Fanfic de concurso.

Portadores de sueños.
Género: Romance, fantasía y drama.


Algunos dibujos que hice del fanfic.

Miré a la horrible bestia de lejos, su cuerpo metamorfoseado con armas de guerra y esos ojos rojos amenazantes me paralizaban pero, por más inmovilizado que estaba no podía evitar ver a esa pequeña niña llorando a los pies del monstruo.

-¡Rey cuidado! -gritó ella.

El estar aturdido no me ayudaba en nada... Veía claramente cómo la bestia se acercaba a mí velozmente. Cuando quise cubrirme el rostro con las manos, sentí que algo no estaba bien... ¿Qué demonios? Mis manos estaban cubiertas de pelo y tenía garras... unas espantosas garras... ¿Por qué...?

-¡¡Reeeeeeeey!!

Pi pi pi pip, pi pi pi pip, pi pi pi pip...

-Mmhm...

Abrí los ojos lentamente y miré hacia todos lados. Era mi habitación así que estaba a salvo. Me sentí tonto al pensar eso.

Lo primero que hice fue apagar el ruidoso y molesto despertador.

-Malditas pesadillas -rezongué mientras me vestía.

Lavé mis dientes, tomé una manzana y salí corriendo hacia el colegio.

En el camino, no pude evitar pensar en las extrañas pesadillas que había estado teniendo estos últimos cinco meses. Toda mi vida he tenido sueños raros y muy realistas, pero los de ahora estaban comenzando a repetirse muchas veces, como si me hablaran. Y esa chica...

-¡Reeey!

-¡Uaah! -salté asustado.

Yo estaba con el corazón a mil pero, al parecer, a mi amigo le causaba gracia hacer eso todas las mañanas.

-Ja, ja. Te ves tan gracioso cuando saltás de esa manera, ja, ja, ja.

-Muy chistoso, Shin -me quejé-. Cuando me dé un ataque al corazón, ahí quiero ver si te reís de la misma manera.

-No hablés como un viejo, ja, ja. Por cierto, hoy no hay clases. Están arreglando los baños -explicó sonriente.

-Hmm... -suspiré.

-¿Desde cuándo te pone mal no tener clases? -indagó con los ojos grandes.

-Es que no tengo ganas de volver a mi casa... Es tan temprano que me van a dar ganas de dormir y últimamente no estoy teniendo sueños muy agradables que digamos -aclaré.

-Ya veo... Bueno ¿y si vamos por un café?-preguntó, dándome palmaditas en la espalda.

-Ok, es mejor que volver -sonreí.

De camino a la cafetería, un fuerte dolor de cabeza comenzó a molestarme, tanto, que tuve que detenerme.

-Rey, ¿estás bien? Te ves muy mal -indagó preocupado.

Su voz se estaba volviendo eco y mi vista estaba oscureciéndose. A los pocos segundos, mi mundo se volvió negro.

-Oye...

No quería abrir mis ojos, me dolía mucho la cabeza y estaba cansado...

-Mmm... Tal vez se golpeó la cabeza y... ¡Ko-konata! ¿Qué le estás haciendo?

Comencé a sentir algo dulce en mi boca, lo mastiqué lentamente y lo tragué. Estaba tan cansado que ni siquiera me puse a pensar de qué se trataba.

-Pienso que las caracolas de chocolate saben mejor cuando uno está dormido.

-¡No digas cosas que ni siquiera vos misma has comprobado! ¿Qué pasaría si se muere ahogado?

-Hmm... mmm... pues la misión de "comprobar" estaría completa, je, je...

-Claro... ¿eh? ¡¿Pero qué demonios estás diciendo?!

-Tra-tranquila Kagamin, je, je. Sólo bromeo... mí... mi cuello aagg...

Tantos gritos y escándalo me obligaron a abrir los ojos, al principio, me costó un poco pero luego pude ver con claridad y logré sentarme.

Lo primero que vi fue a una chica de cabello largo agarrando del cuello a otra más pequeña. La mayor cambió la mirada hacía mí rápidamente.

-Lamento que te hayas despertado de esta manera, al parecer mi amiga no podría cuidar de alguien enfermo -afirmó mirando a la más pequeña. La cual sólo la miró sonriente.

Miré a mi alrededor y quedé con un signo de pregunta gigante sobre mi cabeza cuando me di cuenta que estaba a bordo de un tren. Y, al parecer, estaba andando.

-¿Dónde... estoy? -pregunté aturdido.

-Encerrado en este vagón como nosotras tres lo estamos, nadie sabe el por qué asique no puedo responder a esa pregunta -respondió la mayor.

-¿Tres? -indagué observando con más detenimiento el vagón.

-Sí, con vos ya somos cuatro. Yo y Konata aparecimos juntas aquí, pero vos lo has hecho de la misma manera que la otra chica, es decir, solo -comentó mientras se acomodaba en los asientos del vagón, luego miró hacia una de las esquinas-. No dice ni una sola palabra, intentamos hablar con ella pero no responde.

Cuando observé a aquella chica mis sentidos dejaron de funcionar por unos segundos.

-¿La conocés? -preguntó la más pequeña sonriendo.

-La verdad... no lo sé -titubeé.

-Llevamos aquí casi todo un día, pero como las ventanas sólo muestran una pared de piedra no sabemos si ya es de noche.

No sé por qué me dio la impresión de que su cambio de tema se debió a mi reacción por ver a aquella chica.

-Por cierto pequeña, ¿cómo te llamás? -sonreí.

-No soy pequeña -aclaró agachando la cabeza-. Me llamo Konata y la chica que estaba ahorcándome recién es Kagamin -sonrió.

-¡No me llamés así! -se quejó la otra-. Soy sólo Kagami, ella es una amiga del colegio que le gusta torturarme con su lado otaku.

-Veo que están muy tranquilas a pesar de que estamos encerrados en un vagón del cual es imposible salir me imagino, ¿no?-pregunté con una sonrisa forzada.

-No estamos tranquilas, hemos hecho todo lo posible por salir de aquí pero no se puede. Hasta intentamos romper el vidrio que, misteriosamente, es impenetrable, al igual que las puertas -respondió Kagami tapándose con una especie de frazada-. No tengo idea de la hora pero de seguro es tarde, tengo mucho sueño.

Ahora que lo menciona, mi celular no se encontraba en mi bolsillo y el reloj que llevaba puesto había desaparecido, supongo que a ellas les pasó lo mismo.

-¿Puedo dormir con vos, Kagamin? -preguntó la pequeña sonriendo y acomodándose al lado de su amiga.

-Sólo... si dejás de llamarme así -respondió.

-Oki Kagamin... digo, Kagami.

-Lo hiciste apropósito.

-No es cierto Kagamin -sonrió.

Kagami dio un suspiro y cerró los ojos, al parecer, su rival era más poderoso de lo que aparentaba.

Obviamente, no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Me di cuenta que mi cansancio había desaparecido por completo. Mientras las otras dos dormían, aproveché para acercarme a la chica que había llamado mi atención antes. Estaba sentada con los pies sobre el asiento y tapada con un trapo grande hasta la cabeza. Me aproximé lentamente hacia ella pero ni siquiera se movió.

-Eee... Ho-hola -titubeé.

Ni se mosqueó, estaba quieta como una tabla. Me puse a observarla bien y, por lo que veía, también era bastante pequeña. Opté por moverla, para saber si estaba viva.

-No me toques... -susurró.

-¿Eh? Lo siento, pensé que te sentías mal -aclaré nervioso.

-Estoy bien. Ahora, dejáme sola.

Alguien estaba de mal humor. Bueno, el estar aquí atrapada puede que le haya afectado bastante. Yo también estaba algo tenso por lo que estaba ocurriendo pero no podía hacer nada por más que quisiera.

-¿Puedo sentarme aquí? -indagué mientras me acomodaba a su lado.

-Hacé lo que querás -susurró.

Al parecer, no iba a poder tener una conversación con ella.

Miré hacia arriba y noté que a lo ancho del techo había algo escrito.

-Pasa y bebe... -pronuncié en voz baja-. ¿No sabés qué quiere decir eso que está escrito en el techo? -pregunté a mi acompañante de pocas palabras.

-Es el nombre del vagón. Si mirás debajo de este asiento vas a encontrar muchas tazas de café, leche y cerveza. En el asiento de las otras dos hay comida, como caracoles de chocolate, tortas y eso -respondió mientras apoyaba los pies en el suelo.

Miré hacia abajo y era verdad, no me había percatado de eso.

-Por más que comas y bebas no se terminarán nunca, se regeneran -agregó.

Vaya... era bastante ilógico lo que estaba diciendo, pero no le iba a responder con un "estás loca"; lo que estaba ocurriendo en este vagón era tan raro que podía llegar a creerle.

-Gracias, pensé que no ibas a responderme -dije sonriente.

-Hm... Sólo estaba respondiéndote si no lo hacía...

Cuando volteó a verme dio un salto hacia atrás.

-V-vos... ¡Rey! ¿P-pero cómo? -titubeó.

-¿Nos conocemos? -indagué sorprendido-. A mí también me llamó la atención verte, con sólo mirar tu rostro... O sea, creo que he soñado con vos muchas veces -susurré.

-¡No tendrías que estar acá! -gritó.

Me levanté asustado por su reacción y di unos cuantos pasos hacia atrás.

-Hey, dejen de gritar. Intentamos dormir -se quejó Kagami.

Giré para verla y pedirle disculpas pero una voz no me dejó hacerlo.

-Ahora que estamos reunidos, van a poder pasar al siguiente vagón.

La voz provenía de un altavoz que se encontraba sobre una de las ventanas del vagón.

-¡No hace falta que lo metas en esto, maquinista idiota! -gritó la chica de la que aún no sabía nada.

Kagami y Konata sólo observaban, al parecer, estaban en la misma situación que yo: no entendían nada.

-Mi pequeña Taiga, no te enojés así. He traído a alguien que puede traernos diversión ¿y vos lo desechás de esa manera? -indagó la voz desconocida-Sólo vamos a jugar un poco y ver si nuestro nuevo cliente quiere cooperar con nosotros -rió.

-No me metas en el mismo bando -aclaró Taiga seriamente.

-Hmm... Herís mis sentimientos -dijo el maquinista con voz sarcástica-. El juego no es difícil, sólo tienen que encontrarme. Estoy en uno de los vagones. Búsquenme y tal vez, los deje salir de aquí.

Hubo un silencio bastante molesto durante unos segundos hasta que agregó.

-Que comience el juego.

Al instante, la puerta que estaba frente a nosotros se abrió lentamente y una luz invadió el interior del vagón en el que nos encontrábamos.

La voz del misterioso hombre no se escuchó más.

-¿Qué significa todo esto? -le indagué a Taiga. Creo que se llamaba así.

-Significa que estamos en peligro. Nunca me imaginé que había alcanzado tanto poder como para invocar a otro portador de sueños-respondió enfadada.

-¿Portador de sueños? -preguntó Kagami- ¡Bah! Dijo que si lo encontrábamos nos iba a sacar de aquí ¿no? Pues yo lo voy a buscar, ya me han pasado bastantes cosas raras por hoy. Vamos Konata -ordenó sujetándola de la mano.

-Es peligroso que entren ahí, no les conviene... -intentó advertir Taiga.

-¡No me importa! -interrumpió la mayor de forma brusca.

-¡Pues hacé lo que querás! -gritó Taiga enojada y volvió a sentarse en el asiento del vagón.

Me sentía un poco solo en este tema. No sabía qué hacer... Me temo que no tenía otra opción más que seguir a Kagami y Konata. Si lo que dijo ese hombre es verdad, entonces había una forma de salir. Cuando estaba por cruzar la puerta alguien sujetó fuertemente mi camisa.

-No vayas... -susurró Taiga.

Era la primera vez que su mirada mostraba tristeza y la mano con la que me sujetaba le temblaba.

-¿Hay otra salida a parte de ésta? -indagué.

-No... Es imposible derrotarlo... -respondió seriamente.

-¿Derrotarlo? Por favor, sé más clara, no entiendo nada de lo que estás diciéndome-pedí mientras revolvía mi cabello con las manos. Estaba nervioso.

-Sólo voy a explicártelo una sola vez asique más vale que me prestes mucha atención -dijo cruzándose de brazos.

-Si si si, pero intentá ser clara y precisa por favor -pedí amablemente.

-Hm... Lo voy a intentar -refunfuñó-. Hay personas que nacen con una capacidad que ningún ser humano normal tiene. Esas personas con talentos diferentes son llamadas "portadores de sueños", los cuales son capaces de manejar increíbles cosas con tan sólo pensarlas, por ejemplo: pueden imaginar que están en una playa con deliciosos manjares. Pero sólo pueden hacerlo en un mundo alterno que ellos mismos crean.

-Se ve divertido y a la vez bastante extraño -dije un poco confundido.

-Es extraño y divertido, pero hay otra habilidad que tienen los portadores de sueños, la cual provoca que ese don se convierta en algo destructivo y aterrador -explicó Taiga seriamente-. Hay una habilidad que permite extraer el alma de un humano común y corriente y llevarla al mundo que ese portador ha creado. El alma puede ser destruida y esa persona muere en el acto.

-¿Qué...? -pregunté aterrado.

-Este es un mundo creado por el maquinista. Es un portador de sueños muy poderoso que es capaz de manejar cualquier cosa a su antojo y le encanta traer almas y destruirlas. Piensa que es un juego divertido. Reúne algunas almas y luego juega con ellas antes de matarlas -agregó agachando la cabeza.

-Querés decir que...

-Voy a ser directa. Konata y Kagami son almas, vos y yo, portadores de sueños.

PORTADORES DE SUEÑOS

-¿Y qué se supone que vamos a hacer nosotros dos? ¿Somos aliados no...? -indagué preocupado.

-El maquinista se piensa que todos los portadores tienen que ser como él. Yo no tengo ninguna intención de ser como ese retrasado -afirmó enojada.

-Yo tampoco... pero tal vez podamos detenerlo o algo así, ¿no?

-No me gusta pelear. Además vos sos un novato y yo sola no puedo luchar contra él. Es muy poderoso -aclaró.

-Por alguna razón, sabía que no era como los demás... Siempre soñando cosas extrañas y tan seguidas -dije mientras me sentaba a su lado.

-Soñar seguido y cosas extrañas no te hace diferente. Lo que te diferencia de los demás es tu capacidad para crear mundos y poder luchar.

-Ya veo...

¿Qué iba a hacer...? Me sentía extraño... como si quisiera luchar, mi cuerpo me lo pedía ¿Pero cómo iba a pelear contra alguien tan fuerte si ni siquiera sabía usar poderes?

En ese momento recordé a Konata y Kagami y salí corriendo, impulsado sólo por mis ganas de saber si estaban bien.

-¡Rey, no vayas! -insistió Taiga.

Me costó, pero negué su petición.

Cuando pasé por la puerta quedé impresionado con aquel paisaje que se encontraba frente a mí. Enormes árboles, flores de muchos colores y en medio, una gigantesca torre de piedra; debajo de ella, logré localizar a Kagami y Konata.

-¡Hey! -dije agitado-. Pensé que estaban lejos y...

-¡Shh! -interrumpió Kagami.

-¿Qué pasa? -susurré.

-Te ha shusheado porque hemos sentido ruidos extraños -respondió Konata susurrando.

-Aaa... Entonces volvamos al primer vagón, debe de ser peligroso estar aquí -sugerí.

-No pienso volver a ese feo vagón -dijo Kagami enfadada.

-Lo que está pasando es grave, no tienen idea de lo peligroso que es estar aquí -añadí nervioso.

-No, no tenemos idea porque nadie nos explica nada... -susurró la mayor en voz baja.

Konata sólo la miraba seriamente, hasta que decidió hablar.

-Tranquila, Kagamin -sonrió mientras acariciaba el hombro de su amiga-. Todo va a estar bien, tal vez debamos volver al vagón...

-¡¡No voy a volver al vagón y no me llamés así!! -gritó enojada.

Konata dio un salto hacia atrás pero su sonrisa no desapareció. Si noté un cambio en su mirada, se veía triste.

Al instante, una afilada hoja metálica hirió la cintura de Konata. Ella cayó al suelo inmediatamente pero su herida no sangraba, no entendíamos por qué agonizaba de dolor.

Miré hacia todos lados pero no vi nada, sólo una sombra que pasó sobre mí a gran velocidad. Colocamos a Konata en mi espalda y nos adentramos hacia dentro de la torre. Las escaleras eran eternas, hasta que encontramos una habitación y la recostamos en una cama.

-Se ve muy mal, ¿qué vamos a hacer? -preguntó Kagami preocupada.

No sabía qué decir, cuando estuve por hablar, Konata intentaba decirnos algo. Su voz era débil pero podíamos entenderle algunas cosas, al menos, yo sí.

-Estoy bien... sólo me lastimó un poco la cintura... -susurró adolorida.

-¡No estás bien! -refunfuñó Kagami.

-Claro que si... -sonrió. Aunque se notó que se esforzó en hacerlo.

-¡No es así! ¡Siempre estás fingiendo sentirte bien cuando no es así! ¡Ni siquiera lloraste al enterarte de la verdad ayer, cuando en realidad estabas por explotar! -gritó.

-Kagami... -dije mientras le colocaba la mano en el hombro con la intención de que dejara de gritarle. Luego noté que estaba llorando.

-Kagamin... de verdad estoy bien... -sonrió nuevamente a la fuerza. Una lágrima cayó por uno de sus ojos, pero cuando lo notó, escondió la cabeza entre las sábanas.

-Yo... yo creo que lo mejor es dejarla que descanse un poco. Aquí adentro parece ser que no corremos peligro -sugerí sonriendo para no caer en la atmósfera triste que se había formado.

Kagami asintió y bajó por las escaleras sin decir una sola palabra. Luego me acerqué a Konata...

-Sólo... necesito dormir un poco... -dijo mientras giraba la cabeza para mirarme y mostrarme una sonrisa.

-Ok... si necesitas algo nos llamás, ¿sí?

Ella asintió y se acomodó para poder descansar.

Bajé algunas escaleras hasta que encontré a Kagami sentada en una de ellas y me acomodé a su lado.

-Parece ser que no le gusta que los demás se preocupen por ella -dije para poder iniciar una conversación.

-Ayer se enteró que la muerte de su madre se debió a su nacimiento... -dijo Kagami seriamente.

Yo permanecí en silencio.

-A pesar de eso... A pesar de todo lo que está ocurriendo y ahora lo que le ha ocurrido... A pesar de todo esto, ella sigue sonriendo ¿Por qué...? -indagó mientras las lágrimas caían por sus mejillas-. Siempre ha sido así, sólo muestra una sonrisa y le gusta decir boludeses en todo momento...

-¿Ustedes dos son amigas desde hace mucho tiempo? -pregunté.

-Sí, bastante -respondió, limpiándose las lágrimas.

-Tal vez, Konata no quiere que te preocupes por ella. Lo más seguro es que no le guste verte mal. Parece ser que hay un vínculo muy fuerte entre ustedes dos, a pesar de que son muy diferentes -reí-. Así como vos te preocupás por ella, ella se preocupa así por vos, pero a su manera.

-Puede... ser -dijo Kagami apoyando la cabeza en la pared.

-¡Kagamiiin! -gritó Konata.

Su amiga se levantó en el acto y corrió a la habitación, yo iba detrás de ella.

-¿Qué pasa, te sentís mal? -preguntó la mayor preocupada sentándose a su lado.

-No, sólo quería decirte que ya me siento mejor -sonrió.

-¡Casi me matás de un susto! -dijo Kagami enojada.

Konata se sentó, agachó la cabeza y sus hombros empezaron a temblar.

-Lo siento, Kagamin... -titubeó-. Me sentía sola... -agregó entre llantos.

-¿K-Konata...? N-no te pongas así... lo siento. Yo...

Kagami estaba como yo: no nos esperábamos que Konata reaccionara de esta manera. Al menos eso deducía yo.

-Todo va a estar bien -dijo Kagami mientras abrazaba a su amiga-Yo voy a cuidarte...

Viendo que el momento era muy emotivo, me retiré de la habitación. Bajé las escaleras nuevamente y escuché un ruido, como si alguien estuviese subiendo por ellas. Las pisadas se acercaban rápidamente y yo me ponía cada vez más y más nervioso. De pronto, los pasos cesaron, pero algo se acercó rápidamente a mí.

-¡Uaah! -grité.

Cuando me quité las manos de la cara mi corazón comenzó a tranquilizarse poco a poco.

-¿T-Taiga?

-Gritás como mujer -dijo seriamente.

-¡Ese no es el punto, casi se me para el corazón! -me quejé.

-No tengo la culpa de que seas tan cobarde...

Sólo le hice una mueca y me senté en uno de los escalones, cruzado de brazos.

-Tenemos que volver al primer vagón -remarqué.

-Es imposible. La entrada ha sido bloqueada ¿Vos pensás que el maquinista quiere que estemos escondidos todo el tiempo? Lo que busca es ver muertes y divertirse torturándonos en este juego tonto -refunfuñó.

-Entonces voy a luchar. Tengo el presentimiento de que si intento pelear, algo voy a aprender. Después de todo, pelee o no corremos peligro -afirmé poniéndome de pie.

-No sé si sea buena idea -susurró mi acompañante.

-¡Rey! -gritó Kagami. Pude identificar su voz rápidamente.

Subí las escaleras junto con Taiga e ingresamos a la habitación.

-¿Qué pasa? -pregunté preocupado.

-¡Hay alguien ahí! -señaló la mayor, apuntando detrás de un mueble bastante viejo.

-No se asusten son...

De repente, alguien salió rápidamente de ahí atrás y se tiró sobre nuestra pequeña acompañante.

-¡One-samaaaaaa! -gritó con un tono de felicidad una chica que llevaba dos coletas y, al parecer, conocía muy bien a Taiga. Eso me dio a entender la manera en la que estaba abrazándola.

-¡One-sama, one-sama, one-samaaa! ¡Te he extrañado tanto, pequeña tigre! -decía mientras abrazaba fuertemente a su víctima.

-Aaaggg... ¡Soltáme, Kuroko! -pedía la pobre Taiga, la cual se encontraba atrapada en los brazos de la extraña muchacha.

-No puedo soltarte. Hace meses que no pasás por este vagón -dijo tristemente- ¡Mi cuerpo necesita sentirte cerca! -exclamaba mientras abrazaba y besaba la cabeza de Taiga.

-¡Ya basta! ¡Estas... dejándome sin aire! -aclaró la víctima.

-Ya es suficiente, Kuroko...

Esa voz nueva me dejó congelado. Tal vez se debió a la figura de la cual había salido.

-¡Joo! Ai, no seas tacaña -pidió la atacante sin soltar a Taiga, pero ésta logró escaparse y corrió a los brazos de su salvadora.

-¡Aiii, gracias! -dijo Taiga abrazando, al parecer, a su amiga.

-¿Qué te duele, Taiga? -indagó Konata.

-Ese es mi nombre... Soy Enma Ai -aclaró con una mirada fría y terrorífica. Su cabello negro y sus ojos rojos le daban un aspecto aterrador a pesar de ser hermosa.

-¡N-no le hagas caso! -sonrió Kagami tapándole la boca a Konata.

Ai sólo le devolvió la sonrisa y luego continuó hablando.

-Veo que hay dos almas nuevas. El maquinista no se cansa de torturarlas.

-Ai, ese tonto ha traído a...

-¡No puede ser! -gritó Kuroko interrumpiendo a Taiga- ¡Tiene la marca! ¡Es él, es él! -exclamó saltando y gritando por toda la habitación, hasta que Ai la sujetó de la remera.

-¿Kuroko, querés ir al infierno? -indagó en voz baja.

La piel de la chica inquieta se erizó y sacó una sonrisa forzada que también mostraba temor y señal de disculpa.

-Tranquila, Ai. No digas esas cosas ja, ja -comentó Taiga riendo.

Era extraño verla reír.

-Sé que tratabas de decirme, Taiga -continuó Ai-. Pero me temo que no es bueno que lo haya traído, por más que sea fuerte, puede que traiga problemas...

-Disculpen -interrumpí- ¿vos también sos portadora? -miré a la chica de cabello negro.

Ai negó con la cabeza, luego miró a Kuroko.

-Si, por desgracia le tocó a la chica con cerebro de nuez -sonrió Taiga.

-¡Joo...! ¡One-sama no seas asi! -resongó Kuroko abrazando a su víctima nuevamente.

-¡Agg, me estás ahorcando, Kuroko!

Entre gritos y quejas, Kagami habló.

-Siento que yo y Konata somos las únicas que no estamos enteradas del tema.

Todos nos quedamos serios. Taiga se liberó de los abrazos de Kuroko con la ayuda de Ai y luego se sentó para explicarles todo a Kagami y Konata, las cuales, después de oír la explicación se quedaron sin poder creerlo.

-¡Es totalmente irrazonable todo esto! -se quejó Kagami.

-A decir verdad... Con todo lo extraño que hemos pasado no puedo negar que sea mentira -dijo Konata seriamente-. Ya viste como se curaron mis heridas y ni siquiera sangré -agregó.

-Seguramente los atacó algún alma solitaria, pasan muy seguido -explicó Kuroko mirando a Konata.

-Yo también, cuando el maquinista me trajo a éste vagón, me quejé bastante y sentía que no era justo para mí -aclaró Ai-. Pero.... el estar con Kuroko me hizo olvidar eso.

-Hmm... estás colorada, Ai ¡No estés celosa también tengo abrazos para vos! -dijo Kuroko alegremente tirándose sobre Enma para abrazarla.

Para sorpresa de todos, Ai no se quejó.

-No me miren así... -dijo poniéndose colorada-. Es que... estoy demasiado acostumbrada a esto... -agachó la cabeza.

-Je, je. Es la primera vez que veo yuri de esta manera -sonrió Konata.

-No compares esas cosas ahora -se quejó su amiga.

-Lo siento, Kagamin. Olvidé que vos preferís el yaoi -sonrió pícaramente.

-¡No digas eso! -gritó Kagami sonrojada.

-Prefiero no saber de qué están hablando -dije confundido.

-Yo tampoco -agregó Ai.

-¿Hay alguna manera de salir? -indagó Kagami.

-Sólo una, derrotando al maquinista. Este es un mundo creado por él. Si lo derrotamos, nuestras almas quedarán libres -explicó Ai.

Taiga agachó la cabeza y se puso seria al instante.

-Lo siento, Taiga... Sé que no te gusta la idea, pero la mayoría desea salir de aquí. Yo llevo casi un año en este vagón, no lo soporto -agregó.

-No te culpo, Ai. Sé que es insoportable estar en este lugar. Descansen un poco, salimos en unas horas. Yo voy a acompañarlos -sonrió. Se notaba que estaba forzándola. Luego bajó las escaleras sin decir nada.

-¿Ella no quiere salir?-indagué mirando a Ai.

-Me resulta raro escuchar esa pregunta precisamente de vos -dijo Enma seriamente-. Si tenés tanta curiosidad, preguntáselo a ella -aconsejó.

No entendía por qué tanto suspenso. Me retiré sin preguntar más, bajé las escaleras y crucé la puerta de la torre. Taiga se encontraba sentada cerca de un árbol gigante, parecía un sauce.

-Se llama "La torre mágica". Yo y Ai le inventamos el nombre -sonrió.

Vaya, parece que había notado mi presencia sin necesidad de esforzarme para que lo hiciera.

-Es un buen nombre -dije devolviéndole la sonrisa- ¿Nos conocemos?-indagué sentándome a su lado.

-No...

-Pero te he visto en mis sueños -agregué.

-Eso no tiene nada que ver.

-Al parecer hay algo que no sé... y no querés que lo sepa -sospeché.

-¡Porque no hace falta que lo sepas! -gritó. Luego, su rostro enojado cambió a uno triste-. A veces... es mejor no saber algunas cosas.

-Estás usando el mismo uniforme que yo ¿Vamos a la misma escuela?

-N-no... sólo es coincidencia... Estás muy preguntón -se quejó.

-Perdón. Es que... puedo jurar que no sólo te he visto en sueños -coloqué mis manos en la cabeza-. Siento como si te conociera de alguna parte...

-¡No hace falta que le des tantas vueltas! Tal vez... tuviste una amiga parecida a mí.

-Puede ser... No soy bueno recordando cosas -reí-. Igual, no voy a descansar hasta descubrir la verdad.

-Hm... No sé por qué tenés tanta curiosidad en algo que no vale la pena saber -dijo cruzándose de brazos.

-Tal vez sea porque se trata de la chica con la que sueño casi todas las noches -sonreí mirándola a los ojos.

-¡T-tonto! ¡Eso suena mal! -refunfuñó colorada.

Su expresión me hizo reír mucho. Estaba seguro de haber visto el mismo rostro antes...

-A lo lejos se puede ver la puerta al siguiente vagón, ¿la ves? -señaló con el dedo índice.

-Sí. Son muy particulares -sonreí-, parecen vagones para dinosaurios.

-Ja, ja, es verdad, no lo había visto de esa manera -rió.

-Qué bueno, al parecer, Ai no es la única que puede sacarte una risita -sonreí.

-¡P-por supuesto que no, tonto! -exclamó sonrojada-. Es normal que me ría de vez en cuando, ¿no?

-Ja, ja. No te enojés, sólo bromeaba -reí. Sus expresiones eran muy graciosas al enfadarse.

-¡Hm! Tonto...

-¿Y por qué te metías a mis sueños? -indagué.

-Porque estaba preocupada, últimamente estabas soñando mucho con el maquinista y...

En ese momento, Taiga se tapó la boca con las manos y se puso colorada al instante.

-¡Tonto, tonto! -gritó.

-Ja, ja, ja ¡Heey! No te enojes, no es mi culpa que te hayas quemado sola-reí.

-Joo... Sos peor que Kuroko -dijo enfadada.

-¿A si? -sonreí pícaramente.

Quise hacer una broma, me lancé hacia ella y la abracé. Me había comparado con Kuroko asique hice lo mismo para bromear pero... algo no estaba bien.

Cuando mi cabeza hizo contacto con la suya, millones de imágenes aparecieron, sucesos cortos, sonidos, voces. Un dolor comenzó a atormentarme hasta que sentí un clic en mi mente. Pude reconocer claramente lo que veía... Todo estaba relacionado con Taiga.

Taiga... aquella que le encantaba luchar y practicar Karate para convertirse en alguien respetable... Aquella que comía desaforadamente y me acompañaba todos los días al colegio... Aquella que me comprendía mejor que nadie y pateaba algún poste de luz junto conmigo cada vez que nos sentíamos mal... Aquella que... lloré hasta quedarme sin lágrimas...

-¡IDIOTA! -gritó alejándose de mí. Salió corriendo y cruzó la puerta hacia el otro vagón sin pensarlo dos veces.

Había quedado paralizado, mi cabeza se llenó de preguntas y no podía ponerme de pie, hasta que escuché una voz.

-Eso fue fuerte.

Me di la vuelta para ver quién era: se trataba de Kuroko.

-Seguro que al hacer contacto con su cabeza pudiste ver aquello que ella había borrado... Ahora entiendo el por qué no era muy demostrativa con vos. De seguro, ese abrazo no lo vio venir -dijo colocándose a mi lado.

Yo aún no podía hablar.

-Ustedes dos eran muy amigos fuera de este mundo. Ambos sabían que eran portadores de sueños, por esa razón entrenaban para volverse fuertes. Todos los portadores tenemos una marca diferente, por lo tanto, nuestros padres se enteraban si nacíamos con ese don o no -explicó seriamente-. Vos y one-sama sufrieron el abandono de sus padres, el ser rechazados por sus seres queridos... Eso fue lo que los unió más. Pero... one-sama murió en un accidente de tráfico, ¿no es así? -agachó la cabeza-. Su alma sólo podía vagar por mundos de portadores diferentes, sin darse cuenta que esos podían apoderarse de ella y encerrarla para siempre.

Hubo un silencio antes de que siguiera contándome aquello que desconocía.

-El maquinista la capturó y la encerró en el primer vagón. Sólo él decide si podés devolverte a los vagones anteriores, pero sí podés avanzar a los demás sin ninguna restricción -aclaró-. Cuando ella llegó a nuestro vagón estaba asustada y sus ojos llenos de lágrimas. Nos contó lo que había sucedido y nosotras dos nos tomamos el tiempo para ayudarla a sonreír de nuevo, pero era muy difícil hacer feliz a un alma tan dolida como la de ella. Con el pasar del tiempo, se enteró que el maquinista estaba interesado en tu alma, la cual es muy poderosa. Un portador se vuelve más y más fuerte cuando se devora las almas de otros como él. Pero para el maquinista, comerse almas de personas es divertido... Cuando One-sama se dio cuenta de ello, buscó la manera de comunicártelo por sueños y, sin darse cuenta, fue borrando su imagen y recuerdos de tu memoria. Eso se debe a que no podemos entrar a la mente de otros portadores, sino, ocurre eso. Claro que, sucede sólo si se hace repetidamente, es decir, muchas veces. Nunca supe la razón. Soy una portadora de sueños y aun así, no sé muchas cosas de esto. Sólo las que he escuchado... Igual, sigo pensando que ella borró más de lo que pensaba porque por lo visto ni siquiera recordabas que eras un portador de sueños.

-¿Qué hizo... cuando se enteró que estaba olvidándola? -indagué.

-Sólo sonrió y dijo: "si él no puede recordarme, mejor". Fue la primera vez que la vi sonreír... Ai no sabe que has olvidado a la pequeña tigre, nunca se lo dijimos para no preocuparla pero como one-sama nos dibujó tu marca, pudo darse cuenta quién eras sin necesidad de preguntar.

-Gracias... por contarme todo esto -dije mientras limpiaba mis ojos. Varias lágrimas me habían salido durante la charla.

-Algún día te ibas a enterar... Aunque ella no quería. Espero que no se enoje conmigo -suspiró.

-Ustedes tres se llevan muy bien, ¿no? -intenté sonreír. Pero no salió muy bien.

-¡Claro que sí! Ella siempre va hacer mi one-sama y Ai mi amiga consentida -rió.

-¿Por qué la llamás "one-sama" o "pequeña tigre"? -indagué curiosamente.

-Porque es como una hermana mayor para mí a pesar de que nuestras edades y estaturas son diferentes -sonrió-. Hubo un momento donde quise desaparecer de este mundo, quería dejar de vivir... y ella me ayudó muchísimo a superar eso. Pensaba que era muy fuerte pero luego me di cuenta que su fuerza para luchar, tanto interior como física, es superior a la mía y que tengo que aprender de ella.

-Ya veo... es bueno que hayas decidido luchar hasta el final y no acabar vos misma con tu vida -dije seriamente.

-Sí, je, je -sonrió pasándose la mano por la cabeza-. Y pequeña tigre por la misma razón de que su alma es un tigre gigante a pesar de su pequeño tamaño. Su carácter también es igual al de un tigre -rió.

-¿Su alma?

-Sip, cuando luchas se refleja el espíritu de tu alma. Generalmente son animales o bestias míticas. O simplemente son indefinidas, ja, ja.

-Vaya... es todo tan loco...

-Si... después te acostumbrás -sonrió.

Nos levantamos para volver a la torre y buscar a las demás pero nos llevamos la sorpresa de tenerlas atrás. Konata estaba llorando -seguramente por lo que habíamos estado hablando- y Kagami la regañaba. Ai... bueno, ella comenzó a seguir a Kuroko por casi todo el vagón quejándose del por qué no le había contado algunas cosas.

Cuando pudimos organizarnos, pasamos al tercer vagón.

-Este vagón es llamado "El yo interior" -informó Kuroko.

-¿Cómo sabés eso? -indagué mientras miraba la puerta para ver si había algo inscripto.

-Porque el maquinista nos lo dijo. Sólo que nunca nos dice el por qué. Detesto a ese tipo -respondió seriamente-. Por cierto, no se alejen de mí. Hay almas de personas que son malditas y se dedican a atacar. No todas encontraron ayuda psicológica...

-¡Wow, se siente tan excitante todo esto! -dijo Konata sonriendo- ¡Es como si estuviese en un juego MMORPG personalmente!

-¡¿Cómo podés decir eso en un momento como este?! -refunfuñó Kagami.

-Tranquila, Kagamin, no te enfades je, je. Sólo bromeaba -sonrió.

Konata era una experta sacando de quicio a Kagami y hablando cosas que no venían al caso.

Este vagón no se veía muy agradable. El piso era muy rocoso y la mayor parte del lugar estaba repleto de montañas y rocas gigantes.

-¡Kagamin, Kagamin, mirá eso! -exclamó Konata mientras jalaba la manga de su amiga.

Miré hacia donde ella había apuntado y logré visualizar una muñeca muy hermosa tirada en frente nuestro. Iba ir a buscarla pero Konata se me adelantó. Se le acercó y la levantó.

-Está un poco sucia ¡pero es muy linda! -dijo contenta mientras la abrazaba.

-Konata, ¿qué bicho te ha picado? -preguntó Kagami-. Dejá esa muñeca, tal vez le pertenezca a alguien.

En ese momento, la muñeca comenzó a moverse; levantó la cabeza y con una de sus manos, le dio una pequeña cachetada a Konata.

-¡E-está viva! -exclamó Kagami asustada.

-Wooow, genial -dijo Konata mientras movía las pequeñas manos de la muñeca viviente.

-¡¿Qué le ves de genial a eso?! ¡S-soltá esa cosa... está poseída! -dijo Kagami temblando e intentando acercarse a su amiga.

-Exijo que me bajes ahora mismo, pequeña -mandó la muñeca enojada.

-¡Habla! -exclamó Konata sonriente.

-¡Qué bien! ¡Ahora bajala! -exigió Kagami.

-¡Pero Kagamiiin, es una muñeca que haaaabla y se mueveee!-rezongó Konata.

-Bajala o me enojo-advirtió Kagami con una mirada fulminante.

-Joo... Kagamin, sos muy aburrida -dijo su amiga bajando a la muñeca.

-Gracias -dijo la extraña muñeca mientras sacudía su hermoso vestido rojo- ¿Se les ofrece algo?

-Sip -sonrió Kuroko-. Buscamos al maquinista.

-Ah... Mi hermano es muy peligroso para que lo estén buscando, ¿sabían?-indagó la pequeña.

-¿T-tu hermano? Lo siento, no sabía que eran parientes je, je -aclaró Kagami temerosa.

-¿Por qué te disculpás? ¡Tendríamos que secuestrarla y atraer al maquinista! ¡Muajajaja!-rió Kuroko de forma escalofriante.

-Ya basta, Kuroko. No es momento de hacer bromas -dijo Ai.

-Pero no era broma. Es un plan muy bueno -confirmó su amiga intentando convencerla.

-¿Cómo te llamás? -preguntó Enma arrodillándose.

-Shinku... Soy la hermana menor del maquinista, no suelo hablar con las almas que andan por su mundo. Pero ya me despertaron... ¿Necesitan algo? Si es ropa pueden ir...

-No es eso -interrumpió Ai-. Buscamos a tu hermano, para eliminarlo.

Shinku, al principio, se sorprendió pero después se dio la vuelta y habló.

-Eso es imposible, luchar con él es inútil. Varios han querido hacerlo y no pudieron.

-No nos importa si los demás pudieron o no -dijo Enma enojada.

-Tranquila, Ai. No hace falta enojarse -sonrió Kuroko dándole palmaditas en la espalda a su amiga.

Yo estaba poniéndome muy nervioso, me preocupaba mucho Taiga y la muñeca no quería hablar...

Shinku suspiró y comenzó a caminar.

-Síganme, espero que no se arrepientan de lo que han escogido -aclaró.

Comenzamos a seguirla con precaución. Era muy difícil caminar por éste vagón con tantas rocas en el suelo.

Mientras caminábamos, una sombra oscura se colocó delante de nosotros y nos impedía el paso.

-Estamos ocupados, alma en pena. Sabés lo que te espera si buscás pelea -advirtió Shinku.

La sombra se fue alejando lentamente.

-A tu hermano le encanta traer esas almas para verlas sufrir, ¿no? -dijo Ai irónicamente.

-Mi hermano... antes no era así. Yo también estoy en desacuerdo con sus acciones, pero su corazón está lleno de odio. Es imposible llegar a él con palabras -aclaró la muñeca agachando la cabeza-. La guerra era muy constante en nuestro país... Nuestros padres y abuelos fueron asesinados por soldados ambiciosos que sólo buscaban territorio. Mi hermano se fue llenando de bronca poco a poco hasta que un soldado me fusiló y su bronca se volvió odio. Se dio cuenta que, como portador de sueño, podía hacer muchas cosas, entre ellas: colocar mi alma en esta muñeca, divertirse con las almas de gente inocente y crear este mundo donde todo es dolor y odio... A excepción de algunos vagones donde influyen algunos portadores atrapados que se refugian con personas normales, así como ustedes lo han hecho.

-Sí, necesitaba un toque de felicidad. Daban ganas de llorar el estar en vagones tan escalofriantes -dijo Kuroko.

-Sentimos mucho lo que sucedió con vos y tu hermano... pero creo que tenemos que ponerle un fin a su alma llena de odio, ¿no te parece? -sugerí.

-Eso mismo pensaba yo, pero es imposible luchar con él o hablarle -dijo Shinku tristemente.

En ese momento, el suelo comenzó a moverse y unos fuertes pasos empezaron a acercarse poco a poco, hasta que pude ver una enorme figura, bastante aterradora. Su cuerpo estaba repleto de armas, parecía como si lo cubrieran y sus ojos rojos hacían juego con su sonrisa aterradora. Era... el monstruo de mis sueños...

-Que muchos juguetes he juntado -sonrió aquel ser.

-Es... mi hermano -dijo Shinku colocándose detrás de Konata.

-¡One-sama! -gritó Kuroko.

Cuando escuché su grito, observé más detenidamente al maquinista y sí, Kuroko tenía razón; estaba en uno de los gigantescos brazos del monstruo.

-¡Al fin nos conocemos, Rey! -exclamó feliz-. Últimamente nos veíamos sólo en sueños. Siempre he querido jugar con vos -sonrió.

-¡Por desgracia yo no! ¡Soltála! -grité enojado.

No entendía el por qué, pero mi enojo se volvía cada vez más fuerte en poco tiempo, como si mi corazón se oscureciera. Me sentía pesado y el cuerpo dolía bastante...

-¡Rey, no lo escuches! -gritó Taiga- ¡Lo único que quiere es provocarte!

-¡Silencio, alma inservible! -se quejó el maquinista apretado el pequeño cuerpo de su víctima.

¡Demonios! ¡Y yo no podía hacer nada! No... no iba a perderla otra vez... no quiero volver a pasar por ese dolor.

-Dime, Rey ¿No odias a los borrachos que se llevaron por delante a tu pequeña Taiga? Ellos te la arrebataron... te dejaron sin nada -dijo el maquinista sonriente.

-Es cierto... ¿Por qué? ¿Por qué todos me arrebataban lo único que me hacía feliz? ¡¿Por qué son tan malditos?! -grité enfurecido.

Comencé a sentir cómo unas gigantescas garras salían de mis manos. El dolor de cabeza aumentó muchísimo y caí al suelo. Los sonidos se volvían ecos y la palabra "odio" retumbaba en mi mente... Era... horrible... el dolor...

-¡¡Duele!! -chillé golpeando el suelo fuertemente una y otra vez.

-Rey...

-¡No te le acerqués, Kagami! ¡Es peligroso! -gritó Taiga.

-Si es peligroso me parece que van a tener que eliminarlo -sonrió el monstruo, luego hizo sonar una risa espantosa y escalofriante.

Mis ojos me ardían muchísimo y ya no tomaban el color de los alrededores, veía todo en tonos rojizos. Todos mis sentidos quemaban y sentía como si quisiera destruirlo todo.

-Que increíble alma tiene este muchacho ¡Me fascina! -sonrió el maquinista.

-Es horrible... Es un demonio, igual que mi hermano -dijo Shinku atemorizada.

-¿No te alegra que haya una especie de portador al igual que tu hermano?-rió el enemigo.

-One-sama... nunca me dijiste que veías un demonio en tus sueños -dijo Kuroko seriamente.

-¡Él no es eso! -exclamó Taiga.

Vi cómo alguien tomaba posiciones para luchar, su aura me hacía dar mucha bronca... quería acabar con esa persona. Levanté mi cuerpo lentamente y en ese momento, me di cuenta que el verdadero yo se encontraba debajo de mí. Yo era una bestia grandiosa, llena de poder...

-¡Kuroko no lo ataques! ¡Corran! -gritó Taiga preocupada.

-Mmm... sería buena idea comenzar a correr. Al menos ya saben por qué le coloqué ese nombre a este hermoso vagón -sonrió el monstruo-. He ahí, el verdadero interior de Rey -rió.

-No le veo el chiste, hermano ¡Ya basta, por favor! ¡Esto tiene que terminar! -suplicó Shiku.

-No, esto está comenzando, hermanita -sonrió nuevamente.

Tomé velocidad para atacar. Mi cabeza estaba que explotaba de dolor. Gritaba pidiendo ayuda pero sólo escuchaba monstruosos sonidos que salían de mi boca. Mientras más ganas de destruir tenía, menos me dolía.

Mis objetivos comenzaron a correr, hasta que uno de ellos se detuvo.

-¡Kuroko, no!

-¡No te acerques, Ai! ¡No puedo dejar que las atrape! -dijo mientras un fantasma salía por arriba de ella, seguramente, el reflejo de su alma.

Formó una especie de barrera protectora contra la que me lancé salvajemente y golpeaba con mis garras para poder atravesarla.

-¡No hace falta que te sacrifiqués de esa manera!

-Ai... no es momento de ponerse mañosa-gimió mi víctima mientras era abrazada por otra persona- Es un favor lo que te pido, corré... -pidió.

-¡No!

La persona contra la que luchaba empujó de manera brusca a la otra y me dio un fuerte impulso hacia atrás con ayuda de la barrera que había creado, pero eso no me detuvo y volví a atacarla, quería devorármela pero se movía muy rápido. Comenzó a tirarme con agujas que hacía aparecer de la nada, varias terminaron clavadas en mi cuerpo, pero no sentía dolor.

Mientras ella me lanzaba esas agujitas, aproveché para atacar a la persona que ella misma había empujado, pero cuando estuve por atravesarla, ella se puso en frente.

-¡¡Kurokooo!!

Mi víctima sólo le sonrió y se desmayó. Por fin, iba a poder devorar su alma, pero algo me causó gracia: la persona a la que había querido matar sostenía un muñeco de paja delante de mí y me miraba con ira.

-¿Qué vas a hacer con eso? -reí. Mi voz sonaba horripilante, pero me gustaba.

-¡Te odio! -gritó.

Cuando estaba por matarla, sentí un fuerte golpe en la cabeza, giré rápidamente y vi a alguien en posición de lucha nuevamente.

-Ya basta... Rey, por favor -pidió.

-Vamos, Taiga, no le supliqués -sonrió el maquinista-. Se supone que te liberé para verlos destrozarse el uno al otro ja, ja.

La voz de mi nuevo atacante me sonaba familiar pero eso no detuvo mis ganas de querer atacarlo y destruirlo, asique lancé mis garras hacía su cuerpo. Había podido detenerlas y sacó el reflejo de su alma: un tigre. Eso me enfurecía aún más. Luchaba y luchaba contra mi oponente sin sentir el dolor de sus golpes, pero yo me alimentaba de su agonía.

Cuando lo lancé al aire subí rápidamente para agarrarlo de la cabeza y lanzarlo al suelo fuertemente, algo que logré sin problemas. Iba directamente a darle el golpe final hasta que alguien cayó sobre mi cabeza.

-¡Konata!

-No te preocupes Kagamin, todo va a estar bien -sonrió. Aunque detestaba su sonrisa.

Estaba por zarandearme para sacármela de encima pero sentí cómo colocaba su cabeza junto a la mía.

Imágenes y sucesos melancólicos comenzaron a invadir mi mente.

Una pequeña niña de cabello azul muy largo parada en frente de una mesa, en la que se encontraba la foto de una mujer parecida a ella... La identifiqué rápidamente como su madre. La niña lloraba delante de esa fotografía... era un llanto que me taladraba los oídos...

-Mamá...

Podía sentir cómo sus lágrimas caían sobre mi peludo y espantoso rostro.

Los sucesos seguían pasando por mi mente: complejos de altura y cuerpo, discriminación por sus gustos y sobre todo, sentirse culpable por la muerte de su madre. Todo pasaba tan deprisa pero podía captarlo al instante.

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, cuando los abrí, una de mis manos sujetaba el cuello del oponente con el que estaba luchando pero... me di cuenta que era una chica, la cual sonreía mientras acariciaba la mano con la que estaba, casi, ahorcándola.

-Tai... ga... -susurré. Mis ojos aún lagrimeaban pero la cabeza ya no me dolía. Aunque el tono rojizo de mis ojos no desaparecía al igual que mi horripilante voz... aun así, pude identificarla.

-¡No puede ser! -gritó el maquinista- ¡Tienen que matarse!

Estaba por venirse sobre nosotros pero Shinku se puso delante de él para detenerlo.

Sentí las cálidas manos de Taiga recorrer mi rostro y cómo intentaba sacarme algo del mismo lugar. Al instante, los colores volvieron a ser como antes y observé que mi amiga sostenía un trapo sucio.

-Esto era lo que no te dejaba ver y apretaba tu alma, Rey. Es producto de este mundo... por eso quería evitar que terminaras aquí. Sabía que el maquinista tenía planeado cegar el reflejo de tu alma con odio -explicó mientras acariciaba mi cara. Pero no el rostro humano, sino la de mi espantoso reflejo.

-No sos horrible, Rey. Tu verdadero reflejo no es un demonio, sino una bestia mítica: el dragón. El mejor amigo del tigre -sonrió.

-P-pero cómo... no entiendo, sí sólo entre portadores pueden ver su pasado al chocar sus cabezas... K-Konata -titubeó Kagami.

-Je, je Lamento no habértelo dicho antes, Kagamin -sonrió.

-A mí también me sorprendió -dijo Taiga-. Eso se debe a que el reflejo del alma de Konata no lucha, es un reflejo infantil que cambia de forma según sus gustos. Y debido a que no expulsa poder, no pude sentir su presencia.

-Si je, je, soy una portadora muy rara -sonrió Konata.

-Pero me ayudaste a volver en sí, gracias -dije sonriéndole-. Ahora entiendo; para contrarrestar el odio no sólo lo quita la alegría, sino la tristeza... el expulsar todo aquello que nos duele a través de las lágrimas. Sos muy inteligente, Konata. Tu mamá de seguro está muy orgullosa de vos -dije acariciando su cabeza.

-Gracias -dijo devolviéndome la sonrisa.

-Kuroko... ¿Cómo estás? -indagué preocupado.

-¡Super! -sonrió- ¡Ag! Me va a doler el cuerpo un buen tiempo pero no es nada ja, ja.

-Igual sigo odiándote -dijo Ai enfadada.

-Ai, si odias te vas a convertir en una sombra malvada -aclaró Kuroko. Lo que hizo cambiar el rostro de su amiga inmediatamente.

-¡Basta, hermano! -gritó Shinku.

-¡No te metas en donde no te llaman, inútil! -dijo el maquinista enojado golpeando a su hermana y dejándola inconsciente.

-Es hora de acabar con esto -dije-. Si no ha matado a su hermana aún, quiere decir que corazón tiene -sonreí y me aventé al maquinista.

Sabía que atacarlo no iba a funcionar asique sujeté a Shinku y apoyé mi cabeza junto a la de su hermano. Sólo esperaba que funcionara... Sabía que los portadores podíamos meternos a los sueños de las personas asique entré a los de Shinku para que mi mente se bloqueara y sólo mostrara lo que veía de ella.

Las escenas que vi eran espantosas... prefiero no relatarlas y sólo decir que la guerra es el odio andante. Luego aparecieron cosas bastante agradables, Shinku de verdad deseaba la felicidad de su hermano.

Cuando abrí los ojos, estaba sosteniendo a un niño y a Shinku. El pequeño estaba llorando y noté que le faltaba una pierna.

Luego de unos minutos, el chico se elevó por los aires sujetando suavemente la muñeca. La cual, gracias a las cosas que había visto, me enteré que se trataba de la muñeca favorita de su hermana, por esa razón había metido su alma ahí.

-Gracias por mostrarme los hermosos sueños de mi hermana. A pesar de que pasó por cosas horribles, sus sueños sobre lo que desea son preciosos -sonrió el pequeño mientras se limpiaba las lágrimas-. De verdad pensé que iba a odiar por toda la eternidad. Espero que la próxima vez que nos veamos sea para jugar de verdad -rió dulcemente.

-Me encantaría -dije sonriente.

Cuando los dos se desvanecieron volví a bajar a tierra firme y saqué el reflejo de mi alma.

-Bueno... supongo que es hora de despedirnos... El mundo lleno de odio creado por el maquinista va a desaparecer dentro de poco - dijo Taiga tristemente.

Yo estaba angustiado... no sabía si alegrarme o ponerme triste.

-¡One-sama, no te pongas mal, estés donde estés voy a encontrarte para darte mucho cariño! -dijo Kuroko mientras abrazaba a la pequeña tigre.

-Joo... Siempre te ha gustado ahorcarme, Kuroko -dijo Taiga sonriendo.

-No es mi intención ahorcarte, es que sos muy chiquita y para no agacharme tanto, te levanto un poco. Lo siento, no sabía que te dolía je,je -explicó.

-Acepto tus disculpas pero intenta omitir más la charla sobre mi estatura -agregó la pequeña agachando la cabeza.

-¡No te preocupes, Tiger! -exclamó Konata.

¿Tiger? Ya le colocaron otro sobrenombre.

-¡Comprendo al cien por ciento tu complejo por la estatura! -agregó colocando su pulgar hacia arriba.

-¿Tiger...? Eeeh... gracias, Konata. Supongo... -dijo Taiga.

-Empiezo a sentir sueño... -comentó Ai.

-Eso significa que nuestras almas están a punto de volver al mundo real -informó Kuroko.

-Ya era hora... -suspiró Kagami-. Por más aterrador que haya sido todo esto... vi cosas que tal vez nadie ha visto... -sonrió.

-¿Kuroko, vamos a poder... volver a vernos? -indagó Ai sonrojada.

-Sólo con una condición: deja de venderle a la gente esos muñecos de paja tan aterradores... Da la sensación de que te comunicas con el infierno o cosas así -pidió su amiga.

-Lo sé... voy a intentarlo -sonrió.

-¡Así me gusta! No te preocupes, Ai. Tu amiga Kuroko nunca te dejaría de lado -afirmó abrazándola.

Y como ya había visto antes, a Enma no le incomodaban sus abrazos.

Poco a poco... mis nuevas amigas fueron desapareciendo. Kuroko fue la única que se fue sin necesidad de dormirse primero. Por suerte, pude despedirme de ellas con un, adiós. Giré mi cabeza, y Taiga aún se encontraba a mi lado.

-Todo está volviéndose blanco. El mundo del maquinista está desapareciendo -dijo seriamente-. Voy a tener que buscar un lugar nuevo para divagar...

Su tono de voz bajaba cada vez más... al igual que su mirada.

-Dicen que mirar hacia abajo cuando uno está triste, hace que las lágrimas salgan más rápido -informé. Yo estaba muy angustiado...

-Pues... no me importa eso -dijo.

Tomé su mano sin mirarla. Ella tampoco lo hizo.

-Voy... a extrañarte mucho... -susurró.

-¿P-puedo... abrazarte? -titubeé.

-Si nuestras cabezas hacen contacto...

-Ya sé manejarlo -interrumpí.

-¿Cómo? -indagó sorprendida.

-No es difícil, vos hacés la mayor parte -sonreí-. Sos chiquita, si no me agacho, tu cabeza no pasa más arriba de mi pecho -reí.

-¡Hm! Muy gracioso, Rey tonto -dijo enfadada.

Sujeté sus pequeños brazos con mis manos y fui acercándola hacía mi pecho lentamente.

-Justo ahora... se te da por hacer cosas vergonzosas... tonto -susurró.

Sentí cómo mi pecho se mojaba con sus lágrimas... Nunca había tenido a Taiga tan cerca, ni siquiera cuando la veía todo el tiempo.

-Voy a buscarte, te lo prometo -afirmé.

Ella sólo asintió, luego, mi mente se tornó blanca y un fuerte sonido me... ¿despertó?

-¡Rey! ¿Estás bien? -indagó preocupado una voz familiar.

-¿S-Shin...?

Me froté los ojos y pude reconocerlo pero... estaba sentado cerca del mismo lugar en el que sentí el dolor por primera vez.

-¿Querés que llame a una ambulancia? -preguntó sacando su celular del bolsillo.

-N-no... No hace falta, estoy bien -afirmé mientras me ponía de pie y miraba a mi alrededor.

-Me asustaste, viejo -sonrió.

-¿Shin, cuánto tiempo estuve inconsciente? -indagué confundido.

-Mmm... no tengo idea, deben haber sido unos cinco minutos, ¿por qué?

¿Cinco minutos? Imposible... Me toqué el pecho y... estaba húmedo.

-¡Te encontré! -exclamó alguien detrás de mí.

Giré rápidamente para ver de quién se trataba, aunque identifiqué su voz.

-¿¡Kuroko!? -dije sorprendido.

-Hm... Ni que hubieses visto un fantasma -rió. Luego se acercó a mi oído-. Sé que vas a buscar a Taiga. No te preocupes, no vas a hacerlo solo -susurró.

Después continuó caminando hacia adelante.

-¡Voy a llenar unos papeles al colegio! -dijo sonriente mientras seguía caminando.

Al parecer, esta no iba a ser la última vez que iba a verla.

-¿La conocés? -indagó Shin confundido.

-Algo así -sonreí.

No sé qué me esperaba más adelante como portador, pero había algo que sí sabía: estaba por emprender un viaje nuevo, que iba a ir más allá de lo que todos llamaban, sueños.

© 2016 KIRANARU. P. Argentina, 28046
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar