acercó para decirle algunas cosas- Habla con ella, aunque no te recuerde, debes...

Yang: ¿Y de dónde es tu amiga, por cierto, qué te pasó en el ojo? -la observa algo preocupada.

Weiss: Rayos, ¿de dónde saliste? -da un paso hacia atrás.

Yang: Jaja Tú estás en las nubes, pensando en mi hermana -la empuja.

La peliblanco era bastante liviana por lo que terminó chocando con Blake.

Yang: Ups...

Weiss: Sólo me lastimé con una rama -se acomoda el parche y entra a la cabaña.

Yang: Si, claro. A puesto que ustedes dos han estado haciendo cosas eróticas y a Ruby se le pasó la mano -ríe entre dientes, al ver el asombro de la peli negro intenta componer su personalidad- Ehem, lo siento, ¿de dónde eres?

Blake: D-de a-a... b-bu, yu-u... -tartamudea juntando las manos.

Yang abre los ojos al notar el nerviosismo de la muchacha y se lleva la mano a la nuca.

Weiss: Fue mi amiga de la infancia pero ahora vive en un pueblo no muy lejos de aquí -se asoma por la puerta y jala del brazo a la peli negro.

Yang: Ya veo -las sigue con la mirada hasta entrar y cerrar.

White preparó leche con chocolate para todas y dejó una bandeja con galletas sobre la mesa, aunque Ruby no tardó en llevarse la mayoría.

Yang: Papá está de viaje con el grupo, así que no es necesario que pases nervio por encontrártelo -mira a su hermana.

Ruby: Está bien... -suspira.

White: ¿Y a qué se debe tu linda visita, Blake? -la observa con una sonrisa.

Blake: Ah... -se queda unos segundos en silencio mirando la mesa.

Yang: ¿Eres tartamuda?

Weiss: ¡Yang! -la reta.

Yang: ¿Qué? Sólo tenía esa duda, es que no la he escuchado hablar del todo bien -pone puchero y toma un sorbo de leche.

Blake: Pasé... por cosas muy difíciles, lo siento. Estoy un poco torpe... para formular palabras... -explica sin mirarlas. La rubia, por el contrario, la observa de reojo- Weiss y Ruby decidieron cuidar de mí... pero...

Yang: Es incómodo vivir con ellas, ¿eh? -le guiña el ojo.

Ruby: Hey.

La pelinegro asiente y se sonroja un poco, aunque el rubor se formó sólo por la mirada del tigre.

White: No tengo problemas en hacerle espacio a una amiga de mi hija aquí en casa.

Ruby: ¡Gracias, mamá! Sabía que podía contar contigo -pone una mano delante y la choca con su madre.

Weiss: Ustedes parecen más hermanas que otra cosa... -la observa, cruzada de brazos.

White: Alguien está celosa -sonríe casi cantando lo que acababa de decir.

Weiss: ¿E-eh?

Ruby: No te preocupes amor, cuando vayamos a casa chocaremos mucho los cinco tu y yo -la observa sonriente.

Weiss: ¡T-tonta, no digas ese tipo de cosas aquí! -se sonroja y tapa el rostro con las manos.

Todas se rieron por la reacción de la ojiazul, pero Blake se mantenía seria, a penas dejaba ver una sonrisa. El ambiente le parecía imposible de creer luego de lo que había pasado en la mañana temprano.

Al terminar, acompañaron a Ruby y Weiss a la salida, Yang se despidió de su hermana con un fuerte abrazo y su madre igual, exigiéndole que la visite por más tiempo. Luego entraron a la cabaña.

Weiss: ¿Crees que va a estar bien...? Me siento muy mal por haberla traído ahora... -baja la mirada mientras sigue los pasos de la morena.

Ruby: No te preocupes, mi familia va a cuidarla bien ¿Qué te hizo traerla? -indaga tranquila, pasando su brazo por el hombro de la peliblanco.

Weiss: No iba hacerlo... Pero... me vi reflejada en ella, todo me dio vueltas... -se lleva una mano al ojo donde tenía el parche.

Ruby la toma de la muñeca y la jala hasta un árbol, colocándola contra éste con cuidado y sus brazos a los costados del mismo. La peliblanco bajo la cabeza y cierra los ojos.

Ruby: Mírame... -pide con dulzura, llevando su dedo índice al mentón de su chica para levantarle el rostro un poco.

La ojiazul abre los ojos lentamente y clava la mirada con algo de dolor, sabía lo que había hecho, quedaba como una total masoquista, tal y como una vez se lo dijo su esposa, que ahora la miraba con calma.

Weiss: Lo siento...

