Plaga de invierno (Yuri) Parte 4 Parte 3


Capítulo 11 - Refugio

La batalla contra los infestados fue bastante complicada, pero la ayuda aérea que aportó Mikeila y el aguante que Aoi podía otorgarle al equipo, hizo que fuese soportable. Los ataques rápidos de Kyouko y Benji brindaban mucho apoyo, sumado a las curaciones y escudos por parte de Hi; todos en conjunto hicieron que el enfrentamiento terminara sin ninguna baja. Max estaba asombrada al ver tal trabajo en equipo, era la primera vez que presenciaba una batalla así.

Una vez que todo terminó, la muchacha de ojos oscuros, se quedó mirando a Aoi, era el lobo más grande y fornido de todos; llevaba unas runas en el cuerpo y la cabeza. Recordaba las veces que le salvó la vida antes y temía un poco, no recordar cómo fue su infancia con él... o ella. Kyouko, parecía un zorro con esos colores tan marcados y tanto pelo encima, en especial la cola. No pudo negar que era la más bella. Hi tenía esa fachada de mago protector y Mikeila se veía majestuosa en cualquier lugar que se posicionara. Benji... qué podía pensar la pelinegro de ese flacucho y enano compañero que había ayudado por tanto tiempo a Mimi, era...

-Definitivamente no sabría cómo catalogarlo... -susurró mientras se ponía de pie.

Todos volvieron a su forma "mitad humana" y se acercaron a ella, no sabían cómo era en batalla y temían que algún infestado le hubiese arrancado alguna extremidad. Mikeila se había separado de todos hace rato, siguiendo la orden de seguir el rastro de Tsuki.

-¿Estás bien? -pregunta Kyouko. Intentó inspeccionarla pero se contuvo al recordar que Max había perdido sus memorias pasadas.

-Estoy bien... -responde la muchacha, mirándola de reojo.

-Debemos seguir el rastro de Mikeila, ¿algún herido? -indaga el supuesto mago del equipo.

-Dabas un poco más de miedo antes -dice Max, mirando a Benji.

El muchacho sólo se cruzó de brazos y giró el rostro.

-Hi le otorgó una forma diferente para pasar desapercibido en el sector. Le llevó muchos días hacer ese conjuro -explicó Aoi.

-Exacto, deberías valorar lo que hemos hecho por ti en vez de quejarte por cada cosita que pasa por tu diminuta cabeza -agrega Benji.

-No voy a discutir sobre tamaños contigo, pequeño roedor -responde la pelinegro, frunciendo el ceño.

Benji quiso salta sobre ella y morderle la cara pero fue sujetado por Hi.

-Hey, tranquilo. No hay tiempo para pequeñas riñas.

-¡Ya dejen de decir esa palabra! -patalea el de menor estatura en los brazos del otro.

Aoi intentó contenerse pero se le escapó una pequeña risa entre la conversación.

-Aoi... -la regaña Kyouko, dándole un pequeño empujón.

-Ah, sí -compone su seriedad- Iremos en mi lomo hasta el refugio. Si se marean, traten de apuntar hacia otro lado. No hay paradas, ¿entendido?

Max sólo se quedó mirándola mientras los demás asentían. El líder volvió a transformarse hasta que todos subieron para comenzar a correr, trepando grandes árboles, subiendo montañas y tirándose desde alturas bastante peligrosas.

¿Era el líder sólo por su tamaño? Max no lograba entender cómo alguien así podía manejar a todo un grupo de criaturas mágicas. No parecía tomarse enserio su puesto.

Al llegar, se esperaba algo más parecido a una fortaleza, con muros y cámaras. Pero sólo estaban en medio de un gigantesco bosque lleno de carpas, carretas y una enorme caja de madera. Parecía que tenían animales pero no pudo distinguir de qué tipo, sólo unos cuantos caballos.

Ya había anochecido, todo estaba en silencio. De lejos logró ver a la dragona haciendo señas desde una carpa grande y de color blanco.La pelinegro fue la primera en correr hacia allá pero Mikeila la detuvo.

-¿Qué haces? Hazte a un lado -le frunce el ceño.

-Necesita descansar. Eres demasiado escandalosa para que ingreses -le remarca con la misma mirada.

-¿¡De qué demonios hablas!? -alza la voz.

-Déjala que pase Mikeila... No las hemos traído hasta acá para separarlas -avisa Kyouko.

La dragona de ojos zafiro se movió de su lugar, para luego cruzar los brazos seriamente. Cuando la loba ingresó, vio a Mimi con varios sueros, cables y una extraña máscara en la boca. No sabía mucho de eso por lo que se alteró rápidamente, acercándose un tanto violenta a Tsuki, quien se encontraba cerca de una computadora.

-¿¡Qué le están haciendo!? ¡Quítale todo eso! -la toma de la bata y la levanta.

Mikeila ingresó muy molesta y no con buenas intenciones, pero Kyouko la detuvo y se acercó a Max.

-No estamos haciéndole nada malo. Debes tranquilizarte -le avisa.

-¡Están estudiándola porque es humana! ¡Mira todos esos... cables y cosas que le han puesto! -vuelve a levantar la voz, empujando a la loba de bata blanca.

Inmediatamente, Tsuki le hizo señas a Mikeila de que todo estaba bien, que se quedara en su lugar; mientras Kyouko intentó sujetar el brazo de Max pero también reaccionó mal a ello.

-Estás alterada por todo lo que ha ocurrido. Los cables son sueros que contienen medicamento para el dolor y vitaminas. Lo que lleva en el rostro es oxígeno, su presión bajó demasiado mientras volaba en mi lomo -le explica Tsuki, la loba de cabello castaño. Intentando agachar levemente el cuerpo y llevando sus manos hacia delante, para tratar de calmarla.

Max giró el rostro para ver nuevamente a Mimi, no entendía casi nada de eso. Siempre que veía camillas y cosas de ese estilo el traía malos recuerdos. Los únicos que tenía de por sí.

-¿Tienes a alguien más que quiera ayudarte? -ingresa Aoi un tanto seria.

La loba se giró para verla con mala cara.

-Responde. Porque si tienes a alguien más que desee ayudarte puedes tomar a tu pareja e irte de aquí.

-Aoi... -se acerca Kyoko a ella para jalarle un poco la ropa, pero la líder parecía no ceder a cambiar el tono de su voz.

-Estamos brindándote ayuda desde el momento que te encontramos. Todos aquí tenemos nuestros problemas. Graves problemas. Nos cuesta conseguir comida y recursos para curar a los heridos que son atacados en otras villas o pueblos. Sólo tenemos dos curadores y no tienen energía infinita para curar heridas letales y más si son internas. Lamentablemente hay muchos como tú, sufriendo en el exterior. Son parte de nosotros y no podemos brindarles mucho porque estaríamos muy escasos de recursos -se acerca más a Max sin cambiar su seriedad al hablar, pero tratando de cambiar su mirada- Pero tú eres nuestra hija. Hicimos y seguimos haciendo hasta lo imposible para que sigas con vida... ¿No tienes recuerdos? Bien. Lo aceptamos. ¿Quieres seguir hiriendo a tu madre, empujándola y gritándole? Lo va a aceptar, porque ella es así... Pero tú también intenta cooperar así como nosotros lidiamos con nuestros problemas. Tú no recuerdas nada... pero nosotros sí... y eso también es un problema si te comportas de esa manera... -frunce el ceño y pasado unos segundos, se gira y retira de la carpa.

Todo quedó en silencio. Mikeila dio un suspiro y volvió a su puesto: cuidar la entrada del refugio junto con Hi. Tsuki se arregló un poco la ropa sin levantar la mirada y Kyouko... no sabía qué decirle, simplemente movió sus labios en signo de querer aportar algo, pero nada salió. Max apretó la mandíbula y los puños, tenía una mezcla extraña en el pecho. Amargura, bronca y unas cuantas cosas más que prefería guardar en lo más profundo de su mente. Miró de reojo a Kyouko y luego de unos segundos, giró el rostro hacia Tsuki.

-¿Mimi... está muy grave? -indaga, intentando arreglar su voz y pensamientos.

-Tiene una desnutrición muy marcada. Falta de vitaminas y varias cosas que necesita si quiere llevar bien su embarazo... -responde la loba de ojos verdes- Pero no te preocupes, va a estar bien. Voy a estabilizar sus defensas y si despierta te avisaré -intenta sonreírle pero se reservó esa sonrisa y giró el rostro para continuar escribiendo en la computadora.

Max sólo asiente y se gira para salir del lugar, volviendo a mirar de reojo a quien se suponía era su madre. Kyouko la observaba de la misma manera pero no le dijo nada. Al salir, todo estaba en silencio. Le asustaba bastante ese silencio. Pudo ver de lejos a Mikeila, apoyada en un árbol, hablando con Hi. Lo único que iluminaba el lugar eran unas antorchas que alumbraban con suavidad las demás carpas. Caminó por el lugar, intentando buscar donde tomar asiento y el ruido del agua llamó su atención. Parecía que había un río cerca de allí. Estaba en lo cierto, saliendo un poco del sendero que conducía al refugio, se hallaba un río de agua clara, aunque no esperaba que sus ojos se toparan con alguien sentado de espaldas en una enorme roca, del otro lado del agua. Se trataba de Aoi, no parecía estar viendo ni el cielo, ni mucho menos el río. No sabía hacia dónde pero se notaba que estaba en una posición un tanto de amargura. Se quedó unos minutos detrás de un árbol, observándola. Quería acercarse pero no contaba con el valor necesario después de todo lo que había escuchado de su parte. De igual forma, podía hablarle de lo que no recordaba pero cuando se decidió por acercarse. Tuvo que esconderse detrás del árbol nuevamente al ver cómo Kyouko se acercaba al líder, subiéndose a la roca y apoyando su cabeza en el brazo de la misma. De vez en cuando la levantaba y giraba para ver a la "chica" de cabello morado a la cara, movía su boca. Seguramente hablaban de lo ocurrido.

En parte, Max sentía culpa. Aoi tenía razón, no podía siempre poner de escusa que no recordara las cosas para alejarse de todo. Ya había dañado a alguien al hacer eso y no quería que personas como los que había acudido a ayudarle pasaran por el mismo dolor. Pero por otro lado, estaba enojada. Siempre sentía que su carácter los arruinaba todo... Se dejó caer sobre el pasto nevado y apoyó la cabeza en el tronco. Cerró los ojos y a los pocos minutos, una voz que reconocía muy bien la hizo dar un buen salto.

-No es bueno que duermas aquí.

Se trataba de Aoi, en qué momento llegó o supo de ella, no podía responder a eso.

-N-no iba a dormir... -se pone de pie, para luego, sacudirse la ropa- Estaba... pensando, sólo eso.

-Ya veo...

Max no podía saber si la otra estaba mirándola, ya que había girado su rostro. Aunque el escalofrío que le recorría por todo el cuerpo, parecía dar con una simple respuesta.

-Puedes ir a pensar en mi carpa si quieres. Bueno, no es sólo mía. Ya sabes... -mueve un poco sus manos.

-P-puedo darme una idea -la mira de reojo. Aoi estaba sonriendo, con algo de amargura, pero no tenía el mismo rostro de antes- Si no te molesta...

-Claro que no. Ven -se gira y le hace señas para que la siga.

Max pensó que la carpa iba a ser grande y diferente al de las otras, pero tenían casi el mismo tamaño. Ingresó y el ambiente era agradable. Había un aroma particular, una caja que parecía tener sus pertenencias y montón de trapos sobre el suelo de tela.

-El olor a jazmín es debido a Kyouko, le gusta cortar algunas flores mientras viajamos buscando nuevo lugar para asentarnos y cuando se secan también dejan un aroma que queda en toda la carpa -deja salir una leve risa- Lo siento, a veces recuerdos cosas de ella que me ocasionan ternura -toma asiento sobre las frazadas- Ven -le hace señas.

Max toma asiento sin decir nada, giraba la cabeza de vez en cuando para seguir mirando el lugar, que si bien era pequeño, tenía varios objetos un poco raros para ellos, sobre todo algunos juguetes.

-Lo de los juguetes me pongo que es algo tuyo -dice la pelinegro, sin mirarla.

Aoi colocó una pequeña sonrisa y levantó la mano, junto con el dedo índice, como queriendo aclarar algo.

-De hecho... Eran tuyos -responde sin mirarla.

Max se quedó en silencio un momento y un pequeño nudo se formó en su estómago.

-Oh... Tiene... sentido -fuerza una pequeña risa.

Hubo un corto silencio hasta que Aoi volvió a hablar.

-No somos el tipo de individuos que quieren aprovechar una felicidad u oportunidad que suele brindarse en el momento. Debo decirte algo...

Su voz sonaba un tanto baja. Como si se estuviese forzando a decir algo que no quería.

-Si no quieres decirlo. Simplemente no lo digas.

-Es... complicado de decir más que el hecho de no querer hacerlo... -se lleva una mano a la nuca y suspira- Cuando conocí a Kyouko, fue en un lugar muy desagradable. Yo era hija de un líder que comandaba a un grupo que experimentaba con lobos para usarlos como distracción. Algo así... como un circo. La gente iba y veía criaturas extrañas haciendo cosas espectaculares. Eran entrenados para ser eso... sólo distracción. Un medio para ganar dinero.

Max traga saliva y gira un poco el rostro para mirarla.

-Kyouko era utilizada para tener bebés por medio de inseminación artificial. Le metían semen de cualquier tipo de criatura que capturaban con la intención de crear nuevas especies, pero no tenían éxito, hasta que eso se convirtió en algo menos imposible. Kyouko quedó embarazada de tres cachorros, dos fallecieron pero una hembra sobrevivió. La separaron de su madre claro... Querían sacarle su potencial y su extraña transformación. La azotaban y le hicieron cosas terribles desde pequeña -suspira y toma aire, sujetando un trozo de frazada- Cuando me le revelé a mi padre, liberé a Kyouko junto a otra loba que le hizo compañía y en esa distracción; su hija se escapó. Pasaron los años y mi padre quería que me volviese una cazadora recta y directa de hombres lobo. Se me impuso una misión, matar a uno para volverme cazadora. En esos tiempos yo estaba muy perdida en lo que quería, pero estaba segura que no deseaba ser cazadora después de ver lo que les hacían. En mi búsqueda, me topé con una pequeña loba llamada Yuki -coloca una pequeña sonrisa- Muy agradable y tímida. A los días de estar con ella, la vida parecía estar de nuestro lado ya que Kyouko logró dar con Yuki, me enteré que se trataba de su hija desaparecida... Por desgracias y mierdas de mi padre... La pareja de Kyouko y su hija, fueron asesinadas... No pude hacer nada... Era una humana que pensó que podía pertenecer a una familia de lobas. Pero todo se vino abajo... Pude salvar a Kyouko pero tuvo un completo año de depresión. En ese año me encontré con dos espíritus, los cuales me otorgaron el poder unir mi alma con la de ellos y así volverme una loba. Mientras más tiempo estuviesen dentro de mí, más loba me hacía. Dejé de ser humana al año de estar unida a ellos y se me otorgó un gran poder. Fui entrenada por un líder Alfa de una manada en la cual se encontraban Mikeila, Tsuki y Hi. Al medio año de estar allí, un sector desconocido dio con nosotros. Se trataba de vampiros... Peligrosos y audaces... Querían asesinarme y llevarse a todas las hembras. Mataron al Alfa y tuve que escapar con los sobrevivientes. De alguna manera yo y Kyouko logramos formar otra fortaleza, no muy grande... pero la pudimos formar con la ayuda de los sobrevivientes -baja la mirada- Con el pasar del tiempo... Kyouko y yo formamos un vínculo especial... Nos enamoramos y decidimos casarnos... Ella quedó estéril por la cantidad de tiempo que estuvieron metiéndole... vaya a saber qué cosa... -frunce el ceño y se pone de pie lentamente, mientras camina hacia una de las cajas, moviendo un poco el recipiente donde se encontraba una de las velas que iluminaban el lugar- Muchas hembras quedaron estériles no sólo por esos experimentos sino por la radiación y la contaminación del ambiente. Pero un día... Kyouko corrió hasta mí con una enorme sonrisa y un aroma fuerte que desprendía hizo que retrocediera unos pasos hacia atrás. No era algo molesto pero provocó en mí... extrañas y nuevas sensaciones. Estaba en celo... Ninguna de las dos podía creerlo... Sabía que podía ser una oportunidad que la alegraría mucho, tener una familia... Ya sabes... unos cuántos cachorros... -se quedó un momento en silencio y luego trató de volver a hablar- Pero nada de eso fue posible... Quedó embarazada de dos pequeños y ambos murieron al nacer...

Max pensó que la historia iba a ser diferente desde ese entonces, pero parece que no. Trataba de decir algo, el rostro de Aoi se veía bastante triste. Fingía una pequeña sonría pero se notaba el esfuerzo que hacía mientras narraba las cosas.

-Supuestamente... El Alfa anterior a mí me dijo que yo poseía algo de lo que debía estar agradecida, y eso era el que en mi interior se encontraban las almas de dos lobos que habían sido reliquias en su tiempo. Lobos poderosos con el espíritu de dioses antiguos... -ríe un tanto con ironía- Que mis hijos iban a nacer con la misma fortaleza... que estaba destinada a brindarle mi fuerza a un sucesor. Uno de mis hijos iba a tener el mismo espíritu que me fortalece a mí... Pero al parecer, ninguno lo obtuvo. Kyouko... me culpó por eso... que confiaba en que uno de sus hijos iba a heredar mi espíritu, etc, etc...

-Eso suena... un tanto injusto...

-Un poco... Yo también estaba dolida... Esa pérdida nos separó a ambas ¿Cómo podría explicarlo...? Ese tipo de cosas... pasan -suspira, apoyando la cintura en la otra caja- Estuvimos alejada una de la otra por unas cuantas semanas... Hasta que un día Tsuki vino a mi despacho toda preocupada y me dijo que Kyouko había intentado suicidarse... -golpea la caja con su dedo índice de forma nerviosa- Fui a verla y ya estaban haciéndole un lavaje de estómago, estaba llena de tubos y sueros... Lloraba y se movía de un lado a otro. Se había tomado un frasco de pastillas que solían controlar su depresión. Tsuki tuvo que anestesiarla... Me quedé con ella y no podía dejar de llorar al verla allí... Toda delgada, con ojeras y rasguños por todo el cuerpo. Cuando despertó, lo primero que hizo es verme y largarse a llorar, me tomó de la mano mientras me pedía perdón una y otra vez... No pude evitar hacer lo mismo... -se lleva una mano a los ojos para limpiar unas pequeñas lágrimas que habían intentado escaparse- Luego de eso, volvimos a estar juntas. Nuestro amor se hizo más fuerte y dos semanas después de su recuperación, tenía que ir con Mikeila a verificar qué había pasado en un pueblo que se encontraba a una hora del nuestro. Parecía haber padecido un ataque por parte de algún sector que buscaba exterminar criaturas. Las criaturas como los dragones, hombres lobo y hadas siempre han estado ocultas del ser humano, pero hay quienes supieron de esa existencia y supongo que... por temor o dominio, comenzaron a exterminarlos... -se queda otro momento en silencio y camina un poco hacia Max- No quería que Kyouko nos acompañase, estaba recuperándose, pero no pude negarle. Es bastante terca... Hi y Tsuki también nos acompañaron. Cuando llegamos al pueblo, no encontramos ningún herido. Todos estaban calcinados. Los habían matado... Fue en ese momento de silencio que escuchamos el llanto de una pequeña lobita de cabello oscuro... Estaba toda muñida debajo de unas tablas, parecía ser que alguien te había resguardado en un pequeño pozo...

-Oye... E-espera... ¿Cómo? N-no es posible. Dijeron que era hija de ustedes... -da unos pasos hacia atrás.

-Mm... Si... Para nosotros lo eres -intenta sonreírle pero no le sale del todo bien- Lo siento Max...

-Pensé que estabas contándome la historia de mis padres... -gira el rostro, no podía describir las malas sensaciones que sentía en ese momento.

-Mm... -asiente- No conocí a tus padres... No puedo hablarte de ellos...

-¡Rayos! -patea la mesa y se sienta sobre las frazadas, llevándose las manos al rostro- Lo siento... puede que diga cosas que te hieran en este momento... mi carácter es un tanto...

-Lo he notado... No te preocupes. Puedo entender... Lamentamos haberte mentido...

-¿Por qué lo hicieron? Pensé que realmente había dado con mis padres... No soy para nada buena mostrando mis emociones. Pero... estaba ilusionada...

-Fue mi culpa Noah... -la voz de Kyouko hizo que la pelinegro levantase el rostro.

-Kyouko... Quedamos en que iba a encargarme yo de hablar con ella -avisa su pareja.

-No Aoi... Ella es responsabilidad de ambas... Y tiene razón. La ilusionamos... Pero fue idea mía mentirte... No te enfades con ella -baja la mirada- Enfádate conmigo...

-¿Por qué...? ¿Por qué no simplemente me dijeron la verdad? -se pone de pie y frunce un poco el ceño.

-Yo... Cometí un error...

