Robot y Yo

Narra la historia de un amor que va más alla de simples palabras. Hana es una chica que perdió a su novia durante la guerra que había explotado en esos momentos, provocada por un bombardeo en su ciudad natal. Esta se mete al ejército para apasiguar el dolor y en una de sus misiones se encuentra con el cuerpo de un robot antiguo que se utilizaba domésticamente antes de que la guerra los convirtiese en armas. Pasado un tiempo, la robot fue nombrada "Mei", por el nombre de su programación. Hana comienza a notar que Mei no era un simple robot doméstico, al parecer, había sido creada durante la tercer guerra mundial con un propósito desconocido. Pero durante esa búsqueda Hana es mordida por una extraña criatura (zombie) que hará imposible finalizar lo que intentaba lograr, llevando a Mei no sólo a intentar comprender lo que era realmente por sí sola, sino también, seguir a su compañera sin rumbo.

Género: Romance, Tragedia, Drama, Yuri (lésbico) , Adulto, Suspenso. (La historia puede contener lenguaje violento y escenas sexuales entre los personajes, no me hago responsable de los menores que puedan llegar a leer esta historia, gracias por su atención)

     Hace diez años, se encontraron los restos de una extraña criatura en Alaska, la cual, fue llevada a Estados Unidos para una evaluación y ser descongelada correctamente. Con el pasar del tiempo, se estudió en profundidad y se logró crear curas maravillosas con el gen de éste espécimen que tomó el nombre de Milasaurio "el gen del dinosaurio milagroso". Pasado dos años, una guerra azotó gran parte de Norteamérica por el terrorismo masivo que comenzó a venir del continente africano y asiático; tanto el gobierno del Norte como el de África comenzaron a tener disputas muy grandes que no se pudieron solucionar. Europa, comenzó a verse afectada por algunos terrorismos y la ayuda del Sur, sólo provocó más guerra. Poco a poco, el terrorismo llegó a Sudamérica al punto de obligarlos a defenderse.

El profesor, Alejandro Teser, luego de perder a su hija durante el terrorismo del 2021 se obsesionó con utilizar el gen Milasaurio para intentar volverla a la vida. Trabajó a escondidas del gobierno y la sociedad, hasta que un día se lo encontró amarrado en las rejas de la ventana de su habitación. Actuaba muy extraño, violento y sus ojos estaban desorbitados y, en la habitación de al lado, se hallaba su hija, aun recostada sin vida. En el intento de anestesiar al profesor para apresarlo, uno de los médicos fue mordido por este, junto con otro policía que le ayudaba, los cuales a la hora de tal acto, comenzaron a comportarse de la misma manera: no se los podía controlar. Estos mordieron a varias personas, se los pudo detener, pero no a la nueva amenaza que comenzó a sacudir gran parte de Sudamérica.

Un nuevo virus, llamado "Virus D" -depredador- se propagó por toda la zona sur y central de América, lo que provocaba que la gente perdiese el control de sí mismos, agresivos, destructivos e irreconocibles. No tenían retorno ni cura. Todo esto llevó a las zonas afectadas al ojo del exterminio seguro por parte de otros países que comenzaron a verlos como plagas.

En el 2023, aviones terroristas lanzaron una horda de misiles y gran parte de Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y Bolivia quedaron destrozados. Millones de personas murieron en el atentado de esa noche, en la cual comprendí, que los depredadores no eran mis enemigos, eran las personas.

Robot y Yo

La noche del atentado, uno de los misiles cayó sobre la casa de mi novia, ocasionando una fuerte explosión. En el intento desesperado de querer salvarla, ingresé, pero sólo me encontré con su cuerpo, aplastado por un pedazo de escombro. Una sensación de dolor interno que jamás había experimentado empezó a apuñalar mi pecho. No supe de dónde saqué fuerzas para levantarme y salir fuera sólo con heridas y quemaduras, pero logré dejar el lugar con rapidez.

A los tres meses, decidí entrar al ejército con el propósito de poder expulsar una ira interna constante que me perseguía día a día. Comencé a tomar demasiado, fumar y a veces, experimentar con drogas en bares. Mi médico dijo que debía cuidarme más, que estaba abandonándome, pero aunque lo intentaba, llegaba a cuidarme aún menos. El sentido de la realidad empezaba a distorsionarse y algunas noches solía tener pesadillas espantosas que me hacían levantar con náuseas y ansiedad, haciendo que dijese siempre lo mismo.

-El amor... resultó ser una mierda...

Al día siguiente, un sonido erizó toda la piel de mi cuerpo. Aviones terroristas ocuparon el cielo de la ciudad al mediodía, lanzando bombas por todos lados. Salí rápidamente de casa para reunirme con un equipo militar de jóvenes y mujeres, los cuales comenzaron a batallar con soldados enemigos.

Mientras disparaba detrás de un muro, a lo lejos, pude visualizar cómo las personas pasaban por encima de otra como si nada. Cuando me acerqué a revisarla, me di cuenta que se trataba de un robot "service". Como lo indica su nombre, eran utilizados para la ayuda casera, pero tuvieron varios fallos y fueron apagados, dejados de lado. En ese momento se me ocurrió la idea de que si yo estaba enferma, el robot ahora mismo podía servirme. Cuando todo se vio más tranquilo, llevé mi arma a la espalda y coloqué el robot sobre un carro de compras, esos de mercado para llevarlo con más facilidad hasta mi casa. Al llegar, le quité toda la ropa vieja y lustré, el cabello era bastante real y no se trataba de él, sino de ella. Era un robot de género femenino muy bien diseñado en todos los aspectos. En la espalda conecté el puesto USB para buscar información pero sólo salía su número de serie y qué servicios podía realizar. Uno de ellos me hizo reír entre dientes.

-Sexo oral... -susurré y volví a reír- Putos científicos. De origen E.E.U.U y decían que los chinos querían sexo artificial jaja

Le instalé algunos programas que pedía pero no había ningún botón de encendido, lo busqué por todos lados. Enserio "todos lados" y nada. Estuve toda la noche leyendo el maldito manual y no podían colocar el método de inicio, genial... Me limité a colocarle un vestido viejo que ya no usaba y la dejé sobre la silla, apoyada en la pared. Creo que por estas fallas terminaron apagándolos, aunque ¿cómo puedes apagar algo que no tiene un botón de encendido?

No tenía mucho apetito luego de todo lo ocurrido, por lo que pasé de ello y acosté. No tardé en levantarme casi sin aire, agitada y corriendo al baño por nauseas. Pesadillas... Había noches que no dormía por esto. Me llevé por delante varias cosas al salir del baño por tener las luces apagadas, pero sin prestarle mucha atención a ello abrí el refrigerador, tomé una lata de cerveza y me senté en la mesa, mirar por la ventana mientras bebía solía relajarme.

-¿¡Pero qué mierda..!? -exclamé levantándome de un salto. Había una figura al lado mío, me tiré del lado contrario del sillón en busca de la luz y al encenderla refunfuñé unas cuantas veces- Es enserio... ¿cómo demonios te has prendido sola? -llevé mi mano al rostro para relajarme mientras miraba al robot, quien me miraba con unos enormes ojos llenos de inocencia.

-Automático, ama -responde sin mucha expresión en el rostro, sólo se limita a mirarme sin mover un músculo.

-Automáticas van a ser las patadas que te daré si vuelves a hacer eso... ¿entendiste?

-Lo siento, hay un error en el proceso de la orden, ¿puede repetirla? -pregunta con su voz monótona.

-No quiero que aparezcas a la mitad de la noche, a oscuras en frente mío como una asesina serial, ¿tanto te cuesta entender? -digo de mal humor.

Sólo se queda mirando, inclinando un poco la cabeza.

-Eres bien inútil para ser un robot, ¿te lo han dicho?

-Sí, ama.

Su respuesta no fue algo que me dejó atónita pero digamos que debe de tener algún registro de memoria. Sólo suspiré intentando conservar la calma.

-No hagas eso de nuevo. No me gusta que me molesten de noche.

-Entendido, ama. No realizar actividad por la noche.

-¿Sabes hacer de comer? -pregunto colocando la lata de cerveza sobre la mesa.

-Sí, ama.

-No me llames ama, sólo Hana, ¿bien?

-Como ordene, doña Hana.

-Dije sólo Hana, no quiero boludeses como doña o maestra -tomo asiento.

-Como ordene, Hana.

-La cocina está ahí, en el refrigerador hay huevos. No sé prepara algo -hago un gesto de desinterés con mi mano y apoyo la frente en mis brazos, los cuales dejé reposar en la mesa. La cabeza estaba comenzando a dolerme.

-Como ordene, Hana.

Dicho esto, el robot se encaminó a la cocina. Comenzó a hacer algunos ruidos, buscando las cosas. Se estaba tomando su tiempo. A los minutos comencé a sentir olor a quemado, lo que me llevó a ponerme de pie rápidamente e ir a la cocina.

-¡Rayos, ¿qué demonios haces?! -indago molesta- ¿Cómo puedes colocar un huevo en una sartén sin aceite? ¿Es una broma? -la empujo hacia un costado con fuerza para apagar la hornalla y quitar todo. Al terminar me llevo una mano a la frente tratando de relajarme, respirando hondo- Bien, no sabes hacer de comer.

-Lo lamento, Hana. Mi programación ha tenido algunas fallas de memoria y he olvidado algunas cosas.

-¿Y cómo limpias una casa? ¿Sabes hacer eso al menos?

-Puedo intentarlo, Hana.

-¡Eres un robot de servicio! ¿Cómo rayos no puedes aplicar eso? -pregunto molesta, luego vuelvo a mi asiento para tomar un sorbo de cerveza.

El robot se quedó mirando de reojo la casa sin decir nada, cuando me puse de pie se quedó mirándome con atención pero yo ya había tenido suficiente de ella, sólo le arrojé la lata en el hombro, la cual calló al piso, rodando y derramando algo de líquido en él; para luego dirigirme a mi habitación. Apagué todas las luces y cerré mis ojos. Por un momento deseé que las bombas de esta mañana hubiesen caído sobre mí.

Al amanecer, el cuerpo me dolía como de costumbre, tenía ganas de no despertar así que aún estaba viva. Me dirigí a la cocina para buscar un antiácido.

-Ve a mi habitación y acomoda la cama... No es muy difícil -la miro con el ceño fruncido. El robot seguía en el mismo lugar que ayer, pero la lata no. La había dejado sobre la mesa.

-Como ordene, Hana -dice con su voz monótona y se encamina a la habitación.

Mientras ella ordenaba, yo me disponía a tomar algo para la acidez y el dolor de cabeza, pronto debía irme al entrenamiento de las mañanas. La cama la había realizado bastante mal, sólo me limité a pedirle que no tocara nada en la casa y salí. Quería ir con todos los cabales allá, solían sacarme los únicos que tenía intacto en ese lugar.

Al llegar, una de las grandulonas me dio una palmada bastante fuerte en la espalda y le sonreí con mala cara. Idiota. Toda la mañana practicamos con un rifle y nos hicieron correr tanto, que terminé vomitando lo poco que había desayunado esta mañana.

-¡Hey, Benner, suerte con los vómitos al dispararle a los terroristas! -ríe con otra mientras salíamos del campus.

-Gracias... -respondí por debajo. Antes discutía mucho con ellas, ahora sólo me limitaba a volver a casa.

La ciudad aún estaba en construcción por lo de ayer. Por suerte pude comprar unas cervezas y pan. Al llegar a casa dejé todo sobre la mesa, saqué una lata de cerveza y tomé asiento.

-Bienvenida, Hana -dice el robot colocándose no muy cerca de donde estaba.

-Iba a pedirte que prendieras la calefacción pero conociéndote... prenderás fuego la casa entera -digo de mal humor, levantándome nuevamente para darle calor al lugar.

-Lo siento, Hana.

Su comentario me irritó y le arrojé la lata casi llena al cuerpo.

-¡Tu no sientes nada! ¡Eres un maldito robot, deja de decir "lo siento"! -grito enfadada.

El robot da unos pasos hacia atrás y baja la mirada.

-Como ordene, Hana. Mi amo anterior me dijo que cada vez que cometiese un error debía decir eso para evitar un castigo, pero creo que se equivocaba ya que al decirla, recibía el castigo mucho peor que cuando me quedaba callada -explica.

Sólo me quedé mirándola por unos segundos, suspiré y me acerqué para alzar la lata.

-Eso es porque las personas somos idiotas, nunca nos ponemos de acuerdo con lo que decimos o no lo llevamos a cabo correctamente -tomo asiento pasando mi mano por la frente.

-¿Usted se considera una persona idiota, Hana?

-Bastante...

-Pero si los demás son igual de idiotas, ¿usted no puede programarse de manera diferente?

Su comentario me hizo sonreír un poco pese a que mi cabeza se estaba partiendo en dos.

-Debería ser así... Pero ya te lo dije, somos personas, no robots. No nos programamos, simplemente intentamos afrontar algunas cosas y aprender a superarlas.

-¿Qué diferencia hay con programarse y aprender?

-Tu estas programada para decir todo este tipo de boludeses que estás diciendo. No tienes emociones ni sentimientos, no tienes proyectos de vida ni sueños ni nada. Sólo sigues códigos, eres la creación de alguien, por eso estás programada. Las personas no.

-Según el código veinte, los humanos fueron creados a imagen y semejanza de Dios para seguir su camino y propósitos. De cierta manera, opino que muchos de ustedes también están programados para seguir ciertos códigos y reglamentos.

-¡Cállate! No tengo interés de que me des sermones religiosos. Yo no he nacido para seguir el código de nadie, ¿está claro? -le frunzo el ceño.

-Sí, Hana. Lamento el malentendido.

Esa noche, tuve más pesadillas.

Continuará.

Capítulo 2: Proyecto Mei.

¿Alguna persona entiende el significado de la palabra "siempre"? Muchos la usan como si fuese algo pasajero o metafórico y realmente me molesta de tal manera, que los tiraría a un río y, si logran salir, los volvería a tirar.

"Siempre voy a estar a tu lado"

"Siempre pensaré en ti"

"Siempre lucharé por mis metas"

"Siempre buscaré la forma de cambiar"

Claro, pero se presenta un caso y pues.

"Ay me duele la pierna, creo que será de por vida. Ya no podré seguir con mis sueños"
"Lo siento amor, creo que jugar las veinticuatro horas del día es más interesante que luchar por ti"

"Ya no quiero estar a tu lado, es complicado en algunos aspectos"

Aha... Muy bien. Entonces no usen la maldita palabra.

  • Señora Hana, he terminado de limpiar la cocina -avisa el robot, asomando un poco la cabeza por el marco de la puerta.

  • ¡Que no soy señora! -grito enfadada. Estaba cansada de repetírselo.

La chica de metal se queda mirando, asiente y se retira.

Ya llevaba casi una semana conviviendo con ella. Por suerte, ayer logró aprender a limpiar sin romper nada aunque aún le impido ingresar a mi cuarto.

Me dolía la sien y el estómago, no me quería levantar de la cama pero tenía que ir a ese maldito entrenamiento. Como pude me puse de pie y desayuné un té con galletas; no supe bien dónde estaba limpiando ahora el robot ni me importaba mientras no fuese mi cuarto y me dispuse a salir.

No me perdí de nada importante. El sargento estaba de malas; nos hizo trotar bastante y el dolor que tenía al despertar no se quitaba, sólo empeoraba mis ejercicios y las miradas de mis malditos compañeros. Al atardecer me tomé un baño en las duchas y salí lo más rápido posible, pero las matonas no tardaron en empujarme contra la pared y hacerme caer al suelo.

  • Mira tú, si es la señorita drogadicta que aparenta interés en ayudar a la gente -se bufa la más grande, cruzando los brazos.

  • Por eso estoy en este maldito entrenamiento... -respondo intentando ponerme de pie.

  • Ja! -me patea- Silencio, rata. Nosotras sabemos que lo haces para distraerte, te importa un cuerno la gente. María encontró tus escritos de borracha así que sabemos todo de ti -sonríe y frunce el ceño.

  • Que hayan leído cosas de mí no significa que me conozcan...

Al parecer no les gustaba que contestara o dijese lo que pensaba, lo noté por la oleada de golpes que vino luego. Por suerte uno de los generales ayudó deteniendo eso pero también me castigó. Tuve que hacer una corrida más por el campo y algunos ejercicios extras.

Sentía que la cabeza se me partía en dos... Tenía mucha bronca acumulada, ni siquiera la gimnasia me lo quitó. Tuve que ir a un supermercado para comprar gasas y alcohol.

Llegué a casa y tiré las bolsas sobre la mesa. Las luces estaban encendidas y todo parecía estar ordenado, seguro por la máquina que asomó su cabeza por la puerta del baño.

  • Bienvenida, Señ... Hana -arregla rápidamente y acerca.

Se quedó parada no me cerca de mí.

  • ¿Qué quieres? ¿Propina? -indago con mala cara, ya sentada en una de las sillas, acariciando mi frente con uno de mis dedos.

El robot me observó con un gesto serio, tomó la bolsa y sacó el alcohol junto con las gasas.

  • ¿Qué haces? -le frunzo el ceño.

  • Limpiaré sus heridas Hana -abre el alcohol.

  • No necesito que me ayudes -me quejo y le arrebato el alcohol- ¡Yo puedo sola! -alzo la voz.

El robot sólo da unos pasos hacia atrás.

  • ¿No quiere ayuda? -pregunta torpemente, como si no hubiese entendido.

  • ¿Eres idiota? ¡No quiero ayuda! ¡No puedes ayudarme en nada! ¡Sólo pasa el maldito trapo por el piso y ya! -le grito y me pongo de pie para ir a buscar una cerveza.

La máquina se queda mirándome sin ningún gesto que pudiese entender, sólo seria. Abrí la lata y me tomé todo de un trago. No fue buena idea. Terminé vomitando en el baño y caí ebria al piso. Sólo podía sentir que alguien intentaba levantarme. Sus manos eran frías. Me llevó a la habitación, creo. Podía distinguir el techo del cuarto, marrón oscuro con manchas negras. No lo recordaba así... Veía la silueta de alguien pasar por el lugar, cambiándome de ropa, limpiando mi rostro y acobijándome. Tenía ganas de llorar...

  • ¿Ana...? -susurré mirando la figura.

  • Hana, debes descansar.

No era la voz de Ana. Estaba muy cansada... Tal vez estaba soñando... Decidí cerrar mis ojos y entré en sueños a los pocos segundos.

Al abrirlos nuevamente sentía que la cabeza m explotaba, me costó mucho abrir los ojos pero noté que había alguien a mi lado.

  • ¿Qué haces ahí...? -dije con debilidad al hablar.

El robot se quedó mirándome sin dar respuesta alguna. Me llevé ambas manos a la cabeza, tenía algo de náuseas.

  • Tome, Hana.

Sus extraños ojos robóticos me miraron mientras me pasaba un vaso con agua.

  • Tiene un antiácido en polvo que le coloqué-agregó.

Me limité a sólo observar el vaso, pero mi estómago estaba tan mal que no me quedó otra alternativa más que creerle.

  • Espero que no sea veneno.

  • Estaba junto a otros remedios que tienes en una caja sobre la alacena -confirmó.

  • Ah... Si... ¿Segura que es el antiácido? -comienzo a tomarlo.

  • Sí, Hana -responde con respeto.

Luego de beberlo dejé el vaso en la mesita y me recosté.

  • Estuve leyendo cómo hacer arroz con huevo -dijo seriamente.

  • No, gracias. La última vez que cocinaste un huevo casi me que-

  • Ahora no pasará -interrumpió- Lo siento, no quise cortar sus palabras -baja la cabeza.

  • Hm... No importa... -suspiré.

Se supone que es un robot, ¿acaso le molesta no ser buena cocinera? Volví a dar otro suspiro, más largo y me senté en la cama para ponerme mis botas.

  • ¿Dónde leíste eso?
  • Utilizo mi puerto USB para buscar información desde su computadora, Hana.
  • Oye, espero que no estés husmeando las carpetas -frunzo un poco el ceño.

  • No, Hana. Sólo accedo a la red.

  • Ok... Bueno, es bueno que tengas interés en mejorar las cosas que desconoces -me puse de pie y estiré mis brazos hacia arriba, para ayudar al cuerpo a despertar- Debo checar tu tarjeta de memoria. Aún me faltaban cosas por revisar.

  • Como guste, Hana -empieza a arreglar la cama.

De lejos y sin mirar sus ojos, parecía una persona de verdad. No sabía si preocuparme por pensar eso o indagar el cómo la tecnología puede avanzar a gran escala en pocos meses.

Me lavé la cara y los dientes. Tomé una ducha y desayuné dos galletas. El robot insistió que tomara té pero llevaba prisa. Hoy tenía que salir a hacer la revisión de los jueves en la ciudad. Debía pedir unos papeles a las casas que se me había indicado. Me llevó unas seis horas; tuve que comer algo en algún bar, no tenía mucho dinero así que sólo pedí una cerveza y un sándwich de jamón cocido.

Al anochecer volví a casa y el robot estaba sentado en la mesa con un plato de arroz.

  • Me imagino que no es para ti -concluí sacándome el abrigo.

  • Pensé que iba a almorzar aquí, Hana. Debería preparar otro plato -se pone de pie.

  • No es necesario, ya comí fuera -tomo asiento.

  • Ya veo...- mira la comida.

Era la primera vez que veía un rostro diferente en la máquina. Se veía algo confundida.

  • ¿Pasa algo malo? Puedes tirarlo, no pasa nada.
  • -Claro -toma el plato y vuelca el contenido en el basurero, luego se pone a lavarlo.

La computadora estaba encendida, supuse que la había estado usando para su "investigación y aprendizaje". Me dirigí a la PC y tenía el explorador abierto. Cosas sobre limpieza y... comida familiar.

  • Oye -me volteo a verla, ella hace lo mismo- No somos familia.

  • Disculpe, Hana. No entiendo a qué se refiere.

  • Tú y yo, no somos familia. Eres un robot de limpieza y yo un soldado, es así de sencillo, deja de buscar cómo comer en familia; es ridículo -vuelvo a girarme para ver el monitor.

  • Oh... Claro, Hana. Disculpe si le molestó leer eso. No volverá a pasar -avisa y continúa con su lavado.

No me había molestado... Pero ella es un robot, de ninguna manera podría asemejarse o formar una familia. Volteé nuevamente, posando mi brazo en el respaldo de la silla.

  • Ven aquí... Voy a ver si tienes actualizaciones o algo así.

El robot asintió y acercó. Aún llevaba la ropa que le había puesto cuando la traje; olía a detergente y artículos de limpieza, mezclado con alcohol.

  • Debes lavar tu ropa, ¿ok? Hueles mal ya -aviso mientras busco su puerto USB.

  • Como ordene, Hana.

A la hora de estar revisando sus datos, me di cuenta que todos ellos tenían que ver con el cuidado del hogar o alguna empresa; o intereses sexuales... Eso no tengo idea del por qué estaba. Había que actualizar casi todo, me resultaba extraño que aprendiese sin tener eso instalado. Supongo que las máquinas pueden hacer ese tipo de cosas. Había una carpeta roja, me llamó la atención pero suponía que podía tratarse de la desinstalación de programas. Sólo tenía un ícono con la forma de una rosa, supongo que un instalador, el problema era que no decía de qué. Cuando le di doble click saltó un video, salía un hombre con bata blanca hablando de un tal proyecto llamado "Mei", el fondo estaba oscuro y se hallaba sentado frente al monitor, mientras hablaba mostraba escenas de guerra, discriminación y otras cosas algo... perturbadoras.

  • Las personas son egoístas; se extinguen entre sí y a otros seres por poder y dinero. La gente ya no ama, quieren algo. Ya no perdonan, piden a cambio... No luchan por alguien, luchan para sobrevivir. Imponen leyes y guardan secretos, mientras sus mentiras divagan por el mundo.

El tipo se puso de pie y se acercó a una camilla. Cuando vi quien estaba allí se congeló mi sangre y abrí mi boca por inercia. Era el mismo robot que estaba a mi lado, el video era muy antiguo, bueno... Unos diez años de antigüedad. Al cabo de un silencio perturbador, el robot fue quien comenzó a hablar.

    Los obligaré a sentir. Los obligaré a Ser. Seré su inicio
      La máquina se levantó y quedó sentada
        • Y su final - sus ojos brillaban de un rojo bastante fuerte- Seré aquello que buscan y pierden.

        El audio se escuchaba algo cortado. Comenzaron a salir imágenes del mismo robot en distintas casas... Varios de ellos, como copias... Salieron otras muy cortas de ciudades en llama y aviones de guerra que no supe comprender de qué iban. Pero el robot seguía hablando a medida que pasaba todo con una voz cargada de ira. Ya no se veía al científico.

        • Seré su debilidad y fortaleza. Seré el miedo. Seré lo que eligen y lo que odian. Seré el pasado y el futuro. Lo que abandonan y lo que encuentran.

        Pude ver varias de las copias en un pozo, al que le echaban un líquido y luego prendían fuego. La voz se fue distorsionando cada vez más, hasta que la entrada del puerto dio una especie de fallo y el puerto salió disparado hacia fuera, acompañado de un fuerte sonido eléctrico. Como una explosión que me hizo levantar de la silla y dar varios pasos hacia atrás. La pantalla se apagó, junto con todas las luces de la casa y los ojos del robot que estaban a mi lado se llenaron de números, cifras; parecía que escaneaba algo o buscaba... o instalaba.

        • ¿Qué demonios eres? ¡Deja de hacer eso! -grité.

        La máquina detuvo lo que hacía, volviendo sus ojos a la normalidad. Se veían un poco iluminados como siempre, era lo único que podía ver en la oscuridad.

        • L-lo.... Lo lamento, Hana -avisa. Su voz temblaba.

        Me senté en una de las sillas, intentando no entrar en pánico. Llevé una de mis manos a la frente, apoyando mi codo en la mesa.

        • ¿Qué es eso? -señalo la máquina.

        • No entiendo a qué se refiere, Hana.
        • ¡¿Qué demonios es todo eso que mostraba el video?! -le grito.
        • N-no... No lo sé. Lo lamen-

        • ¡Tú no lamentas nada! ¡Eres un robot! ¡¿Entiendes?!

        • ¡Lo sé! -responde en un tono bastante alto y luego bajó la cabeza, como arrepentida.

        Me quedé atónita ante su respuesta, el robot se llevó ambas manos a la cabeza y tenía la respiración agitada.

        • Iré... a revisar los conductos de electricidad -avisa poniéndose de pie para dirigirse al sótano.

        No dije nada. Me quedé pensando en qué podía estar ocurriendo. De qué iba ese video y por qué tenía la sensación... de que mi robot se iba a revelar.

        Capítulo 3: Corazón de robot.

        Pasaron tres días desde que sucedió ese extraño acontecimiento, el robot se comportaba como siempre, con la diferencia de que solía llenarme de preguntas "¿Qué es eso? ¿Para qué sirve? ¿Esos animales se comen? ¿Por qué vas al baño por tanto tiempo? ¿Por qué comes tan poco si se sugiere que una persona coma 6 veces por día de manera saludable?" ¡Aaaahhh! Iba a volverme loca en cualquier momento.

        -Hana, ¿Para qué sirve ese artefacto de metal? -señala la tostadora.

        -Para meterte dentro y convertirte en tostada -la miro de reojo, frunciendo el ceño y suspirando.

        -¿Qué? -da unos pasos hacia atrás y se tapa la boca.

        Debo admitir que fue gracioso.

        -Hana, ¿si me convierto en tostada usted va a reír más?

        -¿Qué rayos preguntas? -la observo con gracia- No te convertiré en eso, sólo bromeaba -examino el aparato, había quedado dañado después de la sobrecarga de ese día.

        -¿Qué es bromear?

        -Pues ¡¡Auch!! -suelto el objeto de golpe al sentir una descarga eléctrica y me llevo el dedo a la boca.

        -¿Se encuentra bien, Hana? -me observa atenta.

        -Si... Sólo... -me llevo la mano a la frente y suspiro para relajarme- No me hagas preguntas ahora, estoy ocupada ¿no puedes hacer otra cosa mientras? -indago algo molesta.

        -Claro, Hana -se inclina y retira.

        Había mejorado sus métodos de limpieza y comida, debo admitir que hacía almuerzos y cenas bastante deliciosas. Llevaba años sin comer así. También he noté un cambio en mi humor y sueño, podía decir con seguridad que en sólo dos días me sentía muy diferente a antes, si era gracias al robot, creo que comienzo a cambiar de opinión respecto a muchas cosas que le dije antes... Mi tercer día me despertó con un yogurt y unas ricas galletas de limón, hacía mucho que no amanecía con ganas de salir a la base militar con ánimos de hacer ejercicio. Por suerte las matonas fueron regañadas por el capitán ese día que vio lo que me hicieron, también me ha relajado que no estén encima de mí, buscando rebajarme antes de volver a casa.

        Logré reparar el aparato a las dos horas, el robot había terminado de ordenar y se encontraba haciendo la cena. Me acerqué a ver cómo lo hacía.

        -Vaya... Debo admitir que has mejorado -apoyo mi cadera en el mármol de la mesada y me cruzo de brazos.

        -Gracias, Hana. Me alegra saber que ahora disfruta de mis servicios -se gira y muestra una pequeña sonrisa.

        Esperen un momento, ¿los robot sonríen? ¿Siquiera se alegran?

        -¿Te alegra? -indago extrañada.

        -Claro. Es bueno saber que puedo satisfacer sus necesidades ahora -revuelve la olla donde preparaba las verduras y algo de carne en otra sartén.

        -No sabía que las máquinas se alegraban.

        -He leído que es una emoción bastante amplia en los humanos, se puede sentir de diferentes formas aunque creo que a mí sólo se me permite estar satisfecha.

        -Ya... veo -respondo sin saber qué más decir.

        Era como hablar con alguien de verdad, se sentía bastante extraño.

        -¿Quiere decir que también puedo lastimarte? -pregunto curiosa.

        -Depende cómo uses ese término. He leído de él y es amplio también.

        -Pues... ¿Te duele cuando te digo que no tienes sentimientos?

        El robot se queda en silencio unos segundos y luego responde con seriedad, intercalándola con una pequeña sonrisa.

        -Sé que no los tengo, así que podría decirse que es una mezcla de confusión en mis circuitos. No lo describiría como dolor. Tampoco puedo sentirlo en mi cuerpo, soy de metal. No creo que pueda sentir dolor, no se preocupe, Hana.

        Yo también me quedé callada luego de su respuesta. Estaba llevando una conversación seria con un robot, ¿enserio?

        -¿Por qué te crearon? ¿Sólo para servir?

        -Por supuesto. Para satisfacer necesidades humanas. Ahora mismo estoy respondiendo sus preguntas, le hago la cena y ya limpié su casa. No tengo otros objetivos ni fui creada con otros propósitos. Al menos así está en mi memoria.

        -Pero también me cuidas -agrego recordando el día que quedé tendida en el baño, no sólo eso, ella cambió mi dieta.

        -Es parte de mi trabajo, si le pasa algo, habré fallado. Ya no podré hacer lo que pide -apaga ambas hornallas.

        -¿Así que sólo me cuidas porque si me sucede algo ya no podrás trabajar para mí?

        -Claro -se gira para observarme- ¿Por qué otra razón lo haría?

        Suspiro y me llevo una mano a la nuca.

        -Por nada, casi me haces creer que te preocupabas por mí. Pero sólo temes quedarte sin trabajo. Eres un robot después de todo -me doy la vuelta para tomar asiento y tomar el control remoto de la televisión.

        El robot se quedó mirándome por unos cuantos segundos, creo que no había entendido muy bien lo último que había dicho, no me importaba mucho que digamos. Las máquinas siempre serán máquinas, programadas para cumplir con su deber. Realmente estaba creyendo que era más que eso. El que me sirva debe estar afectándome.

        Luego de colocar el plato con comida delante de mí se quedó parada en la puerta del pasillo como siempre.

        -Oye... Ven acá -le señalo la silla que se hallaba en la punta de la mesa- Siéntate ahí.

        El robot se quedó un poco extrañado ante mis palabras pero se acercó y sentó.

        -Debería ponerte un nombre. Es molesto llamarte robot todo el tiempo -muevo la cuchara en el plato, pensando. Recordé el nombre de la carpeta que había encontrado en su puerto de USB. M traía no muy buenos recuerdos pero a su vez sentía que era especial, supongo que se le merecía después de su trabajo aquí- Te pondré Mei.

        -Gracias, Hana. Es un honor llevar un nombre escogido por usted -inclina un poco la cabeza.

        Sólo la observé de reojo y continué comiendo, hasta que alguien tocó la puerta. La robot no atendía porque se lo tenía prohibido, así que le ordené que se fuese a mi habitación, me puse de pie y miré por la ventana, eran dos soldados. Abrí la puerta y me entregaron un papel.

        -Soldado. Mañana por la mañana acompañará al escuadró azul al sector seis. Se le ha asignado verificar esa zona que está bajo ataque -informa uno de ellos.

        -¿Bajo ataque? -curvo una ceja.

        -El virus se ha extendido allí y tuvo que arrojarse varias bombas. No se pudo controlar la epidemia y el general del sector tomó esa decisión. Para verificar un exterminio seguro, el escuadrón asignado irá a verificar, otros irán a la frontera para explorar. Es una orden directa.

        -Espera, el sector seis está muy cerca de la ciudad, ¿por qué no registran aquí también?

        -Ya se le dio la información necesaria soldado, mañana a la cinco am. -se gira junto con su compañero y retira.

        Me quedé tan impactada ante las decisiones que solían tomar que ni cerré la puerta, sólo abrí el papel para leerle.

        -¿Enserio? ¿Exterminaron a más de mil personas por no poder controlar el virus en la mitad de ese sector? ¿Qué demonios tienen en la cabeza? ¡Pudiesen haber advertido a los inocentes! -grito furiosa, cerrando la puerta con fuerza y luego pateándola.

        Me quedé sentada en el suelo y llevé una de mis manos a la frente. Ya habían hecho lo mismo en muchas provincias, países... Lugares... Odiaba que actuaran así... Como si la epidemia fuese a terminar al eliminarlo todo. Una terrible sensación de mal estar llegó a mi mente, tenía ganas de llorar. No podía odiar a aquellos que llevaban la epidemia si sentía más enojo ante aquellos que mataban sin piedad...

        Sentí los pasos del robot no muy lejos de mí, levanté la cabeza y allí estaba, me miraba preocupada.

        -¡Lárgate! ¡No tengo ganas de responderte nada! -le grito enfadada y arrojo el papel hacia ella, como si fuese basura.

        El robot dio unos pasos hacia atrás y se marchó por el pasillo. Me había desquitado con Mei... como siempre.

        Me puse de pie con desgano y abrí la heladera. Saqué una botella de cerveza y me senté, el primer sorbo que di lo sentí amargo... No lo estaba disfrutando, pero así me sentía, como el sabor de la cerveza. A la hora de haber continuado tomando, estaba con los brazos desparramados en la mesa y la cabeza apoyados en ellos. En mi mente sólo pasaba el saber que seguro mañana no iba volver aquí. Esas misiones, por lo general, eran sin retorno. No era estúpida, un amigo fue enviado a verificar un sector y al segundo día bombardearon la zona por prevención. A la gente... ya no le importa nada...

        Pude ver cómo el robot asomaba su cabeza para verme, cuando notaba que me percataba de ella se escondía, como una niña regañada que tenía prohibido pasar de allí. Sonreí por ello a pesar del mal rato que estaba pasando.

        -Ven aquí Mei... -dije con desgano, intentando no sonar dura.

        El robot se acercó a paso lento, juntando sus manos y frotándolas.

        -Debo irme mañana, necesito que te encargues de la casa... -estaba mareada, por lo que me estaba costando llevar una charla medianamente entendible.

        -Claro, Hana. La estaré esperando. No se preocupe, encontrará todo ordenado y limpio -coloca una pequeña sonrisa, la cual desaparece tras decirle que no sabía si volvería- ¿P-por qué no?

        -Porque es una misión en la que no tengo muchas probabilidades de volver -intento acomodarme en la mesa, me estaba dando náuseas. Rayos... Dos días sin beber tanto y ya me había vuelvo frágil al alcohol.

        El robot sólo se mantuvo en silencio, parecía no saber qué decir.

        -No te preocupes, te llevaré con alguien a quien podrás servirle. No te dejaré tendida aquí.

        -Pero... Yo quiero esperarla a usted, Hana -baja la mirada, como si la idea no le gustase.

        -¿Eres sorda? Acabo de decirte que no puedo garantizarte mi regreso, no seas insistente -le frunzo el ceño.

        -No importa... Yo quiero esperarla...

        -¡Que no! -le grito.

        Ella da unos cuantos pasos hacia atrás y se va por el pasillo.

        -¡No he terminado de hablar contigo, maldición! -me pongo de pie con rapidez pero mis piernas me fallan y caigo al suelo. El mareo me había producido ganas de vomitar y no llegué al baño.

        Soy desagradable Ana... hasta en mis últimos días... Soy desagradable... No sé que viste en mí...

        Me levanté como pude a limpiar, Mei no apareció... Cuando terminé de pasar el trapo fui a bañarme, me quedé un buen rato bajo el agua. Al salir y pasar por el pasilla vi al robot sentado al final del mismo, con la cabeza entre sus rodillas.

        -¿Qué haces ahí?

        -Me siento extraña... Sin ganas de hacer la limpieza -aclara con una voz cansada.

        Suspiré y me senté a su lado.

        -No me digas que estás deprimida porque si me muero al menos conocí al primer robot en la historia que se siente así.

        -No diga eso, Hana... No diga que no volverá... No diga que morirá. No quiero que se apague...

        -No me apagaré... Simplemente ya no estaré aquí -me apoyo en la pared.

        -Es lo mismo...

        -Ha... De verdad no te entiendo... -giro para observarla. Tenía el rostro entristecido, me recordó a mí. Realmente no podía admitir que ella tenía sentimientos, pero las personas hacían cosas tan horribles que ella quedaba más humana que muchos allá fuera.

        -¿No puede negarse a esa misión? -gira un poco el rostro para mirarme.

        -No... Es contra las reglas, me multarán o quitarán del ejército por cobarde.

        -No creo que sea cobarde negarse a algo así...

        -Mei, debo ir mañana, nos quedaremos en la calle si hago algo indebido.

        -Puedo cuidarla en la calle también -dice un tanto desesperada.

        Su respuesta me hizo sonreír.

        -Realmente a veces parece como si te preocuparas por mí... Más que el deseo de obedecerme -suspiro.

        -¿Si le digo que estoy preocupada por usted se quedará? -me toma del brazo.

        -Y-yo...

        Me había dejado sin palabras ¿Cómo rayos pretendía que la viese como una máquina si hablaba de esa manera?

        -Eres extraña -doy un gran suspiro- Los robots no son así, ¿lo sabes no?

        -No... Sólo sigo mi programación.

        -Me dijiste que era servir a tu dueño. Es diferente a preocuparse.

        El robot se lleva una mano a la cabeza, como si la hubiese hecho analizar demasiado las cosas.

        -Mei, ¿no te gusta estar sola?

        El robot me suelta y gira el rostro, para luego negar con la cabeza.

        -Es la única palabra que recuerdo desde el momento en que me apagué por última vez... Mi dueño me dijo que había perdido a alguien muy especial para él y que yo jamás iba a poder llenar ese vacío, sin importar lo que haga. Luego desapareció... Me quedé esperándolo en la mansión durante mucho tiempo hasta que fue demolida, no pude escapar de allí, cosas cayeron sobre mí hasta que todo se volvió oscuro... Creo que mucho de mis datos se perdieron allí... Pero no quería admitir que me había vuelto inservible...

        La escuché atentamente y la verdad no imaginé que podía sentirse así... ¿Cómo era posible si era una máquina?

        -Cuando sentí el calor de tus manos... Mis circuitos comenzaron a funcionar nuevamente, me sentí muy bien cuando noté que estaba en la casa de alguien...

        -¿Te das cuenta que hablas de sentir? Los robots no sienten Mei...

        -Lo sé... Sólo... trato de explicarme... Es difícil si no utilizo esa palabra... ¿Cómo... puedo decirlo sin que parezca humana? -se lleva ambas manos a la cabeza- Estaba... ¿asombrada? ¿Interesada? No... son emociones... -se menea de un lado a otro.

        -Ya, ya... No importa, Mei -coloco una de mis manos en su espalda y la acaricio, vaya... no recordaba esta sensación- No hace falta que te exploten los circuitos intentando buscar la palabra correcta.

        -Tal vez esté fallada, Hana...

        -No lo sé... Pero no es normal que un a robot le afecte la soledad. Tal vez tienes algún nuevo sistema operativo -me quedo observándola- Aunque no he visto ni escuchado nada así durante la llegada de los robots. Todos eran soldados al servicio de la milicia o el hogar. El último que vi acompañaba siempre al general, luego se rompió y lo apagaron, pero no era de hablar mucho ni decir nada como tú.

        El robot sólo agachó la cabeza.

        -Tranquila, eso no es malo, significa que eres especial. Ser diferente a otros es bueno -trato de sonreírle. Aunque ni yo sabía que decía ya.

        -¿De verdad lo dice, Hana?

        -Claro. Si yo fuese igual a los soldados de recién seguro tendría otro tipo de pensamiento -me cruzo de piernas y las estiro.

        Mei sólo inclina la cabeza, tratando de comprender mis palabras. Me giré para observarla, tenía unos ojos muy llamativos, nunca me había puesto a mirarla así. Me agradaba el brillo de su mirar, el celeste combinaba con su cabello y su tez blanca de piel la hacía ver más humana que máquina.

        -¿Quieres dormir conmigo hoy?

        Genial, de dónde salió esa pregunta. El robot me miró sin entender muy bien.

        -Pero... Yo no duermo Hana. Sólo apago mi sistema cuando necesito cargarlo -explica.

        -Lo sé, lo sé. Me refiero a que siempre te quedas acá en el pasillo. Hoy puedes ir conmigo a mi habitación. A eso me refería.

        Al fin logré arreglar algo que podía malentenderse, aunque estoy más que el 500% segura de que no tiene idea de sexo.

        -Eso me agradaría -sonríe.

        Rayos... Debía admitir que su sonrisa era muy bonita... Le estaría mintiendo a la vida si no lo aclarara.

        Nos dirigimos a la habitación y me recosté, ella se sentó en la silla, cerca de un mueble.

        -¿Segura que ahí estarás bien? Puedes traer otra para recostarte si quieres -aviso.

        -No, gracias Hana, así estoy bien.

        Cerré los ojos luego de colocar el despertador y me dispuse a dormir, no podía por dos razones. La primera, saber que en cinco horas debía partir a un lugar donde no sabía si volvería viva me torturaba un poco, siendo que antes me valía un cuerno la vida. Segundo, cada vez que abría los ojos, Me estaba observándome. No era muy agradable que digamos... No me asustaba como las muñecas que solía dejar mi madre en la habitación; más bien me ponía nerviosa y me costaba conciliar el sueño. Me giré y así pude dormir, me despertaba cada tanto... La ansiedad me mataba, pero así estuve hasta que el reloj sonó.

        Continuará. 

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