Los ojos de la morena la miran con comprensión, acariciando delicadamente el mentón con el dedo que sostenía el suave rostro, poco a poco, acercó sus labios para posarlos con ternura, en aquellos que temblaban de culpa.

Ruby: Te amo, ya no te culpes más...

La peliblanco rodeó el cuello de su ser amado con los brazos mientras la besaba con pasión y suavidad, a su vez, dejando caer las lágrimas que necesitaba derramar.

Continuará.

Blake pasó la noche en la cabaña de la familia de Yang, aunque no pegó un ojo en toda la noche. Le costaba ver a la rubia en la otra cama, tan cerca y lejos de ella a la vez... Al amanecer, le costó levantarse e ir a desayunar.

Yang: Cielos... ¿Qué te ocurrió? ¿No dormiste bien? -indaga ingresando a la cocina mientras busca una taza y mira el semblante fantasmal de su compañera.

Blake: No pude descansar... -suspira pesado y toma un sorbo de leche.

Yang: Mmm... Lo que te haya pasado debe estar afectado a tu sueño también -se apoya en la mesada de mármol, colocándose de frente para observar al fauno.

La pelinegro gira el rostro para evitar el cruce de miradas y sólo responde un "puede ser". El tigre levanta los hombros al no comprenderla bien y continúa con su tarea de preparar su desayuno, luego se sienta en la mesa para leer unos recibos que habían llegado.

Blake continuaba con la mirada baja, comenzaba a afectarle el no poder acercarse a Yang... Decirle que la amaba, abrazarla, consentirla, que le dedicara sus sonrisas traviesas y miradas profundas. ¿Cómo podía ser que le costase? Sólo había pasado un día y ya extrañaba sus caricias... Le estaba costando aceptar el hecho de que ahora su realidad, era que la persona con la que pintó torpemente la pared dos días atrás, la había olvidado por completo...

Yang: H-hey... ¿Estás bien? -indaga preocupada, dejando la taza sobre la mesa para mirar con atención a la pelinegro, que parecía sorprendida ante las lágrimas que habían comenzado a caer por sus mejillas.

Blake se lleva una mano al rostro, le tiembla un poco al notar que estaba llorando y asiente unas tres veces. El tigre coloca un rostro comprensivo y suspira corto, poniéndose de pie para llevar su taza a lavar.

Yang: ¿Te han llevado en moto alguna vez, Blake?

Blake: N-no... -responde, mientras se limpia los ojos con sus muñecas.

Yang: ¡Bien! Hoy andarás en una -le guiña un ojo, se acerca a ella para tomar su taza y llevarla a lavabo.

Blake: ¿Q-qué?

Yang: No es la súper moto, pero te aseguro que te encantará -vuelve hasta ella y le pasa una servilleta, jalándola del brazo- Anda, yo te llevaré.

Blake: P-pero nunca me he subido a una. Te complicaré las cosas -se limpia el rostro mientras se pone de pie y sigue a la rubia.

Yang: No digas eso -ríe entre dientes y abre la puerta.

White: ¿A dónde van jovencitas? -asoma la cabeza por la pared del pasillo.

Yang: Llevaré a Blake a dar una vuelta, prometo no romper nada -sonríe inocente.

Su madre suspira con una sonrisa y le levanta el pulgar.

Yang: ¡Gracias ma, te adoro! -se despide levantando su mano y jala a su compañera hacia fuera.

La rubia sacó del establo una moto negra con unas pequeñas líneas amarillas, no era muy grande pero tampoco se veía mal. Le pasó un casco a su compañera, quien aún dudaba en subir y con un acto que la sonrojó de pie a cabeza, aceptó subirse; no le quedaba de otra: Yang la alzó por detrás y la colocó en el asiento correspondiente.

Yang: ¿Lista? -indaga mientras abrocha el seguro de su casco.

Blake: N-no -responde sujetándose de donde podía.

Yang: Debes agarrarte de mí cintura, sino terminarás en el suelo -ríe un poco.

Blake: ¡¿Q-qué?!

Cuando el tigre hace arrancar la moto, la pelinegro enrosca sus brazos en la rubia bien fuerte, apoyando la cabeza en su espalda. La risa de aquella chica cuyos ojos dejaban ver un destello de luz por la velocidad que llevaba, resonó en los oídos de Blake, haciendo que sus oídos se concentraran sólo en escuchar la felicidad que salía de su boca.

Blake: ¿¡Y-Yang, eso es un acantilado!? -indaga nerviosa, mirando con temor cómo iban directo a aquel punto de muerte.

Yang: ¡Sep! -respondió sonriente.

Blake: ¡¡Estás locaaa!! -grita jalándola.

