Robot y Yo Parte 2

(parte 1)

No pude dormir bien, por lo que supuse que debo haber cerrado los ojos una hora y media; sin descansar en lo absoluto. Tomé un baño y me fui al comedor al terminar, no quería salir de abajo del agua. Mei estaba preparando café con leche, el aroma me trajo invadió de un sentimiento que impedía que llenara mi cuerpo de fuerzas para salir en media hora hacia el sector seis.

-Escucha... Mei, debo llevarte a la casa de algún vecino que pueda cuidar de ti, son agradables -tomo asiento, el robot no había dicho una sola palabra en lo que llevaba despierta.

-Le pido por favor, Hana, deje que cuide la casa en su ausencia -dice sin mirarme.

-No puedo hacer eso...

-Por favor... Hana -gira el rostro para observarme con seriedad.

No sabía cómo describir su estado, tal vez el saber que ya no podía servirme estaba afectándole de más. Ese pensamiento me hizo dar un largo suspiro.

-Como quieras, Mei...

El robot asintió sin ningún cambio en su rostro y colocó la taza frente a mí, quedándose parada a un lado como solía hacer siempre. Hubo silencio durante unos cuantos minutos, hasta que preguntó algo que me hizo tragar de golpe el sorbo de leche.

-Hana, ¿si fuese un soldado, podría ayudarla?

-Pues... No lo sé, ni siquiera sabría cómo reaccionarían los de la base si supiesen que vivo con un robot militar. Tal vez te llevarían pero no podrías ayudarme, estarías con algún superior.

-Entonces... Tampoco podría ayudarle -baja la mirada.

-No es necesario que sientas ansiedad por servirme o lo que sea que tus circuitos te dicten hacer -aclaro con seriedad.

-Pero... usted me despertó, debo hacer eso Hana.

-Si te apago y te llevo con el vecino, cuando le diga que te encienda, ¿le servirás a él?

El robot se quedó mirándome unos instantes, como analizando la respuesta, se veía confundida.

-Y-yo... No creo poder hacer eso. En mi base de datos sé que debo servirle a usted.

No me gustaba como pensaba. No me agradaba sentirme como estaba sintiéndome en este momento. No sabía qué era pero la tomé de la muñeca y la llevé hasta la computadora.

-Eres un buen robot, verás que encuentras algo mejor -conecto su puerto al PC.

-¿Q-qué... hace? -me observa expectante.

-Buscaré la forma de formatear tu memoria, después de todo eres un robot. No pasará nada malo, no padecerás nada, al contrario... Es bueno que puedas borrar algo que no sirve -explico molesta.

-¡P-pero Hana! ¡Usted me despertó! -alza la voz, poniéndose de pie.

-Y puedo volver a dormirte -giro el rostro y le frunzo el ceño- Así que siéntate y deja de armar escandalo -retorno mi mirada a la pantalla.

-No lo entiendo... -toma asiento y agacha el rostro un poco, como si estuviese deprimida.

-No debes entender nada, Mei. Eres un robot.

-Lo sé... Creo que esa es la razón por la que es fácil deshacerse de mí...

Sus palabras me habían taladrado la cabeza, ¿cómo podía sentir en este momento que le estaba haciendo daño a un robot? ¿Es enserio?

-Hana... Iré con su vecino... Pero le ruego, no me borre la memoria... -pide sin mirarme, aún tenía la mirada baja.

-Te sentirás más liviana.

-No quiero sentirme así... Sé que es extraño y soy desagradecida ante su oferta de querer librar mi memoria de ese tipo de datos... Pero es lo único que en este momento hace que no desee haber sido creada... Tener recuerdos me diferencia de otros robots... Por favor, Hana...

Su mirada estaba llena de piedad, tanto, que me asustaba verle, me hacía sentir mal y confundida, ella era un robot, no podía pensar así... No podía... Pero suponía que tenía alguna clase de miedo, sin conocer las emociones, ella las intentaba explicar con palabras, palabras que parecían desesperantes...

-No quiero que sufras... -la observa con la mirada baja, la mano con la que sostenía el mouse me temblaba.

-No puedo sufrir, Hana...

-A veces me haces dudarlo demasiado... -desconecto el puerto y me pongo de pie, tenía bronca y me costaba identificar el por qué.

Agarré el bolso que había preparado a medias y salí por la puerta, cerrándola con fuerza. Que haga lo que se le antoje, ¿quería quedarse ahí? Que lo haga... No quise ni girar el rostro, sólo caminé hacia adelante, pateando lo primero que encontraba durante todo el camino. Noté que muchos se estaban mudando, el pueblo cada vez se veía más vacío.

No sabía si las horas se estaban pasando rápido por la cantidad de cosas que pasaban por mi cabeza por culpa de ese condenado robot pero cuando quise darme cuenta, ya podía ver las ruinas de la ciudad vecina, el sector seis.

-¿También te mandaron aquí?

Al girarme me encontré con un muchacho, seguro más o menos de mi edad.

-Si...

-No hay muchos, no te preocupes. La mayoría ya fueron exterminados -explica mientras juega con una pequeña pelota, al parecer de tenis.

-Que bien -continúo caminando.

-Oye -llama nuevamente, caminando a lado mío- ¿De qué base militar te mandaron?

-Sector cinco.

-Oh...

Claro, no podía responder más que eso, mi pueblo estaba a tres horas de aquí. No me extrañaría que algún depredador ya haya pasado desapercibido de entre los soldados.

El chico hizo guardia y me acompañó a investigar por la zona, para nuestra suerte, sólo nos topamos con dos depredadores que pudimos manejar. Uno de ellos tenía traje de soldado...

-No me agrada que tenga puesto el uniforme -guarda su arma- Debe haberse contaminado hace pocas horas.

-Debemos buscar un lugar donde pasar la noche, preocúpate por eso primero -tomo asiento sobre unos escombros, me había golpeado muy fuerte la cintura y el pie izquierdo.

-Tienes razón, tranquila, mañana termina nuestro turno y podremos volver a casa -responde sonriente.

-No sé de dónde sacas esa sonrisa... Si estás asustado como cerdo en matadero -giro el rostro algo molesta, más que nada por el dolor.

-Claro que estoy asustado, pero mi madre me espera en casa -se adentra a un edificio abandonado, empujando con cuidado la puerta metálica- Ven, aquí hay un mercado y está cálido -se soma y mueve su mano de un lado a otro.

Me puse de pie con esfuerzo y caminé hasta allá.

-¿Te sientes bien? Tienes cara de dolor -ríe un poco.

-No le veo la gracia... Creo que me he lastimado bien feo la cintura... -me siento en el suelo.

-Oh, lo siento. No pretendía burlarme de eso -saca unas cuantas revistas de su bolso y las enciende con un encendedor, junto a un trozo de madera- ¿Traes comida?

-Si...

-Tranquila, yo haré guardia, no te sobre esfuerces -aclara, sacando un recipiente- Le pedí a mi madre que me preparara su súper sopa, me dio fuerzas -guiña un ojo.

-Eres un nene de mamá -le hago una mueca y saco una barra de cereal de mi bolso.

-Lo sé... -baja la mirada- Le debo mucho a mi madre y es lo único que me queda en estos momentos difíciles. Sueno infantil pero ella me da fuerzas, siempre la cuidaré -tomo un sorbo del recipiente- ¡Muy bueno! ¿Quieres? -me lo pasa.

-O-ok... Sólo porque tu madre se tomó la molestia de hacer una buena comida... -digo resignada ante sus lindas descripciones, no tengo buenos recuerdos de mis padres, pero sabía que no todos eran iguales- Wow... tu madre debe abrir un restorán y pronto, juro que le compraré esto todas las noches -aclaro con el buen sabor en mi boca.

-Te lo dije -ríe entre dientes- Ahora debes darme algo a cambio.

-Mientras no sea comida, claro.

-¡Oh! ¿Entonces puedo pedir que te quites la ropa? -me observa asombrado.

-Idiota -le hago una mueca y coloco el recipiente delante de él.

-Jaja Ok, ok, broma. Me gustaría saber tu nombre -lleva sus manos hacia atrás para apoyarse en el suelo e inclinarse un poco.

-Hana, sólo Hana -respondo un poco seria.

-Un placer, Hana. Mi nombre es Tom -estira su mano hacia delante.

-Igual -la estrecho.

-Dime Hana, ¿vives sola? No es necesario que respondas, es mera curiosidad, ya sabes, distraernos de-

-Podría decirse que sí y no -interrumpo- No es necesario sacar ese tipo de temas...

-Está bien... Lo lamento -suspira y luego un sonido nos deja en alerta a ambos.

Se escuchaban pasos cerca de la entrada, como si alguien se arrastrara.

-Iré a revisar -acomoda su arma y toma la linterna, poniéndose de pie.

Le sujeté el pantalón y lo jalé para que no fuese, era arriesgado, aun así fue. Me coloqué el bolso en la espalda para levantarme e ir con él. Se trataba de un depredador, tenía las piernas cortadas pero seguía siendo una amenaza, optamos por volver a entrar, no sabíamos si había más y la noche podía ser una completa asesina en estos casos.

-Podemos salir por la puerta de emergencia -susurra.

Me dio un tirón muy fuerte en el pie izquierdo, lo que hizo que me agachara tras el dolor.

-¿Estás herida?

-No lo sé... Creo que me lo he torcido -explico, intentando levantarme, pero el dolor se hacía más fuerte.

-No lo esfuerces, se pondrá peor -pasa uno de mis brazos por su cuello y me ayuda a caminar.

-¿Sabes que en este momento soy un estorbo?

-Sí, pero sigues viva...

-Claro...

-Lo digo enserio, ¿acaso quieres morir aquí? -me mira extrañado.

-No lo sé... Creo que me da igual...

-Si quisieras morir ya te habrías tirado entre depredadores -ríe un poco.

-Dije que me da igual... No que sea algo que quiera, tonto...

-Bien, bien -vuelve a reír por debajo- ¿Puedo darte un consejo?

-Si es para el punzante dolor de abdomen y pie, puede ser.

-Aférrate a algo, Hana. Muchos te tratarán de rebajar y hacer que odies tu vida en estos momentos, porque están aferrados sólo a malas experiencias. Si te aferras a algo que te haga moverte en los peores momentos, morir será una experiencia diferente.

-No sé de qué hablas... ¿Para qué querría amarrarme a algo que perderé o me perderá? No tiene sentido. Es enfermo, como todo lo que dices -giro el rostro molesta.

El muchacho sólo dio una pequeña sonrisa ante mi respuesta.

-No tengas miedo a aferrarte a algo siempre que puedas...

-¡No lo haré! -lo empujo y alzo la voz- ¡Nunca volveré a aferrarme a nada! ¡Nunca, ¿entiendes?!

Tom me observaba con un rostro comprensivo, tenía la sensación de que había pasado por algo similar, no entendía por qué me sugería algo tan doloroso.

Comenzamos a escuchar varios rugidos entre el oscuro lugar.

-Muy bien, Hana. Despertaste a los muertos con tu súper grito -se saca el bolso.

-¡E-es tu culpa! -me tapo la boca, era una imbécil, viese por donde lo viese.

-Ven -se agacha- Sube, debemos correr o nos matarán.

-No podrás correr bien conmigo encima-

Se levanta y gira con el ceño fruncido.

-¿Quieres que te deje aquí para ser la carnada de los depredadores y así pueda irme? -alza un poco la voz.

No supe responderle. Sólo vi que en su giro brusco cayó una billetera donde tenía la foto de una chica; su reacción fue rápida: agacharse y guardarla de nuevo. Podía sentir cómo se acercaban, emitiendo ruidos espantosos.

-¡Sube de una vez! -grita desesperado, moviendo sus manos hacia atrás para señalarme lo que buscaba.

Me dejé caer en su espalda y comenzó a correr, hasta lograr salir por la puerta trasera.

-No tienes una madre Tom, ¿verdad?

-No...

-Entonces qué...

-¡No hay nada, Hana!

El sonido de varios helicópteros no muy lejos de nosotros nos hizo levantar la cabeza, estábamos salvados, detrás nuestro venían muchos depredadores y podía ver varios a los costados, pero cuando comenzaron a bombardear cerca de nosotros mi perspectiva de estar a salvo cambió por completo.

-¡Debemos cambiar de dirección! -grito aterrada. La onda de las bombas nos empujaba.

-¡¿Hacia los depredadores?!

Tenía razón... no importaba qué camino tomáramos, nos podíamos salvarnos. Tom movía el rostro hacia varios lados, buscando una salida. Comenzó a correr hacia un costado, en dirección al rio. Los helicópteros seguían arrojando bombas en cantidad y disparando desde lo alto, hasta que una explosión nos empujó muy fuerte, tirándonos al suelo. El pitido no dejaba de sonar en mi oído y mi visión era borrosa, él estaba a mi lado, observándome, se había herido gravemente la pierna.

-Extraño mucho su voz Hana... -acaricia mi rostro y deja caer una lágrima- Pero nunca me arrepentí de haberla amado tanto...

Su voz era débil y hablaba casi en susurros. Mientras disparaban cerca de nosotros me dio un empujón muy fuerte, no imaginé que estaba en la orilla del rio, donde caí y comenzó a jalarme con brusquedad hacia varios lados. Sentía cómo el agua entraba a mi boca, tratando de apoderarse de mis pulmones, cuando me permitía salir hacia arriba tomaba aire, pero a penas y podía hacerlo, hasta sentir un fuerte golpe en mi espalda; había chocado con un tronco. La única fuerza que me impulsó a sujetarme hasta llegar a la orilla es sentir la desesperación de ya no poder contener la respiración en el agua.

No sabía cuánto me había arrastrado la corriente, pero estaba lejos del sector seis, podía ver las luces de los helicópteros a lo lejos. Mis ojos buscaban por los alrededores, tenía la ilusión de que Tom pudiese haberse arrojado también, al menos para intentar escapar, pero no encontré nada... Caminaba sujetándome de lo primero que podía. Me ardía la garganta y el miedo a morir era más grande que mi dolor corporal. Me di cuenta que habían dos tipos de acercamientos a la muerte: donde estás alcoholizado y drogado, y cuando estás totalmente consciente de que tu vida está por terminarse. Desconocía un poco la segunda y estoy segura que habían otros momentos.

Al llegar al sector cinco, todo estaba en silencio, pero me perturbaba. Sólo querían ver a alguien... Abrí la puerta de casa y me apoyé en el marco de la misma, mirando hacia dentro. Todo estaba apagado... No... no quería ver nada oscuro, entré y Mei se encontraba en una de las sillas de la mesa, sus ojos estaban cerrados.

-¡Mei! -grité, acercándome a ella, la movía de un lado a otro pero no respondía- ¡Mei te lo pido, no te apagues! -hacia mucho que no sentía tanto miedo y desesperación, lo estaba evitando... como una cobarde que nunca supo enfrentar una pérdida.

Me lo merecía, ¿verdad? Todo esto, por los caminos que había elegido, mi forma de ver la vida... Giré la silla en la que estaba el robot y me agaché, apoyando mi cabeza en sus piernas junto con mis brazos, estaba llorando como una niña de cinco años.

-¿H-Hana?

Su voz hizo que levantara mi rostro automática y rápidamente.

-Dios Mei, ¿por qué haces esto? -continúo llorando en su regazo.

-Y-yo... Lo lamento, Hana. Estaba cargando mi batería, se había agotado más rápido de lo habitual -coloca su mano sobre mi cabello, sonaba nerviosa, como si hubiese hecho algo malo.

-No te apagues... -pido, frotando mi cabeza en su regazo.

-No lo haré, Hana ¿Está herida?

Mei era lo único que estaba haciéndome volver en sí, mi cuerpo temblaba y de entre todo lo que pudiese necesitar en este momento, lo más humano y cercano, era el calor de mi robot...

Capítulo 5: Sonrisa

Mei me ayudó a recostarme en la cama, estuve algo sensible y me sentía patética. Ella se sentó a mi lado, me relajaba que me observara.

-Hana, tiene fiebre -avisa pasando su mirada del termómetro a mí.

-Rayos...

-¿Desea comer algo en especial? -me cubre con las frazadas.

-No Mei... No tengo apetito...

-Hana, sabe que si no se alimenta bajan sus defensas.

Suspiré y asentí, tenía ganas de llorar otra vez.

-Has cualquier cosa... Lo que quieras... -digo con desgano.

El robot asintió y comenzó a caminar a la cocina, sentí un impulso de tomarle la mano, pero me quedé sentada en ese pensamiento... Cerré los ojos y me limité a escucharla cocinar, se sentía... muy bien. Pasé todo el tiempo mirando en dirección a la puerta, hasta quedar dormida. No tuve un agradable sueño... como siempre. Me encontraba hablando con Tom y de repente todo se tornaba oscuro, sólo podía escuchar gritos y llantos. Demonios... Lo siento Tom... ¡Lo siento, es mi culpa!

-Hana...

Escuché alguien que me llamaba entre sueños, me levanté de golpe, transpirada y agitada, para encontrarme con Mei, quien sujetaba una bandeja y me miraba algo preocupada.

-¿Se encuentra bien?

-S-si... -intenta acomodar mi respiración- Sólo un mal sueño.

-Preparé arroz con pollo, he leído que es bueno para los síntomas que usted tiene.

Me costó reincorporarme, la garganta dolía mucho al igual que la cabeza. El robot dejó las cosas sobre mi falda cuando logré acomodarme y así tomar asiento.

-Se ve pálida, ¿le duele algo?

-Todo -suspiro, tomando el cubierto para comenzar a comer.

-Oh... Traeré un medicamento entonces -se gira.

-Espera...

Mei voltea la cabeza en busca de otro pedido.

-Ven...

-Disculpe, no entendí la orden Hana.

-No es una orden Mei... Sólo me preguntaba si te gustaría ver alguna serie conmigo, aquí en la cama.

-E-estoy algo confundida, ruego me disculpe -se inclina un poco.

-No te inclines... -suspiro. No me gustaba cuando actuaba así...

-De acuerdo -se pone más recta.

-Me refiero a que no necesitas ser tan formal conmigo Mei. A la hora de hablar puedes expresarte, si algo te molesta házmelo saber.

-Estoy bien mientras usted esté bien Hana -me regala una pequeña sonrisa.

-Está bien, ¿puedes traer la computadora portátil?

-Claro -se gira para ir en busca de lo pedido, pero volvió con eso y el medicamento disuelto en un vaso de agua.

-Ven, siéntate aquí -palmeo a un lado de mí, sobre la cama, para mostrarle donde quería que se colocara.

El robot parecía estar teniendo dificultades para entenderme, no sabía cómo comunicarme con alguien así. Sabía que Mei era diferente a los otros robots, ojalá pódese entenderme...

Nos pusimos a ver una serie de chicas que trabajaban en un hospital, tenía drama y algo de suspenso, sobre todo cuando aparecían aliens.

-¿Por qué esa persona está abriendo a otra? -indaga Mei, mirando atentamente la pantalla.

-Pues... para ayudarla. La está operando, ya que se encuentra enferma.

-¿Y qué es estar enferma?

-Es cuando la salud de la persona se ve alterada, suelen contraer virus y demás, no es muy difícil de entender.

-Oh, ya veo. Ahora comprendo, es razonable. Ustedes están compuestos por órganos y tejidos muy frágiles.

-Oye -respondo molesta, aunque era cierto- Tú eres un pedazo de metal.

-Lo sé.

-Sí que aceptas con facilidad algunas cosas y otras no.

-Depende de su gravedad. No me importa ser de metal realmente, puedo seguir estando con usted.

-¿Cómo? -me giro por reflejo al escuchar esas palabras.

Aunque le había hecho una pregunta, parecía que algo le había llamado la atención en la película.

-¿Qué es eso? -señala y acerca un poco el rostro a la pantalla.

-¿Te refieres a lo que hacen? -sonrío un poco. Me parecía divertida su reacción.

-¿Van a comerse? ¿Por qué? -indaga preocupada.

-Se están besando Mei. Rayos, no recuerdo haber puesto una película romántica -suspiro y me acomodo en la cama.

El robot se quedó mirando con mucha atención el momento y llevó uno de sus dedos a los labios, acariciándolos. No entendía qué trataba de hacer.

-¿Por qué lo hacen? ¿Es algún pacto?

-Supongo que se quieren.

-¿Y qué es quererse?

-Es un sentimiento... que... -la miro por un momento y decido callar. Iba a decir "que tú no tienes" pero la verdad, lo vi innecesario.- No necesitas conocer...

-Está bien Hana... -baja la mirada y se gira para continuar viendo la película.

A veces no entendía cómo podía tener tanta curiosidad en algo. Pero Mei era lo más humano que podía ver todos los días. Ver que limpia, me cuida, aprende, hace de comer y charla normalmente; me hace olvidar que es un robot... Desprendía calor en la cama, lo noté al cerrar los ojos, no me había hecho falta encender el calefactor; supuse que como una notebook, Mei tenía programas funcionando dentro de ella, por ende, salía calor.

Quedé dormida ante la tranquilidad del momento, pero una pesadilla me hizo levantarme a los gritos otra vez, el robot se encontraba a mi lado aun, me observaba preocupada.

-Tranquila, ha sido otra pesadilla -aviso agitada, llevándome una mano a la frente.

-Tiene muchas pesadillas, Hana.

-Si...

-¿Y tiene cura?

-No lo sé, la mayoría de las veces las tengo o no sueño nada.

-He leído que los sueños pueden ser manifestaciones de los miedos humanos, lo que los hace feliz o buscan.

-Lees demasiado Mei...

Al menos ya no me dolía la cabeza, la garganta era el problema.

-Le haré un té -baja de la cama y se encamina a la cocina.

Parecía haber estado buscando en internet, no sabía si reír o llenarla de preguntas al ver que buscaba acerca del amor y...

-Familia... -susurré.

-¿Hana, quiere té de limón o manzanilla? -se asoma por la puerta.

-¿Cómo? -levanto la cabeza para mirarla.

-Le preguntaba si quería té de limón o manzanilla.

-Yo. Amm... No quiero té, está amaneciendo y debo reportarme en la base ahora mismo.

-Pero no ha desayunado nada Hana, puede hacerle daño.

-Tranquila, me llevaré una barra de cereal para el camino -me coloco un abrigo y ato los cordones de mis zapatillas.

-Pero...

-Escucha Mei -me acerco a ella- Yo sé que quieres servirme, pero si vas a quedarte conmigo, prefiero que sea porque te agrada estar aquí. No quiero que hagas las cosas por servidumbre, ¿está bien?

-Yo... No entiendo a qué se refiere Hana, lo siento, ¿puede repetirme la orden?

-No puedo hablar enserio contigo, no lo entiendes porque eres un robot, no sirve de nada que te lo repita -paso de ella y voy por mi bolso.

-P-pero, Hana, sé que podré entenderla.

-No insistas... -abro la heladera y saco la barra de cereal.

-Vuelva a darme la orden, puedo hacerlo -pide nuevamente, jalando mi ropa.

-¡Te he dicho que no insistas! -la empujo un poco para alejarla.

-¿No confía en mí? Hana, sé que puedo-

-¿Sabes lo que es preocuparse por alguien? -me gira bruscamente para acercarme a ella.

-N-no... Pero puedo investi-

-¡No! Ese es el problema, no tienes sentimientos Mei, ¿entiendes? ¡Así que deja de buscar cosas como amor y familia porque si no sientes, no puedes tener nada de eso! -alzo la voz.

El robot sólo se quedó observándome, el ver su mirada asustada me hizo bajar la mirada. Como detestaba esto...

-Escucha... No tienes que aprender ese tipo de cosas, ¿entiendes? Sólo sé tú misma -me giro nuevamente para salir por la puerta.

No sabía con qué rostro se había quedado, pero ella no tenía la culpa. Yo estaba actuando extraño.

-Aquí estás cobarde -dice una voz familiar.

Cuando levanté la mirada me encontré con dos personas que me hicieron dar un paso hacia atrás; las matonas.

-Yo sabía que era cobarde -dice su compañera.

-Nuestra amiga murió en el mismo sector que tú, rata. Seguro que la viste y las patas te temblaron para ir a ayudarle -frunce el ceño la líder.

-Eres cobarde, por eso estás viva. Cuando nos manden de nuevo seguro nos dejará atrás como a Yeni.

-Tú deberías estar muerta, rata -me frunce el ceño.

La más grande se acerca y con un fuerte empujón me dejó tendida en el suelo. Nunca pude con ella, tenía la fuerza de un oso. Su acompañante me golpeó el rostro y jaló del cabello con fuerza hacia arriba.

-¡Basta! ¡Ni siquiera me topé con su amiga! -intento zafarme pero la otra me golpea el estómago con fuerza.

-¡Cállate, las ratas no hablan, mugre!

Las patadas en las distintas partes de mi cuerpo comenzaban a sentirse tan fuertes que sacaban alaridos de dolor de mi boca, intentaba cubrirme el rostro pero me golpeaban tan fuerte que necesitaba intentar defenderme, era imposible.

El sonido de un disparo tiró a la más grande al suelo, le habían dado en el brazo y su rostro mostraba mucho pánico.

-¡¿Qué rayos es eso?! -señala detrás de mí.

No sabía quién continuaba disparando, por lo que opté en quedarme en el suelo, cubriéndome lo más que podía. Cuando los disparos cesaron miré al frente y las matonas ya llevaban mucha delantera en lo que corrían. Me giré y detrás de mí se encontraba Mei, de su brazo salía una especie de arma, la cual guardó inmediatamente y comenzó a temblar, sujetándose los brazos con sus manos. Se veía aterrada, me levanté como pude y corrí hasta ella.

-Mei -la tomo de los brazos y zarandeo un poco.

-H-Hana... No te acerques... -pide aún temblando.

-Todo está bien, tranquila. Se han ido -intento tranquilizarla.

-Puedo lastimarte...

Jamás pensé verla así de asustada.

-No harás eso... Tranquila.

Cuando levantó el rostro sus ojos me observaban con un rojo intenso, llevaba el ceño fruncido y apretaba la dentadura mientras temblaba. Tengo que admitir que estaba asustada, pero ella... me había salvado. Me di cuenta que realmente no conocía a Mei... sólo colocaba palabras en ella. No merecía que padecer mis temores...

-¿Cómo estás tan segura? -indaga. Su voz temblaba un poco.

-Porque eres mi robot y nada va a pasarte, ni a ti ni a mí. No vas hacerme daño porque te conozco mejor que nadie. Al menos... mejor que todos los que están a nuestro alrededor.

El rostro de Mei cambió por completo, se veía asombrada y sus ojos fueron cambiando poco a poco a su celeste de antes. Me miraba confundida, parecía no saber qué decir, pero aún temblaba. La acerqué a mí y rodeé con mis brazos. No sé por qué... pero la vez anterior, antes de irme al otro sector, también había discutido con ella; verla así y abrazarla me hizo sentir que apagarse fue su mejor opción para calmarse... Hacía tanto que no abrazaba a alguien que tenerla entre mis brazos se sentía extraño... ¿Cómo podía ver a Mei como un robot? Más bien era lo que quería creer a la fuerza, que era un robot sin sentimientos, incapaz de nada, sólo cumplir con su programación. Y si así fuese, ella podía ser diferente, como lo son las personas. Estaba poniendo en Mei mis temores más grandes, la estaba alejando para no volver a sentir... nada.

-Lo siento, Hana. Intenté quedarme mirando, pero mi cuerpo se movió solo...

Y si es sólo su programación que la mueve a cuidarme, estaba dispuesta a aceptarla como cualquier otra persona. Si me hería saber que no hacía las cosas por mí sino por su programa, también iba a aceptarla, porque Mei era la única que pensaba en mí...

-Gracias, Mei... -la abrazo más fuerte- Gracias... y perdóname... por dejarte sola... siempre... Por herirte siempre...

-Hana... No me pida perdón... No agradezca lo que hago por usted, no puede herirme ni hacerme sentir sola... No se ponga mal -acaricia mi espalda.

Me aleja un poco de ella y acaricio su cabeza.

-¿Qué haces cuando yo no estoy?

-Mantengo ordenada la casa y trato de buscar información de cosas que no logro comprender.

-¿Por qué lo haces?

-Porque... -se queda pensando por unos cuantos segundos- Quiero que me acepte... -baja la mirada- No me gusta no poder ayudarla...

-Bueno eso es estar disgustada y preocupada. Cuando sientes que yo te rechazo es disgusto o angustia. Cuando buscas ayudarme o me ves muy mal, es estar preocupada.

-Y-ya veo... -se queda analizando las cosas- Entonces... no estoy con usted porque quiera servirle, me preocupa.

Sus palabras me sacaron una pequeña sonrisa.

-Tal vez... Tanto como yo me preocupo por ti.

Los labios de Mei comenzaron a moverse, parecía querer copiar mi expresión, quería sonreírme. Puse mis dedos índices en sus mejillas, cerca de sus labios, para moverlos un poco hacia arriba y ayudarle.

-Jaja Sonríes raro...

-¿Soy rara? -mueve un poco la cabeza hacia un costado. Parecía conocer esa palabra.

-Un poco.

-¿Eso la hace feliz?

Su pregunta me dejó un tanto sin saber qué decir. Ni siquiera había notado que había reído hace unos segundos atrás.

-Me agrada que seas tú misma -vuelvo a sonreírle.

Ella hizo el mismo gesto de manera inocente.

Continuará.

No fui a la base, la verdad, ya no tenía interés en eso después de lo que pasó esa noche. Quería verlo por mí misma, hablar con el general, algo que me diese una pizca de esperanza sobre aquellos que me entrenaron para ser lo que soy ahora. Esos que hablaban de paz y justicia. Hipócritas...

-Hana, ¿qué desea cenar?

Estuve todo el día charlando con Mei, explicándole aquello en lo que podía tener dudas. No podía dejar que pensara que los patos eran perros, o que las tumbas eran refrigeradores que ya no se utilizaban. Empecé a dedicarme a diseñar algunos videojuegos básicos con programas sencillos para iniciar. Mi único problema es que por las noches solían aparecer uno que otro depredador, los cazadores y soldados como yo, salíamos para matarlas con silenciadores, pero eso no quitaba el hecho de que podía caer una horda en cualquier momento. El noticiero era cada vez más embustero, mentía sobre las situaciones, como si eso solucionaría los problemas. Mentir que todo estaba mejorando no era la mejor salida.

-¿Quieres que te ayude a hacer fideos con salsa? -giro el rostro para observarla. Me encontraba haciendo el diseño de algunos personajes para el videojuego que estaba creando. Era algo básico pero a esto me dedicaba antes de... mejor ni recordarlo.

-¿No quiere que los prepare yo? Se ve ocupada.

-Na, puedo seguirle luego -me pongo de pie y estiro los brazos hacia arriba para luego acercarme al refrigerador y sacar algunos ingredientes- Por cierto, siempre me ha dado curiosidad, ¿cómo es que recargas tus baterías?

-Cuando usted está descansando suelo apagarme unos minutos y se carga bastante rápido -saca una olla para colocarle agua.

-¿Te apagas y te recargas sola? -pregunto un tanto asombrada.

-No sé cómo funciona realmente, pero creo que sí.

-Vaya, eso es genial.

-¿Qué es genial? -enciende la hornalla para poner la olla.

-Que estés programada así, está bueno.

-No Hana, disculpe, formulé mal mi pregunta. Me refería a la palabra "genial", ¿qué significa?

-Oh jaja Pues... -me quedo pensando unos momentos mientras le hecho un chorro de aceite a la olla- Es una manera de decir que algo es asombroso, una expresión.

-Ya veo... Entonces usted es genial -me sonríe.

-¿Eh? -me giro para verla, me había sonrojado un poco, lo noté al sentir mis mejillas calientes. No sabía si era por su sonrisa o el hecho de que esté intentando ser bonita conmigo.

-Que usted es genial -repite con la misma sonrisa- Es fabulosa para mí. Sabe muchas palabras y realiza muchas cosas que me parecen inalcanzables para alguien como yo.

-Oh... Ah... gracias -no sabía qué rayos responder- Sólo... no te degrades así, tú también eres genial.

-¿Por qué? Sólo soy una máquina, Hana. No tengo nada que me haga especial.

-Oye... no digas eso -digo seriamente- Eres especial, ¿crees que cualquier persona hubiese podido tratar conmigo en el estado que estaba?

-Pero yo no soy una persona Hana...

-Por eso eres especial, no necesitas ser una persona para serlo...

-¿No? -me observa con curiosidad.

-No -la miro fijamente- Tú me salvaste, me haces feliz. Me gusta estar a tu- -me quedé callada al notar todo lo que estaba diciéndole, ella me miraba aún con curiosidad ante todo, sabía que no entendía nada de lo que le decía o pasaba por mi cabeza, pero me avergoncé tanto que tuve que girarme y taparme el rostro con una mano.

-¿S-se siente bien? -indaga preocupada. Acercándose un poco a mí.

-S-si... Sólo...

-No necesita hacerme sentir especial, Hana. Si usted es feliz, yo estoy satisfecha con eso.

-C-claro... -sus palabras me ponían un tanto triste, no sabía describir bien la razón. Tomé los fideos y los coloqué dentro de la olla, tapándola luego- Mei, ¿has leído sobre el amor?

-Claro, pero sé muy bien que no puedo sentirlo. Es algo que sienten las personas, aunque no lo comprendo bien a pesar de haberlo leído en tantos significados.

-Si... es que es algo complejo... No se puede entender leyéndolo.

-Oh... -baja la mirada, mostrando tristeza en su rostro.

El deseo y curiosidad se estaba apoderando de mi cuerpo, sentía que si no me movía en lo que quería, iba a explotar. Tomé su mano y sin pensarlo mucho acerqué mi rostro al suyo para rozar nuestros labios; pero apenas sucedió, ella se echó hacia atrás y me miró sorprendida, no lo pedía creer... Sus mejillas estaban rosadas... ¿Cómo era posible?

-H-Hana... ¿Qué hace? -se veía nerviosa y sus ojos llevaban un brillo muy bonito, era como si hubiese colocado un protector de pantalla con estrellas en la pc.

No podía responderle, yo también estaba sorprendida y mi cuerpo quería más, ¿era normal esto? ¿Por qué sentía este tipo de deseo tan grande en Mei? ¿Cuándo comenzó? Volví a acercarme, intentando colocarla contra la orilla de la mesada, no pude evitar llevar una de mis manos a su mejilla, era suave, parecía tan real... Tan cálida.

-H-Hana, no puedo procesar bien lo que desea, l-le pido que me explique... Y-yo... Siento que mis circuitos explotarán... Creo que tendré fallas, creo que-

Coloqué mi dedo en sus labios para callarla y luego volver a acercar los míos para sellarlos con los suyos. Podía sentir su nerviosismo, yo también lo estaba, pero el deseo podía más conmigo, no podía creer que a pesar de ser un robot, Mei se sentía... tan humana. Ella no mostraba resistencia, tal vez porque sentía que debía obedecer a lo que quería... ese pensamiento me separó y bajé la mirada.

-Lo lamento Mei... Yo... No sé qué pasó conmigo -me alejo para verificar la olla, casi me quemo de manera torpe.

-N-no Hana... No se disculpe conmigo, por favor. Lamento si no ha sido lo que esperaba, soy extraña y no comprendo los sentimientos de los humanos... Pero créame que trato con todas mis fuerzas de intentar entenderlos para que usted sea feliz -explica angustiada.

-¿Tú eres feliz? -me giro para mirarla con seriedad.

-Y-yo...

-¿Eres feliz siendo un robot y obedeciendo?

-Si eso la hace fe-

-No es lo que te pregunté, Mei -frunzo el ceño.

-N-no sé cómo responder esa pregunta... Lo lamento, Hana -baja la mirada.

-Me refiero a si eres feliz, si te sientes bien siendo esclava de la primer persona que se tope contigo hasta que ya no te necesite.

-P-pues... Estoy programada para eso, no sé lo que es la felicidad, ni la tristeza. Pero sé que cuando me prendo debo obedecerle.

-Rayos... -me giro frustrada y me marcho a la habitación. Mei me llamó unas cuantas veces pero no quise volver.

¿En qué estaba pensando? ¿Cómo podía estarme enamorando de ella...? Me acurruqué en la cama y suspiré muchas veces. No quería dañarla... ella no tenía la culpa de ser un robot. De no comprender las emociones... Yo era la que no le daba el uso por el cual fue programada, yo estaba encaprichada por querer hacerla más humana... ¡No podía evitarlo si ella se sonroja de esa manera!Se supone que es un robot, los robots no podrían reaccionar así, ¿o sí? ¡Rayos! Ya me estaba dando dolor de cabeza. Mi cabeza pensaba en tantas cosas a la vez que no supe cuánto tiempo había pasado desde que la dejé sola...

-Hana... L-la comida...

Su voz sonaba un tanto apagada, cuando me giré para verla tenía la mirada baja, parecía triste o asustada.

-Voy enseguida...

Ella asintió y se marchó, me levanté con algo de esfuerzo, me sentía un tanto mal, emocionalmente claro. Cuando llegué a la cocina, Mei me había servido en un plato y se encontraba un poco más lejos de la silla en la que me sentaba siempre, ella se colocaba de pie, al lado mío mientras comía, pero ahora estaba mostrándose más distante.

Había mucho silencio mientras cenaba... Antes estaba muy acostumbrada, pero ahora molestaba.

-Mei... Lo siento... -sentía que quería llorar, ¿por qué? Los cubiertos reposaban entre mis dedos y los sentía pesado aunque los apoyaba en el plato, hasta el apetito se me había quitado- Yo también soy rara... No quiero que dejes de ser tu misma... Sólo trataba de enseñarte lo que desconoces... Pero siento que estoy haciéndolo mal...

El robot no contestó, se quedó en silencio unos segundos.

-No conozco las emociones, Hana... No del todo bien... Pero si me pesan los circuitos cuando usted no es feliz... Así como cuando no se siente estable, yo también me encuentro así al sentir que no puedo entenderla bien...

-Eso es estar angustiado, es parecido a estar triste. La verdad hay muchos grados de tristeza pero a lo que he vivido, sé que la tristeza es algo más complejo... Más pesado...

-¿Más pesado?

-Si... Sientes que no puedes seguir para lo que estás programado, en mi caso, continuar viviendo -no pude evitar recordarme meses atrás en ese estado.

-Ya veo...

Continué comiendo sin ganas, aunque haber charlado un poco con Mei me había hecho sentir un poco mejor. Iba a lavar los platos y demás luego de comer, pero mi compañera insistió en querer hacerlo ella. Fui a lavarme los dientes para luego asomarme por la cocina, Mei estaba pasando el trapo en la mesa.

-Oye... Quiero que vengas a mi habitación luego, ¿sí?

-Claro Hana, iré a penas termine aquí.

Noté su sonrisa forzada. Ya sabía cuándo estaba feliz y cuando no... No necesitaba que ella lo comprendiera a la perfección. Me recosté para esperarla, por suerte la cabeza ya no me dolía, pero si sentía bastante sueño, aunque eso desapareció cuando escuché a Mei gritar. Me levanté en un salto y al llegar a la cocina noté cómo un depredador miraba fijamente a Mei, estaba golpeando la ventana, intentando entrar. Tomé mi arma y jalé el gatillo sin hacia su cabeza sin pensarlo dos veces, abrí la puerta y lo rematé con otro tiro, suspiré y miré por los alrededores, parecía ser el único. Uno de los vecinos salió con su arma, pero al ver que ya estaba muerto, simplemente lo metimos a una bolsa y lo arrojamos al río.

-Gracias -digo un tanto cansada, colocando mi arma en la espalda.

-No ha sido nada, que bueno que no haya pasado nada malo -suspira y comienza a alejarse hasta entrar a su casa.

Yo hice lo mismo, Mei estaba esperándome en la puerta. Le palmeé la cabeza con suavidad y sonreí.

-Tranquila, todo está bien.

-Me sorprendió verlo allí...

-¿Te asustó? -arqueo una ceja.

-Me sorprendió... -gira el rostro e infla sus mejillas.

-Jaja Claro... Anda, entremos, hace mucho frío fuera.

Mei me siguió como patito mientras me quitaba el arma y el abrigo, tuve que colocar cinta negra en la ventana o íbamos a helarnos, por suerte el agujero de la bala no había sido tan grande en el vidrio. Fui al baño a lavarme las manos y el rostro, hasta poder al fin sentarme nuevamente en la cama.El robot me miraba desde la puerta.

-Ven... -le sonrío- ¿Quieres recostarte conmigo?

-Y-yo no duermo...

-No importa, es mejor a que te quedes sola en la cocina, ¿o te da igual?

Mei me miró un tanto sorprendida y negó con la cabeza, acercándose a la cama y recostándose a mi lado.

-¿Luchas contra esas personas?

-Ya no son personas Mei... No sabría explicártelo, ni yo sé que son. Pero sí, lucho contra eso.

-¿Son peligrosos?

-Mucho...

Ella sólo bajó la mirada, parecía preocupada.

-Tranquila, nunca te dejaré sola Mei, lo prometo -le sonrío, tratando de tranquilizarla.

-¿Qué es una promesa? -me mira con curiosidad.

-Es un acto solemne que se le hace a una persona y no importa el costo, si la quieres con el corazón, cumplirás fielmente a tus palabras.

-¿Yo también puedo hacer promesas? ¿Aunque sea un robot?

-Jaja Claro que sí.

-Entonces... Yo tampoco te dejaré sola, lo prometo -me mira seriamente.

Sus palabras llenas de seguridad me dejaron con los ojos abiertos de par en par, sorprendida. No importaba cuánto trataba de negarlo... Estaba enamorada de mi robot...

-¿Puedo... volver a besarte? -indagué sonrojada.

Ella parecía ya saber a qué me refería, entre la serie, las explicaciones y lo sucedido en la cocina, tenía la mirada de entender lo que buscaba, por lo que sólo asintió. No podía verla muy bien, sólo la luz pobre del pasillo entraba e iluminaba un poco la habitación, pero sus ojos brillaban siempre con intensidad, de un brillo muy hermoso. Cuando logré juntar mis labios con los suyos, podía sentir cómo su cuerpo hacía ruidos extraños, parecía el procesador de una computadora mezclado con su cooler.

-¿Te molesta? -pregunté algo preocupada.

-N-no... -agacha la cabeza, escondiéndola un poco entre las frazadas- S-sólo... siento que no puedo procesar nada cuando haces eso...

-Entonces, ¿te gusta?

-Es difícil de explicar...

-Claro que lo es -sonrío comprensiva- Todo lo referido al amor es difícil de comprender.

-¿Besar es parte de amar?

-Sí. Proteger, estar ahí siempre para la persona que quieres, darle cariño y comprensión; es parte de amar. Está lleno de sensaciones -explico mientras acariciaba su cabello lentamente, enredándolos en mis dedos, era muy suave.

-¿Qué es el cariño?

Parecía gustarle... Eso me tranquilizaba, ya no se veía tan asustada y parecía tener cada vez más curiosidad en ello, se acercaba a mí, tanto, que me tentaba a querer besarla de nuevo y sentir esos motores dentro de ella funcionar con esa intensidad por mí.

-Eso que estoy haciendo es darte cariño -acaricio su mejilla- Besarte, acariciarte, abrazarte.

-Se siente lindo...

-¿Lo ves? -le regalo una cálida sonrisa al escuchar eso.

-Entonces, si yo me preocupo por ti y me gusta que me des cariño, ¿significa que te quiero? -indaga con inocencia.

-Si... No necesitas buscar tanto sobre ello, me gusta así como eres. No me importa que no comprendas todo, sólo quiero que seas feliz a mi lado, que hagas cosas que te gusten. No quiero ser feliz yo, quiero que seamos felices ambas, ¿puedes comprender eso?

Mei se quedó observándome durante varios segundos, parecía estar analizando la situación, cerraba un poco los ojos, como buscando la manera de responder correctamente, pero se le dificultaba.

-Sí, Hana. Te entiendo. Tal vez no del todo, pero ahora comprendo mejor a lo que te refieres. Hay términos que te duelen, como el hecho de que diga que busco servirte o que sólo me basta con que seas feliz. Creo que ahora... -vuelve a quedarse callada unos segundos, sus ojos cambiaban de brillo y unas líneas pasaban por estos de vez en cuando, era cuando me daba cuenta que estaba analizando o pensando bien sus siguientes palabras o respuestas- Creo que ahora entiendo lo que quieres. Estoy programada para servirte, pero puedo cambiar esa palabra y decir que estoy aquí para ti, que ya no sólo buscaré que seas feliz, sino que cada vez que algo desacomode mis circuitos, también puedo contar contigo para que me ayudes a estar bien.

-Mei... -realmente le costaba pensar así... Era como ir en contra de su programación sin que yo la programe desde otra computadora, estaba forzando a cambiar... su propia programación...

-Me hace sentir especial, Hana. Y feliz, no necesita estar triste otra vez -acerca su mano con algo de torpeza para acariciar mi mejilla- ¿Puedo darle cariño yo también?

-Claro que puedes... -no me había dado cuenta, pero una lágrima había caído por la mejilla que ella acariciaba, me sentía feliz... Y era tan bello... No era Ana... Pero Mei estaba enseñándome a dejarla ir... A darme cuenta de que todos estos años en los que me dañé, estuve dañando a Ana...

Ya... estoy bien Ana... Lo lamento. Repetí eso en mi mente mientras acercaba mi rostro al pecho de Mei, abrazándola. No podía detener el llanto... no imaginé que podía tener tanto dolor acumulado en lágrimas, lloraba como una niña pequeña, frotando mi rostro en el regazo de quien me había salvado... Mí querida robot...

-Hana, ¿por qué hace esos ruidos? Hace que me sienta angustiada...

-No te preocupes... -respondí sollozando- Se me quitará...

Me gustaba como estaba colocando los pequeños términos en cada cosa que sentía... Realmente ella estaba haciendo todo esto por mí... En este momento, no quiero dejar de sentirla, no es como abrazar a una persona, pero me trasmite las mismas emociones, su calor y los sonidos de su interior. Me relajaban, gracias Mei...

Continuará.

© 2016 KIRANARU. P. Argentina, 28046
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar