Robot y Yo Parte 3 

(Parte 2)

Capítulo 7: La primera cita


En el año 2018 se desató una terrible guerra entre Arabia Saudita y Estados Unidos, las bombas nucleares y el terrorismo aumentaron mucho, al igual que los problemas ambientales.

Con el pasar de los años, comenzaron a haber muchos problemas entre continentes, políticos y sociales. Debido a que se iban sumando grandes ataques terroristas se creó en Japón una nueva tecnología que a su vez, fracasó, robots que servían para atender como si fuese ama de casa, robots soldados y otros tipos de usos variados. Todo se vino abajo cuando uno de los experimentos se descontroló y asesinó a su dueño; lo mismo con los soldados, los robots realizaban ataques a los aliados y necesitaban de mucha batería. Pero el verdadero problema fue cuando lograron estudiar a los humanos y tomar decisiones por su cuenta, asesinándolos sin explicar los motivos. Se tomó la medida de apagarlos a todos, arrojarlos a un pozo e incinerarlos. El doctor, Alejandro Teser, había sido parte del proyecto "Taurus", era la marca de los robots; su hija perdió la vida en uno de los bombardeos y gran parte de su cuerpo fue dañado, por no decir completo. Utilizó su experiencia en robots, con la diferencia de que estaba aplicándole una programación que su abuelo le había enseñado antes de morir para crear a la muchachade forma extraordinaria, le colocó memorias de sucesos que su hija había pasado, aunque crearle ese sistema era realmente difícil, ya que buscaba que fuese único. Luego de meses de trabajo, logró crear un nuevo proyecto, que lo tituló con el nombre de su hija: Mei. Abrió sus ojos por primera vez con la intensión de servir a su padre, pero éste fue enseñándole cuales eran sus propósitos, siempre buscando la manera de que actuase como una niña normal, pero Mei insistía en obedecerle. Intentaba cambiar eso en su programación pero se le dificultaba, como si el programa que trajo de la empresa tuviese una súper clave de cambio o algo por el estilo, él no era el dueño, sólo ayudó a diseñar los robots y programarlos, pero nunca le enseñaron a cambiar nada. Lo intentó de muchas maneras, hasta hackeando el sistema, pero nada. Ni siquiera podía lograr que el robot durmiese para que se vea más humana, no lograba realizarlo pero si sabía que Mei era única, al menos eso quería pensar.

-Papá, sé que deseas seguir con esto... Pero no me gusta.

-¿Qué es lo que te molesta pequeña, Mei? -se sienta en la silla de su escritorio.

-Ese tema de las emociones... No las quiero.

-¿Qué? Ayer, cuando logré unir esos finos cables a tu cerebro, te veías muy feliz -responde sin comprender a qué se refería su hija.

-Lo sé... Pero a medida que metes información en mi sistema... Lo que aprendo o leo del mundo, no me gusta. Ayer, antes de eso que hiciste, no sentía nada.

El doctor suspira y se acerca a la camilla, donde se encontraba su hija, con algunos cables aún en la espalda.

-Escucha Mei, es difícil cargar con las emociones, pero es lo que te hará fuerte a futuro, ¿entiendes?

-¿Cómo puede algo que me hace sentir mal, fortalecerme?

-Eso no puedo explicártelo, debes descubrirlo por ti misma -le da unas palmaditas en la cabeza- Anda, sé buena niña y descansa.

-Yo no duermo... Y no soy una niña -se cruza de brazos y pone puchero.

-Bueno, señorita Mei, debe apagar su sistema para que su batería no falle mañana en las siguientes pruebas -se pone de pie, sacando una libreta para anotar las cifras que le mostraba el monitor que analizaba a su hija.

-Pero mi batería se llena en minutos, ni siquiera es una hora -se recuesta un poco molesta.

-Eso es porque eres especial, pero asegúrate de no salir fuera hasta que logre ajustarlo un poco más.

Ni siquiera Teser sabía la razón de la carga tan rápida que podía generarMei en la batería de su sistema, pero continuaba investigando todas esas anomalías que hacían única a su hija. Esa noche, el doctor encontró algo muy extraño mientras analizaba las nuevas muestras del gen "Milasaurio" que le habían enviado hace unos días, había tomado un color negro viscoso. Para analizarlo mejor, lo llevó a su microscopio, pero a los pocos segundos de dejarlo sobre el pequeño vidrio, comenzó a sentirse extraño. Le subió la temperatura y se mareaba mucho. Poco a poco su cuerpo se llenaba de ronchas moradas, no podía entender cómo en tan pocos minutos todo eso se había presentado, tuvo un mal presentimiento y se dirigió al monitor que conectaba con la información de su hija, siempre le había llamado la atención una aplicación de ícono rojo que se encontraba en uno de los archivos de Mei, siempre le dijeron que jamás tocara eso, porque podía dañar al robot completamente, pero algo no andaba bien, todo su cuerpo se sentía de esa manera, casi no podía pensar con claridad.

-¿Padre? -se escuchó detrás de él.

Teser se volteó y acercó todo sudado a su hija, sus ojos se veían algo desorbitados.

-Mei, debes alertar al gobierno sobre ese gen... -dice con un tono de voz tosco- Debes... ir pronto -pide tambaleándose- Algo malo... le sucede a mi cuerpo...