-Kyouko, no necesitas decirle ahora -se le acerca para intentar hacerla salir de la carpa.

-¡Si necesito! -alza la voz y le da un pequeño empujón, sus ojos estaban cristalinos pero no fue impedimento para mirar a Max a los ojos- Quería que pensaras que éramos tus padres de sangre... Porque si tú lo veías así, yo también iba a verlo de esa manera. Te criamos desde pequeña y nunca te dijimos nada... ni siquiera antes de que perdieses la memoria. Yo... -se lleva una mano al pecho- Arrastré a mi propia esposa a esa mentira para cumplir un deseo que nunca se me otorgará, pero aunque cree esa mentira no dejará de ser lo que es... Una mentira...

Max tenía ganas de salir corriendo pero muy dentro de ella trataba de comprender a la loba que tenía enfrente, no podía simplemente culparla de todo. Sabía que el dolor solía conducir por malos caminos. Por lo que trató de acomodar sus pensamientos.

-Te hemos mentido ambas, no te culpes así... Por favor Kyouko...

-Tiene razón... Ambas me mintieron... -aclara Max, llevándose una mano al cuello para luego suspirar, seguía sintiendo ese nudo en el estómago- Más allá de esa mentira... -se acerca a Kyouko e intenta colocar un rostro comprensivo- Me alimentaste... Me diste un hogar y tu más sincero cariño, como una madre lo haría... -baja la mirada- Seguro soy muy diferente de cómo me recuerdas, pero seguro no será algo que nos aleje...

Por alguna razón, la pelinegro no podía dejar de ver a Mimi en su madre adoptiva, parecían tener la misma fortaleza, esa mirada que soportaba cualquier dolor sin decir una palabra pero tenían la capacidad de proteger lo que más atesoraban con su propia vida.

Kyouko se llevó una mano a la boca para que su llanto no se escapase mientras escuchaba las palabras de Max.

-Me criaste como si fuese tu hija y me diste la oportunidad de seguir viviendo... Y aunque la vida apesta a veces, tiene esa pizca de lindas sensaciones que te hacen imposible el no querer dejar de vivir... Me pasó cuando conocí a Mimi... Ustedes dos me dieron una nueva familia... ambas... - remarca- Así que... sólo olviden el dolor y traten de pensar cómo podremos seguir viviendo en un mundo lleno de personas que quieren destruirnos a cada segundo... ¿Les parece bien? -gira para ver a Aoi pero se sorprende al ver que ella ya se encontraba lagrimeando- A-ah... Yo... -intenta calmarla pero el fuerte abrazo por parte de Kyouko, quien se largó a llorar en su pecho; simplemente la hizo quedarse en silencio.

-Eres... una buena niña Noah... -afirma la líder, llevándose una mano al rostro para limpiarse las lágrimas que no dejaban de salir.

Ambas parecían ser bastante sensibles, algo que no esperaba cuando veía a Aoi. Pero sabía que eso no las hacía ver débiles, todo lo contrario; su familia parecía tener una fortaleza que aunque no fuese de sangre, el espíritu de ambas se lo heredaron.

Luego de otra pequeña charla, Aoi se retiró para hacer guardia del otro lado del refugio mientras Kyouko y Max descansaban.

Al día siguiente, cuando la pelinegro abrió los ojos, Kyouko se encontraba a su lado con un cuaderno en la mano, parecía estar dibujando o escribiendo algo. A decir verdad, el aroma fue lo que la hizo despertarse.

-Hay leche caliente, ¿te sirvo un poco? -pregunta su madre sin girarse.

-Yo... Debo ir al baño -se coloca su abrigo rápidamente y sus zapatillas.

Kyouko no dijo nada, sólo se quedó mirando la salida de la carpa por donde había casi brincado Max, sabía hacia dónde se dirigía. La pelinegro se topó con un ambiente diferente al de cuando llegó. Había varios lobos talando madera, pelando frutas y verduras, atendiendo a algunos enfermos. Mikeila la estaba observando desde lo alto de un árbol, Aoi le había pedido que la vigilara, pero al verla entrar al lugar donde se encontraba Mimi, dio un suspiro y le dio una mordida a su manzana.

La pelinegro se quedó corta en palabras cuando vio a Mimi sentada en la camilla con una taza en sus manos, seguramente leche por el aroma.

-Max... -fue lo único que pronunció seguido de una débil sonrisa.

Tsuki se encontraba sentada frente a la computadora, se puso de pie y metió sus manos a la bata blanca.

-No te preocupes, se está recuperando más rápido de lo que pensé -asegura la loba.

La pelinegro se acercó a la muchacha y su mirada hizo un recorrido por todo su cuerpo en tan solo segundos.

-Pensé que preguntarías cómo me siento antes de mirar mi cuerpo -avisa con una pequeña y bufona sonrisa.

-Ah... N-no es lo que piensas -intenta aclarar un tanto nerviosa- Tenía miedo de que tuvieses heridas muy graves...

-Estoy bien... -estira un poco su mano para tomar la de su amante, la cual estaba fría- ¿Has comido algo? Estás un tanto pálida.

-Aún... No he desayunado. Pero tomé un poco de té con pan anoche.

-Eso no es alimento Max...

-Bueno -levanta un poco la mano la loba que se encontraba detrás de ellas- Iré a desayunar con Miki. Si gustas tomar un poco de leche, hay en mi escritorio -le señala la mesa de madera para luego retirarse con una sonrisa.

Hubo un incómodo silencio, duró unos pocos segundos hasta que Max se sentó al lado de ella y comenzó a acariciar el cabello de la castaña.

-Estaba bastante asustada... -dice Mimi casi en susurros.

-Yo igual -suspira-Tenía una mezcolanza demasiado grande de emociones. Por poco y me ceno a todos aquí.

-Con tu lindo carácter, no me sorprendería -sonríe con picardía.

-Ha-ha... Muy graciosa -le responde con sarcasmo.


La pelinegro no había podido encontrar unos anteojos de repuesto, por lo que veía un tanto borroso. Pero podía ver los movimientos de su entorno y reconocer los aromas. Extrañaba ver con claridad todo, pero al menos había podido dinsinguir que Mimi tenía una taza en la mano, eso era un buen avance.

-Me alegra mucho que estés aquí... -aprieta la mano de la pelinegro- Seguía asustada... y... creo que sigo así...

-Tranquila... -le regala una sonrisa para relajar el ambiente- Aquí estaremos seguras y yo siempre voy a cuidarte.

-Eso es lindo Max... Pero me refería a... otros miedos -suelta la mano de la chica de ojos oscuros para llevarla a su vientre. La mirada le cambió notablemente a una llena de preocupaciones.

-Ya veo... -traga saliva- Soy un tanto inexperta en esto de... como decirlo -se lleva una mano a la nuca y gira el rostro.

-¿Tratando de mantener la calma?

-Algo así... Si le pasa algo malo a tus bebés... me voy a sentir culpable y seguramente me enojaré mucho... En el sector nueve no pude protegerte... a ninguno... -aprieta la mandíbula.

Mimi baja la mirada y se queda en silencio por unos cuantos segundos.

-No es cierto Max... Estuvimos en una situación muy complicada y si me protegiste. Podría haber perdido a los cinco... Pero aún tenemos dos bellos hijos aquí -señala su vientre.

-¿C-cinco? -indaga sorprendida.

-Sep... Cinco.

-Rayos... tres bebés... -frunce el ceño.

-Si... -deja la tasa sobre la mesita que tenía a su lado y sin mirar a la pelinegro continuó hablando- Cuando desperté la doctora Tsuki fue muy amable conmigo. Estaba asustada y casi entro en pánico... Creo haber llorado bastante... Pero tu padre vino y se sentó a mi lado. Me dijo que todos aquí iban a cuidar de mí, que si necesitaba algo podía contar con él. Creo que llené de mocos a tu padre -ríe un poco.

-Cielos Mimi... Debí quedarme contigo anoche... Yo...

-Estuviste charlando con tus padres... Había mucho en tu cabeza Max. No sientas culpa, ¿sí? -coloca su mano sobre la de la loba, acariciándola con el pulgar suavemente.

La pelinegro sólo asintió con la mirada baja. La castaña apoyó su cabeza en el pecho de Max y dio un suave suspiro.

-Me siento mucho mejor... -coloca una pequeña sonrisa, cerrando sus ojos- Siempre que siento tu calor... Todo lo malo desaparece, me siento segura...

Max no era muy buena aun con respecto a temas cariñosos, pero pasó su brazo derecho para acariciar el de Mimi, para luego darle un pequeño beso en la frente.

-Yo también estoy más tranquila... -apoya su cabeza sobre la de Mimi.

Ambas tenían cierto temor con el avance del embarazo, pero tuvieron que ser fuertes y confiar en que todo iba a salir bien. Lo cual tuvo sus frutos, durante los primeros cinco meses Mimi mostró una mejora muy favorable pero debía tener una dieta cuidadosamente seleccionada por Kyouko y no hacer esfuerzos de más. Max logró adaptarse al refugio, ayudaba con las cosechas y de vez en cuando a hacer la guardia nocturna.

-Pero si es el conejo de pascua -bufa Max, apoyándose en el árbol donde montaba guardia en sus días. Benji se encontraba sentado mientras pelaba unas cuantas manzanas, no tardó en fruncirle el ceño y responderle con el mismo tono.

-Si fuese el conejo de pascua, habría perturbado tu niñez sin dudarlo.

-Qué extraño que no estés con Hi, ¿pasó algo? -toma asiento.

-Una pequeña riña... Nada importante ¡Oye! -se queja al ver que le quita una de las manzanas- Haré un postre con éstas manzanas, tiene una receta muy estricta y tú estás comiéndotela.

-No exageres rabito, es una manzana -le da una mordida a la fruta y luego lo mira con picardía- No me digas, ¿quieres hacerle un postre para hacer las paces?

-N-no es eso, ¿quién dice que quiero hacer las paces con ese... tonto y terco mago? -comienza a pelar más rápido -¡Agh! -suelta la manzana al sentir el corte.

-Hey, con calma -deja la manzana en el suelo para acercarse y asesorar que no le faltase un dedo a su compañero.

-Estoy bien -se lleva una mano al rostro para limpiar unas cuantas lágrimas que habían salido de repente.

-¿No puedes ir a disculparte?

-No pienso hacerlo... Es un idiota... -frunce el ceño e infla las mejillas, llevándose el dedo lastimado a la boca.

-Pues como yo lo veo, le tienes mucho aprecio. Parecen hermanos.

-No somos hermanos.

Esa voz hizo que ambos dieran un pequeño salto y levantaran el rostro. Hi llevaba el ceño fruncido y cruzó los brazos al ver a Benji.

-¿Se puede saber qué haces? No me gustan las manzanas.

-¡Por eso iba a hacer un pastel de manzanas! ¡Para disfrazarlo de frambuesa y que al comerlo te asquees todo, tonto! -le alza la voz y se pone de pie para darle un empujón, aunque ni siquiera lo movió.

Hi le sacaba casi dos cabezas de estatura a Benji, era un tanto gracioso para Max ver que intenta hacerle frente, pero por otro lado, sabía que el conejo la estaba pasando mal.

-Seguro, siempre dices lo mismo y sólo cortas manzanas para sacarte la bronca de encima. Terminas llevándoselas a Aoi al día siguiente para que las reparta en la merienda -lo mira con malicia y le sonríe.

-Ya verás... -se pone a llorar más fuerte- Voy a meterte una manzana en la boca cuando duermas -chilla.

-Sí, si... Anda, deja de llorar -le limpia las lágrimas con su bufanda y luego se gira, agachándose y colocando los brazos en una posición que señalaba que iba a sostenerlo- Sube, es hora de dormir. Los lobos van a llevarte y yo no voy a enterarme.

-Eres malo... -se limpia el rostro y pasa sus brazos por el cuello del mago, subiéndose a su espalda.

-Soy tan malo que las hadas me otorgan deseos.

-Eso no tiene sentido, tonto... -mueve sus piernas para intentar empujarlo.

Poco a poco se fueron alejando y adentrando al refugio. Max estaba así como un tanto acostumbrada a las salidas que solían tener. No era la primera vez que Benji se enfadaba con Hi. Seguramente por lo mismo. El mago tenía que salir por las tardes a inspeccionar los alrededores junto con Mikeila, era una labor bastante peligrosa. Pero era por seguridad.

A lo lejos pudo ver que Kyouko se acercaba hasta ella, se puso de pie y dejó la manzana de lado.

-Hoy me quedaré haciendo la guardia con Aoi. Mimi se encuentra en la carpa y parece que tiene uno de esos ataques depresivos que suelen darle -le avisa.

-Oh... Gracias por avisarme. Si se duerme puedo volver.

-No te preocupes -le sonríe- Ve con ella y descansa.

-Está bien... Gracias -se queda mirándola durante unos segundos y luego se retira. Kyouko se veía bastante cansada y eso le preocupaba, llevaba unos días enferma y le estaba costando recuperarse.

Aoi no tardó en aparecer.

-Tenías razón... Hoy fui con Mikeila al norte y una nube de radiación va a pasar por aquí alrededor de tres días, pero el ambiente está volviéndose bastante pesado. Será mejor que mañana demos el aviso... -informa la líder.

Continuará. 

Sonrisa perdida +18


Max se dirigió rápidamente a la carpa de sus padres, la cual se la obsequiaron para convivir allí con Mimí. Ellos se las arreglaron con otra un tanto más pequeña. Al llegar, no tardó en darse cuenta que su pareja estaba en sus cambios fuertes de ánimo. Llevaba el ceño fruncido y apretaba las frazadas con sus manos.

-¿Qué ocurre amor? ¿Necesitas algo? Kyouko dice que estás deprimida -se asoma por la entrada del pequeño lugar.

-Quiero comer algo dulce... -susurra.

-¿Eh? -ingresa, pero el cambio de voz en la otra chica la sobresalta.

-¡Quiero algo dulce! -remarca con los ojos vidriosos.

-¿Una manzana? -intenta sonreírle lo más que puede.

-Estoy cansada de comer manzanas...

-Ah... Pues... -se rasca la nuca en busca de otra cosa en su cabeza- ¿Moras? ¿Leche?

-No son cosas dulces... Y tú nunca estás conmigo. Siempre sales a no sé dónde y regresas cuando tengo alguna crisis nerviosa -explica enfadada.

-Tengo mucho trabajo Mimi... Ayudo con las cosechas, las guardias y a veces me mandan con Hi a cazar.

La castaña no respondió nada a eso, sólo bajó la mirada sin dejar de fruncir el ceño, juntando las manos para apretarlas. Max dio un suspiro y se sentó a su lado para acariciarle la espalda.

-¿Te duele algo?

-No... Sólo que mi cabeza es una ensalada de emociones... -se lleva una mano a la frente.

-Lo sé... A veces te dan muy fuertes.

Hubo un pequeño silencio hasta que la pelinegro agrega.

-Casi lo olvido -recuerda y mete su mano en uno de los bolsillos de su abrigo para sacar una flor azul- Hoy encontré esto. Hi dice que son muy raras y únicas, pueden sobrevivir a bajas temperaturas y aparecen en esta época del año -le acerca la flor.

Mimi la recibe y luego la acerca a su rostro para olfatearla.

-Huele bien... Parece jazmín pero muy suave...

-No sé mucho de flores pero sé que te gustan.

-¿Sabes? -gira el rostro para mirarla.

-Pues... Cómo explicarlo... La vi y me acordé de ti. Tal vez esté un tanto equivocada -ríe nerviosa.

-De hecho... De pequeñas, ambas juntábamos las flores que crecían en el domo donde jugábamos juntas -se queda mirando la flor con una pequeña sonrisa- Las flores me gustan mucho porque hay de tantos tipos, colores y de diferentes aromas...

Max había logrado conseguir un par de anteojos gracias a Aoi, por lo que ahora podía disfrutar observando cada expresión que realizaba Mimi. La castaña y ella ya habían tenido varias conversaciones sobre el pasado, algunas quedaban sin contar pero la mayoría ya estaba dicha. Como que la falta de visión en Max se debía a lo que había hecho por la muchacha de ojos marrones.

-Puedo conseguirte muchas mañana si quieres...

Mimi guarda silencio por unos cuantos segundos hasta poder responder.

-¿No puedes quedarte conmigo mañana...?

Max bajó la mirada y no supo qué responder. Tenía obligaciones pero también deseaba quedarse con su pareja. La extrañaba mucho y siempre buscaba alguna escusa para venir a la carpa a asesorarse que estuviese bien.

-Lo hablaré con Kyouko... ¿Sí?

-Está bien... -vuelve a apretar sus manos entrelazadas.

-¿Ya has cenado?

Mimi asiente sin responder más.

-Descansa. Yo voy a estar aquí contigo -besa la frente de la muchacha, la cual vuelve a asentir y se recuesta sin decir nada, dándole la espalda.

Max había notado que la castaña se había vuelto más fría y cada vez hablaban menos. No sabía cómo reaccionar a eso realmente, simplemente suspiraba sin platicar sobre el tema.

Pasada unas dos horas, cuando sintió que la castaña se había dormido, Max abrió los ojos y quitó el brazo que rodeaba la cintura de Mimi con cuidado. Salió de la carpa con otro abrigo encima y se puso a caminar con las manos en los bolsillos por los alrededores del refugio. Tomó asiento sobre una de las muchas cajas que solían haber por el lugar y se llevó ambas manos a la frente, hasta que una voz familiar la sacó de sus pensamientos.

-¿Pasó algo? -indaga Aoi, quien le pasa un trozo de pan.

-No lo sé... Parece que todo está bien -suspira y toma la comida sin hacer mucho, sólo lo llevaba de una mano a la otra. No tenía apetito.

-No creo que las cosas estén bien. Tienes cara de haber pasado por algo -se sienta a su lado mientras mira hacia la entrada del refugio para asesorarse de que los que montaban guardia se encontraran en su lugar.

-Me cuesta entenderla un poco... últimamente sólo se queja de todo o simplemente no dice nada. Es como si estuviese triste todos los días...

-¿No era así antes verdad?

-No... Bueno, era de quejarse por algunas cosas pero ahora... No sé... Probablemente sean esos cambios de humor por el embarazo...

-Mm... -se queda pensando- Kyouko pasó por una etapa similar a esa... Era tan simple lo que le ocurría que yo misma me sentí idiota al darme cuenta tarde de ello.

Max gira el rostro para mirarla, esperando que le revelara lo que parecía ser tan simple.

-Es probable que Mimi se sienta sola.

-Pero... Todos los días voy a ver cómo está. Me aseguro de que se alimente bien y cuido de ella -explica sin entender lo que había querido decir Aoi.

-No me refiero a ese tipo de soledad donde te asomas por la carpa para llevarle comida o algún regalo. Hablo de que probablemente le falte más afecto del que ya le das -explica- ¿Le das afecto, verdad? -agrega para asegurarse.

-Ah... Pues, claro que si -intenta responder con seguridad, aunque ella misma sabía que no tenía mucha idea de lo que era expresar algunos tipos de afecto.

-¿Le das caricias?

-Claro, además. Le doy su beso en la frente todas las noches. Me recuesto con ella y le doy de mi calor.

Aoi no sabía si reír ante esa explicación o aventarle el pan por la cabeza.

-Esos afectos... Cómo podría decirlo sin que te enfadas...

-¿Enfadarme? ¿Por qué? Dime -indaga un poco impaciente.

-No creo que ese tipo de afecto sean los de una pareja que llevan tiempo juntos. Además, ella está embarazada, su cabeza debe estar llena de sentimientos explosivos.

-¿Por qué? ¿Estoy siendo demasiado cargosa?

-No Noah... Max -corrige- Todo lo contrario. Es muy poco cariño... Quiero suponer, no sé si todas las chicas sean como Kyouko en momentos así -ríe un poco.

La pelinegro simplemente se le queda mirando, por lo que Aoi trata de ser más específica.

-No quiero incomodarte ni nada pero ¿Cuándo fue la última vez que tuvieron un encuentro más íntimo?

-Ah... Pues... ¿Íntimo? -pregunta un tanto sorprendida.

-¿Cuándo fue la última vez que le hiciste el amor? ¿Así le llaman ustedes?

Max sigue sin responder. Sabía a qué se refería pero no cómo responderle a eso.

-¿Aparearse? -indaga con otro término.

-S-sé a qué te refieres. No necesitas seguir buscándole más palabras... -gira el rostro para esquivarle la mirada- Creo... que hace mucho...

-¿Semanas?

-N-no... Mucho más...

-Ah... ¿Dos o tres meses? -indaga Aoi, tratando de acertar con alguna palabra, pero su hija no parecía estar de acuerdo con ellas tampoco- Preferiría que me dijeras cuándo fue la última vez.

-Creo que... Creo que nos apareamos en el sector nueve...

Aoi abre los ojos y trata de no caerse de donde se encontraba sentada ante esa respuesta.

-Ah... Bueno... Al menos no sé... ¿La desnudas para acariciarla? ¿La besas con ternura? No lo sé, algo que cree pasión en ambas.

-No... -baja la mirada, estaba comenzando a sentirse mal. Era una mezcla de sensaciones. Entre culpabilidad y a la vez ignorancia.

Aoi guarda silencio al notar que la pelinegro emanaba un aura un tanto depresiva. Le coloca la mano en la espalda y trata de sonreírle.

-Deberías intentarlo... Seguro les hará bien a las dos. O puedes charlarlo con ella y-

-Max...

Una voz familiar las hizo voltear a ambas, abriendo los ojos por la preocupación al ver a Mimi a medio vestir, descalza, tapada con una sola frazada y la mirada triste.

-¡Cielo santo! -se acerca Max a ella y la envuelve con su abrigo- ¿Qué haces fuera de la carpa? Puede darte algo grave con este frío -la regaña.

-Dijiste... que ibas a estar conmigo esta noche... -se larga a llorar- ¡Siempre te vas, ¿lo ves?! -levanta la voz.

-Lo siento... No llores... -trata de calmarla mientras la empuja para guiarla a la carpa pero Mimi se rehusaba.

Aoi le hace señas para avisarle que se iba a retirar y la pelinegro sólo le asiente con rapidez para volver la mirada hacia la complicada muchacha que no dejaba de llorar. Al ver que no podía moverla del lugar, la alzó y comenzó a caminar a la carpa lo más rápido que podía. Al llegar, colocó a Mimi sobre las frazadas y la tapó sin quitarle su abrigo, luego se voltea para calentar agua en un pequeño aparato que Tsuki le había donado.

-Ya no llores... Ya me disculpé Mimi... Sólo salí a tomar aire.

-¿Es porque soy insoportable que no quieres estar conmigo? ¿Estoy más gorda? ¿Ya no te gusto? -indaga llorando sin bajar el tono fuerte de su voz.

-Claro que me gustas... No digas eso -se acerca a ella para abrazarla y acariciarle el cabello.

Se quedaron así por unos cuantos minutos. La castaña se fue relajando poco a poco, hasta poder decir algo sin elevar su voz, aunque aún sonaba desequilibrada por haber llorado.

-¿Enserio aun te gusto?

Max asintió y no podía negar que también tenía ganas de llorar un poco. A veces tenía impulsos de querer hacerle "cosas" a Mimi, pero se preguntaba si era correcto. Parecía ser que aún no lograba quererse a ella misma al no entender el por qué era un ser extraño con un miembro ahí dentro. ¿Qué era realmente? De qué raza eran sus verdaderos padres y cómo lidiaron con estas tontas preguntas.

Mimi llevó las manos de la pelinegro hasta su espalda.

-Necesito que me acaricies... -pide sin mirarla.

Inmediatamente, Max sintió esas extrañas mariposas en el estómago. Suponía que si algo no le agradase a Mimi de lo que ella hiciese se lo diría, por lo que comenzó a levantar lentamente la parte de arriba para tocar la piel de la castaña, quien dio un sobresalto ante las manos frías de la loba.

-L-lo siento -se disculpa, quitando las manos.

-No es nada... Tienes las manos muy frías -sonríe ante los movimientos nerviosos de la pelinegro.

-Oh... Si. Está helado afuera -gira el rostro.

-Si... -se queda en silencio unos cuantos segundos para luego mirar de reojo a la otra chica- Podemos... darnos calor -sugiere, tomando las manos de la loba para cubrirla con las suyas, de igual forma eran más pequeñas y no las cubría por completo.

-Estoy helada Mimi... Mi cuerpo entrará en calor por sí solo. Puedes enfermar si tomas frío -las aleja. Su acompañante frunció el ceño y sólo se necesitó de eso para que volviese a colocarlas en su lugar- Aunque un poco de tu calor... me hará bien -intenta sonreír.

-¿Puedo besarte? -indaga sin mirarla. Sólo mantenía sus manos un tanto entrelazadas con la pelinegro hasta que, al cabo de unos segundos, sintió los fríos y un tanto secos labios de la otra muchacha. Se encargó de humedecerlos con cada pequeño acercamiento para besarse que tenían.

Cada beso era acompañado de suaves caricias. El ritmo de la respiración había cambiado en ambas, así como también, sus impulsos y deseos. La castaña tomó la delantera, llevando una de sus manos hacia abajo para estimular la zona íntima de su pareja, quien reaccionó al instante.

-¿Te molesta? -indaga Mimi, tratando de componer su respiración.

Max no sabía qué responder. No le molestaba, tenía un poco de vergüenza pero el deseo era un tanto asistente en su cuerpo. No era como si no recordara lo sucedido en el sector nueve. Sus recuerdos eran un tanto incompletos pero la mayoría quedó grabadas en su cabeza. Recordaba haber hecho sangrar y lagrimear a la castaña ¿Mimi se había sentido bien como ella? En ese momento, su pareja estaba en celo, ¿por qué sentía los mismos impulsos ahora? Mimi no estaba en celo pero desprendía un aroma similar, como si su cuerpo la llamara para aparearse otra vez ¿Por qué? ¿Qué sentido tenía si ya lo había hecho? No pudo sacarse todas esas dudas cuando habló con Aoi, en este momento, se arrepentía de ello.

-No me molesta... Sólo está comenzando a dolerme allí como antes... -respondió la pelinegro.

-Bueno... Ya no necesitas esconderte -responde Mimi, acariciándole el rostro- Podemos... dejar que simplemente pase.

-Yo... no sé mucho de estas cosas.

No sabía mucho de ello pero lo deseaba. Era casi irónico.

La castaña comprendía que Max no entendía, al parecer, este tipo de comportamientos. Ella tampoco era una experta al pensar eso de la pelinegro, pero tenía muchas dudas sobre cómo lo veía su pareja ¿Obligación? ¿Deseo carnal? ¿Un simple apareamiento entre ellas?

-Yo tampoco... No sé mucho de esto -baja la mirada- Quiero decir... No es que haya tenido relaciones con otra persona -ríe nerviosa.

-¿S-segura?

-¡No! -frunce el ceño y se cruza de brazos.

-Ok ok -mueve las manos de un lado a otro para disculparse- Sólo pregunto, ya sabes, no tengo memorias pasadas. Sé que me amas y que hemos estado juntas antes pero...

-¿Pero?

-Pensé que tenías más experiencia en este tipo de situaciones... -suspira y se lleva una mano a la nuca- Lo que pasó en el sector nueve... Pude notar cómo llevaste la situación casi sola...

-Simplemente me dejé llevar por lo que sentí que era necesario para una relación sexual ¿Piensas que yo no estaba asustada? ¿Qué no tenía miedo de fallarte o no poder ayudarte? -estaba levantando un poco la voz y sus ojos comenzaba a ponerse cristalinos de nuevo.

-N-no. Lo siento... -baja la mirada- Fueron pensamientos tontos en mi cabeza... De verdad lo lamento...

La castaña trata de relajar sus alteradas hormonas para tomar las manos de Max nuevamente y, con un ligero suspiro, respondió:

-Yo también lo siento... Debe ser complicado para ti lidiar día a día con mi cabeza estando como está...

-No es complicado... Sólo me cuesta entenderte un poco y que sonrías... Creo que se te da mejor que a mí esto de estar juntas...

-Claro que no Max... No pienses eso -trata de limpiarse algunas lágrimas que habían quedado en sus ojos- Lo haces muy bien. Siempre estás atenta a mi bienestar. Me cuidas, alimentas y hasta tratas de hacer bromas aunque no sea lo tuyo... -sonríe al recordarlo- Eres lo mejor que me pasó en la vida. Me das más de lo que merezco...

La pelinegro no pudo evitar sonrojarse ante esas palabras.

-Mereces más de lo que ya tienes. Siempre has estado a mi lado a pesar de que te había olvidado. Tienes un espíritu fuerte. Has soportado mucho dolor. Mereces mi respeto y total atención. Como lobo, me siento orgullosa de tenerte como compañera para pasar mi vida -sonríe, acariciando lentamente las suaves mejillas de la castaña.

-Me haces quedar como una llorona -se lleva las manos al rostro para limpiarse las lágrimas que no pudo sostener.

-Jaja... Lo siento... -se acerca más para abrazarla y acariciar nuevamente con delicadeza, el cabello de Mimi- Tal vez tenga dudas en qué debería hacer como tu pareja cada vez que tenemos contacto físico. Pero nunca voy a dudar de cuan especial eres para mí.

Mimi frotaba su rostro en el pecho de Max, una y otra vez, asintiendo a las bellas cosas que le decía.

-Gracias... -fue lo único que pudo responder y lo sintió poco, la pelinegro parecía ser más buena al hablar y expresarse, más de lo que podía verse o pensar de ella. Llevó ambas manos por debajo de la ropa para acariciarle la espalda- ¿Crees poder... quitarte esto? -pide sonrojada.

-Ah... Pues... -el cambio de conversación la tomó por sorpresa- Claro... -se quita el abrigo de arriba para luego desabotonar su camisa, aunque eso no se lo quitó.

-Me gusta tu cuerpo -acaricia el cuello de la pelinegro, acercando el rostro para besar el mismo lugar.

-Y a mí el tuyo -recordaba muy bien el haber acariciado partes de él.

-Me gustaría poder... crear nuevos recuerdos...

-¿Cómo?

-La última vez que sentí tu cuerpo fue hace unos meses... En el sector nueve... -pausaba de vez en cuando al recordar cada cosa que pasaba por su cabeza- No es algo que me desagrade recordar y quiera eliminar... Pero tengo una sensación que duele... Duele como el diablo cuando la recuerdo...

Max sólo se dedicó a escuchar cada palabra que salía de la castaña. Palabras que traían consigo un tanto de angustia y dolor.

-Ese momento en el que nos sumergimos en un fuerte abrazo... Luego de hacerlo, quería quedarme más tiempo así. Deseaba mucho que ese momento no terminara o al menos tener más tiempo del que me dieron cuando me alejaron de ti... -se lleva una mano a la frente- Rayos ya no quiero llorar... me siento ridícula... -intenta sonreír y baja la mirada para ocultar lo cristalino de sus ojos.

-Entonces compartimos el mismo recuerdo y el mismo dolor -toma la barbilla de la castaña con su dedo índice para levantarle el rostro con delicadeza- Tienes razón... Duele como el diablo... -hace los mismos esfuerzos por sonreírle.

Mimi pudo notar cómo los ojos de Max se mojaron luego de decir eso último. Esta vez, fue la pelinegro quien se acercó para juntar los labios de ambas. Podía sentirse la diferencia entre el primero que se habían dado y este otro. Este tenía una carga sentimental mucho más grande. Era como si se comunicaran a través de este sin necesidad de palabras. Poco a poco, el beso se volvió más intenso. La pelinegro no dudaba en sus deseos esta vez. No se preguntaba cosas innecesarias. La única que ocupaba su mente ahora, era Mimi. Poco a poco la fue recostando sobre las frazadas para colocarse sobre ella con sumo cuidado, metiendo una de sus manos por debajo de la ropa sin dejar de besarla e intercalando los besos de un lugar a otro: sus labios, el cuello, los hombros; hasta llegar al pecho. El corazón de Mimi latía tan fuerte que Max podía escucharlo con claridad. La respiración de ambas volvió a acelerarse y las caricias se tornaron más constantes.

-Estoy... haciendo ruidos raros... -avisa Mimi, llevándose una mano al rostro por la vergüenza.

-A mí me gustan mucho -aclaró la pelinegro. El cuerpo de la castaña se había vuelto difícil de dejar, tanto de tocar como de besar.

Podían aceptar el hecho de que había ocurrido algo en el sector nueve, pero también debían darse cuenta que había sido un momento difícil. No tuvieron el tiempo para charlar sobre ello, simplemente fue algo que debía pasar y no fueron capaces siquiera de pensar en cosas como: la vergüenza de gemir, el tiempo que le dedicaban a cada caricia y beso, la tranquilidad de saber que tenían este tiempo sólo para ellas. Entre otras cosas que iban apareciendo con cada paso que daban. La tenue luz que daba la vela, le daba al entorno un ambiente cálido y tranquilo. Pero Max se detuvo de golpe.

-Lo siento... -trata de componer su respiración, contrayendo su cintura un poco al sentir las molestias en su abdomen- No sé qué hacer... De verdad quiero tanto contigo... pero no sé manejar esa parte que llevo dentro...

Mimi también trata de respirar para relajar su respiración y responder de manera adecuada.

-Tranquila... Trata de relajarte -le acaricia el cuello y lleva su otra mano a la parte íntima de Max, ninguna tenía ropa interior, estaba tan perdida en ella que ni se enteró cuando se la quitó- ¿Te molesta si toco aquí?

La pelinegro niega y apoya su frente en el hombro derecho de su pareja. Mimi pudo notar lo mojada que se encontraba la loba, no podía creerlo pero tal vez era más sensible, ¿quizás? Metió su dedo medio dentro y se topó con algo a mitad de la entrada, Max reaccionó con un pequeño salto.

-¿Te duele aquí? -indaga la castaña, buscando la manera de ayudarle. Podía darse una idea de lo que era aquello con lo que sus dedos se toparon.

-No me duele allí... Me duele el abdomen... -se retuerce por el dolor- Hasta cuesta respirar...

-Estás apretando mucho aquí donde tengo mi dedo. Trata de relajarte y dejarlo salir -trata de explicarle.

-Eso intento... Pero estoy un poco asustada -afirma avergonzada.

-No te asustes. Estoy aquí contigo... Ya no tienes que dudar de tus deseos o temerle a lo que hay aquí dentro. Es parte de ti... así como yo lo soy -trata de acariciar la punta y hacer pequeños círculos con su dedo.

Max dejó salir unos pequeños gemidos ahogados, apretando las frazadas con sus manos al sentir lo que la castaña estaba haciendo. No pudo negar el hecho de que se sentía bien. Mimi empezó a notar cómo el interior de la pelinegro dejaba de contraerse, para dejar salir lentamente aquello que desconocía, acompañado de un extraño líquido. Por un momento, la castaña pensó que la loba se había corrido, pero no parecía ser el caso, ya que ésta daba pequeñas embestidas hacia delante. Eso le trajo algunos recuerdos, como la vez en la que estaban en la tina, tal vez Max traía esos instintos desde hace mucho pero nunca supo expresarlos. Nadie le había dicho cómo. Mimi acercó su cintura a la de su pareja, rodeándola con sus piernas para sujetarse y facilitarle la entrada a Max, pero continuaba dando torpes embestidas hacia cualquier lado, menos donde debía ingresar. Su vagina estaba mojada con los líquidos de la pelinegro, por lo que podía suponer ahora para qué servían. No se puso a pensar mucho en ello, pero la primera vez que lo hizo, el miembro de Max estuvo muy mojado y eso le ayudó a no sufrir tanto dolor al dejarla ingresar.

-Debes... relajarte Max...

-Eso intento... créeme... -avisa con una voz diferente. Sus orejas y cola habían salido de nuevo. No lograba entender por qué no podía controlar su parte animal cuando pasaba por estas sensaciones.

-Entonces... Ahora trata de aceptarte... Deja de retenerte... voy a estar bien -acaricia el cabello de la loba, el cual había comenzado a crecer.

Max comenzó a tener muchos cambios en su cuerpo, no quería contenerlo más y comenzó a transformarse. Su cuerpo ya no era humano pero se amoldó a un tamaño que no destrozara el interior de Mimi. Entre embestida y embestida, logró meterlo en la parte adecuada, sacando un fuerte gemido por parte de la castaña, quien tuvo que tapar su boca si no quería que todo el refugio la escuchara. Daba gracias a que la carpa fuese lo suficientemente grande como para no romperse con el tamaño que había adoptado la loba. Mimi se sujetó fuerte de aquellos enormes y peludos brazos que se encontraban al lado de ella para soportar las fuertes embestidas. Ya no podía rodearla con sus piernas por lo que sólo las mantuvo abiertas, se le era bastante difícil no gemir fuerte, pero podía amortiguarlos mordiendo el hombro de Max. Las sensaciones que estaba experimentando su interior eran muy placenteras y deseaba gritarlo. Llevó sus brazos al cuello de la loba para rodearla y acercó su rostro al hocico, dándole pequeños besos y lamiendo distintos lugares del mismo. Cuando el miembro de Max comenzó a hincharse, Mimi sintió cómo su interior se calentaba y apretaba con fuerza aquello que la penetraba una y otra vez, topando en su útero.

-M-Max... -sujeta el cabello de la pelinegro, apretando los puños- M-me... voy a... correr... -avisa entre gemidos ahogados que no pudo contener al sentir que una de las embestidas por parte de la loba la hizo alcanzar el orgasmo, encorvando la espalda hacia delante y pasando sus dedos con fuerza por los brazos de Max. Las últimas penetraciones que tuvo hicieron que el placer le llegase hasta la punta de la lengua, moviendo las piernas y frotando los pies en las frazadas. Tenía la mente en blanco cuando sintió la última embestida, que llenó su interior de un caliente y espeso líquido.

La loba rasguñó las frazadas mientras se corría y poco a poco, fue volviendo a su forma humana, un tanto incompleta. Sus orejas seguían allí al igual que su cola. Se quedó de frente, mirando el agitado rostro de la castaña. Su respiración también estaba acelerada aún. Apoyó la frente con la de la otra chica, mientras se sonreían la una a la otra. Max acercó las frazadas para cubrirse junto con Mimi, recostándose a su lado.

-¿Estás bien? -fue lo primero que quería saber la pelinegro.

La chica de ojos marrones volteó el rostro para verla y asintió con una sonrisa.

-Estoy muy bien...

-¿No sientes dolor en ningún lado? -mira en dirección al estómago de la castaña.

Mimi niega sin dejar de mirarla. Luego gira un poco el cuerpo y acerca el rostro al pecho de Max, llevando un brazo a la cintura para abrazarla.

-Me siento muy bien... De hecho... Estoy muy feliz -la abraza más fuerte.

La pelinegro la cubre con uno de sus brazos para acercarla más a ella.

-No me iré a ningún lado... Ya no pasará eso, lo prometo -afirma, besando la frente de su pareja.

Mimi sólo pudo asentir y entrecerrar los ojos. Estaba relajada, feliz y no había nada que le diese tanta paz que estar en los brazos de quien tanto amaba.

-¿Te gustaría sentir a los bebés? -indaga con una sonrisa.

Max se quedó un tanto sin palabras. Mimi notó eso, por lo que tomó la iniciativa y trató de sentarse lentamente.

-Coloca tu cabeza en mi vientre, de costado -intenta guiarla.

-Ah... Está bien -la loba apoyó cuidadosamente su cabeza donde Mimi le había señalado.

-Eso es... Ahora cierra los ojos y dime qué sientes.

Max no entendía nada pero hacía lo que la castaña le decía, hasta sentir con claridad que algo se había movido dentro de ella. Levantó la cabeza y abrió los ojos como si hubiese visto algo muy sorprendente.

-¿S-se mueven dentro de ti? -pregunta sorprendida.

-Claro que sí -ríe un poco ante la reacción de la loba.

-Y... ¿Se mueven siempre? ¿Te duele cuando se mueven?

-Se mueven casi siempre. A veces descansan, igual que yo. Y no, no me duele. Sólo se sintió extraño las primeras veces.

Max se queda viendo el vientre de su pareja, no podía explicar lo que sentía.

-¿Quieres volver a sentirlos? -indaga Mimi al ver el rostro de la pelinegro.

-¿P-puedo?

La castaña asintió y le dio paso para que volviese a apoyarse en ella. Max volvió a acomodarse con cuidado y colocó una de sus manos también, pasándola por donde sentía los movimientos. Cerró los ojos y mientras más se concentraba en sentir a los pequeños, más cerca los sentía. Una sonrisa apareció en su rostro, ni siquiera notó que la tenía. Pensó que era consciente de que tendría hijos, pero se dio cuenta que no estaba del todo consciente hasta ahora. Muchas cosas pasaron por su cabeza, tal vez, cosas que no quería sentir. Como el hecho de no haber podido salvar a sus otros pequeños. No lograba cuadrar en ninguna parte de su cabeza el cómo alguien podía matar con tanta facilidad a criaturas que no tenían el poder de defenderse.

Mimi notó que la loba estaba dejando caer unas cuántas lágrimas sobre ella, por lo que se preocupó de inmediato.

-¿Estás bien? Amor...

A la pelinegro le costó responder tras salir de ese extraño trance melancólico en el que había entrado. Había muchas emociones en su cabeza y no imaginó que podía tener tantas a la vez desde ese día que la alejaron de Mimi.

-Estoy bien... Sólo... -se queda unos segundos en silencio- Creo que es eso que les pasa a quienes se enteran que van a ser padres -levanta el rostro y se limpia las lágrimas.

Mimi le sonríe y la jala para recostarla cerca de ella nuevamente. Acercando el rostro para juntar sus frentes y entrecerrando los ojos por el cansancio.

-Mimi... -la llama la loba, haciendo que la castaña volviese a abrir un poco los ojos.

-Dime -vuelve a cerrarlos sin dejar de mostrarle una sonrisa. El sueño le estaba ganando.

-Te amo mucho. A ti y a los bebés. Los amo mucho... -se sonroja.

Las palabras de la loba hicieron que Mimi vuelva a abrir un poco los ojos, para mirarla y dedicarle una sonrisa más grande.

-Y yo a ti lobita... Te amo mucho -frota suavemente su nariz con la de Max.

La pelinegro fue la primera en quedarse dormida aunque parecía que pasaría lo contrario. Pero fue la primera también en abrir los ojos al amanecer. Había una tenue luz ingresando por la carpa, podían ser cerca de las siete, no podía asegurarlo. Pero abrió los ojos de golpe y se levantó con la misma velocidad, ella tenía deberes a las seis. Comenzó a colocarse la parte de arriba al vestirse y en el momento que bajó la mirada para buscar su ropa interior, vio el rostro profundamente dormido de su pareja. Se quedó mirándola durante unos cuantos segundos, dio un suspiro y empezó a recostarse lentamente cerca de la castaña, apoyando la frente en el pecho de ella. Mimi desprendía un aroma muy acogedor, pero no fue sólo eso lo que la llevó a acostarse de nuevo. Sino el hecho de sentir que debía quedarse con ella hasta que despertara y no quería despertarla ahora, se veía muy cansada. No tardó en quedarse dormida nuevamente hasta que unas voces familiares y el sonido de una cuchara golpeando con suavidad la madera, hicieron que abriera los ojos lentamente. Mimi notó que estaba moviéndose al lado de ella y llevó una mano a la cabeza de la pelinegro para acariciarle el cabello con suavidad.

-Buenos días amor.

-Buenas... -se lleva una mano a la boca para bostezar mientras tomaba asiento y fregaba sus ojos, al ver la otra figura sentada al lado de Mimi, tomó una posición más recta- ¡Kyouko! Digo, mamá... -arregla, llevándose una mano a la nuca.

-Tranquila, no es como si no te hubiese visto amanecer antes -coloca una pequeña sonrisa sin mirarla, mientras revolvía un tazón que parecía tener leche con un poco de arroz.

-Ah... ¿Qué hora es? -pregunta al recordar sus labores.

-Van a dar las diez -responde la loba.

-Uf... -suspira- Hi va a matarme, debía ir con él hace una hora a cazar...

-No te preocupes. Aoi le avisó que no irías hoy y fue con alguien más.

-¿Aoi? -indaga.

-Me dijo que estaría esperándote en la granja. Necesita ayuda con algunos animales -le informa.

-¡Oh! Claro -busca su ropa.

Al terminar de vestirse, estaba por salir de la carpa como de costumbre, pero esta vez se volteó para mirar a Mimi. Llevaba esa costumbre porque llegaba tarde por la noche y se retiraba muy temprano, la castaña dormía en ese momento y no solían despedirse.

-Ah... Mimi...

-¿Qué sucede? -la observa un poco preocupada, Max estaba actuando un poco diferente de lo normal. Podía estarle doliendo algo.

-Pues... Nos veremos en unas horas. Trataré de hacer mis deberes más rápido y darme una vuelta -afirma.

Mimi suspiró al recibir una noticia diferente a lo que se esperaba y se acerca a Max para darle un beso en la mejilla.

-Trabaja tranquila. Pero asegúrate de no saltarte comidas, ¿sí? -sonríe.

Max le siente, devolviéndole la sonrisa y acercando el rostro para darle un dulce beso en los labios. Se separó de ella y se despidió moviendo su mano de un lado a otro. Mimi se quedó mirando por donde había salido la loba, con un sonrojo muy notorio.

-Qué bueno verlas sonreír así otra vez -agrega Kyouko mientras tapa el tazón con arroz.

-Ah... Lo siento. Me perdí por unos segundos -se hace hacia atrás y se acomoda con las frazadas.

-Por un momento vi a la Noah de hace unos cuantos años atrás -dice la loba, sin mirarla.

-Si... Creo que fue lo que me perdió. Ver esa sonrisa... -se queda en silencio unos pocos segundos- Espera, ¿desde cuándo llevan vigilando a Max?

-Desde que el sector en el que estuvieron se vino abajo. La buscamos antes pero no podíamos ver qué le hacían. Luego se nos facilitó pero nos dimos cuenta que el lugar estaba repleto de drones. Podíamos verlas a lo lejos pero si hacíamos un paso en falso íbamos a tener a todo el sector nueve sobre nosotros... Y sobre ustedes.

-No sabía que había drones...

-Si. Por suerte, en la parte subterránea donde ustedes dos habían quedado, no pasaban. Nosotros estábamos cerca de lago, pasándolo. Habían colocado minas y trampas. Cámaras y varias cosas más -se lleva la mano a la boca para toser.

-Ya veo... Por eso pudieron detectar a Max... Ella no sabía eso, debió cruzar el lago y fue cuando la detectaron -suspira.

-Estaba aterrada... Pensé que la perdería a pesar de lo vigilada que la teníamos... Pero cuando vi lo que hiciste por ella, mi corazón se llenó de esperanzas otra vez -le regala una cálida sonrisa.

-¿C-cómo? ¿Sabían lo que estaba haciendo? -indaga sorprendida.

-Claro que sí. Pudimos ver el noble amor que llevabas y aun llevas por ella. Aoi fue así desde que la conocí también... -baja la mirada, perdiéndose un poco en sus recuerdos.

Mimi recordó que el padre de Max había sido humana antes. Seguro fue gracias a ella que los lobos podían ver a las personas de otra forma.

-Cuando termines de comer tu desayuno, debes ayudarme a levantar la carpa -mete el tazón y servilletas dentro de un pequeño contenedor.

-¿Levantarla? ¿La cambiarán de lugar? -indaga con curiosidad.

-Mmh... -tose otro poco más- Algo así. Pero no es lo que piensas. Estamos preparando todo para irnos de aquí. Debemos cambiarnos a otro lugar.

Mimi continúa viéndola, ¿pasaba algo malo?

-Pero no debes preocuparte. No es tan malo y estamos a tiempo -intenta sonreírle.

-¿Segura?

Parecía un chiste, pero la castaña sabía identificar cuando estaban mintiéndole y cuando no. Kyouko se dio cuenta de eso y bajó la mirada.

-No queremos infundir pánico en el refugio, pero hay una tormenta de radiación que viene hacia acá. Pensamos que tardaría por la velocidad que traía pero el viento cambió de repente y ahora estamos un tanto en problemas... Pero intenta conservar la calma, tú junto con los heridos irán sobre Mikeila y Tsuki para prevenir que algo en el aire les haga daño.

-kyouko... Tú has estado un poco pálida desde que te vi entrar, ¿no está afectándonos ya? -se lleva ambas manos al vientre.

-No. Tranquila. Yo estoy así porque me topé con la tormenta mientras buscaba alguna ciudad o pueblo -comienza a doblar algunas frazadas.

-¿Y Tsuki te ha visto?

-Si. Estaré bien -vuelve a fingirle otra sonrisa- ¿Puedes ayudarme a doblar algunas cosas?

-Claro...

Mimi no tenía intenciones de seguirla atosigando con el tema de por qué le mentía al responderle. Sólo esperaba que Kyouko supiese lo que hacía.

Continuará. 

Todos fueron informados sobre la nube de radiación que se acercaba. Los refugiados no podían evitar sentir el pánico, pero Aoi logró tranquilizarlos y que acomodaran sus cosas como era debido. Todos comenzaron a levantar sus tiendas y preparar las carretas. Mikeila y Tsuki ya estaban transformadas, esperando que los de mayor edad y heridos subiesen sobre ellas.

-Nos veremos en... -la pelinegro se queda pensando- No me dijeron cuánto íbamos a tardar o si era lejos...

-No te preocupes. Seguro será poco. Trata de no causar problemas, ¿sí? -pide Mimi, acariciando la mejilla de su pareja.

-No hables como Kyouko...

Mimi ríe entre dientes y se acerca para abrazarla.

-Ten cuidado... -pide la castaña, alejándose lentamente de ella para acercarse a Tsuki, quien la ayudó a subir usando sus alas.

-¡Ni de broma!

El subido de tono proveniente de Kyouko hizo voltear a ambas para mirar hacia donde la loba parecía estar discutiendo con el Alfa.

-No armes una escena aquí... Por favor, no traes buena salud -pide Aoi en voz baja, tratando de mostrar una sonrisa a los demás para intentar tapar el momento.

-No iré con ellos. Me quedaré contigo, es un camino largo e inexplorado -se aleja de ella para continuar ayudando a los que metían los alimentos en las cajas.

-Kyouko... Es por tu bien.

La loba no responde, simplemente le da la espalda y continua como si nada pasara. Aoi frunce el ceño y se acerca para tomarla de brazo, jalándola hacia Mikeila.

-¡Suéltame! ¡Te he dicho que quiero ir contigo! -intenta forzar para soltarse.

-¡Basta Kyouko! -alza la voz sin mirarla, jalándola con más fuerza.

La mayoría trataba de fingir que no los escuchaban, pero era complicado no hacerlo.

-¡Basta tú! ¡Soy tu mano derecha! -la empuja y jala en sentido contrario.

-Lo seguirás siendo si te subes y viajas por la senda segura. La única... -deja de hablar al notar que sacaba un tema algo complicado- Sube...

-No hay espacio, suéltame.

-¿Por qué eres tan complicada? -la jala con brusquedad para acercarla al dragón.

-¡Au! -exclama tras el pequeño dolor que siente por el jalón- ¡Porque quiero estar contigo!

-¡Si te pasa algo malo, ya no lo estarás! -le grita, enfadada.

Todos se quedan en un silencio un tanto incómodo, incluyendo a la loba de cabello naranja, quien bajó la mirada, Aoi no quiso mirarla, simplemente preguntó si estaban todos. Al ser así, dio la orden para que tomaran vuelo. Sabía que por más que le insistiese, Kyouko no iba a subir.

- Es hora de irnos. La nube tóxica puede comenzar a tocar este lugar en pocas horas -comienza a caminar.

Los refugiados siempre le han sido muy leales a Aoi, por lo que no lo pensaron dos veces y comenzaron a mover las carretas para seguirle el paso.

-Vayan... Todo estará bien -avisa Kyouko, acariciándole el pecho al pegaso.

Tsuki asintió, luego extendió las alas y se elevó junto con el dragón.

Max y Mimi habían sentido la tensión del momento pero aún no entendían qué ocurría. Se miraron hasta que las nubes cubrieron a la castaña junto con los demás en lo alto. Kyouko no fue con ellos, ella decidió ir al final de todos.

-¿Por qué no estás con él? -se acerca la pelinegro, intentando no llamar mucho la atención.

-Está enfadada...

Kyouko no solía nombrarla con un género masculino a Aoi, pero era comprensible. Tal vez era una costumbre entre ellas.

-¿Discutieron?

-Algo así... No creo que me hable...

-No digas eso Kyouko... Se supone que es...

-¿Mi esposa? Si... Pero no siempre puede haber amor y sonrisas entre dos personas que se aman.

Max simplemente bajó la mirada ante esas palabras y se limitó a seguir hablando del tema.

-¿Cómo siguen tú y Mimi? -se tapa la boca con la mano debido a la continua tos.

-Supongo que mejor... Estoy tratando de adaptarme al hecho de que tendré hijos. Una familia... Estoy un poco perdida.

-Es normal hija, son tus primeras emociones referidas a algo así. Que no te de pena preguntarme si tienes alguna duda -se detiene y observa hacia atrás.

-¿Pasa algo?

-Estamos bajando del monte. Suelo tener más sensibilidad para sentir si hay enemigos ya que emanan una energía muy negativa. Me pareció sentir algo pero está bastante lejos, por el momento -vuelve a retomar el camino con el grupo.

Max quería preguntarle acerca de muchas cosas, pero entre ellas estaba el hecho de algunos consejos sobre el cuidado de bebés. Tenía una ligera idea de lo que Kyouko había pasado y no quería arriesgarse a recordar cosas innecesarias. Por lo que decidió tomar otro tema que le preocupaba más.

-¿Cómo sigues de salud?

Kyouko siente cosquilleo por la espalda y trata de poner una pequeña sonrisa en su rostro.

-Creo... que un poco mejor. Sólo no debo seguir exponiéndome a más radiación.

-¿Y... por qué no te fuiste con Mikeila? Yo sé que estás preocupada por el recorrido, pero creo que hubieses estado más segura con los demás.

-Si... Sé que sí, Noah... Gracias por preocuparte, pero es lo que he decidido.

Max no respondió luego de ese comentario. Algo no andaba bien, lo presentía.

Los infestados fueron algo complicado de evadir desde el primer día. Era difícil encontrar agua por la zona que estaban recorriendo y la noche se tornó muy helada. Mientras Hi vigilaba en lo alto, Kyouko tomó asiento cerca de la fogata que habían usado para hacer la cena. Todos dormían en sus respectivos campamentos. Era necesario levantar las carpas por el crudo frío que congelaba hasta los huesos. Cuando Kyouko entrecerró los ojos, pudo sentir que una cálida mano se había posado sobre la suya, la cuales, descansaban en el tronco.

-A Max se le está complicando dormir. Está dando vueltas cerca del lugar donde se encuentra Hi -avisa Aoi, con una voz más tranquila, tomando un poco de agua.

-Pensé que ibas a quedarte vigilando tú también -agrega la loba, moviendo un poco la punta del pie para cavar un poco sobre la poca nieve que se hallaba en el pasto seco.

-Voy a vigilar desde aquí. Puedes ir a dormir si quieres -responde sin mirarla.

La loba asiente para luego ponerse de pie, pero al querer avanzar, Aoi le sujeta la mano. La chica de ojos bicolores, sólo se giró un poco para mirar al Alfa de reojo.

-Lo siento, Kyouko... No debí gritarte -la observa con una mirada de arrepentimiento.

La loba se dio la vuelta y caminó lentamente hacia el Alfa, sentándose en sus piernas y dando un suspiro. Pasó sus brazos por el cuello de Aoi y bajó la mirada.

-Yo también te alcé la voz... Lo siento.

Ambas estaban con la mirada baja, se observaban de reojo y trataban de sonar mas calmadas.

-Sé que tienes malas sensaciones cuando nos separamos, pero tienes que entender que me preocupo bastante... -explica Aoi, intentando iniciar la conversación.

-Sí, entiendo.

-No lo parece. Siempre que quiero protegerte buscas discutirme para seguirme a todos lados -dice un poco enfadada.

Kyouko no respondió nada. Sólo acercó lentamente su rostro para besar a su pareja.

-¿Siquiera me estás escuchando? -indaga el alfa, separándose.

-Lo hago... No soy egoísta contigo, sólo no puedo estar lejos de ti. No lo hago para herirte, lo hago porque hay una fuerza mayor que me impide dejarte.

-¿Tu egoísmo?

-Mi miedo a perder lo que más amo.

Aoi se queda mirándola sin saber qué responderle y simplemente suspira, bajando la mirada y acercando la cintura de Kyouko a su cuerpo.

-Tus miedos van a enfermarte... Cuando perdimos a Noah padeciste una anemia que casi termina contigo.

Hubo un silencio de varios segundos, hasta que la loba pudo responder.

-Tal vez... ya esté enferma.

-Lo estás. Tu cuerpo puede fallarte debido a la radiación que-

-No me refiero a algo físico Aoi...

El Alfa quiso responder, pero se perdió en sus palabras internas. Sólo bajó la mirada y apoyó su frente sobre el hombro de la más pequeña.

-Lo siento... -agrega Kyouko- Prometo intentar sanarme... Lamento ser una carga más para ti.

-No es tu culpa... Y no eres una carga-levanta el rostro para poder mirarla- Yo elegí amarte. No pretendo forzarte a nada... Sólo intenta cuidar más tu salud, ¿puede ser? -acaricia su mejilla.

Kyouko asiente y se acerca más a ella para rodearla con sus brazos en un fuerte abrazo.

Del otro lado, Benji se encontraba en lo alto de un árbol, mirando a los lobos que se abrazaban frente a la fogata.

-¿Te gusta mirar ese tipo de cosas? -bufa Hi, que se encontraba no muy lejos de él, sobre otra rama.

-C-claro que no. Sólo me aseguraba que no estuviesen discutiendo -gira el rostro con rapidez.

-Aham... -sonríe con picardía el otro- ¿Acaso quieres que te abrace así frente a una fogata? -se acerca al conejo, tomándolo por la barbilla para mirarlo directamente a los ojos.

Benji sólo dijo cosas que no se entendían por los nervios.

-¿O quieres hacer otras cosas? -le hace cejitas.

-¡Y-yaaa! -lo empuja y se sonroja, tapándose el rostro.

-Me pregunto si todos los de tu especie tenían ese lado femenino que escondes.

El rostro de Benji cambió por uno más serio y no respondió nada. Hi notó rápidamente que había dicho algo que no debía y trató de cambiar de tema al instante.

-Me preocupa más la hija de esos dos -la señala.

Max se encontraba en la parte baja del árbol, dando vueltas. De vez en cuando se detenía para apoyarse en el tronco pero sus nervios la delataban y volvía a caminar como si patrullara.

-Tal vez se está preocupada por su pareja. Ya sabes... Está embarazada.

-Todos lo saben. ¿Por qué no bajas a hablar con ella? Después de todo, se llevan muy bien -dice con sarcasmo.

-Sueles ser bastante irritable, ¿sabes? -le frunce el ceño y baja lentamente del árbol.

-Hm... -fue lo único que salió del mago, volteando el rostro tras esas palabras.

Cuando el conejo cae al suelo, Max se sobresalta y se pone en guardia.

-Uf... Me asustó un conejo... Rayos -se lleva una mano al pecho.

-En situaciones así te mandaría al diablo, pero vengo a saber qué te ocurre. Estás poniéndonos nerviosos. Dando vueltas y vueltas. Pareces un perro que no encuentra la posición correcta para descansar.

-No puedo dejar de pensar en Mimi... ¿Y si necesita algo? ¿Si le duele alguna parte de su cuerpo? ¿Qué pasará si tiene mucho frío o si comienza a llorar? -indaga nerviosa.

-Ya ya, no es para tanto. Sólo es una hembra embarazada. Todas esas cosas son normales en alguien así, no va a morirse por ello.

-No es sólo una hembra embarazada -se le acerca y frunce el ceño- Es MI mujer... Y está embarazada. Necesita que alguien la cuide cuando lo necesite. Ya no quiero que llore...

Benji suspira y trata de comprender a su compañera. En el sector tuvo que hacer que lo odiase para no generar sospechas, pero ahora eran un equipo. No podía quedarse con esas malas vibras que habían creado entre ellos. Y más si había tenido que ser a la fuerza.

-Escucha Max, Mimi seguramente también está como tú. Nerviosa, echándote de menos, necesitando de ti en todos los sentidos que le busques. Pero también está con Tsuki y Mikeila, están a salvo y con gente que se apoya. Te aseguro que están intentando que no se sienta mal o sola. Así como, por extrañas razones, yo estoy intentando relajarte.

Max deja salir una pequeña sonrisa por lo último que el conejo había dicho y suspira.

-Tienes razón... Ya no estoy sola. Tengo una familia y amigos de pequeña estatura que tratan de levantarme el ánimo -le da palmaditas en la espalda.

-Ahórrate lo de la estatura -le empuja el brazo e infla las mejillas.

-Gracias Benji -le sonríe.

-No hice mucho... -se cruza de brazos y mira hacia un costado.

-Eres un buen conejo -le da palmaditas en la cabeza.

-Voy a morderte -frunce el ceño y vuelve a quitarle el brazo.

-Trataré de dormir -bosteza- No me había dado cuenta de lo cansada que estaba -estira los brazos -se recuesta apoyando la espalda en el tronco y sus ojos se cierran lentamente por el cansancio.

Benji se queda mirándola por unos segundos y luego va por una manta para colocársela encima. Dándole unas pequeñas palmaditas en la cabeza.

-Buen perro -sonríe a modo de venganza por lo que le había hecho antes y luego empieza a subir por las ramas hasta llegar a donde estaba al inicio.

-Pero que malvada criatura eres -sonríe Hi, al darse cuenta de lo ocurrido.

-Me lo debía -se cruza de brazos.

-Seguro está sufriendo mucho ahora mismo por lo que le hiciste. Sobre todo taparlo con una manta para que no enferme.

-Ya ya. Te pasas enserio. Puedo bajar y morderle el brazo para irrumpir su sueño -se enfada.

-Si si...

-¡Puedo hacerlo! -se voltea enfadado para mirarlo con los ojos cristalinos.

Hi también voltea pero para tomarlo de la barbilla y besarlo con delicadeza, alejando su rostro a escasos centímetros de él para mirarlo. Benji estaba todo rojo.

-Eres una pequeña criatura adorable. Capaz de muchas cosas, pero no de herir a quienes aprecias.

-A-ah... S-sí, bueno... N-no... D-depende... la situación... -mira hacia un costado para esquivar la penetrante mirada del mago.

-Haha. Eres demasiado adorable -le suelta la barbilla y se queda mirándolo.

-mhm... -infla las mejillas y le da un pequeño empujón.

Hi ríe entre dientes y le hace señas para que se acomodase en su falda, donde el conejo solía dormir a gusto.

Esa fue la última noche que todos pudieron dormir tranquilos.

Continuará.  

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