Yang: ¡Has cosas de gatita, sujétate bien fuerte! ¡Si pasa algo, aún tienes siete vidas más! -sugiere en voz alta con su semblante alegre, mientras aumenta a todo lo que daba la velocidad.

Blake: ¡¡Eso es mentira, sólo tengo una idiota!! -grita asustada, aferrándose con fuerza de la rubia.

Yang ríe entre dientes y acelera a más no poder hasta que las ruedas dejan de tocar la tierra, la pelinegro siente el cambio de ruidos y al mirar se encontró con bastante altura debajo de ella.

Blake: ¡Nos vamos a morir! -grita asustada sin soltar la espalda de su compañera.

Yang: ¡Jajaja! ¡No te vas a morir, yo no voy a dejar que eso pase, boba!

Al escuchar sus palabras, inmediatamente todo lo que la rodeaba desapareció y al levantar la cabeza, se encontró con el rostro de la rubia, que miraba fijamente el horizonte a su derecha, ni siquiera había notado que el sol había comenzado a salir y que le daba un color dorado majestuoso al cabello de su tigre. Todo sucedió en cuestión de segundos. Sus pensamientos fueron despertados por el impacto que hizo la moto al llegar al otro extremo, la tierra era más árida allí. Estuvo tan concentrada en el temor, que no notó que del acantilado al otro lado, no había una distancia tan exagerada.

Yang: ¿Todo bien gatita? -sonríe, bajando un poco la velocidad.

Blake: No me llames así -apoya la frente en la espalda de la rubia.

Yang: ¿Te has enojado? Rayos...

Blake: N-no...

Yang: Uf, pensé que había metido la pata. Ya sabes, mi hermana y yo no somos nada femeninas, por ahí perdemos el toque y no nos damos cuenta.

Blake: No me molesta... Yo... suelo exagerar con todo.

Su compañera se queda en silencio unos segundos.

Yang: Tranquila, a mí tampoco me molesta el cómo eres.

La pelinegro sonríe y entrecierra los ojos, apoyando la mejilla en la espalda de Yang. El verla tranquila, despreocupada, feliz, disfrutando de lo que adora y rodeada de lo que necesita; era suficiente para Blake, aunque no la recordase, era suficiente para sentirse feliz a su lado.

Llegaron a un pequeño pueblo para comprar algunos víveres y pasearon por una plaza, en la que se detuvieron para comer unos bocadillos dulces y charlar.

Yang: Este pueblo es tranquilo, sin soldados y demás.

Blake: Si, igual la gente me mira extraño -gira el rostro.

Yang: Es por tus orejitas -sube su mano y toca una de ellas con sus dedos.

Blake: ¿Q-qué haces? -la mira sin girar el rostro, sonrojándose levemente.

Yang: Me llaman la atención, son suaves -le sonríe.

La pelinegro toma un sonrojo más fuerte y gira el rostro por completo en dirección opuesta.

Yang: Pensé que los gatos eran más ariscos. Imaginé que me arañarías toda la cara al tocarte las orejas.

Blake: Q-qué... N-no... B-bueno, algunos... lo son -responde nerviosa. No podía decirle que se debía a que estaba acostumbrada al tacto de la rubia.

Yang le sonríe con calidez y acaricia su cabeza con suavidad, despeinándola un poco.

Yang: Vamos gatita, debo llevar esto al refri de mi casa y descuida, esta vez no saltaremos por acantilados -ríe un poco.

Blake: Y-Yang... -menciona, sujetándola de su chaqueta.

La rubia se voltea para mirarla.

Blake: Gracias. Me gustó... saltar por ese acantilado contigo -admite, quería verla a los ojos, pero sólo se quedó observando por debajo.

Yang: ¡Cuando quieras! -le palmea la espalda sonriente.

Los nervios le habían provocado apretar su pantalón corto un poco con sus manos mientras sonreía ante la respuesta de la rubia, pero algo comenzó a marchar mal para la pelinegro, algo que la puso totalmente nerviosa.

Blake: No... No, no, no -mete sus manos en los pequeños bolsillos.

Yang: ¿Qué pasa? -vuelve a girarse, el rostro blanco de su acompañante le preocupó.

Blake: ¡Soy una estúpida, tengo cierres en el pantalón y no los cierro! -se queja histérica llevándose las manos a la cabeza, aunque recordó que el único cierre que había abierto fue aquel de dónde sacó el pétalo hecho pedazos de Jhin; lo tuvo abierto todo este tiempo- Tenía un dibujo aquí, en mi bolsillo ¡Lo he perdido, no, no puedo perder eso! -continúa buscando sin sentido caminando casi en círculos.

Yang: Tranquila... -se acerca un poco y coloca su mano desocupada en el hombro de la pelinegro- Tomo mi moto y te ayudo a buscar, tiene que estar por donde vinimos...

Blake sólo asintió y se quedó parada en el mismo lugar, se llevó una mano a la frente al sentir la angustia que le recorría por todo el pecho en el poco tiempo que llevaba enterándose de lo ocurrido, si lo había perdido en el acantilado, debía dejarlo ir.

Yang y Blake hicieron el mismo recorrido, buscando meticulosamente por todos lados; al llegar al acantilado, giraron y tomaron otro camino para llegar al otro lado, buscando también por esos sitios. Cada rincón, detrás de cada árbol y entre los arbustos, no parecía haber nada. La angustia comenzó a convertirse en ansiedad y la ansiedad en sensaciones de mareos y ganas de llorar. Ya habían llegado a la cabaña de nuevo y no había nada.

Yang: Viene tormenta...

Blake: No voy a dejar de buscar por una tormenta -responde irritada.

Yang: Lo sé. Se nota en tus ojos -sonríe un poco, algo angustiada- Sólo deja que lleve esto a casa y acomode la moto en el establo -avisa tranquila, para no alterar más a su compañera, aunque ella sólo asintió y continuó buscando. Los músculos le dolían por llevar la moto de un lado a otro durante casi dos horas; tuvo que desechar la leche que traía, pero algunas cosas pudo acomodarlas en la heladera. Luego de ello, salió para continuar ayudando a Blake, aunque el viento se había puesto bastante fuerte.

White salió a ayudar también, aunque la búsqueda se prolongó bastante, la tormenta trajo lluvia y tuvieron que ingresar a la cabaña. La pelinegro se fue a la habitación y de ahí no salió. Yang intentó animarla llevándole algo para comer, pero ni siquiera volteó a mirarla. Sabía que lo que estaba haciendo era tonto... Lo que sentía era exagerado... Pero era lo único que le quedaba de la persona que la amó con recuerdos y no lo supo cuidar bien, el sentimiento de culpa, de no saber cuidar lo que es importante para ella, la hizo dormir entre sus lágrimas.

Alguien comenzó a llamarla por su nombre y zarandearla con suavidad, abrió los ojos, pero la luz de la lámpara le hizo pasar mala jugada. Un trueno bastante fuerte la ayudó a despertarse y volver a la realidad, tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Yang se encontraba a un costado de la cama, tenía unos rasguños en los brazos y uno que otros moretones, parecía haber tomado un baño hace poco, pero le preocupó verla así.

Yang: Intenté buscar el dibujo en el acantilado pero créeme que no hay nada, la tormenta nos hizo muy mala jugada -suspira angustiada.

Blake: Y-Yang... eso pudo haber sido muy peligroso... -dice afligida al escuchar que ella había continuado buscando debajo de la tormenta.

Yang: No te preocupes, eso es una brisa de mar -hace un gesto de despreocupación con su mano.

Blake: Igual... Ha sido demasiado peligroso.

Yang: Lo sé... Lo siento, soy algo testaruda -responde con un suspiro- Lamento que hayas perdido algo tan importante, fui descuidada - extiende su mano y le pasa un papel donde había escrito "Ánimos gatita" y abajo llevaba un dibujo de una carita sonriente, le había puesto flores que parecían hechas por un niño de tres años.

Blake sólo se queda mirando el gesto de la rubia y sus ojos comienzan a lagrimear.

Yang: ¡N-no pretendo sustituir el dibujo anterior, seguro era mil veces mejor! -dice nerviosa- Y mucho más importante, sólo... soy una persona muy empática. Me duele verte mal... Saber que has pasado por tanto y no poder hacer nada me altera un poco-admite con una sonrisa cargada de nervios.

La pelinegro se tira hacia delante para rodear el cuello de la rubia con sus brazos y aferrarla a ella con fuerza, no podía evitar derramar más lágrimas, pero esta vez tenían un toque único de felicidad y se sentía absolutamente estúpida, no por perder el dibujo, sino por no preocuparse por lo que realmente tenía con ella ahora. No importaba en qué línea temporal viajase o cuantos dibujos perdiese, su querido y preciado tigre iba a ser siempre único en el mundo.

Blake: Me encanta el dibujo, gracias Yang -dice sonriente, pasando sus dedos por los cabellos de la rubia con delicadeza.

Yang: N-no ha sido nada -responde palmeando la espalda de su compañera, una extraña sensación de calidez inundó su pecho, pero más que ahogarse, sentía que quería meterse a ese océano, acariciar esas aguas. Con algo de torpeza, abrazó a la pelinegro y el suave aroma de sus mejillas y cabello volvió a provocarle ciertas nuevas sensaciones. Se sentía tranquila en el regazo de Blake.

Continuará.

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