Los ojos del doctor comenzaron a tomar un rojo muy fuerte, se veía muy enfermo.

-Voy... a borrar tu memoria...

-P-pero, me dijiste que debía avisarle al gobierno -intenta razonar con él.

-¡No debes hacer eso! -colocó con brusquedad un cable en la espalda del robot.

Muchos recuerdos e imágenes que él había instalado en el robot comenzaron a desaparecer. Teser empezó a actuar aún más raro, pateó el monitor y rompió los cables, dejando sólo, retazos de recuerdos... Entre tanto escándalo, Mei no podía comprender lo que sucedía.

Ese mismo día, unos tipos de traje oscuro ingresaron y ataron al doctor a una ventana de la habitación, lo estudiaban de lejos. Al no comprender nada, Mei sólo se quedó acostada en la camilla, pero por más que se apagaba para recargar su batería, cada día le duraba menos, hasta que ya no respondió más. Cuando la policía encontró a Teser amarrado y expandió una epidemia, Mei fue dejada allí tras el escándalo. Esa ciudad fue bombardeada y el robot quedó debajo de muchos escombros, por suerte, con leves daños. Todo aquel que se acercaba a ella notaba de inmediato que era uno de esos antiguos robots fallidos, por lo que no se le daba importancia. Hasta que fue encontrada por una muchacha.

Mei estaba programada para obedecer a alguien, pero como robot, nunca imaginó que iba a comenzar a sentir extrañas emociones. Tras leer en internet que era imposible que algo como ella lo sintiese, se negó a contarle eso a su nueva ama, temía que se deshiciera de ella al pensar que podía tratarse de una falla en el sistema. Hana se había convertido en algo importante para el robot, quien ya no leía mucho en internet, ahora sólo se limitaba a llenar de preguntas a la chica con la que convivía, sentía que eran más lógicas que muchas cosas que podía leer en una computadora.

Me dolían los ojos, había llorado demasiado anoche, no recordaba la última vez que pude llorar de esa manera, me sentía muy bien, como si el llanto me hubiese relajado y despejado. Fui a la cocina mientras meditaba eso, quería asegurarme de que Mei estuviese bien; se encontraba preparando el desayuno.

-Me gusta mucho el aroma del desayuno por la mañana -me acerco a ella lentamente, pasando mi mano por la mesada de mármol, estaba un poco húmeda, parecía haber sido limpiada hace poco.

-Qué bueno -se voltea y me regala una sonrisa- Su desayuno estará listo en unos pocos minutos.

Ha... Allí estaba de nuevo, hablando como la sirvienta del hogar, bueno, en fin; estaba en su programación y sabía que estaba tratando de actuar normal, además ¿qué era normal en este momento de la vida? Si viene ese tema al caso, Mei era más normal que todo lo que me rodea.

-Hana ¿Yo puedo llorar? -coloca la taza con algunas galletas en la mesa de madera.

-N-no lo creo.

-¿Qué se siente?

-Bueno... Cuando se llora sientes como si estuvieses tirando algo que tu cuerpo necesita para estar más relajado... supongo, no sé cómo explicarlo realmente. Se puede llorar de felicidad también -tomo asiento y me llevo una mano a la nuca, la verdad nunca me había hecho esa pregunta que acababa de formularme, no era de llorar mucho.

-¿Cómo vomitar?

-Ah... No, para nada.

-Pero eso, ¿no ayuda a tirar algo que el cuerpo necesita para estar mejor?

-Si, Mei, pero son dos cosas diferentes. Vomitar es asqueroso -realizo un gesto de asco.

-Ya veo... Cuando usted vomitaba se veía realmente mal, no me gustaba -se sienta a mi lado.

Yo trataba de pensar en ponys mientras tomaba mi leche con galletas, no era agradable recordar mis noches de vómito en este momento.

-¿Quieres acompañarme a hacer las compras?

-Claro, si quiere, puedo ir yo.

-No Mei, quiero que vayamos ambas. Además, hay un lugar al que quiero llevarte -tomo el último sorbo de leche y estiro mis manos hacia arriba.

-Pero Hana, ¿no seré una molestia si me ven con usted? Usted dijo... -baja la mirada pero no continúa hablando.

-Tranquila, no serás una molestia. Me gusta que estés conmigo y me hagas compañía -acaricio su cabeza y luego voy por mi abrigo. Mei se quedó mirándome mientras me lo colocaba- ¿Sucede algo?

Tardó en reaccionar, pero luego de unos segundos se puso rápidamente de pie.

-N-nada, ¿dónde iremos? Hace tanto que no veo el exterior -se queda parada, como analizando el tiempo.

-Supuse que algo así había pasado, por lo que iremos a comer fuera, pasear -trato de explicar, esperaba que comprendiera pero se me quedaba mirando- Anda -suspiro acompañándolo con una sonrisa, estirando mi mano para que la tomara, pero sólo la miró, por lo que la bajé y decidí simplemente abrir la puerta para salir primero que ella, quería que lo hiciera Mei, pero seguro saldría con su pensamiento de que yo debía ir primero o que no lograra captar mi indirecta.

A Mei le llamaba la atención todo lo que podían ver sus ojos, literalmente, desde perros hasta los carteles de las sendas peatonales. Era pregunta tras pregunta, no me molestaba, todo lo contrario, me parecía lindo conocer otros aspectos de ella; no imaginé que podía ser tan curiosa. No conocía bien su pasado, pero no creo que haya visto mucho fuera de una casa.

Casi todos los almacenes y restoranes estaban cerrados debido a algunos ataques de depredadores por la zona, muchos se mudaban del pueblo. Al no encontrar un lugar para comer, ingresamos a un supermercado un tanto pobre de mercadería. Compré un poco de fiambre y pan para hacer sándwiches, iba a llevarme un jugo pero la cerveza pudo conmigo.

-¿Te molesta si comemos en aquella plaza? -le señalo, no había nadie. Me daba algo de nostalgia, cuando llegué a este pueblo, ese lugar solía estar repleto de niños.

-Claro pero, ¿qué es una plaza?

-De todas las cosas que has leído en internet, ¿no te topaste con la palabra "plaza"? -indago sorprendida.

-Sólo he buscado cosas que llamaban mi atención, aunque es similar a los parques.

-Bueno, parque, plaza, es parecido... -suspiro.

Mei tomó asiento en una de las banquetas del lugar y yo me coloqué a su lado, mientras sacaba la comida para prepararla.

-Es un ambiente muy diferente a las calles del pueblo -gira el rostro de un lado a otro, observando el lugar.

-Por supuesto. Hay mucha vegetación aquí y el aire que se respira es más limpio.

Mientras le hablaba, noté que se había quedado observando al único sauce que se encontraba en el lugar.

-¿Te gusta? -pregunto sin mirarla, sólo lo hice de reojo y continué haciendo los sándwiches.

-Si.

Miraba el árbol con bastante curiosidad, no sabía si estaba analizándolo o simplemente le había gustado mucho.

-Me pregunto cómo serían mis pensamiento si hubiese nacido como ese árbol -dice sin dejar de observarlo.

Sus palabras provocaron que el queso se me callera de las manos, ella lo notó y giró para ver qué había pasado.

-¿Se encuentra bien Hana?

-S-si... Me mareé un poco, es todo -creo que respondí algo cortante, sentí mi voz muy seria en esa respuesta.

-Tendría que haber traído agua también, la cerveza la mareará más.

Su rostro mostraba preocupación, por lo que giré el rostro para sonreírle, aunque fue un gesto rápido ya que luego me agaché para tomar el queso, noté que ella estaba por hacer eso.

-Estoy bien, enserio. No necesitas servirme aquí también -rayos, eso también lo hice sonar serio.

-No es por servirle Hana, sólo trato de ayudarla -baja la mirada.

Ahora la que estaba metiendo la pata era yo.

-Lo siento Mei... Es sólo que... Dijiste lo mismo que alguien a quien le tenía mucho aprecio y ya no está. Me tomó por sorpresa -intento explicar lo más calmada posible.

-¿Era alguien importante para ti?

Su pregunta había sonado extraña, tenía un toque más humano que las otras que había hecho antes.

-Sí, mucho. Pero fue la razón por la que caí en depresión, mi vida se vino abajo cuando la perdí.

Mei no respondió nada, sólo se quedó mirando el suelo.

-Lamento haberte traído hasta aquí, ni siquiera puedes comer lo mismo que yo -trato de cambiar de tema.

-No entiendo muy bien las emociones humanas, Hana. Pero he empezado a conocerlas y creo que he llegado a un punto en el que puedo entende-

-¡No! -alzo la voz y meto la comida a la bolsa- No puedes entender eso, nunca vas a poder entenderlo -me pongo de pie- Puedes intentar comprender los significados pero no te metas con la comprensión de algo así -frunzo el ceño.

Mei me miraba sin mucho cambio en su rostro, se veía seria y sólo se limitó a bajar la cabeza.

-Lo siento, no pretendía hacerla enojar. Yo... quiero volver a casa, debo limpiar.

El tono de su voz era triste, no podía creer que había vuelto a herirla... Definitivamente Ana tenía razón cuando me repetía que debía pensar dos veces antes de abrir la boca...

-Está bien...

Volvimos en silencio, Mei ya no preguntaba nada ni observaba las cosas, sólo caminaba con la mirada baja a mi lado.

-¿Hay... algo en internet que te haya llamado la atención? Ya sabes... algo que no haya visto aún -indago, tratando de romper la atmósfera que yo misma había ocasionado.

-Soy un robot Hana, no creo que soñar o tener metas sea parte de mi programación -responde seriamente.

-No necesitas ser humano para querer ver algo o desearlo.

-Si... Necesito ser humana para demasiadas cosas.

-Claro que no, puedes-

-¡Claro que sí! -dice en voz alta- ¡Si fuese humana yo...! -se lleva una mano a la frente, como conteniendo la bronca, lo noté en su mandíbula.

Me quedé parada a su lado, ¿Mei estaba enojada? ¿Frustrada? Su cuerpo temblaba un poco, podía tratarse de la bronca. Mientras la observaba me di cuenta de algo que realmente me hacía una hipócrita.

-Lo lamento Mei... -la atraigo hacia mí con delicadeza para abrazarla- Si fueses humana tomarías cerveza conmigo y no podrías ayudarme a controlarlo, capaz hasta te engordas -acaricio su cabello.

-Tal vez...

-¿Me perdonas?

Sus delgados brazos envolvieron mi cintura y asintió lentamente. Me gustaba sentir los sonidos que hacía su cuerpo por dentro, en especial ese cooler que se activaba por la cantidad de procesos que realizaba al mismo tiempo. Mei me gustaba... Me gusta, ¿pero cómo podía yo ayudarle a entender ese sentimiento? Con suerte podía sacarla a un parque para invitarla a comer sabiendo que no ingiere alimentos. Un suspiro bastante largo salió de mí al recordar eso.

-¿Está bien Hana?

-Sí, lamento también que el salir haya sido tonto... -me separo y camino hasta una banqueta vieja para sentarme.

-No diga eso... Me ha gustado salir, no imaginé que el mundo podía ser tan diferente visto desde fuera de la casa -se acerca un poco a mí y observa los alrededores.

-¿Un asco? Créeme, la casa es mejor...

-Vaya -se observa la mano.

-¿Pasa algo?

-Mire -la estira- Algo frío cayó recién.

-Oh -le sonrío- Es nieve -miro hacia arriba, podía notar cómo caían en pequeña cantidad. Había tan poca gente caminando entre la niebla sobre las calles y veredas de la ciudad casi en ruinas, que parecía una escena de Silent Hill. Mei era la que le daba color a todo esto- ha comenzado a nevar, estamos en temporada ya.

-He leído que la nieve es divertida y fría -se sienta a mi lado.

-Sobre todo fría, debo buscar en mi armario ropa de invierno para ti. No puedes ir con eso -observo lo que llevaba puesto.

-Me gusta -baja la mirada.

-Es muy viejo, lo usé al salir una vez. A mí no me van los vestidos, pero a ti te queda.

Era uno morado con una cinta roja en medio. No me gustaba usar vestidos en realidad, ese día sólo quería verme bonita... Pero no es lo mío, a Mei le sentaba muy lindo.

-No puedo darle mi opinión de si le queda bien a usted o no, no la he visto usarlo.

-Ya te dije, no me van los vestidos.

-Ya veo...

-Volvamos a casa, no quiero que tus circuitos se congelen -me pongo de pie sacudiendo la parte de atrás del pantalón.

-No soy así de frágil -infla un poco sus mejillas y da un pequeño salto para pararse y ponerse a mi lado.

Rodeé su cuello con uno de mis brazos para acercarla y acariciarle la cabeza, despeinándola.

-¡Oye! -intenta zafarse.

-Te oigo -le sonrío sin soltarla.

-¡N-no me refería a esa palabra! -dice un tanto enfadada, acomodándose el cabello.

-Jaja No te enojes pequeña robot, sólo bromeo -la suelto.

-No me enojo -se cruza de brazos mientras camina, luego levanta un poco la mirada hacia mí- Si despeinarme la hace reír así de bonito... no me enojaré.

Oh cielos, ¿Me había dicho eso? Quería besarla en este preciso momento, pero no iba a hacerlo aquí.

-G-gracias... -fue lo único que pude decir.

Tuve ganas de besarla durante todo el camino; cuando ingresé a la casa me saqué el abrigo bastante rápido mientras Mei cerraba la puerta, creo que terminó haciéndolo con su espalda cuando la coloqué contra esta para besarla. Podía sentir sus nervios, no sabía si me estaba volviendo loca, pero mi robot estaba nerviosa, sonrojada y desprendiendo calor.

Continuará.

Tuve ganas de besarla durante todo el camino; cuando ingresé a la casa me saqué el abrigo bastante rápido mientras Mei cerraba la puerta, creo que terminó haciéndolo con su espalda cuando la coloqué contra esta para besarla. Podía sentir sus nervios, no sabía si me estaba volviendo loca, pero mi robot estaba nerviosa, sonrojada y desprendiendo calor.

-Quiero... Verificar si tus programas están bien... -llevo ambos manos a su espalda para quitarle el lazo rojo.

-N-no es necesario... que me quite usted la ropa, no se moleste -dice nerviosa, intentando ayudarme.

-Eso era porque no deseaba verte de otra manera -llevo mi boca a su cuello para besarlo. No sabía cómo estaba construida Mei, pero el diseño era impresionante, su piel parecía real. Sabía que no lo era por el aroma; también podía sentir el mental detrás de esa capa. No me hacía desearla menos, sólo que... nunca me había detenido a analizar este tipo de cosas.

Con cada movimiento me daba cuenta de que estaba proponiéndole tener sexo a mi robot y ella capaz no era consciente de eso. No sabía si esto era correcto, pero la verdad... esa palabra, en este momento, no tenía valor alguno para mí. Mei había dado vuelta mi vida...

-¿Quiere... tener sexo conmigo, Hana?

Su pregunta me dejó inmóvil.

-¿S-sabes de eso? -la observo sorprendida.

-Puede... que haya leído... Creo que eso pasa cuando saltas de un link a otro en internet -afirma sonrojada.

-Creí haber leído que estaba dentro de tu programación. Ya sabes... el sexo.

-La verdad, opino que he estoy programada para muchas cosas, pero no las recuerdo.

-N-no entiendo...

No podía comprender, ¿acaso le habían borrado datos antes? Podía ser.

-Pero tengo noción de lo que es... -se sonroja más.

-Oye -la miro con picardía- ¿Has estado viendo porno o algo así?

-¡N-no! -lleva sus manos al rostro para cubrirse.

-Eso no me parece muy cierto.

-T-tal vez... vi algunas cosas... -susurra.

-¿Lo ves, Mei? -acaricio su cabeza- Eres única...

-No, hay otros robots Hana -quita lentamente sus manos.

-Me refiero a ti, tu forma de ver las cosas y expresarte. Además no me importa si hay otros robots con la misma programación, eres única para mí.

-¿Para... usted? -me observa detenidamente, podía notar cómo sus ojos tomaban ese brillo tan bonito que solía mostrar cuando algo le gustaba.

-Para mí -vuelvo a sonreírle- Y sólo para mí... -acerco mi rostro sin juntar nuestros labios. Quería verla.

-H-Hana... soy un robot, y mi programación acerca de cómo hacer esos servicios están desactualizados... No sabría cómo-

Sellé su voz con un beso más apasionado, fue más brusco por lo que ella reaccionó diferente. Había gemido, no era mi imaginación.

-¿Eso ha sido...?

-N-no sé de qué habla, Hana... No me siento bien, no puedo procesar todo esto. Se lo dije una vez -vuelve a taparse el rostro con sus manos.

-Mei... -no sabía si ponerme triste o feliz por lo que le hacía sentir, sólo intenté tomar sus manos con delicadeza, creo que mi brusco beso la había descolocado de sus momentos de analizar la situación- No busco que me des un servicio de sexo, ni que te de una sobre carga por lo que estás experimentando, sólo... tenía ganas de besarte durante todo el camino en lo que regresábamos -sentía mis mejillas un tanto calientes, no imaginé que admitir eso podía sonrojarme.

-Eso...

No continuó hablando, sólo se me quedó mirando.

-¿Todo bien?

-S-si... sólo que a veces... no sé expresarme como usted lo hace -baja la mirada. Se veía muy bonita intentando esconder el rostro con mis manos.

-Hey... Si hay algo que no entiendas puedes contar conmigo, sabes eso -beso su mejilla.

-P-pues... Creo que me parece muy bonito cuando usted dice cosas como esas... Hace que todo se vuelva un desorden en mis procesos pero se siente bien...

-¿Cosas como... el querer besarte?

-Si... O su tacto, su respiración... Su corazón -mira mi pecho.

-Oh... Entonces a ambas nos gustan los sonidos que realizan nuestros cuerpos -le guiño un ojo, quise parecer cool pero creo que fue tonto.

-Si -sonríe- Me gusta su cuerpo Hana -su mirada mostraba mucha inocencia, no sabía cómo interpretar eso, sólo me sonrojé y apoyé mi frente en su hombro.

-Rayos... Me ruborizas demasiado...

-L-lo siento Hana.

-¿Puedo... tocar tu cuerpo?

-C-claro...

Se suponía que Mei era un robot, no debía estar nerviosa. Cada día se me hacía más difícil verla como tal.

Comencé quitándole el lazo rojo para que su vestido se deslizara con más facilidad por su cuerpo, podía ver partes robóticas en ella como pequeños tornillos y líneas divisoras. Sus pechos también tenían cierta realidad, eran suaves, no muy grandes pero lo suficiente para distinguir que era una chica. Estaba oscuro, pero podía notar cómo un líquido bajaba por sus piernas, su cuerpo estaba tomando mucho calor y la respiración era un tanto agitada.

-N-no me siento... muy bien.

-¿Qué sucede? -indago preocupada. Me alejé para darle espacio claro, pero no parecía mejorar.

-Mi cuerpo... se siente muy raro...

Dio unos pequeños gemidos apagados y se arrodilló lentamente en el suelo, apretando su parte íntima con las manos.

-Hana... -susurraba entre pequeños gemidos.

No sabía qué hacer realmente, sólo me agaché para tratar de calmarla y verificar que todo esté bien pero ella no parecía mejorar.

-L-lo siento Mei, no sé cómo ayudarte, lamento hacerte sentir tan mal. Si tan sólo tuvieses un botón de reinicio -suspiro preocupada aún al verla así.

-N-no me siento mal... Sólo... estoy asustada.

-¿Por qué?

-Porque se siente bien...

-¿Q-qué?

Bueno, en parte me imaginaba algo así... Está gimiendo y no parecía de dolor.

-Hana... -comienza a apoyar su cuerpo en el suelo, quedando boca abajo con ambas manos en su zona íntima, de la cual aún salía ese líquido que comenzaba a gotear el suelo.

Era como si hubiese abierto algún tipo de programa erótico que estaba provocándole gemidos y que se tocara allí debajo. Podía ver cómo intentaba contenerse, volver en sí, cuando me pidió ayuda, realmente me sentí triste, posiblemente Mei estaba experimentando sensaciones de placer; siempre he desconocido de lo que puede hacer o cómo fue construida. Me acerqué a ella para ayudarla a que tomara asiento, apoyó su espalda en la puerta y dejó una de manos en la zona íntima; no era una vagina; lo poco que podía ver me recordó a mis muñecas de plástico que mamá solía comprarme, sólo que ella tenía una línea vertical un tanto abierta, por donde salía el líquido.

-Tranquila, estoy aquí. No te asustes. Dime qué sientes -acaricio su cabello.

-Es... extraño. El líquido frío que sale de allí hace que no pueda procesar nada... pero a su vez me encanta... ¿Qué debo hacer, Hana? -aprieta más la zona, por poco no metía sus dedos en la abertura.

-Yo tengo algo similar a lo tuyo allí debajo, cuando estoy excitada debo tocarme... -explico un tanto avergonzada.

-¿Debo... tocarme? -mueve un poco sus dedos.

-P-pienso que sí...

-Creo... que lo estoy haciendo mal, ya no siento muy bien como antes...

Se me vino un deseo a la cabeza que traté de controlar, pero no pude.

-¿Puedo... tocarte yo? -se veía muy bonita sin ropa. Su cabello reposando en su cuerpo la hacía ver tan... humana.

Mei se quedó observándome por unos cuantos segundos, sus mejillas comenzaron a tomar color y podía notar cómo se había estremecido. Ella sólo agachó la cabeza y asintió, bajé mi mano cuidadosamente hasta su parte íntima, la cual volvió a dejar salir líquido, no salía mucho pero estaba mojada.

Mi robot empezó a dar pequeños gemidos, moviéndose para quedar arrodillada mientras estiraba sus brazos para envolver mi cuello; cielos... su aroma me encantaba. Cualquiera que supiese que el olor a su metal y el material con el cual fue creado, estaban excitándome, juraría que me metería en un psiquiátrico. Mei había quedado arrodillada pero con su cola levantada, eso facilitaba que mi mano tocase su parte íntima; debo seguir recalcando que la caída de su cabello la hacía ver más hermosa, y más cuando se apoyaba en su espalda. Tenía ganas de meter mi dedo pero temía romper algo dentro de ella, se sentía muy suave esta zona.

-H-Hana... Se lo pido... Tóqueme como usted lo hace consigo misma... Sentir sus dedos allí está provocando algo muy... extraño en mí. Puedo sentirlo en cada circuito, hasta en mi boca -explica un tanto agitada.

Rayos... tuve que apretar mi piernas, estaba mojándome... ¿No podía poner como excusa que podía tratarse de que el cuerpo humano, como algo natural, necesita de momentos así? Creo que no.

Comencé a meter mi dedo dentro, poco a poco, ella empezó a gemir instantáneamente, abrazándome con más fuerza. Estaba matándome, las cosas que decía entre gemidos estaban dejando mi mente en blanco. Llevé mi otra mano a su espalda para recostarla sobre el suelo y así quedar sobre ella, quien no parecía querer sacar sus brazos de mi cuello. Hacía mucho tiempo que no besaba a alguien, pero parecía agradarle los que estaba aplicando en su cuello. Ninguna decía nada, más que aquellos sonidos que se escapaban con la respiración acelerada, sobre todo Mei, gemía bastante alto.

No podía describir muy bien su interior, no era como la vagina de una mujer, era muy suave y fría, podía sentir que el líquido salía de lo que vendría a ser el útero de una chica.

-¡Hana, más dentro, por favor! -pide entre gemidos.

Metía mi dedo y lo sacaba para masturbarla de manera natural, pero noté que le gustaba cuando golpeaba bien dentro con la yema de mi dedo, por lo que probé dejarlo dentro y moverlo, haciendo presión hacia arriba ¿Alguna vez han escuchado el sonido de una computadora cuando tiene la ventilación sucia? ¿Ese por el cual nos preocupamos y sabemos que hay que limpiar? Eso, sus gemidos ahogados y acompañados de un chorro de líquido que salió por su parte íntima, parecía ser su orgasmo. Me apretaba ambos brazos con sus manos mientras se corría, literalmente. Estaba saliendo mucho líquido de allí abajo. Era frío y tenía un vapor similar a ese que sale del congelador.

No dije nada, me quedé observándola de frente, sin sentarme sobre ella, intentando estar arrodillada el mayor tiempo posible a pesar de que esto me había excitado muchísimo. Mei llevó uno de sus brazos y lo acomodó para taparse el rostro mientras recuperaba el aliento. Estuvimos así varios minutos.

-¿Estás bien?

Necesitaba saberlo, estaba preocupada de haberla dañado o algo similar. Aunque no dejaba de rondar por mi cabeza la misma pregunta después de todo esto ¿Qué era realmente Mei?

-Estoy... bien -avisa casi en susurros- Lo lamento Hana... He ensuciado todo el piso...

-Tranquila -sonrío, acomodando un mechón de cabello que tapaba su rostro- Si te has sentido bien, eso me pone feliz.

Poco a poco, comenzó a dejar que vea su rostro, estaba sonrojada aún y algo mojada, al igual que yo, con pequeñas gotas de agua que produjo el vapor que había salido. Aunque mis gotas no sólo se debían a eso, sino también por todo lo ocurrido.

-Eso... me tranquiliza. Tenía miedo de avanzar...

-No entiendo, ¿te refieres a decirme lo que sentías?

-Hace unos días... comencé a sentir eso en mi parte baja... esa sensación de querer tocarme, pero no era tan grande, sólo cuando usted decía cosas tan bonitas... Cuando me besó por primera vez se volvió más fuerte... y ahora no pude contener nada...

Su voz salía quebrada, parecía alguien que estaba a punto de llorar, tenía los ojos cristalinos pero no salían lágrimas.

-Mei... No tenías que esconder eso...

-Tenía miedo Hana... Ya no sabía dónde buscar... En internet ningún tipo de robot siente este tipo de cosas... Tenía mucho miedo de que pensara que tenía fallas...

-¿Tenías miedo de que te deje por ser diferente a los otros robots?

-No sabía cocinar... Ni limpiar... No podía hacer casi ninguna tarea doméstica... Se suponía que había sido creada para eso... ¿Por qué soy tan diferente?

-¿Te molesta ser diferente?

-No es... eso...

Mei no quería ser desechada... No iba a preguntarle eso, podía verlo a través de sus palabras. Yo tampoco entendía el por qué Mei era tan diferente a los otros robots; sabía que había una generación donde lograron crear robots con una programación avanzada, pero ella...

-No debes tener miedo, Mei... Te prometí que nunca te dejaría sola, ¿no lo recuerdas?

Asiente, tapando su rostro nuevamente.

-Entonces no te sientas mal por ser diferente, es lo que más me gusta de ti -beso su frente.

Cuando volvió a asentir, vi que una lágrima se derramó por su mejilla izquierda; asombrada, levanté su brazo para mirarla a los ojos y sólo estaban cristalinos; toqué la zona por donde había visto el derrame pero nada... Estaba seco, podía jurar que había visto caerle una lágrima.

-¿Hana? -me mira preocupada.

-E-estoy bien, sólo quería verificar que estuvieses bien.

Mei volvió a envolverme con sus brazos y me atrajo a ella para acariciar mi cabeza. Me recordó a aquella vez que volví del sector al que me habían mandado, su tacto era igual a aquel momento, dulce y verdadero. Estuvimos así unos cuantos minutos, luego entré a bañarme mientras ella se limpiaba; después fregamos el suelo y al terminar nos recostamos en mi cama.

-¿No volverá a la base militar Hana? -se voltea a verme.

-Mmh... No lo creo... Después de lo que vi no quiero ser parte de eso.

-¿Y por qué no le dice a sus vecinos lo que están haciendo?

-No van a creerme... Me tienen aprecio pero creen más en el gobierno y los militares.

-¿Está segura?

-Mei... -me volteo para observarla también- No todas las personas opinan así, pero la mayoría se aferra a lo que piensan que es correcto o que los mantendrá a salvo. Siempre ha sido así.

-¿Cómo qué?

-Pues, varias cosas. Gobierno, religiones, sectas, soldados; hay demasiadas... Nos aferramos a lo primero que desde pequeños nos enseñan que es correcto o que ayudará pero en los peores momentos lo único que puede salvarte es la suerte o tu espíritu de lucha.

-¿A qué se aferra usted Hana?

Su pregunta me dejó en blanco.

-Yo... No quiero aferrarme a nada -bajo la mirada.

Al parecer se dio cuenta que la pregunta me había molestado por lo que dijo luego.

-¿Es malo aferrarse a algo?

-N-no lo sé... Pero comprendí que no necesito aferrarme a nada, trae problemas. Tú tampoco debes aferrarte a nada. No dejes que eso pase...

Me había aferrado siempre a las personas, era una mala costumbre que decidí abandonar cuando Ana murió. Estar de esa manera... te destruye.

-¿Usted se enfermó por aferrarse a la persona que murió?

No respondí a eso.

-Lo siento, Hana. Tengo entendido que la muerte en las personas es similar a cuando un robot se apaga.

-No es lo mismo. A un robot puedes repararlo, volverlo a encender. Cuando una persona muere nunca vuelve a prender...

Mei me miraba fijamente, siempre hacía esa expresión de angustia cuando le explicaba algo que ella había asimilado mal. Me giré para quedar boca arriba y suspirar, llevando una mano al rostro y tapar mis ojos.

-¿Qué sucede cuando mueren?

-No tengo idea... Dicen que hay otra vida mejor que ésta luego de la muerte, claro que... dependiendo de cómo has sido... Ya sabes, malo, bueno; no soy muy creyente de los santos y demás, pero si tengo la sensación de que hay algo más después de esta vida.

-Entonces, ¿si yo muero podré estar a su lado?

Giré el rostro para mirarla, ¿cómo iba a responderle eso...?

-Yo... no lo sé...

-¿Es porque los robots no mueren?

-P-pues... No sé cómo responderte a eso Mei...

-No se preocupe, al menos podrá encontrarse con la persona que perdió, eso es bueno -sonríe.

No pude decirle nada, sólo giré la cabeza hacia un costado y asentí. Mei se había convertido en alguien importante para mí, había cosas que desconocía y hablaba de no aferrarme a nada nunca más, pero realmente me estaba apegando a ella ¿Cómo podía decirle ese tipo de cosas a ella siendo que yo no soy capaz de superar o hacer lo que me propongo? Soy una grandísima idiota...

-No debes ser como yo, Mei... Puedo enseñarte lo que no entiendes, pero yo no soy la gran cosa, ¿entiendes?

Mi robot se quedó mirándome por unos cuantos segundos, iba a preguntarle si estaba bien pero respondió.

-Sé que no es suficiente, pero para mí, usted es mucho. No me molesta que no se aferre a mí, sé que la daña, pero yo si estoy aferrada a usted.

-Eso pasa porque he sido la única que te ha abierto su corazón, sientes que puedes ser feliz a mi lado, pero cuando te deje, no vas a poder contigo misma...

-Pero... Usted me prometió que nunca me abandonaría.

-Rayos Mei... Es demasiado difícil hablar contigo -me paro de la cama y me dirijo a la cocina para ponerme un abrigo, pude sentir los pasos de Mei detrás de mí- Voy a salir un rato.

-¿Quiere-?

-No. Iré sola -abro la puerta y salgo.

Me maldecía por mi carácter, pero mi cabeza en este momento era un desastre. Había tenido relaciones con un robot y estaba enamorada de uno. Ella y yo somos totalmente diferentes, nunca podríamos compartir las mismas emociones; ella... puede dar más de lo que yo puedo. Pateaba cada piedra que me encontraba en el camino y luego un poste de luz.

Yo no era así antes... Me había vuelto insoportable y todo me afectaba. Antes tenía mucha paciencia... Realmente me desconocía ¿Qué había pasado conmigo? Creo que eso también me alteraba, sentir que ya no era la misma. Apoyé mi espalda en el poste y suspiré. Yo también tenía miedos... Pero no quería compartirlos con Mei, supongo que eso estaba envenenándome por dentro... Estaba aparentando ser la chica fuerte, me sentía patética... Desde pequeña siempre intentaba guardar todos mis temores, si padecía o sucedía algo malo, no lo comentaba. Mis padres se separaron cuando era muy joven y sentía que mis problemas eran sólo míos... Mi padre desapareció a los dos años de separarse con mi madre, sabía que estaba teniendo otra vida aparte, pero nunca me gustó que se alejara de esa manera... Mi madre era muy callada y se enojaba mucho, Ana fue la primera persona con la que pude hablar... Pero tampoco le contaba si me sentía mal, eso no le gustaba...

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no noté que la nieve estaba cayendo en más cantidad. Ni siquiera cuánto tiempo llevaba aquí. Estaba muy nublado y lo único que pude visualizar a lo lejos fueron los iluminados y celestes ojos de Mei. Me fui acercando a ella lentamente, tenía el ceño fruncido. Vaya... eso me tomó por sorpresa.

-Mei... Yo-

Interrumpió colocando su dedo índice en mi boca y sacó un papel de su bolsillo, estaba algo arrugado.

-P-primero, si vamos a convivir juntas, le agradecería... -se queda mirando el papel y tose un poco, como intentando corregir su voz- T-te agradecería que tomes en cuenta mis sentimientos aunque no los tengo como... t-tú -pronuncia la última palabra con esfuerzo, alargando la "u"- Yo también tengo derecho a sentirme mal, por lo que sería bueno que cambies esa manera tan... t-tonta de irte -pasaban unas delgadas líneas por sus ojos, como si escaneara lo que leía- Segundo, no me gusta que cargue... que cargues con todas las situaciones tú sola, quiero... que confíes en mí -su ceño ya no estaba fruncido, llevaba un rostro más bien serio, aunque podía notar algo de angustia- Yo también me siento mal cuando... te vas así, porque no logro procesar qué hice mal y eso provoca mucho dolor en mi programación -vuelven a pasar las líneas por sus ojos- Y-yo no puedo sentir como las personas, pero puedo llamarle dolor a mi manera, sigue siendo algo que me pone mal.

-M-Mei...

-E-espere por favor -pide sin dejar su seriedad- Tercero y último, le pido... te pido que me respondas la siguiente pregunta con su mano... -corta la oración y toma mi mano derecha, colocándola en mi pecho- en el corazón -se queda mirándome.

-C-claro...

-Hana, no soy humana y tengo poco de haber despertado. He leído mucho en internet mientras usted descansaba, he leído mucho muchísimo -resalta la última palabra levantando ambos brazos- Los robots no pueden amar, pero yo soy diferente y debo aceptarlo. Y-yo... la amo mucho Hana -se sonroja y sus ojos se tornan cristalinos- ¿Usted...? L-lo siento -se lleva una mano a la frente, parecía nerviosa, le temblaba un poco. Me mira fijamente otra vez- ¿Me amas?

¿Alguna vez les ha ocurrido que están tratando de procesar algo nuevo al mismo tiempo y cuando llegan al final su mente queda como esto? "lkasjdlaksjdlaskdjalksjadlskdjalk" Bueno, así me sentía en este momento. Pero si me sentía bastante frágil.

-Si Mei, si te amo -tardé mucho en darme cuenta que varias lágrimas estaban cayendo por mis mejillas.

-H-Hana -me observa preocupada y lleva una de sus manos para limpiar algunas gotas.

Me acerqué de golpe y la abracé con fuerza, no tenía ganas de indagar nada ni mucho menos pensar, sólo quería tenerla entre mis brazos y sobre todo, cambiar por ella.

-Te amo Mei -susurro sollozando.

Continuará.

© 2016 KIRANARU. P. Argentina, 28046
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar